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Los agobios económicos de los clubes lastran el despegue final del rugby español
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Crisis en el rugby

Los agobios económicos de los clubes lastran el despegue final del rugby español

Los clubes españoles de rugby pasan penurias económicas que acaban con sus objetivos deportivos. Sin embargo, las entidades ya enfilan el camino para sobrevivir al más alto nivel

Foto: Una temporada muy difícil en Sevilla. (Juan Carlos Ogazón)
Una temporada muy difícil en Sevilla. (Juan Carlos Ogazón)

El rugby no acaba de despegar. Cuando la nave empieza a coger altura, el paso por una zona de turbulencias siempre la desestabiliza y no hay forma de enderezar de nuevo el rumbo. Sobran ganas de hacerlo bien, pero falta músculo financiero. El diagnóstico es tan evidente que nadie se atreve a cuestionarlo. Llueve sobre mojado. Lo peor de todo es que la estabilidad presupuestaria es como una pastilla de jabón que se escurre entre las manos. De hecho, la falta de liquidez ha alcanzado esta temporada a uno de los cuatro semifinalistas al título masculino de División de Honor.

Estos agobios en equipos que militan en categoría nacional son solo la punta del iceberg. En las últimas semanas se han hecho también visibles en conjuntos que tendrían que haber participado en la fase de ascenso a División de Honor B. Según los datos de la Real Federación Española de Rugby (RFER), un total de 17 equipos (dos de ellos femeninos) han renunciado de forma voluntaria a jugar en categoría nacional por distintos motivos, aunque el denominador común es la falta de recursos económicos.

Cualquier éxito deportivo lleva aparejado la búsqueda de nuevos ingresos, lo que hace que la posibilidad de un ascenso se asemeje más a un castigo que una recompensa. Nada hacía presagiar al comienzo de la temporada 2023-24 que el Real Ciencias de Sevilla se viera con el agua al cuello justo en el momento más crucial de la competición. Al contrario, todo era optimismo. El club se había reforzado bien y pensaba que con el nivel de ingresos previstos en sus presupuestos podían sacar un equipo "competitivo" y "aspirar a todo". Así, al menos, lo pensaba su presidente, Rafael Montserrat.

placeholder Los jugadores del Real Ciencias Rugby Club de Sevilla. (Juan Carlos Ozagón)
Los jugadores del Real Ciencias Rugby Club de Sevilla. (Juan Carlos Ozagón)

Así se asxifia un club

Hay quien incluso soñaba con reeditar los éxitos de la década de los 90, cuando los hispalenses ganaron dos ligas y eso que allá por el mes de septiembre los dos principales sponsors no quisieron renovar su contrato de patrocinio. Por ahí vinieron los primeros problemas. Buscaron y encontraron otras empresas, el problema es que aportaban menos dinero que las anteriores. Más tarde les comunicaron que no iban a recibir ayudas de las arcas municipales, "algo a lo que se había comprometido el ayuntamiento aunque no estuvieran a la altura de otros equipos como el VRAC de Valladolid o el Aparejadores de Burgos". Así que poco a poco la cosa se fue enredando.

El caso es que afrontaron la temporada con un presupuesto donde el 80% del dinero estaba destinado a sufragar los gastos del primer equipo, incluidos los de viajes, que ascienden a unos de 80.000 euros más que los de otros conjuntos de División de Honor por razones geográficas. Y es que sus rivales más cercanos estaban en Madrid, a unos 530 kilómetros de distancia. La obligación federativa de tener un equipo sub 23, "que también nos cuesta un dineral en viajes y fichas", tampoco ayuda a la hora de tapar agujeros.

