Es noticia
La historia de amor que permitió que Afa Tauli jugara con España, una leyenda que dice adiós
  1. Deportes
  2. Rugby
Entrevista con el icono

La historia de amor que permitió que Afa Tauli jugara con España, una leyenda que dice adiós

El samoano, que defendió la camiseta de la Selección después de doce años en el país, dice adiós al rugby debido a una terrible lesión de hombro. En El Confidencial, cuenta su historia

Foto: Afa Tuali, defendiendo la camiseta de la Selección española. (Walter Degirolmo)
Afa Tuali, defendiendo la camiseta de la Selección española. (Walter Degirolmo)

Afaese Tauli tiene grabada a fuego la fecha del 18 de diciembre de 2022. Ese domingo, su equipo, el Sant Boi de Barcelona, se enfrentaba en Valencia a Les Abelles en un campo inusual para los valencianos como hasta la fecha lo había sido el polideportivo Quatre Carreres. El fornido neozelandés de origen samoano recuerda la jugada a la perfección. "Iba a hacer un pase a la derecha y un contrario me placó por detrás quedándose sentado sobre mí". No tiene dudas sobre la involuntariedad del rival en una acción muy propia del rugby. Aquel placaje, sin embargo, acabó con su carrera deportiva que se prolongó en España durante doce años. "Se me rompió el hombro por todos los lados", recuerda con cierta amargura.

Quince meses después de aquella infortunada jugada, ha tenido que dar su brazo a torcer y coger el toro por los cuernos. Los médicos se lo dejaron bien claro. "Si sigues jugando, tu salud se puede agravar", le advirtieron. Dice adiós al rugby un tipo que se define como un jugador "noble y nada duro". Eso sí, tal vez fuera un delantero algo obstinado en chocar contra el rival "aunque tuviera a seis enfrente". Afa, como le llaman sus amigos, deja una huella imborrable en su equipo. Logró con el Sant Boi nada menos que 121 ensayos en 204 partidos. Se une al selecto grupo de centenarios en posar el balón oval tras la línea de marca donde aparecen leyendas del rugby español, ambos también delanteros, como el catalán Alberto Malo y el pucelano Iván Criado Garachana. También la Selección le echará de menos. Han sido 28 apariciones con la camiseta del XV de El León desde que debutara en 2017 frente a Namibia.

Tras su renuncia, Afa está "tranquilo". A lo mejor, esa tranquilidad la rompe la llamada del periodista para entrevistarle. Lo primero que hace es llamar a su mujer, Leticia, para que le ayude a comprender mejor las preguntas y a explicarse de forma más correcta en las respuestas. Solo en una ocasión parece perturbarle su presencia. Eso sí, todo en tono muy jocoso. Es justo cuando la pregunta alude a la posibilidad de disfrutar de su jubilación en Samoa. "Creo que no", dice en voz baja y sin mucho convencimiento. La siguiente pregunta parece obligada: "¿Diría lo mismo si su mujer no estuviera delante escuchándole?". La respuesta que cada cual la interprete a su manera. "Llámame luego", sentencia entre risas.

placeholder Afa Tuali, durante su carrera. (Jordi Elias)
Afa Tuali, durante su carrera. (Jordi Elias)

Tauli se siente samoano "y solo samoano" a pesar de que nació en la ciudad neozelandesa de Wellington y de que solo ha estado en la isla de donde son originarios sus ancestros "cuatro o cinco veces". Sus padres, como muchos aborígenes del archipiélago que está a más de 3.200 kilómetros de distancia de Nueva Zelanda, se mudaron para instalarse en la capital con la idea de formar una familia. "Si no tienes dinero en Samoa, es muy difícil salir adelante", admite. El caso es que, a pesar de que en el país la tasa de paro está situada en el 9,85 por ciento, lo cierto es que el PIB per cápita fue en 2022 de 3.952 euros, por lo que se encuentra en la parte final de la tabla de este indicador en el puesto 118 de 196 países. Por explicarlo de forma un poco más abrupta, los samoanos tienen un bajísimo nivel de vida.

El matrimonio tuvo a sus cinco hijos en Nueva Zelanda. Afa es el cuarto de la dinastía. El mayor de todos, Fabien, llegó a ser jugador profesional en Rugby League, una modalidad del rugby donde solo compiten 13 jugadores, con el equipo australiano de los Tully Tigers. Heki, su otro hermano de más edad, practicó el rugby de forma más modesta con la selección militar de su país, mientras que su hermana Florence Melama, que trabaja con el gobierno neozelandés para ayudar a los migrantes que llegan al país del Pacífico, se decantó por practicar netball, un deporte parecido al baloncesto con dos canastas colgadas de un poste en el extremo y sin tablero. El más pequeño, VJ, estudia medicina.

