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El fuerte aumento de los costes hace saltar las alarmas en la construcción
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LOS TAJOS COMIENZAR A FRENAR LA PRODUCCIÓN

El fuerte aumento de los costes hace saltar las alarmas en la construcción

Las alarmas han saltado en el sector de la construcción. La culpa la tiene el incremento de los costes a causa del aumento de las materias primas. Muchas obras se han ralentizado

Foto: Foto: Unsplash.
Foto: Unsplash.

Los datos no dejan lugar a dudas. La construcción, en particular la residencial, empieza a notar en su actividad dos fenómenos que actúan en paralelo: el alza de las materias primas y el retraso en la llegada de los pedidos. La consecuencia es la peor para un sector que se recupera del aciago 2020. Muchos tajos han comenzado a frenar el ritmo de ejecución de las obras ante la inestabilidad que supone cerrar contratos con unos costes claramente al alza. Sobre todo, los derivados del consumo de materiales.

Algunos ejemplos. Los tubos de cobre, en términos anuales, se han incrementado un 61%, los cables eléctricos, un 11%, mientras que el acero se ha encarecido un 18,4%. En media ponderada, es decir, incluyendo todos los materiales, el incremento del índice de costes de la construcción es del 7%, o del 9,5% si se tiene en cuenta solo la construcción no residencial.

Más datos. Los precios de fabricación de productos básicos de hierro, acero y ferroaleaciones crecen a un ritmo del 29,3%, mientras que la fabricación de elementos metálicos para la construcción, según el índice de precios industriales, aumenta un 6,5%.

Foto: Viaducto del proyecto ferroviario inacabado.

Los datos corresponden al mes de abril, los últimos que ha publicado el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agencia Urbana, pero desde entonces las cosas han ido a peor, lo que ha obligado al sector a repensar su política de precios, con lo que ello supone en términos de ejecución de proyectos. Muchas empresas temen pillarse los dedos con presupuestos que pueden verse pronto superados por el aumento de los costes, cuya alza hay que vincular a distintos factores que han coincidido en el tiempo.

Por un lado, la recuperación económica global está siendo más sólida de lo estimado inicialmente, y eso ha provocado cuellos de botella en la producción de materiales para la construcción. Influye, igualmente, el alza de materias primas básicas como son la madera, el cobre, el acero o el aluminio, con aumentos desconocidos en décadas. También es decisivo el incremento de precios que se está produciendo en el comercio de derechos de emisión de CO2, que influye en sectores como la fabricación de cemento, que es una de las principales industrias contaminantes.

Foto: El nuevo hormigón enriquecido con grafeno que es mucho más fuerte. (UM/Nationwide Engineering)

Según datos de Oficemen, la patronal del sector, el precio de la electricidad para un sector que la necesita de forma intensiva es de 64,9 euros kWh, frente a los 34,9 euros de 2020, o los 57,4 euros de 2019. De la misma manera, el precio de los derechos de emisión de CO2 se ha duplicado en un año, alcanzando los 52,78 euros por tonelada de media en junio de 2021, frente a los 23,33 euros de junio de 2020.

Los fletes se disparan

También el imparable aumento del coste de los fletes marítimos, en particular, de los contenedores. La referencia WCI (índice mundial de contenedores, por sus siglas en inglés) ha crecido un increíble 349% (datos hasta ayer) en los últimos 12 meses. En el caso de los contenedores que llegan a Róterdam, el principal puerto de Europa, procedentes de Shanghái, el incremento es del 623% en el último año.

Foto: construccion-industrializada-colaboracion-bra

De la misma manera, influye también el aumento de los precios de la energía, que determina también los costes de la construcción durante el tiempo de ejecución de las obras. La ausencia de mano de obra cualificada, igualmente, está influyendo en los costes, que en abril, y respecto del mismo mes del año anterior, creció a un ritmo del 6,4%, según los datos del ministerio.

En definitiva, una tormenta casi perfecta que explica las caídas que se están produciendo en el índice de producción de la industria de la construcción. Entre otras razones, porque no solo el precio está desbocado, sino porque muchos pedidos tampoco están disponibles a su tiempo, lo que acaba por encarecer los costes, toda vez que muchos contratos incorporan cláusulas de penalización por retrasos en la entrega de las obras.

Foto: transformacion-construccion-industrializacion-bra

El índice de producción de la construcción, que recoge información a nivel nacional de 3.800 empresas con más de 100 trabajadores, muestra un descenso del 22% en términos acumulados. Es decir, el primer cuatrimestre de este año frente al mismo periodo del año anterior. En el caso de la edificación, el descenso es de casi el 20%, pero en la ingeniería civil es del 27,5%.

Lo que está sucediendo ha obligado a la patronal de la construcción, Seopan, a pedir ayudas al Gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que los mercados de futuros de las materias primas prevén que los altos precios se consoliden durante lo que queda de año y buena parte de 2022. Algo que explica que el sector haya reclamado una revisión de los precios pactados en su día.

El problema, habida cuenta de la estructura del sector, afecta, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas. No hay que olvidar que el 86% de las 135.740 empresas dadas de alta en la Seguridad Social en el sector de la construcción tiene menos de 10 empleados, y, por lo tanto, una musculatura financiera escasa para aguantar un envite de este calibre. De ahí que un número indeterminado haya optado por ‘esperar y ver’ antes de formar nuevos contratos que pueden quedar hipotecados por el alza de los costes.

Los datos no dejan lugar a dudas. La construcción, en particular la residencial, empieza a notar en su actividad dos fenómenos que actúan en paralelo: el alza de las materias primas y el retraso en la llegada de los pedidos. La consecuencia es la peor para un sector que se recupera del aciago 2020. Muchos tajos han comenzado a frenar el ritmo de ejecución de las obras ante la inestabilidad que supone cerrar contratos con unos costes claramente al alza. Sobre todo, los derivados del consumo de materiales.

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