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El éxodo a Francia llega al rugby español: cómo evitar la fuga del talento al extranjero
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Quieren que se formen en los clubes

El éxodo a Francia llega al rugby español: cómo evitar la fuga del talento al extranjero

La Federación trata de frenar esta sangría con la creación de sus propias academias y Centros de Alto Rendimiento por todo el país. El objetivo es facilitar se formen en los clubes

Foto: El éxodo al rugby francés ha sido elevado. (Cedida)
El éxodo al rugby francés ha sido elevado. (Cedida)

¿Por qué los jóvenes talentos del rugby español se van a Francia a buscarse la vida? La respuesta es bastante sencilla: porque allí van a encontrar oportunidades que, a día de hoy, son impensables en España. La Real Federación Española de Rugby (RFER) trata de frenar esta sangría con la creación de sus propias academias y Centros de Alto Rendimiento por todo el país. El objetivo es facilitar que los jugadores se formen en los clubes españoles para tenerlos más controlados. Así, cada vez que sean convocados, no haría tanta falta recurrir a la diplomacia con los clubes galos para que presten a nuestros internacionales ante cualquier llamada de la Selección. Se trata de una apuesta a medio y largo plazo, pero, de momento, los jugadores que aspiran a ser profesionales no dudan en cruzar los Pirineos.

A Ignacio Piñeiro no le dio ninguna pereza abandonar a los 18 años su Valencia natal, "una ciudad supergrande, con playa y donde siempre hace buen tiempo", para mudarse primero a Clermont. El año pasado se fue a Oyonnax, "un pueblo pequeño de alrededor de 20.000 habitantes donde se llega a los seis grados bajo cero y se juega los partidos con nieve". Quiere llegar a jugar en la élite de rugby y es consciente de que el precio a pagar es elevado. Por ello, al poco de cumplir la mayoría de edad, se plantó en Clermont para ingresar en la academia de espoirs reservada a jóvenes de entre 18 y 23 años. Enseguida se quedó prendado de las instalaciones y del ambiente de trabajo. Los sub-23 tenían un staff técnico compuesto por un head coach, un entrenador de tres cuartos y otro de delantera. A eso había que sumarle dos preparadores físicos, un analista de vídeo que tenía grabados los partidos con drones y un par de fisios. "Viven solo por y para el rugby", espeta.

Su día a día no pasa por otra cosa que no sea entrenar o estudiar online un grado de Logística y Transporte. "De momento todo lo compagino muy bien por la disciplina que te enseñan a tener en el rugby". Llegó a Clermont, que tiene a su equipo en el top 14 al igual que Oyonnax, sin hablar ni una palaba de francés. Así que lo primero que hizo el club fue ponerle clases diarias de tres horas por la mañana. En su primer año Piñeiro optó por vivir en una residencia donde tenía su propia habitación pagada por su equipo. Allí también se alojaban otros cien jóvenes de distintos países como Samoa, Fiji, Italia o Georgia. En su segunda temporada compartió piso con otros compañeros hasta que hizo las maletas para mudarse a Oyonnax. Ese alto ritmo de vida la ha privado de tener vacaciones como cualquier chaval de su edad durante los tres últimos años. La temporada en Francia, "si llegas a las finales", termina a principios de junio. "Si luego te concentras con la selección M20 en junio, y encima te llaman con los mayores para ir en julio te quedan muy pocos días para descansar porque empezamos la pretemporada a finales de julio". Pese a ello, asegura que "por ahora todo eso me compensa".

La vida en Oyonnax no es que sea muy divertida si se compara con las actividades que pueden hacer sus amigos en Valencia. "Si tienes un objetivo en la vida hay que sacrificar muchas cosas como tu familia y amistades", afirma el jugador que tiene firmado un contrato por otros dos años con el equipo de una ciudad próxima a la frontera con Suiza. Mientras, seguirá vigilado de cerca por un nutricionista para que aumente su peso y su masa muscular. Y es que en Francia no reparan en nada a la hora de seguir de cerca a sus jugadores. "Los clubes invierten mucho en nosotros y luego tenemos que responderle acorde a la inversión que han hecho", explica. Tan es así, que hasta vigilan los estudios de los espoirs durante su estancia en la academia. A los profesionales les dejan más libertad. No son estrictos con las notas, pero sí con vigilar que asistan a clase los días que no hay entrenamientos. "De hecho, conozco gente que se ha quedado sin jugar por faltar a clase", concluye el tercera línea valenciano.

