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En busca de los 'campeones europeos': ¿necesita Europa empresas más grandes?
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Desarrollo de la industria europea

En busca de los 'campeones europeos': ¿necesita Europa empresas más grandes?

La crisis del coronavirus ha vuelto a evidenciar las vulnerabilidades económicas de Europa, reabriendo el debate sobre la necesidad de fomentar el desarrollo de empresas punteras

Foto: La comisaria europea para la Competencia, Margrethe Vestager. (EFE)
La comisaria europea para la Competencia, Margrethe Vestager. (EFE)

Un simple vistazo a la lista de las 50 mayores empresas del mundo, por su valor en bolsa, ofrece una visión poco alentadora sobre la economía de Europa. Ninguna compañía con su sede en el Viejo Continente se sitúa en el 'top ten', mientras que solo seis representan a la región entre ese medio centenar de gigantes globales. De ellas, solo tres corresponden a países de la Unión Europea. La mayor, la firma francesa de productos de lujo LVMH, que se sitúa en el puesto 28.

La sensación de ocaso se magnifica si se echa la mirada atrás y se observa que, por ejemplo, en julio de 2007, en los albores de la pasada crisis, el número de empresas europeas en este mismo 'ranking' ascendía a 17 con tres de ellas entre las diez más grandes.

En medio de las profundas transformaciones que ha vivido la economía mundial a lo largo de los últimos lustros, conducidas por la llamada nueva revolución tecnológica, estos datos parecen evidenciar que Europa ha quedado postergada ante la pujanza de los grandes grupos tecnológicos e industriales estadounidenses o asiáticos, entre los que se cuentan nombres como los de Amazon, Alphabet —la matriz de Google—, Facebook, Apple, Netflix, Tesla, Alibaba, Tencent o Samsung.

Foto: Ilustración: El Herrero.

Y la crisis del coronavirus, que apunta a acelerar las tendencias preexistentes hacia la digitalización de las actividades económicas, no ha hecho sino agudizar la sensación de que el tejido empresarial europeo no está preparado para afrontar los desafíos del futuro en igualdad de condiciones que sus rivales globales. En ese contexto, ha vuelto a resurgir un debate clave en torno a la política empresarial de Europa, que tiene que ver con la necesidad de desarrollar sus propios campeones industriales.

"También pensaremos muy específicamente, y creo que después de esta crisis lo haremos aún más específicamente, sobre cómo crear campeones europeos", señalaba el pasado mayo la canciller alemana, Angela Merkel, alimentando un mensaje que también ha encontrado amplio eco entre los responsables económicos del gobierno francés.

No es la primera ocasión que ambos países unen fuerzas en esta dirección. Hace poco más de un año, en febrero de 2019, la decisión de las autoridades de Competencia de la Unión Europea de bloquear la fusión con la que Siemens y Alstom pretendían crear un gigante ferroviario motivó una campaña en pro de un cambio en las políticas europeas para favorecer la creación de grandes grupos empresariales capaces de luchar en igualdad de condiciones con sus competidores estadounidenses o chinos.

El reciente fallo contra el veto de Europa a la fusión de O2 y Hutchinson ha reforzado las posturas favorables a un cambio de enfoque en competencia

Si aquellos intentos se frustraron por la falta de respaldo entre los restantes poderes europeos, la crisis del coronavirus, que ha vuelto a desnudar las vulnerabilidades económicas de Europa, ha sido vista como una posibilidad de replantear el debate con más posibilidades de éxito. La reciente sentencia del Tribunal General de la Unión Europea anulando el veto de Europa a la fusión de la filial británica de Telefónica, O2, con Hutchinson ha venido en refuerzo de las posturas favorables a un cambio de enfoque.

El caso de Siemens y Alstom es suficientemente ilustrativo sobre lo que generalmente se ha asumido como requisito esencial en esa misión por crear campeones empresariales europeos. En el fondo, se trataría de aliviar algunos de los postulados más rígidos de las autoridades de Competencia, para favorecer fusiones que creen grupos con una escala y un poder de mercado suficientes para competir a nivel global. "Creemos que es necesario adaptar las reglas de competencia para ayudar a los campeones de Europa a emerger", explicaba recientemente el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, en declaraciones a 'Politico'.

Sin embargo, existen suficientes razones para dudar de este planteamiento. "La relajación de las reglas de competencia no determina necesariamente el tamaño de las empresas europeas ni su capacidad de competir con los campeones chinos o americanos", observa Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas. Las razones son evidentes: si una empresa más grande puede disfrutar de las ventajas de economías de escala, también puede encontrar menos incentivos para la eficiencia y la innovación por la ausencia de competencia interna.