A la retirada de sponsors y a la falta de ayudas municipales se unió la fatalidad de no haber cobrado una importante cantidad de dinero que les adeudaba una empresa. "Así que llegó diciembre y algunos directivos aportamos algo de capital para que los jugadores pudieran cobrar", recuerda. Pasadas varias semanas el panorama no mejoró, y a pesar de todo, según reitera Montserrat, "los jugadores demostraron ser unos auténticos profesionales y desde el club les queremos agradecer el esfuerzo que han hecho".

placeholder Todavía creen en el proyecto. (Juan Carlos Ozagón)
Todavía creen en el proyecto. (Juan Carlos Ozagón)

Los sevillanos aún deben dinero a alguno de ellos mientras subsiste día a día "con muchos problemas". Eso no mina la ilusión del presidente del equipo andaluz que confía en levantar cabeza "más pronto que tarde". El arduo trabajo de la directiva ya permite recoger los primeros frutos. El mes pasado entró un nuevo patrocinador (Labiana) y el ayuntamiento se ha comprometido a inyectar dinero al club. "Nos han dicho que están en ello", señala Montserrat. Mientras tanto, el Real Ciencias trabaja con varias entidades bancarias para tener algo de liquidez y terminar la temporada "sin deber nada a nadie" y siempre con la esperanza de afrontar con optimismo la próxima temporada.

La idea es mantener una plantilla que ya cuenta con 20 jugadores profesionales. "No se va a desmantelar el equipo porque queremos luchar por conseguir títulos como le hemos prometido a nuestros patrocinadores". Eso sí, todo pasa por tener un presupuesto ajustado a las necesidades de la categoría. "Ya sabemos que se necesita mucho dinero, pero es lo mínimo si quieres aspirar a estar entre los mejores".

Peor en categorías inferiores

En categoría regional el panorama es aun más sombrío. Dos equipos asturianos de chicas, como Gijón y Oviedo, tuvieron que renunciar a tomar parte en la fase de ascenso a División de Honor B. Las rojiblancas, tal y como comenta su presidente Eduardo Palacios, no tenían plantilla suficiente como para aceptar el reto de competir en categoría nacional ni un equipo sub 23 que estarían obligadas a inscribir si ascendían de división. Por tanto, no era una cuestión exclusivamente pecuniaria. "El dinero era una cuestión secundaria". El club tiene 30 fichas femeninas, "de las que 23 o 24 pertenecen a chicas que juegan regularmente".

Sin embargo, la normativa obliga también a los clubes a que todas las componentes del equipo hayan cumplido 17 años. "y en nuestro caso había cuatro chicas de 16 años que, en cambio, sí podían jugar en regional por lo que la situación era bastante complicada". El club, como subraya Palacios, hubiera hecho los esfuerzos precisos para competir en División de Honor B "porque las chicas se lo habían ganado en el terreno de juego". Pero es que a esa limitación de plantilla había que sumarle el hecho de que algunas jugadoras no hubieran podido desplazarse a Madrid porque tenían que trabajar durante el fin de semana.

placeholder El rugby asturiano representado por el Gijón. (Cedida por el club)
El rugby asturiano representado por el Gijón. (Cedida por el club)

Al renunciar Gijón, la Federación llamó al Oviedo que había quedado segundo en la liga donde compite junto a otros dos equipos de Santander. Arturo Méndez, presidente del Real Oviedo Rugby, recuerda que la invitación federativa les llegó solo tres días antes de la disputa del partido contra un equipo madrileño "cuando ya teníamos desperdigado a todo el grupo de jugadoras". Aun así les pidió un margen de 24 horas para "darle una pensada". Poco después recibió una nueva llamada de la RFER comunicándole que su respuesta debía de ser "inmediata" y claro, con tan poco margen de tiempo, "nos vimos obligados a renunciar".

Hasta de este tipo de experiencias se pueden sacar conclusiones positivas para no tropezar el año que viene en la misma piedra. Por parte de las gijonesas, su presidente aboga por la fusión de los dos equipos asturianos. "Lo tenemos muy claro porque si no unimos fuerzas es imposible alcanzar el objetivo", asegura. Otra cuestión a abordar a corto plazo es trabajar la escuela de rugby "porque es la base para que vayan saliendo futuras jugadoras".

