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El Estado ya cobra por financiar la quinta parte de la deuda pública
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LOS TIPOS DE INTERÉS SE DESPLOMAN

El Estado ya cobra por financiar la quinta parte de la deuda pública

Emitir deuda es cada vez más barato. Eso ha hecho que el Tesoro ya haya cerrado en junio la financiación prevista para todo el año con el objetivo de aprovechar los recortes

Foto: Panel informativo de la Bolsa de Madrid. (EFE)
Panel informativo de la Bolsa de Madrid. (EFE)

El mundo al revés. Es decir, pagar por prestar dinero se extiende como una mancha de aceite. Pero ahora son los bonos soberanos quienes se benefician de una forma cada vez más intensa. En el caso de España, el Tesoro Público ya financia algo más de una quinta parte de su voluminosa deuda —1,03 billones de euros al acabar el mes de junio— a tipos negativos. O lo que es lo mismo, el 22,4% del saldo vivo de endeudamiento que estaba pendiente de pago en el pasado mes de junio está ya en manos de inversores, que lejos de cobrar por financiar el déficit tienen que pagar. No es que se cobre por todo el stock de deuda en negativo, sino solo las nuevas emisiones, cada vez con mayor peso.

En términos más precisos, eso significa que todas las nuevas emisiones entre tres meses y cinco años (algo más de 232.000 millones de euros) están en negativo, y es algo más que probable que las obligaciones a diez años, que suponen el grueso de la financiación del Tesoro, entren en tipos negativos en pocas semanas. Algo que explica que el Tesoro haya acelerado su política de emisiones, hasta el punto de que en medio año ha completado su financiación prevista para todo el ejercicio.

En concreto, el Tesoro necesitaba 30.000 millones para el conjunto de 2019, pero hasta el pasado 30 de junio ya había captado 29.950 millones, según datos oficiales. En su totalidad, bonos y obligaciones, con lo que consigue alargar la vida media de la deuda, ya que el Tesoro está amortizando letras, con periodos de vencimiento más cortos.

El hundimiento de las rentabilidades ha sorprendido al propio Gobierno, que había previsto que este año (de media) los tipos de los bonos a diez años se situaran en el 1,3%, es decir, muy lejos del 0,25% con que están hoy cotizando, lo que supondrá un ahorro importante para el Estado.

El Ministerio de Economía ha previsto destinar este año el 2,4% del PIB a financiar el servicio de la deuda, pero es muy probable que ese porcentaje sea menor. La ministra Calviño, de hecho, preveía en la actualización del plan de estabilidad enviado a Bruselas "un incremento suave y muy progresivo de los tipos de interés". Está ocurriendo lo contrario.

Nueva ronda

La tendencia descendente de los tipos de interés no deja lugar a dudas. Si al comenzar el año la rentabilidad de diez años se situaba ligeramente por encima del 1,5%, este viernes se movió en el entorno del 0,25%, lo que da idea del desplome que ha sufrido el precio del dinero. En particular, desde que Draghi, el presidente del BCE, anunciara una nueva ronda de financiación, lo que ha llevado al bono de referencia, el alemán, a cotizar ya en un histórico -0,42%.

Lo relevante, en este caso, es que lo hace por debajo del 0,40% que marca la facilidad de depósito del Banco Central Europeo (BCE), lo que indica que los diques de contención que han puesto los banqueros centrales para obligar a los bancos a prestar a familias y empresas —la liquidez se penaliza— han saltado por los aires. Sin duda, porque los inversores están convencidos de que los tipos de interés seguirán bajando, como lo demuestra el hecho de que el euribor a un año —la principal referencia del mercado hipotecario— se sitúa ya muy cerca del -0,3%. Lo significativo es, sobre todo, la velocidad de la caída, mucho más intensa de lo que podría preverse.

El fenómeno de los tipos negativos, de hecho, lejos de contenerse se ha generalizado, hasta el punto de que en Europa y Japón el volumen de deuda pública que ya cotiza en tipos negativos supera los 13 billones de euros, lo que significa que se ha multiplicado por dos veces desde noviembre pasado. Un fenómeno que hoy es imparable que perjudica, sobre todo, a la cotización de los bancos, que ven con impotencia cómo se aleja la normalización de la política monetaria, lo que explica su pronunciada pérdida de valor en Bolsa. Algunos analistas han estimado que la correlación entre la caída del bono alemán y la cotización de la banca es de aproximadamente el 90%.

Desplome

En el caso español, las emisiones en negativo en las últimas subastas oscilan entre el -0,47 de las letras a tres meses y el -0,18% de los bonos a cinco años, aunque en el caso de los bonos indexados a la inflación a cinco años alcanza ya el -1,037%, lo que da idea del desplome que han sufrido los tipos de interés.

Los mercados no esperan inflación en ninguno de los plazos, incluso en los más largos (la rentabilidad de las obligaciones a 50 años se sitúan en el 3%), y, además, como han estado informando a sus clientes en los últimos días, descartan que el BCE de la era Lagarde vaya a cambiar la política acomodaticia de Draghi. Al contrario, alimentará nuevos estímulos una vez que ha quedado definitivamente descartado el alemán Jens Weidmann.

Y es que a la todavía directora gerente del FMI se le considera una 'dovish', lo que ha acelerado el hundimiento de las rentabilidades. Y en la misma dirección, se da por hecho que los dos nuevos miembros de la Reserva Federal elegidos por Trump, los economistas Judy Shelton y Christopher Waller son partidarios de mayor laxitud en la política monetaria. Aunque el mercado prevé dos bajadas de tipos en lo que queda de año, su predisposición a nuevos recortes será mayor con los nuevos miembros. Los tipos, por lo tanto, seguirán cayendo.

El mundo al revés. Es decir, pagar por prestar dinero se extiende como una mancha de aceite. Pero ahora son los bonos soberanos quienes se benefician de una forma cada vez más intensa. En el caso de España, el Tesoro Público ya financia algo más de una quinta parte de su voluminosa deuda —1,03 billones de euros al acabar el mes de junio— a tipos negativos. O lo que es lo mismo, el 22,4% del saldo vivo de endeudamiento que estaba pendiente de pago en el pasado mes de junio está ya en manos de inversores, que lejos de cobrar por financiar el déficit tienen que pagar. No es que se cobre por todo el stock de deuda en negativo, sino solo las nuevas emisiones, cada vez con mayor peso.

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