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Las dos Españas, en la segunda ola: la que sigue creciendo y la que vuelve a la crisis
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Las dos Españas, en la segunda ola: la que sigue creciendo y la que vuelve a la crisis

Las diferentes estrategias de las comunidades para contener la pandemia han dividido el país en dos: las comunidades que siguen creciendo y las que han vuelto a destruir empleo

Foto: Aglomeraciones en Madrid por el Black Friday. (EFE)
Aglomeraciones en Madrid por el Black Friday. (EFE)

Economía y salud van de la mano, eso es evidente. Pero las diferentes estrategias de gestión de la salud también tienen un gran impacto económico. En esta segunda ola, el Gobierno ha cedido a las comunidades autónomas la gestión de la crisis sanitaria, lo que ha provocado la existencia de hasta 17 estrategias diferentes de lucha contra el coronavirus. Una por cada autonomía. Esto permite analizar el impacto económico de las diferentes decisiones y da pistas para la gestión futura de la pandemia.

Los datos más recientes apuntan que las comunidades que intentaron mantener abierta la hostelería pese a las dificultades sanitarias están consiguiendo mejores resultados económicos. Así se deriva de los datos de afiliaciones y ERTE del mes de noviembre o de los datos de movilidad recopilados por Google. Madrid se situó durante semanas como el foco del problema sanitario, pero su estrategia ha logrado contener el virus y evitar el colapso económico. Por el contrario, otras regiones como Cataluña, Navarra o Asturias, que optaron por un cierre brusco, han sufrido una dura contracción económica en noviembre.

Sin duda, la mejor noticia para la economía es el control de la pandemia. Así lo muestran los datos de la Comunidad Valenciana o de Extremadura, dos de las regiones peninsulares (la economía de las islas tiene poco que ver con los contagios y mucho con el turismo) que mejor están superando la segunda ola, de modo que han evitado adoptar medidas muy severas, en especial el cierre de la hostelería. En el caso de Extremadura, entre septiembre (antes de las restricciones severas de la segunda ola) y noviembre, creó más de 1.600 empleos y otros 1.200 trabajadores salieron del ERTE. Esto significa que se recuperaron casi 3.000 puestos de trabajo en un periodo en que, en 2019, se destruyeron más de 4.500 empleos. Un saldo muy positivo que permitió aumentar la ocupación en casi un 3%.

Foto: Imagen: El Confidencial Diseño Opinión

En la Comunidad Valenciana, la situación fue similar. Entre septiembre y noviembre, se crearon más de 42.000 empleos y se reincorporaron más de 14.500 personas de los ERTE, lo que deja un saldo de casi 57.000 empleos recuperados, 15.300 más que en el mismo periodo de 2019. Los datos de estas dos comunidades lanzan un mensaje optimista de cara a la recuperación futura de la economía española: cuando se controlan los brotes y se permiten unos niveles de actividad relativamente altos, tanto la demanda como la oferta se recuperan rápidamente.

El problema ocurre en aquellos territorios donde la incidencia del virus es alta. Ahí, la estrategia sanitaria tiene que ser más contundente para frenar los contagios, pero el cierre total termina provocando graves daños sobre la actividad económica. El caso de la Comunidad de Madrid probablemente es el más polémico, ya que fue la primera región en sufrir con gran dureza la segunda ola y la que se resistió a un cierre total. Su estrategia para controlar la pandemia también ha dado resultados económicos positivos.

Desde septiembre hasta noviembre, se reincorporaron al empleo 74.000 trabajadores, de los cuales, 24.000 volvieron de los ERTE a su puesto de trabajo y otros 50.000 fueron nuevos contratos. Esta cifra mejora claramente los registros del mismo periodo de 2019, cuando se crearon algo menos de 62.000 empleos en los meses de septiembre a noviembre. Significa, por tanto, que la región siguió creciendo durante estos meses del otoño a buen ritmo, superando los registros de 2019, a pesar de la crisis sanitaria.

Por el contrario, la estrategia del cierre total de la hostelería y un control severo de los aforos del comercio ha dado buenos resultados para frenar los contagios, pero con un coste económico elevado. En Cataluña, por ejemplo, el cierre de la hostelería provocó que las empresas del sector enviaran a miles de trabajadores al ERTE. Este instrumento volvió a evitar una destrucción masiva de empleo, pero eso no significa que la actividad no haya sufrido un parón brusco. En concreto, en noviembre, hubo casi 54.000 personas más en ERTE que en septiembre, un tercio más.