Stade Français

El talonador de San Cugat (Barcelona), Álvaro García, no esperó a que la suerte llamara a su puerta. Tras contactar con otros compañeros de selección como Imanol Urraza sobre su experiencia en Francia, se decidió a enviar correos electrónicos a los clubes galos del TOP 14 que le interesaban. Además de un curriculum vitae escrito en francés, inglés y español, les remitía un vídeo elaborado por él mismo con sus highlights (mejores jugadas). "Quería probar suerte", señala. Por ranking, los mejores centros de formación son los de Stade Toulousain y Bordeaux Bègles. Su club, el Stade Français, aparece en el séptimo puesto. "Ellos me hicieron dos entrevistas online y luego ya firmé un contrato de un año". De ahí que, en septiembre, poco después de ganar el World Rugby M20 Trophy, ya estuviera instalado en París. Su nuevo club se encargó de buscarle un apartamento en una residencia de estudiantes universitarios "que dispone de una buena habitación y cocina propia". Además, desde el primer día, una persona lo acompañaba a todos los lados "por lo que pudiera necesitar".

Una de las cosas que más llamó la atención de García es que el Stade Français tuviera una sección que se dedicara de forma exclusiva a la educación de los jugadores. Antes de llegar a París, el talonador estudiaba Administración y Dirección de Empresas (ADE) en la universidad Pompeu Fabra de Barcelona. El propio club galo fue quien le tramitó los papeles para que prosiguiera sus estudios en una universidad parisina. Pero como solo tenía un contrato con Stade Français de un año, este curso se ha matriculado como estudiante de Erasmus para no perder su plaza en España por si la aventura francesa le saliera mal. Ahora, como han ampliado su contrato otros dos años, ya le están buscando otra universidad "porque no estoy muy contento con la que estoy ahora". A nivel deportivo las cosas le marchan razonablemente bien. De momento, es el quinto talonador del equipo. Todavía tiene por delante a cuatro franceses. Sin embargo, cree que la próxima temporada, “a lo mejor”, le surge la posibilidad de jugar algún partido con el primer equipo.

Lo que cuenta de las instalaciones y del personal humano del equipo es para poner los dientes largos a cualquiera. Cinco entrenadores, dos preparadores físicos, un analista de videos y muchas personas que también trabajan para el equipo, incluido un psicólogo "al que vamos cada uno o dos meses" y un nutricionista. "Es de los que tiene más presupuesto en el TOP 14 y eso se nota", indica. El estadio Jean-Boin situado al oeste de la capital gala, con una capacidad de unos 20.000 espectadores, es donde tiene sus instalaciones y juega el Stade Français. "El gimnasio es una pasada", se apresura a decir.

Se trata de una sala "gigantesca" que tiene un espacio que asemeja a un terreno de juego donde se entrenan las melés y las touches de los delanteros y los skills (habilidades) de los jugadores de la tres cuartos. Dispone hasta de un melier neumático con cámaras en todos los ángulos para perfeccionar el juego de melé. Cuenta también con tres piscinas: una grande para hacer la recuperación y otra con agua caliente a modo de yacuzzi para hacer contrastes con otra de crioterapia. Y ya, para rematar, allí también tiene sus oficinas el personal que se encarga de llamar "si te pasa cualquier cosa con el piso" y hasta de enviar mails a los profesores para comunicarles sus ausencias si va convocado con la selección.

placeholder Kerman Aurrekoetxea, en pleno partido. (Cedida)
Kerman Aurrekoetxea, en pleno partido. (Cedida)

