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La reducción de la deuda pública es un espejismo: sin ajustes, escalará al 133%
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España ha desaprovechado 200.000 millones

La reducción de la deuda pública es un espejismo: sin ajustes, escalará al 133%

La AIReF advierte de que confiar el ajuste a la caída de los tipos de interés podría volverse en contra cuando la política monetaria empiece a normalizarse

Foto: Foto: iStock.
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España cerrará en 2019 su sexto año consecutivo de crecimiento económico. En este periodo, ha superado el pico cíclico de expansión y ya encara una fase de desaceleración hacia su crecimiento potencial. En toda esta fase, el ajuste de la deuda pública apenas ha sido de cuatro puntos del PIB, y este año cerrará cerca pero por debajo del 97%.

A partir de 2020, el ajuste de la deuda podría acelerar si finalmente se logra el ansiado superávit primario (saldo presupuestario positivo antes de pagar los intereses de la deuda) y si el PIB nominal mantiene un ritmo de crecimiento superior al 2%. Sin embargo, este ajuste es un espejismo, igual que el de los últimos años, y si no se adoptan medidas, la deuda podría iniciar una nueva escalada, hasta llegar al 133% del PIB en 2050.

Foto: El líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, tras la firma del preacuerdo con Pedro Sánchez (Reuters).

Este escenario evidencia el riesgo a que se enfrentan las cuentas públicas y, por lo tanto, la necesidad de las reformas que permitan realizar una reducción sostenible de la deuda pública. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha actualizado su observatorio de la deuda y la conclusión es contundente: si no se ataja el déficit público, España estará jugando a la ‘ruleta rusa’.

La política monetaria de ‘tipos negativos’ impulsada por el Banco Central Europeo ha permitido una gran reducción de los intereses de la deuda, lo que ha supuesto un gran ahorro para las cuentas públicas. En 2013, España se llegó a gastar el equivalente al 3,5% del PIB en financiar la deuda, actualmente es menos del 2,5%. La nueva ronda de estímulos del eurobanco podría rebajar hasta el 1,7% la factura de los intereses, generando un espacio fiscal adicional de 0,7 puntos del PIB, según los cálculos de la AIReF, esto es, de unos 8.700 millones de euros.

El crecimiento de la economía y la caída de los tipos de interés generarían un impulso suficiente como para reducir la deuda pública sin necesidad de realizar un gran ajuste fiscal. El ajuste sería ese ahorro en los intereses de la deuda, por lo que se podría mantener el déficit primario actual. Sin embargo, esta política económica inercial supondría un grave riesgo para las cuentas públicas, ya que la sostenibilidad dependería de que la política de ‘tipos negativos’ se perpetuara.

El impacto de los tipos de interés es tal que puede impedir el ajuste de la deuda incluso aunque se hagan los deberes en materia presupuestaria

El impacto de los tipos de interés es tan grande que puede complicar el ajuste de la deuda incluso aunque España haga los deberes en materia presupuestaria. Si el tipo de interés implícito de la deuda (real) sube desde el entorno del 0,7% actual hacia su media histórica, del 2,2%, España será incapaz de reducir la deuda más allá del 70% del PIB en las próximas décadas y necesitará un amplio superávit primario para lograrlo.

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Es importante tener en cuenta que el envejecimiento generará una importante presión de gasto que complicará cualquier ajuste futuro. Eso significa que posponer las reformas hoy conllevará un ajuste más doloroso en unos años.

Esta normalización de los tipos de interés añadirá más de 25 puntos del PIB a la deuda en las próximas décadas. Y contrarrestar 25 puntos del PIB es de todo menos sencillo. Si a estos 25 puntos del PIB se suma el saldo negativo derivado de la falta de ajustes, el resultado es que en 2050 la deuda pública española podría haber escalado hasta el 133% del PIB, un nivel que solo superan actualmente Grecia e Italia.

¿La última oportunidad?

En los últimos cinco años, la deuda pública se ha reducido en apenas 2,4 puntos del PIB. El problema es que todo este ajuste es un espejismo, ya que depende íntegramente del crecimiento económico. En otras palabras, si el ritmo del PIB hubiese sido similar al crecimiento potencial de la economía española, no se hubiese producido ningún ajuste, sino que habría aumentado la deuda pública.

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Según las estimaciones de la AIReF, el crecimiento económico ha reducido la deuda en 18 puntos del PIB en estos últimos cinco años. Sin embargo, la realidad es que la deuda total apenas ha caído en 2,4 puntos porcentuales. La diferencia, de casi 16 puntos del PIB, se debe a las políticas fiscales expansivas adoptadas por los distintos gobiernos durante estos años, ya sean recortes de impuestos o subidas de gasto.

Eso significa que España ha desaprovechado esos 18 puntos de ajuste que habría aportado el crecimiento económico. Que, en euros, son más de 200.000 millones en apenas cinco años. De cara al futuro, parece complicado que España cuente con un impulso económico similar al malgastado durante los últimos años, de modo que ya no sirve con mantener una política fiscal constante, sino que será necesario profundizar en los ajustes.

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España no tendrá ‘chute’ económico, pero tiene una última oportunidad: los ‘tipos negativos’ del Banco Central Europeo. Si se mantienen los costes de financiación actuales, el tipo de interés de la deuda seguirá reduciéndose a medida que se produzcan más refinanciaciones. Esto generará un gran ahorro presupuestario que ayudará a la reducción de la deuda. Según la AIReF, si el país cumple con los compromisos de estabilidad de Bruselas y se mantienen los tipos de interés actuales, en apenas 15 años el país habrá conseguido recortar la deuda hasta el 60% del PIB. Sin duda, un escenario óptimo para afrontar el aumento del gasto que supondrá el incremento del número de jubilados.

España cerrará en 2019 su sexto año consecutivo de crecimiento económico. En este periodo, ha superado el pico cíclico de expansión y ya encara una fase de desaceleración hacia su crecimiento potencial. En toda esta fase, el ajuste de la deuda pública apenas ha sido de cuatro puntos del PIB, y este año cerrará cerca pero por debajo del 97%.

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