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La gran empresa ha creado el 90% del nuevo empleo durante la pandemia
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341.000 trabajadores más

La gran empresa ha creado el 90% del nuevo empleo durante la pandemia

La rápida recuperación del empleo en España tiene dos protagonistas: el sector público y la gran empresa. Las microempresas están aún lejos de salir de la crisis

Foto: Un hombre transporta cajas en el centro de Barcelona. (EFE/Marta Pérez)
Un hombre transporta cajas en el centro de Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

La pandemia del coronavirus ha llevado al límite la capacidad de resistencia de las empresas. Muchas se han quedado por el camino y otras han tenido que adaptar su oferta o sus canales de comercialización para sobrevivir en una coyuntura sanitaria y económica adversa. En este proceso de transformación y destrucción, las empresas más grandes han sido capaces de sobrellevar la pandemia, e incluso han conseguido crecer, sosteniendo así al conjunto de la economía española.

Casi dos años después del estallido de la pandemia, casi el 90% del empleo creado en este periodo reside en las grandes empresas, aquellas que superan los 500 asalariados. Así se desprende de los últimos datos de la estadística de empresas con trabajadores registradas en la Seguridad Social publicados el jueves. Las empresas de más de 500 trabajadores han creado en estos dos años de pandemia 341.000 empleos.

Foto: Un niño juega en Molina de Aragón. (Getty/David Ramos)

En un entorno tan complicado para la economía, la gran empresa ha aumentado su plantilla en un 7,4% respecto a enero de 2020. Esta cifra contrasta con el crecimiento de la ocupación del conjunto de las empresas (incluye las del sector público) que ha aumentado un 2,7% en este periodo. La gran empresa ha tirado del empleo durante toda la fase de la pandemia. En los primeros meses del ‘gran confinamiento’, cuando la destrucción de empleo era superior al 6% interanual, en las grandes empresas la caída era inferior al 4%. Sin embargo, tras el final del primer estado de alarma, la gran empresa recuperó a sus trabajadores y al final del verano de 2020 ya había recuperado los niveles de afiliación previos a la pandemia con más de 4,6 millones de trabajadores.

Esto significa que las grandes empresas empezaron la recuperación antes que el resto de la economía y a un ritmo mucho más rápido. Durante el pasado verano el crecimiento de la afiliación en estas empresas alcanzó un ritmo interanual superior al 6% cuando en las pequeñas empresas apenas llegaba al 1%. No ha sido hasta el último trimestre de 2021 cuando el ritmo del empleo ha comenzado a ser superior en las medianas empresas que en las grandes y en las pequeñas sigue siendo inferior.

En resumen, la gran empresa actuó como estabilizador de la economía durante el gran confinamiento y posteriormente fue el motor de la recuperación. La literatura económica ha analizado en innumerables ocasiones este papel estabilizador que tienen las grandes organizaciones gracias a las ventajas que les da su tamaño. En primer lugar, son empresas con más recursos financieros por el acceso a distintos canales financieros, que van desde el crédito bancario hasta la colocación de bonos en los mercados.

En segundo lugar, porque su tamaño diversifica las fuentes de ingresos, tanto de actividades como de territorios, lo que genera mayor estabilidad en los precios. Además, no hay que menospreciar su mayor capacidad para acceder a las ayudas públicas. Primero, porque tienen personal experto en estos procedimientos burocráticos y, segundo, porque son capaces de mover voluntades políticas. En esta pandemia, las distintas ayudas han sido claves, desde los ERTE hasta los avales del ICO pasando por las ayudas directas.

La gran empresa actuó como estabilizadora de la economía durante el confinamiento

En esta pandemia los canales de venta han cambiado rápidamente, produciéndose un trasvase del comercio presencial al electrónico. Las grandes empresas ya tenían implementado este canal, mientras que muchas pymes han tenido que comenzar de cero, buscando proveedores de los servicios logísticos, lo que ha complicado su adaptación. Las pequeñas tiendas de barrio han sucumbido ante el poder de las grandes cadenas.

Los datos de las ventas minoristas del INE muestran también la divergencia de la facturación por tipo de comercio. Las grandes cadenas de distribución recuperaron los niveles de facturación previos a la crisis ya en el mes de junio de 2020 y desde entonces han mantenido un crecimiento constante del entorno del 2% frente a los niveles prepandemia. Por el contrario, las pequeñas cadenas (de ámbito local o provincial) y las tiendas de barrio todavía arrastran una caída de la facturación superior al 5%.

El ‘efecto composición’ puede afectar a estos indicadores, ya que las empresas grandes que están soportando peor la crisis pueden haber despedido a una parte de sus trabajadores, pasando a ser empresas medianas. Por el contrario, las medianas que mejor lo están haciendo ahora pueden ser grandes y así afectar a la estadística. Sin embargo, los datos son tan contundentes que cualquier margen de error provocado por el efecto composición es irrelevante.

De los 391.000 empleos que han creado las empresas durante la pandemia, las grandes han aportado 341.000 empleos. Por el contrario, las microempresas (menos de 10 asalariados) han destruido casi 12.000 empleos. Muchos de estos trabajos perdidos se deben a la desaparición de las microempresas, que no han podido soportar los golpes de la crisis.

Este contraste era esperable para la literatura económica. Y más dadas las características de la crisis, que durante varios meses llevó al límite la capacidad de resistencia financiera de las distintas organizaciones. Lo que hace es confirmar la estabilidad macroeconómica que generan las grandes empresas. Esta lección es especialmente importante en España, que es un país plagado de microempresas y autónomos donde las empresas tienen grandes dificultades para ganar tamaño. Una de las causas de este problema es la baja formación en gestión empresarial de los responsables de las microempresas, lo que lastra la eficiencia y la existencia de planes de crecimiento. Pero, además, la fragmentación del mercado en comunidades, provincias y ayuntamientos con normativas muy diferentes hace que en cada territorio se especialicen pequeñas empresas o autónomos quitando cuota de mercado a otras empresas medianas y, además, con grandes dificultades para extenderse a otras regiones por las trabas legales.

La pandemia del coronavirus ha llevado al límite la capacidad de resistencia de las empresas. Muchas se han quedado por el camino y otras han tenido que adaptar su oferta o sus canales de comercialización para sobrevivir en una coyuntura sanitaria y económica adversa. En este proceso de transformación y destrucción, las empresas más grandes han sido capaces de sobrellevar la pandemia, e incluso han conseguido crecer, sosteniendo así al conjunto de la economía española.

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