No es extraño, por tanto, que los padres de Afa Tauli muestren su satisfacción por los éxitos profesionales de sus hijos conseguidos a base de mucho esfuerzo después de los sacrificios que tuvieron que hacer para que nunca les faltara de nada. "Ellos están muy orgullosos de ver cómo nosotros no hemos tenido que pasar necesidades para llegar cada uno donde estamos". Son muchos samoanos los que han vivido una situación similar a la de los Tauli tras decidirse a emigrar para mejorar su nivel de vida. Una característica similar a todos ellos, y que les define como pueblo, es su solidaridad hacia los que prefieren no seguirles en su aventura. "La mayoría se dedica a enviar dinero a los familiares que dejan allí como, por ejemplo, todavía hacen mis padres con mi abuela".

Tras unos años en Wellington, la familia se trasladó a Palmerson North, una ciudad situada también en la isla norte del archipiélago y donde se ubica el que algunos consideran como el museo de rugby más famoso del mundo, similar a la sala de trofeos que hay en el estadio Arms Park de Cardiff. En los años noventa, Afa Tauli admite que en la ciudad había "algo" de racismo que se traslucía en la calle y en los colegios, pero no en los equipos de rugby "donde todos estábamos muy integrados". Allí fue donde el que fuera capitán del XV de El León comenzó a dar sus primeros pasos "más en serio" con el balón oval en el Palmerson North High School. No era un mal sitio para aprender pese a la gran competencia que había. Y es que, entre sus compañeros, estaban dos futuros All Blacks como Ngani Laumape (2 caps) y Jackson Hemopo (5). "Si entrenas duro y juegas bien, sabes que te puedes ganar la vida haciendo lo que más te gusta", subraya.

Foto: Lance del Irlanda-Nueva Zelanda del Mundial de rugby. (EP/Laurent Lairys)

Su siguiente reto se le presentó cuando ingresó en la prestigiosa Manawatu Academy. Cualquier jugador con aspiraciones hubiera pagado lo que fuera por compartir aprendizaje con estrellas del rugby en ciernes como Aaron Smith, el jugador neozelandés que más veces ha lucido la camiseta negra con el helecho plateado (125), y Aaron Cruden (50). Formarse allí tenía cierto pedigrí. No en vano, en la región de Manawatu se respira rugby por los cuatro costados desde que en 1878 se fundaran los clubes en Feilding y Palmerston North. Su prestigio viene avalado por las estadísticas, ya que han debutado en la selección neozelandesa 41 jugadores formados allí.

Con su etapa de formación casi finalizada, tuvo que elegir entre quedarse en Nueva Zelanda "para intentar jugar con los equipos grandes" o emprender una aventura por Europa lejos de su familia. Con 21 años recién cumplidos, le llegó una propuesta del TV Pforzheim alemán. No lo dudó ni un instante e hizo las maletas. Su futuro profesional empezó a cambiar en diciembre de 2011 cuando le telefoneó Bruce Hemara, un exAll Black amigo suyo que entrenaba en la Unió Esportiva Santboiana para que pasara sus vacaciones de invierno en Cataluña "porque la liga alemana se paraliza desde diciembre hasta febrero por la nieve". De repente, descubrió que España, "un país que antes de venir de Nueva Zelanda no sabía ni dónde estaba", gozaba de un clima bastante más cálido que en Alemania. Así que tras charlar largo y tendido con Hemara, fue Lewis Williams, otro técnico neozelandés que trabajaba en el club catalán, quien le convenció para mudarse a Barcelona.

Corría el verano de 2012 y Tauli solo firmó por una temporada. No sabía que durante ese año iba a conocer a Leticia, su pareja actual, que muy pronto se convirtió en la razón para no replantearse nuevos retos lejos de Cataluña. "Todo lo que he logrado ha sido gracias a ella", confiesa Tauli. No cesan ahí los halagos a su pareja. "Es a ella a quien quiero agradecer todo lo que conseguido aquí con el rugby, porque se lo merece y porque siempre me ha apoyado, incluso en los momentos más difíciles como han sido estos últimos meses con mi lesión”, añade. Hay más agradecimientos. "Es que Leticia me ha dado los dos mejores regalos de mi vida, Niko y Afaese Tauli".

Al principio, todo le resultó "bastante duro" por sus dificultades para manejarse con el idioma. Sin embargo, tuvo la suerte de llegar al equipo junto a tres amigos de su misma edad como Hamis McKellar, Cyrus Baker y Antonio Kirikiri, que llegó a jugar en la selección del seven de Nueva Zelanda, y de hacer buenas migas con el hijo del entrenador. Esa piña que hizo con sus compatriotas le ayudó a integrarse más con el club y, de paso, a hacer su vida más llevadera en Sant Boi. Pero todo no iba a ser perfecto. De hecho, no tardó en darse cuenta de que le había surgido un inesperado problema: "Que no aprendes nada de español".

