Es noticia
España fue el país europeo en el que más creció la presión fiscal durante la pandemia
  1. Economía
Por encima del 37% del PIB

España fue el país europeo en el que más creció la presión fiscal durante la pandemia

La recaudación por impuestos y cotizaciones sociales superó el 37% del PIB en 2020 porque las ayudas públicas pagaron impuestos y apenas hubo rebajas de ninguna figura fiscal

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)

España estaba acostumbrada a sufrir fuertes caídas de la recaudación durante las crisis. Los estabilizadores automáticos funcionaban en su plenitud en esta economía tan volátil como consecuencia de la elevada temporalidad. Al menor signo de contracción, las empresas destruían empleo, hundiendo así la recaudación del IRPF y las cotizaciones sociales, al tiempo que se disparaba el gasto en prestaciones. En esta pandemia, por el contrario, la presión fiscal de España no solo no se ha reducido, sino que se ha incrementado intensamente. Una situación excepcional que ha sorprendido incluso a los propios técnicos del Ministerio de Hacienda.

En el año 2020, la recaudación de España por impuestos y cotizaciones sociales ascendió al 37,4% del PIB, lo que supone un incremento de 2,2 puntos porcentuales, según los datos publicados el jueves por Eurostat. Se trata del mayor aumento de la presión fiscal registrado en toda la eurozona. Es cierto que en parte se debe a que el país sufrió la mayor contracción de todos los países miembro, con un desplome del 10,8%. Sin embargo, la diferencia en el incremento de la presión fiscal respecto al segundo es tan abultada que no se justifica por la caída del PIB.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)

En concreto, el segundo país donde más aumentó la ratio de recaudación fue Letonia, con un incremento del 0,9% del PIB. Esto es, menos de la mitad que en España. Hay dos motivos que explican esta evolución sorprendente de la recaudación durante la pandemia. El primero es que el Gobierno rechazó hacer rebajas de impuestos, como sí realizaron otros países, y optó por canalizar las políticas expansivas a través del gasto. De esta forma, en muchos países del continente se contuvo la presión fiscal o, incluso, se redujo. De media, en la eurozona aumentó 0,4 puntos del PIB, esto es, seis veces menos que en España.

Entre las medidas más destacables aplicadas durante la pandemia, se encuentran la suspensión del IVA en Grecia, la rebaja del IRPF en Países Bajos y Portugal o la bajada de impuestos a pymes en Alemania.

Pero hay otro factor que explica el buen comportamiento de la recaudación en España: las prestaciones extraordinarias han estado sujetas a tributación, de modo que los hogares han tenido que abonar el IRPF correspondiente de las ayudas sociales recibidas, especialmente los ERTE, que llegaron a beneficiar a más de tres millones de trabajadores durante el gran confinamiento.

Estas ayudas tenían que pagar el impuesto sobre la renta, ya fuese por la vía de la retención o por el pago posterior en la liquidación del tributo que han realizado hasta el pasado mes de junio todos los contribuyentes. Esto significa que las ayudas reales fueron algo inferiores al pago inicial realizado por el SEPE, lo que supuso una sorpresa para muchos contribuyentes cuando tuvieron que hacer su declaración de la renta y se encontraron una importante cuantía a pagar por las retenciones no practicadas. Gracias a este esquema de protección de rentas, el Gobierno consiguió salvar su propia recaudación. O lo que es lo mismo, financiando con más gasto, mayores ingresos públicos.

Una situación similar ocurrió con las exoneraciones en las cotizaciones a la Seguridad Social. Este beneficio fiscal, del que gozaron las empresas acogidas a ERTE y los trabajadores autónomos, no se ha contabilizado como una caída de los ingresos, sino como si fuese una subvención pública a los empleadores. De esta forma, esta política se ha computado como mayor ingreso y, también, como mayor gasto.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (Reuters)

En total, los impuestos sobre la renta (incluyendo el impuesto sobre sociedades) elevaron su recaudación en España en 0,8 puntos del PIB, hasta superar el 11%. A pesar del avance, todavía se mantuvo por debajo del conjunto de la eurozona, que fue del 13%. En cuanto a las cotizaciones sociales, la contabilidad especial para las exoneraciones de cotizaciones permitió elevar los ingresos en nada menos que 1,6 puntos del PIB, hasta alcanzar el 14,5%.

El único impuesto que bajó el Gobierno en 2020 fue el IVA para las mascarillas y el material sanitario. Y ha vuelto a bajarlo en 2021 para la electricidad. Periódicamente, algún sector solicita al Gobierno que ayude con bajadas del IVA. Sin embargo, la realidad es que en plena pandemia España se mantuvo como el cuarto país del euro con menor recaudación por IVA.

En concreto, a lo largo del año ingresó el 6,3% del PIB, lo que supone una reducción de dos décimas respecto al año anterior. Solo hay cuatro países con menor recaudación por IVA: Irlanda, Luxemburgo, Malta e Italia. El promedio de recaudación en la eurozona se situó en el 6,7%. El IVA sigue siendo, por tanto, el gran asunto pendiente de la fiscalidad en España para acercar la recaudación a la media europea.

España estaba acostumbrada a sufrir fuertes caídas de la recaudación durante las crisis. Los estabilizadores automáticos funcionaban en su plenitud en esta economía tan volátil como consecuencia de la elevada temporalidad. Al menor signo de contracción, las empresas destruían empleo, hundiendo así la recaudación del IRPF y las cotizaciones sociales, al tiempo que se disparaba el gasto en prestaciones. En esta pandemia, por el contrario, la presión fiscal de España no solo no se ha reducido, sino que se ha incrementado intensamente. Una situación excepcional que ha sorprendido incluso a los propios técnicos del Ministerio de Hacienda.

El redactor recomienda