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Peor que en la crisis de 2008: el gráfico que anticipa la destrucción de empleo
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LA EXCEPCIONALIDAD DEL GRAN CONFINAMIENTO

Peor que en la crisis de 2008: el gráfico que anticipa la destrucción de empleo

Una imagen vale más que mil palabras, como sabe el profesor de economía Miguel Ángel Malo, que ha sintetizado la excepcionalidad de una situación que no cabe en ningún manual

Foto: Los médicos cubanos, llegando a Madrid. (Reuters)
Los médicos cubanos, llegando a Madrid. (Reuters)

A mediados de la pasada semana, comenzó a circular en redes sociales un gráfico que reflejaba, de forma impactante e inequívoca, la influencia que la crisis del coronavirus había tenido en las peticiones de desempleo en EEUU. No deja lugar a duda. La gráfica, que recogía la evolución histórica desde finales de los años sesenta, concluía con una vertiginosa línea vertical que ascendía hasta los 3,3 millones. Una representación visual tan poderosa que ‘The New York Times’ la llevó a portada.

Fue precisamente esa gráfica la inspiración para que Miguel Ángel Malo, profesor de la Universidad de Salamanca especializado en economía laboral, elaborase su propia versión adaptada a las suspensiones de empleo en España, que ha circulado por redes sociales y grupos de mensajería instantánea en la última semana. “Somos animales visuales, y por mucho que veas un número, una representación gráfica es mucho más pedagógica”.

Aunque parecía obvio de forma abstracta, era lógico pensar “que las suspensiones de empleo, por los datos que se estaban viendo, tenían que ser mucho mayores de lo habitual”. Así que se puso a calcular a partir de los datos fragmentados proporcionados en ruedas de prensa y recogidas por los medios de comunicación y elaboró su propio gráfico. “Trabajo en esto continuamente recopilando datos y elaborando informes, pero tuve que repasarlo un par de veces porque la distancia me parecía enorme”. No había ningún error.

Puede que sea solo parte de un panorama mucho más grande y difícil de cuantificar, pero la vertical representada en el gráfico, que ni siquiera recoge los datos de enero y febrero que, como calcula el profesor, rondarán los 2.000, muestra la excepcionalidad histórica de la situación. Basta con fijarse en que el dato de marzo hace solo referencia a apenas dos semanas, mientras que en el resto de años la cifra recoge el período de enero a diciembre.

Como muestra, lo anecdóticos que parecen los años de la gran recesión, apenas una pequeña perturbación antes del estallido final. “Justo años donde el gobierno de Zapatero amplió las posibilidades de ERTE”, recuerda Malo. “Así que 2009 y 2010 son años comparables al actual en el sentido de que se facilitó este recurso”. Incluso en la comparación, nunca hemos vivido una situación parecida a este 'shock' del trabajo. En el peor de los años anteriores, 2009, se produjeron 465.215 ERTE, mientras que la cifra ha aumentado al menos hasta el millón y medio antes de acabar marzo.

Es una situación tan anómala que si se la hubiese planteado a mis alumnos, se habrían quejado por ser demasiado extraña

Una cifra que probablemente será mucho más alta pero que, como recuerda el economista, no podremos confirmar con detalle hasta dentro de un año, cuando se publiquen las muestras continuas de vidas laborales “para saber qué ha pasado en el día a día”. No solo la situación es económicamente excepcional, sino también estadísticamente, pues la avalancha de peticiones y datos habrá sido tal, que requiere un gran esfuerzo para ser recogida con fidelidad.

“El confinamiento está provocando que la gente no pueda trabajar a una escala a la que no estamos nada acostumbrados”, recuerda el profesor de la USAL. “Aunque sea algo transitorio, es de una magnitud tal que es muy raro que no tenga efectos permanentes de algún tipo, por lo que hacen falta medidas para frenar ese impacto”.

Como recuerda irónicamente, nos estamos enfrentando a una situación tan poco previsible según los modelos económicos habituales que “si se lo hubiese puesto como ejercicio a mis alumnos, me habrían dicho que es una hipótesis demasiado extraña”. Desde luego, recuerda Malo, en ninguno de los ejemplos de libro de texto se habrían encontrado un confinamiento tan extremo y tan localizado en el tiempo como el que estamos viviendo. La realidad sanitaria ha superado a la ficción económica.

¿Seguirá aumentando la curva? “Yo creo que el gran volumen de ERTE ya se ha producido”, añade. “Veremos un volumen más alto semejante a un año de la gran recesión tal vez”. A largo plazo, acechan otros enemigos laborales. Los despidos, ERE, reducciones de jornada, contratos temporales no renovados y caída sustancial en el número de autónomos. En principio, mucho más de lo que habitualmente vemos durante una recesión. Ese es el otro gran dato que estamos esperando. ¿O no?

¿Qué ocurre con los datos de marzo?

El experto en economía laboral recuerda, además, que es necesario hacer un poco de pedagogía de datos para cuando en estos días aparezcan los datos de la Encuesta de Población Activa y de la filiación a la Seguridad Social de marzo. Sobre todo, porque muy probablemente no reflejarán ni de lejos el número de suspensiones de empleo que esperamos. A simple vista, nos llevaremos, probablemente, una sorpresa.