Foto: Tienda de Prada en Milán. (Reuters)

"Es muy peligroso que el debate se esté planteando en estos términos", advierte Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research. En su opinión, el debate de los campeones europeos lleva implícito el mensaje de que hay que proteger a algunas empresas para ayudarlas a crecer, lo que encierra riesgos de perjuicio a los consumidores o de capacidad de 'lobby' de estas empresas. "Son problemas suficientemente importantes como para que se piense mucho este debate", subraya.

El establecimiento de una política basada en el desarrollo de campeones industriales encierra numerosas dificultades, y la selección de las compañías y sectores que merecen este tratamiento no es la menor. Fiascos como el del buscador de internet franco-alemán Quaero, al cual se destinaron varias decenas de millones de euros con el fin de competir con Google o Yahoo, suelen ser aducidos como ejemplos de los riesgos de asignación ineficiente de recursos que lleva implícita una estrategia de este tipo.

Por contra, existen numerosos datos que respaldan la idea de que la política de competencia más estricta de la Unión Europea ha tenido resultados favorables para los consumidores de la región. "Los consumidores europeos aún se benefician de unos márgenes de precios relativamente bajos gracias a la elevada competencia, lo cual puede ser fácilmente minado por la relajación de los controles de fusiones", observan Georgios Petropoulos y Guntram B. Wolff en un análisis publicado en 'Bruegel'.

El enfoque de competencia de Europa ha permitido a los consumidores beneficiarse de unos márgenes empresariales más bajos, según varios estudios

Y tampoco parece sostenible el argumento de que Europa carece de campeones industriales. El problema más bien parece centrarse en el sesgo del tejido empresarial europeo hacia sectores tradicionales, de escaso margen de crecimiento, con reducida presencia en las industrias más ligadas a las nuevas tecnologías, que han mostrado un mayor potencial de crecimiento en los últimos tiempos.

"Más preocupante, por lo tanto, es la ausencia de líderes europeos en ciertos sectores intensivos en I+D, como las TIC y los sectores relacionados con la salud, que se han expandido rápidamente", corroboraron Mathew Heim y Caratina Midoes en un artículo publicado en julio de 2019, en el que resaltaron que de una selección de campeones de la Unión Europea solo un 2,8% operaban en industrias relacionadas con la atención médica, frente al 8,8% en Estados Unidos. Por el contrario, un 6,6% de las empresas europeas operaban en un sector tradicional como el de automóviles y componentes, frente a solo un 2,7% de las estadounidenses.

Nada de esto puede entenderse como que Europa puede permanecer pasiva ante un entorno competitivo global cada vez más complejo. "La competencia global se está volviendo cada vez más dura, en particular con China cada vez más líder en sectores tecnológicos clave. Europa necesita enfrentar esa competencia", comentan Petropoulos y Wolff. La previsión de que casi el 70% del impacto económico global derivado de la inteligencia artificial se concentre en América del Norte y China hace especialmente delicada la situación de Europa.

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"El objetivo de promover una industria fuerte y con presencia en sectores estratégicos es crucial para Europa", considera Raymond Torres, quien recuerda que los 25 principales sectores de alta tecnología que contempla la OCDE, Europa apenas cuenta con campeones en menos de la mitad, frente a países como China, Estados Unidos, Japón o Corea del Sur, que cuentan con empresas destacadas en todos.

"Esto exige una acción coherente que combine política educativa, incentivos a la inversión y también un nuevo marco de competencia. Este debería establecer reglas de juego para evitar compras de empresas europeas con fuerte potencial por parte de empresas de países terceros con participación pública", observa el experto de Funcas.

Frente al planteamiento de una legislación de competencia más laxa, para favorecer el surgimiento de empresas más grandes muchos expertos se muestran partidarios de un replanteamiento de otras políticas, entre las que se incluiría una postura más estricta frente a las empresas que reciben apoyo estatal en otras jurisdicciones —una prevención especialmente significativa frente a las compañías chinas— o mayores incentivos a la innovación.