Foto: Una tienda de Barcelona cerrada con un cartel de Lockdown. (Reuters)

Los peores datos se centraron en Girona, que es la región que más se benefició durante el verano del turismo procedente de Barcelona y que en noviembre sufrió con dureza el impacto del cierre de la hostelería. En total, el número de trabajadores en ERTE se duplicó, pasando de 10.000 a más de 21.000 afectados. Además, se perdieron casi 10.000 afiliados a la Seguridad Social, un impacto agregado de 21.000 empleos menos, un 2,5% del total.

Navarra también optó por las restricciones severas desde finales de octubre, y de forma inmediata sufrió un fuerte aumento del número de trabajadores en ERTE. En total, en noviembre, hubo 5.100 trabajadores más en ERTE, casi el doble que en septiembre. También Castilla y León y Asturias optaron por las restricciones severas, lo que ha provocado también un revés en la recuperación del empleo, con un aumento en el número de trabajadores en ERTE del 25% y 35% respectivamente.

El complemento a las cifras de afiliación son las cifras de movilidad que recoge Google, uno de los indicadores de alta frecuencia más completos y transparentes de todos los que existen actualmente. Esta estadística se elabora a partir de los registros que tiene Google de afluencia de personas a diferentes locales. En el sector de la hostelería, el comercio y el ocio, es donde mejor se aprecian los resultados de las restricciones aprobadas desde finales de octubre. Precisamente Asturias, Castilla y León y Cataluña son las que registran las peores cifras, con un hundimiento de la afluencia de casi el 60% en la primera y del 50% en las otras dos. Datos medidos en variación promedio del mes de noviembre respecto a la movilidad existente antes de la pandemia.

Por el contrario, la caída en la Comunidad Valenciana fue justo la mitad, con un descenso del 26%, y en la Comunidad de Madrid, a pesar de las cifras de contagios, la caída de la movilidad fue del 33%. Intensa, pero muy lejos de los peores datos de España.

En el caso de las islas, Canarias y Baleares, sus registros de este mes de noviembre fueron atípicos, pero porque su economía no depende del consumo local, sino del turismo internacional. En Baleares, los meses de noviembre siempre son muy malos, porque se trata de la temporada baja para la hostelería, lo que provoca habitualmente la pérdida de más de 100.000 afiliados. Este año, la caída fue más leve, de 73.600 personas. Y, al mismo tiempo, se produjo una notable salida de trabajadores de los ERTE, lo que provocó la reincorporación de casi 33.000 empleados a sus puestos. Datos muy positivos que, sin embargo, solo son consecuencia del mal verano vivido en la región: como apenas hubo temporada alta, la caída en la temporada baja ha sido muy leve.

Foto: Una oficina de empleo, en una imagen de archivo. (EFE)

En Canarias, por el contrario, a medida que se aproxima el invierno, los datos de turistas suelen mejorar, provocando también un incremento en el número de cotizantes. Este año ha sido extraño en las islas, ya que, aunque han conseguido contener el virus, apenas captan turistas internacionales. El resultado es que, con la vuelta de las restricciones, el número de trabajadores en ERTE aumentó en algo más de 3.000 personas, un incremento del 4%.

En muchas comunidades autónomas, los datos de ERTE y afiliaciones fueron contradictorios: esto es, se creó empleo y aumentaron los trabajadores con el contrato suspendido de forma paralela. Es el resultado de las restricciones parciales de la segunda ola del virus, que está provocando un golpe desigual por sectores, lo que significa que mientras unas actividades están destruyendo empleo, otras lo crean con intensidad.

En noviembre, aumentaron de forma significativa el empleo público y los puestos de trabajo relacionados con la vuelta al empleo presencial: servicios auxiliares y administrativos (desde jardineros hasta limpieza o secretarios). Pero también la industria dejó datos positivos, que muestran cómo el sector está tirando del carro en estas semanas. Por el contrario, los servicios de bajo valor añadido son las actividades que agonizan (restauración, hospedaje y comercio) como consecuencia de las restricciones. Estos datos explican, por ejemplo, que en Cataluña aumentara la afiliación en 30.000 personas y, al mismo tiempo, el número de trabajadores en ERTE creciera en casi 55.000 personas.

Economía y salud van de la mano, eso es evidente. Pero las diferentes estrategias de gestión de la salud también tienen un gran impacto económico. En esta segunda ola, el Gobierno ha cedido a las comunidades autónomas la gestión de la crisis sanitaria, lo que ha provocado la existencia de hasta 17 estrategias diferentes de lucha contra el coronavirus. Una por cada autonomía. Esto permite analizar el impacto económico de las diferentes decisiones y da pistas para la gestión futura de la pandemia.

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