En Sant Boi es una leyenda. Así lo atestiguan doce temporadas ininterrumpidas sin apenas lesiones, jugando a un gran nivel y demostrando siempre su respeto al adversario tanto dentro como fuera del campo. Para el recuerdo, aquella semifinal de Liga disputada en el Pepe Rojo de Valladolid entre los locales de El Salvador y la Unió Esportiva Santboiana. Al terminar el partido, Tauli se arrodilló en el centro del terreno de juego para rezar. A él se le unió poco después su compatriota y rival aquel día Joe Mamea. Se conocían solo de cuando varios años atrás fueron reclutados para jugar juntos en un combinado de hijos de emigrantes samoanos nacidos en Nueva Zelanda. Tauli, que se confiesa metodista, reconoce que en Samoa "somos todos muy religiosos porque hablamos de un país donde hay una iglesia cada 500 metros". No resulta baladí el dato de que el 98,54 de sus habitantes confiesa ser creyente, de los cuales la inmensa mayoría profesa el cristianismo.

placeholder Afa Tuli, defendiendo la camiseta de la Selección española. (Walter Degirolmo)
Afa Tuli, defendiendo la camiseta de la Selección española. (Walter Degirolmo)

Antes de destrozarse el hombro derecho, Tauli tuvo la suerte hace dos años de alzar la copa de campeón de la Liga en su estadio de Baldiri Ajeu delante de su afición justo cuando se cumplía el centenario del nacimiento del club más antiguo en España. Su rival fue el Ampo Ordizia, el equipo donde jugó su compatriota Kawa Leauma hasta aquel fatídico accidente que meses antes le costó la vida en los Países Bajos. "Fue uno de los momentos más duros por los que tuve que pasar", recuerda. Tauli estaba en aquella expedición con el equipo español. "No le conocía personalmente de antes, pero nos hicimos buenos amigos en la Selección". En cambio, sí había hablado con él cuando le llamó por teléfono para aconsejarle sobre si venir o no a España, "algo normal entre samoanos y neozelandeses para tener información de un país del que apenas sabemos nada".

Otros momentos duros fueron los que siguieron a las eliminaciones de España para disputar la Copa del Mundo de Japón y Francia por motivos extradeportivos. "Fue todo un desastre", subraya. A día de hoy, solo ha oído "rumores" de lo sucedido. Nadie le ha dado explicaciones sobre lo que ocurrió realmente con el tema de la falsificación del pasaporte de Gavin Van der Berg. Dice que, pese a todo, él no está enfadado con el jugador sudafricano. Es más, le comprende en parte. "Es que si no hablas bien el idioma y tu entrenador te dice que hay que hacer lo del pasaporte porque de esa forma vas a ganar más dinero y confías en él… ". La prueba de que no le guarda rencor es que, después de todo aquello, ha vuelto a hablar con Van der Berg aunque solo para charlar de temas personales sin mencionar para nada el incidente del famoso pasaporte. "Es que mucha gente se ha enfadado con él sin saber si es el auténtico y único culpable".

Tauli aún se asombra de que en España se coma tres veces al día cuando en Samoa lo hacen una o dos como máximo. "Por eso comemos tanto cuando nos sentamos a la mesa", afirma entre risas. Lo que no le ha costado nada es acostumbrase al deber irrenunciable de la siesta y a salir a la calle para tomar un café o una cerveza en una terraza "porque hacer eso en Samoa te cuesta mucha pasta". Tiene buen paladar. Le gusta el jamón, "pero solo el bueno", al mismo tiempo que añora su comida favorita, el keke pua´a, una especie de pan relleno de carne de cerdo, cebolla picada, cuatro dientes de ajo, jengibre en trocitos y todo aliñado con salsa de soja. El azúcar es opcional. Seguro que su madre le prepara ese manjar cuando a finales de abril le vaya a visitar a Barcelona.

Afaese Tauli tiene grabada a fuego la fecha del 18 de diciembre de 2022. Ese domingo, su equipo, el Sant Boi de Barcelona, se enfrentaba en Valencia a Les Abelles en un campo inusual para los valencianos como hasta la fecha lo había sido el polideportivo Quatre Carreres. El fornido neozelandés de origen samoano recuerda la jugada a la perfección. "Iba a hacer un pase a la derecha y un contrario me placó por detrás quedándose sentado sobre mí". No tiene dudas sobre la involuntariedad del rival en una acción muy propia del rugby. Aquel placaje, sin embargo, acabó con su carrera deportiva que se prolongó en España durante doce años. "Se me rompió el hombro por todos los lados", recuerda con cierta amargura.

Club de Rugby Cisneros
El redactor recomienda