Todavía es pronto para ver un gran volumen de despidos, la clave son los contratos que se han dejado de firmar en marzo

“Varios colegas y yo caímos en la cuenta de que en las publicaciones habituales no se va a apreciar salvo que se escarbe un poco o se muestren desagregadas esas partes de la estadística donde sí se muestra lo que está pasando”, recuerda el profesor. En definitiva, la estadística del paro registrado no recogerá las suspensiones de empleo, puesto que están clasificadas dentro del grupo de demandantes ocupados desde una orden del Ministerio de Trabajo de 1985. “Si no lo contamos, la sociedad puede tener esa sensación de ‘si lo estamos viendo, ¿cómo es posible que las estadísticas no lo reflejen?’”

Se trataría una mera cuestión de datos si no fuese porque en realidad impactará, y de forma decisiva, en los datos que manejaremos para combatir económicamente la crisis. Por lo general, los acogidos a un ERTE suelen aparecen escondidos en la estadística porque suelen ser pocos, porque como recuerda Malo, “los servicios de empleo ofrecen lo posibilidad de que quien tiene trabajo pueda apuntarse para buscar otro, pero no se suele usar demasiado, y ahí terminan quien tienen suspensión de empleo”. Quizá la excepcionalidad de la situación fomente que, por una vez, se ofrezcan dichos datos desagregados o matizados.

Foto: El profesor, durante una charla.

Pero ¿qué ocurre con todos aquellos que fueron despedidos justo antes de la paralización, los autónomos que han abandonado el mercado y los contratos finalizados? “Todavía es pronto para ver despidos, porque ha pasado poco tiempo”, matiza el economista. “Lo que es posible es que veamos que contratos temporales que se habían firmado no se han hecho, y esa caída de la contratación es muy importante”. Sobre todo en un momento del año, marzo, en el que comienzan a realizarse nuevos contratos de cara a la temporada turística.

“Algo que la gente no especializada en empleo suele pensar es que en los flujos del mercado de trabajo cuando comienza una crisis son muy importante los despidos, y que a lo largo de la crisis suele haber muchos, pero no es así”, explica Malo. “Suelen darse al principio cuando las cosas empiezan a ir mal, pero luego hay poca contratación. Lo que se ven son pocas entradas al empleo desde el desempleo, la medida de la crisis la dan las salidas que no pueden volver a incorporarse”. La clave, en este caso, se encuentra por lo tanto en “el dato de cuántos contratos se han dejado de hacer respecto a un marzo normal”.

Datos convencionales para situaciones únicas

Si hay una moraleja en la presente y extraña situación, concluye el economista, quizá sea el de dejar de utilizar el desempleo como la gran medida Laboral. “Mis alumnos siempre se sorprenden cuando les presento la definición de ‘parado’, porque es un concepto tan técnico que es difícil ser contabilizado como tal”, recuerda el profesor.

De ahí que, por ejemplo, la Unión Europa utilice otras medidas para establecer sus objetivos como la tasa de empleo, la proporción de personas empleadas respecto a la población en edad de trabajar, porque “es una ratio no ambigua, cuando crece es porque el mercado de trabajo va mejor y cuando disminuye, porque va peor”. “Este es uno de esos momentos en los que el concepto estadístico de desempleo no es una buena guía, necesitamos definiciones que amplíen los colectivos de desocupación para ver cómo evolucionan, porque ninguna cifra resume un fenómeno social tan complejo”, añade.

Un 'shock' a la oferta de trabajo con una intensidad tan grande es difícil que no tenga impacto en la economía

La gran pregunta es cómo saldremos de esta y si, como sugería el exprofesor de la Universidad de Oxford Simon Wren-Lewis, la recuperación será más fácil de lo que pensábamos al tratarse de un shock contra la fuerza de trabajo tremendamente localizado y conocer con más o menos claridad su fin. “Conocemos su final… si realmente conseguimos inmunización de grupo de una forma u otra”, añade Malo. “Si no la tenemos, a lo mejor en otoño hay un repunte y debemos tomar medidas otra vez”.

Lo que está claro es que las cosas no volverán a la supuesta normalidad que vivíamos a principios de marzo. “Lo estamos concibiendo como algo transitorio, pero un 'shock' a la oferta de trabajo con una intensidad tan grande es difícil que no tenga impacto en algún aspecto de la economía”, concluye Malo.

A mediados de la pasada semana, comenzó a circular en redes sociales un gráfico que reflejaba, de forma impactante e inequívoca, la influencia que la crisis del coronavirus había tenido en las peticiones de desempleo en EEUU. No deja lugar a duda. La gráfica, que recogía la evolución histórica desde finales de los años sesenta, concluía con una vertiginosa línea vertical que ascendía hasta los 3,3 millones. Una representación visual tan poderosa que ‘The New York Times’ la llevó a portada.

Paro Encuesta de Población Activa (EPA)
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