El Liceo Francés luchó hasta donde le llegaron las fuerzas para tratar de regresar 18 años después a la élite del rugby español. Al final, no pudo ser. Si algo tenía claro el club madrileño es que la escasez de dinero nunca hubiera frenado su ilusión por el ansiado ascenso. Su actual presidente, Javier Goitia, no duda en aseverar que la entidad podía afrontar económicamente jugar la próxima temporada en División de Honor. Y no por el dinero recaudado en el presente ejercicio, "sino por la hucha que tenemos gracias a la buena gestión de las anteriores directivas".

El camino hacia la viabilidad

Los ingresos que genera el equipo provienen tan solo de las cuotas de socios y jugadores o de la esponsorización de alguna empresa. Nada más, porque como explica Goitia, además de no cobrar la entrada para ver los partidos, el equipo tiene el "hándicap" de estar en un colegio "al que estamos muy agradecidos" pero a quien tiene que pagar un canon por utilizar sus instalaciones y donde, "lógicamente", está prohibido tener un bar porque no quieren que se venda alcohol en el colegio.

El presupuesto anual del Liceo Francés ronda los 350.000 euros. Por tanto, sin apenas ingresos atípicos, el club ha tenido que sobrevivir este año con una subvención de 47.000 euros, "la misma que la mayoría de clubes". El resto del dinero tiene su origen en los patrocinios privados. "Si hubiéramos ascendido nos las teníamos que haber ingeniado no sé muy bien cómo para obtener más capital", espeta. La idea de Goitia sobre el modelo de financiación es muy clara: "No podemos vivir de las subvenciones, y si no, mira lo que le ha ocurrido al Ciencias", advierte.

placeholder Los integrantes del Liceo francés. (Javier Izquierdo)
Los integrantes del Liceo francés. (Javier Izquierdo)

Todo pasa por fomentar la política de cantera. Es entonces cuando resulta oportuno preguntarse. ¿Es posible competir al máximo nivel con jugadores formados en el propio club? Aquí surgen dudas porque Goitia señala que en su categoría han jugado la mayoría de los partidos con más gente de la casa que de fuera "cuando el resto no lo hace". Pese a ello, no les ha ido nada mal. Otra cosa sería la de poder competir en División de Honor con ciertas garantías porque las casualidades, y menos en el rugby, no existen. De hecho, el presidente liceísta hace hincapié en que, por ejemplo, en la plantilla del actual campeón de Copa solo un tercio de los jugadores han nacido en España.

Lo que ocurre en los clubes con tantos jugadores foráneos, no es más que el reflejo de lo que se puede ver en la selección. "En el Liceo no sabemos si es posible mantenerse en División de Honor con la mayoría de chicos de la cantera, pero lo que sí sabemos es que es nuestra única opción para sobrevivir", añade. Y si buscar chavales jóvenes para el primer equipo resulta complicado, tampoco es fácil luego retenerlos.

"Si un chico nos dice que quiere ir a Francia porque quiere progresar, no le ponemos ningún problema ya que, además, es un orgullo para el club", confiesa Goitia. Otra cosa es que venga un chico que quiere fichar por otro equipo de Madrid que le paga sus estudios universitarios, "y ahí es donde tenemos que hacer un sobreesfuerzo para retenerlo". En resumidas cuentas, para Goitia todo pasa por tener un proyecto "viable a nivel deportivo e interesante" para las familias donde puedan comprobar in situ que están en un sitio competitivo "porque si no se van a otro lado".

El rugby no acaba de despegar. Cuando la nave empieza a coger altura, el paso por una zona de turbulencias siempre la desestabiliza y no hay forma de enderezar de nuevo el rumbo. Sobran ganas de hacerlo bien, pero falta músculo financiero. El diagnóstico es tan evidente que nadie se atreve a cuestionarlo. Llueve sobre mojado. Lo peor de todo es que la estabilidad presupuestaria es como una pastilla de jabón que se escurre entre las manos. De hecho, la falta de liquidez ha alcanzado esta temporada a uno de los cuatro semifinalistas al título masculino de División de Honor.

Consejo Superior de Deportes (CSD)
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