Tres de cada cuatro jóvenes menores de 26 años no llegan al salario mínimo anual
El paro, la temporalidad y la parcialidad condenan a los jóvenes a sufrir una baja intensidad laboral, lo que provoca que haya ya más de un millón y medio con sueldos por debajo del SMI a final de año
El salario mínimo interprofesional (SMI) es cada vez un instrumento menos eficaz para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores más precarios, que son los jóvenes. Las subidas de los últimos años no han logrado mejorar su situación, ya que cada vez hay más personas que no consiguen terminar el año con unos ingresos equivalentes al SMI anual. El motivo no es que su empleador incumpla el salario mínimo, sino que la parcialidad y la temporalidad provocan que tengan una carga de trabajo muy inferior a la que se corresponde a un empleo indefinido a tiempo completo, lo que se conoce como baja intensidad laboral.
Esta baja intensidad en el empleo hace que, aunque los empleadores sí paguen el salario mínimo por hora, al final del año no acumulen el número de horas suficientes como para alcanzar el SMI. Cada vez hay más jóvenes en esta situación, lo que muestra que las subidas del salario mínimo están ‘pinchando en hueso’.
Según la estadística de fuentes tributarias de la Agencia Tributaria, en 2018 hubo 1.523.130 jóvenes (menores de 26 años) asalariados que no alcanzaron el SMI. Se trata de la primera vez en una década que hay más de un millón y medio de jóvenes por debajo del salario mínimo. La última vez fue en 2008, justo el año en que estalló la crisis inmobiliaria.
El problema es que la precarización del empleo de los últimos años ha provocado que el porcentaje de jóvenes en esta situación delicada sea muy superior al que existía antes de la crisis. En total, el número de jóvenes por debajo del SMI a final de año superó el 75% en 2018, esto es, tres de cada cuatro. Si se tienen en cuenta los asalariados menores de 18 años, nada menos que el 92,6% no llegó ni a la mitad del SMI.
Esta cifra es nada menos que 20 puntos superior a la que había antes de la crisis, lo que muestra cómo ha cambiado la situación de los jóvenes en el mercado laboral. En este periodo, el SMI ha subido un 22,65% (desde 8.400 euros en 2008 hasta 10.303 euros en 2018), pero eso no ha evitado que cada vez haya más jóvenes precarios. Esto demuestra que la efectividad del SMI para frenar el fenómeno de los trabajadores pobres es muy limitada. Mientras las tasas de paro, temporalidad y parcialidad se mantengan elevadas, la precariedad se perpetuará en forma de baja intensidad laboral.
El porcentaje de jóvenes por debajo del salario mínimo anual se ha disparado en 20 puntos desde el estallido de la crisis, hasta superar el 75%
El porcentaje de jóvenes con salarios por debajo del SMI empezó a crecer con fuerza a partir de 2009, año en que la crisis empezó a golpear la economía española. A partir de ese momento, la precariedad se instaló en los contratos de los más jóvenes y no paró de crecer hasta 2014, año en que el porcentaje de asalariados menores de 26 años por debajo del SMI alcanzó el 77%. Desde ese momento se ha estabilizado y en 2018 cerró muy cerca del 76%.
Esto significa que la recuperación económica no ha mejorado la situación laboral de los más jóvenes. Es cierto que cada vez hay más ocupados menores de 26 años, pero el problema es que la estructura de precariedad sigue siendo la misma. El resultado es que el porcentaje de asalariados por debajo del SMI se mantiene intacto.
¿Y en 2019?
El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó para este año 2019 una subida del SMI del 22%, hasta los 900 euros al mes en 14 pagas, en total, 12.600 euros al año para un asalariado a tiempo completo. Este incremento mejorará la retribución por hora de los trabajadores más precarios, pero mientras se mantengan los niveles actuales de parcialidad y temporalidad, es de esperar que seguirá aumentando el porcentaje de jóvenes con sueldos por debajo del SMI.
Los niveles de temporalidad juvenil en el sector privado se han asentado por encima del 50%. Esto significa que más de la mitad de los asalariados menores de 30 años trabaja de forma temporal. Esto explica por qué hay tantos jóvenes que no alcanzan el SMI al final de año, porque no trabajan todos los días del año.
Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), en España hay 1,3 millones de jóvenes con un contrato temporal. De hecho, la mayor parte del empleo juvenil creado en España durante la actual fase de recuperación es temporal. Desde el año 2013, las empresas han aumentado el número de asalariados en 325.000 jóvenes, de los cuales 301.000 son temporales, más del 90%.
Tal nivel de precariedad en el empleo dificulta la eficiencia del SMI a la hora de mejorar significativamente la situación de los trabajadores pobres. Y la subida del 22% hace que haya más margen para que otros trabajadores temporales se queden también por debajo del SMI a final de año.
El salario mínimo interprofesional (SMI) es cada vez un instrumento menos eficaz para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores más precarios, que son los jóvenes. Las subidas de los últimos años no han logrado mejorar su situación, ya que cada vez hay más personas que no consiguen terminar el año con unos ingresos equivalentes al SMI anual. El motivo no es que su empleador incumpla el salario mínimo, sino que la parcialidad y la temporalidad provocan que tengan una carga de trabajo muy inferior a la que se corresponde a un empleo indefinido a tiempo completo, lo que se conoce como baja intensidad laboral.
- La metropolización de Madrid empieza a vaciar las provincias ricas de España Javier G. Jorrín María Zuil Jesús Escudero