La relajación de la competencia podría tener consecuencias nocivas, al favorecer la pervivencia de empresas menos eficientes e innovadoras

Como observa Andrés Faiña, director del Máster en Innovación y Estrategia Digital de la Universidad de A Coruña, "Europa ha llegado muy tarde al tema del desarrollo tecnológico. Y eso tiene un problema, porque el desarrollo de empresas en este ámbito suele ser muy costoso de inicio, con riesgos de pérdidas de inicio muy elevados". Teniendo en cuenta esto, el catedrático de Teoría Económica defiende que "la forma de luchar contra esto es establecer mecanismos que ayuden a superar las barreras de entrada y no tratar de crear campeones europeos".

Toma como ejemplo el caso de Airbus y recalca que "apoyar la investigación es legítimo, pero hay que evitar que se convierta en una política de subvenciones", un pensamiento con el que coincide Torres, quien critica la actual política de ayudas directas a las empresas que están poniendo en marcha distintos gobiernos europeos, con Alemania al frente, ante la crisis del coronavirus. "Una inflación de ayudas directas entre países miembros, que ya empieza a producirse, sería un despilfarro de recursos en el que además España tiene mucho que perder".

En el objetivo de crear un entorno favorable para dar un nuevo impulso industrial a Europa un paso fundamental debe ser el de superar la fragmentación del mercado tan característica de la región, para dar a las empresas un terreno operativo más amplio y cohesionado. "Debemos buscar una verdadera integración de los mercados europeos y que se puedan desarrollar dentro de él las empresas", sugiere Miguel Cardoso. Una mayor integración de los mercados de capitales también es vista como una pieza clave para el éxito de la estrategia de desarrollo industrial europea.

placeholder La firma francesa de lujo LVMH es la mayor empresa de la UE por valor de mercado. (Reuters)
La firma francesa de lujo LVMH es la mayor empresa de la UE por valor de mercado. (Reuters)

Se trataría, por lo tanto, de implementar toda una batería de medidas para las que no parece ser preciso el fomento de empresas dominantes, con un poder de mercado basado, en gran medida, en un tamaño sin parangón entre sus rivales. Como sentencian Petropoulos y Wolff, "lo grande puede ser hermoso, pero la prioridad estratégica para la Unión Europea debería ser convertirse en líder en innovación y nuevas tecnologías. Para eso, necesita inversión, investigación y educación".

El tamaño también importa

Estos planteamientos no son, en ningún caso, contradictorios con los llamamientos a favorecer el desarrollo de un tejido de empresas de cierto tamaño. Precisamente, este fue señalado como uno de los principales retos de la economía española por parte del Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en su comparecencia ante la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica de España.

"Potenciar el crecimiento de las empresas de menor tamaño no solo favorecería el crecimiento de la productividad, sino que también tendría importantes implicaciones en términos de la solidez financiera del conjunto del tejido empresarial, pues es bien conocido que las economías con un peso elevado de empresas de reducida dimensión suelen presentar un mayor grado de vulnerabilidad", se resalta en el discurso de Hernández de Cos, quien recordó que a cierre de 2019, un 78% de las empresas españolas contaba con menos de cinco trabajadores, un porcentaje que se reduce al 69% de media de la Unión Europea.

Se habla mucho del problema de preparación de los trabajadores, pero también hay necesidades de formación entre empresarios

Cardoso coincide con el planteamiento del gobernador de que es necesario aliviar algunas trabas regulatorias que actualmente actúan como un desincentivo al crecimiento de las empresas, en cuestiones como los impuestos o la normativa laboral. Asimismo, apunta a un problema de formación que sería preciso abordar sin dilación: "Se habla mucho del problema de preparación de los trabajadores, pero también hay necesidades de formación entre empresarios, autónomos, que muchas veces no son conscientes de las ventajas del crecimiento de sus negocios ni de los instrumentos a su alcance", observa el experto de BBVA Research.

De este modo, se puede establecer una clara distinción entre el desarrollo de una política propicia al crecimiento de las empresas existentes en un marco de competencia abierta y el impulso de una serie de campeones en distintas industrias, protegidos de la competencia interna para elevar su resistencia a nivel global. "La competencia es importantísima y relajar las normas en ese ámbito sólo puede ser en perjuicio de los consumidores. Esto hay que evitarlo por encima de todo", asevera Faiña.

Un simple vistazo a la lista de las 50 mayores empresas del mundo, por su valor en bolsa, ofrece una visión poco alentadora sobre la economía de Europa. Ninguna compañía con su sede en el Viejo Continente se sitúa en el 'top ten', mientras que solo seis representan a la región entre ese medio centenar de gigantes globales. De ellas, solo tres corresponden a países de la Unión Europea. La mayor, la firma francesa de productos de lujo LVMH, que se sitúa en el puesto 28.

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