Biarritz Olympique

Kerman Aurrekoetxea Alegría mamó el rugby desde que nació en Plentzia (Bizkaia) hace 23 años. Tanto su padre Unai como su madre Karitte jugaron con la selección española, así que resulta bastante previsible imaginar por dónde iba a discurrir su carrera como deportista. A los 14 años sus padres le enviaron cuatro meses a Nueva Zelanda, en concreto a la región de Waikato, para que aprendiera inglés y tomara contacto con el balón oval. "Fue un poco duro porque de repente me vi solo en la otra parte del mundo. Menos mal que el colegio era bueno y estuve con una familia estupenda", recuerda. De vuelta a casa siguió tres temporadas en el Getxo y de allí dio el salto a la liga sub 18 de Francia con el Mont-de-Marsan. Al llegar a senior, estuvo un año en El Salvador de Valladolid antes de aterrizar en Biarritz. "Vas con la mentalidad de que puedes hacer algo grande, porque si te quedas en España el límite está en jugar en División de Honor".

Ya en el plano personal, Aurrekoetxea explica que ir a la academia del Biarritz Olympique "te supone afrontar las adversidades o los miedos que puedas tener a exponerte a situaciones estresantes y eso, al final, hace que tengas más amor propio y aprendas a sobrellevar mejor las cosas". No todo fue un camino de rosas para el medio melé del XV de El León antes de llegar al primer equipo del B. O., que en la actualidad milita en la segunda división francesa (Pro D2). El club le pagaba todo, incluido un salario parecido al de un mileurista, menos el alojamiento y la gasolina del coche. Lo que ocurre es que en verano los precios por alquilar un apartamento en Biarritz son prohibitivos. No es extraño ver por la zona a personajes tan famosos como Bruce Springsteen o Madonna, a miembros de la realeza, incluida la española, o a gente adinerada. El caso es que Aurrekoetxea fichó por el Biarritz Olympique durante la época estival y se pasó dos temporadas seguidas viviendo durante tres meses solo en una autocaravana aparcada en un camping. "Cuando se enteraron mis entrenadores fliparon", afirma.

En su otrora condición de jugador de la academia, el club le pagaba sus estudios de Osteopatía en una universidad privada de la ciudad y contaba con un responsable escolar que le ayudaba en sus estudios poniéndose en contacto con los profesores o para cambiar fechas de exámenes. "Te pasas todo el día entrenando y estudiando porque no puedes hacer otra cosa si tu meta es llegar al primer equipo". Un día normal en la vida de Aurrekoetxea es levantarse a las 7.30 horas, desayunar en casa y acudir a la sede del club una hora más tarde para ver videos. De allí al gimnasio, y a las 10:30 horas ya está en el campo. Come con el equipo a las 12.30 horas, luego vuelve a entrenar por la tarde y a las cinco llega casa "donde si tengo energía me pongo a estudiar", ya que tras abandonar sus estudios de Osteopatía se ha matriculado en la UNED para estudiar Psicología. Los viernes es día de partido, así que los miércoles, sábados y domingos son sus días de descanso.

placeholder El rugby español se está quedando sin cantera. (Cedida)
El rugby español se está quedando sin cantera. (Cedida)

Como él mismo reconoce, las relaciones con sus compañeros no son "fáciles". Hay mucha competencia. De hecho, el puesto de nueve se lo disputan cuatro jugadores, tres de ellos franceses. A eso se uno el hecho de que tenga que hacerse respetar "y demostrar que soy igual o mejor que ellos" al venir de un país sin mucha tradición el rugby como España. "Eso, yo lo he vivido", enfatiza. En cualquier caso, anima a que cualquier chaval a dar el paso como hizo él porque “no tienes nada que perder y vives una experiencia de lo más enriquecedora”.

A Ekain Imaz, también en los espoirs de Biarritz Olympique donde ya ha debutado con el primer equipo, alguien en Beasain (Guipúzcoa) le dijo a los once años que lo suyo no era el fútbol y, pese al disgusto inicial, aquello le sirvió para probar con el rugby. Nada más cumplir los 17 años el equipo francés se fijó en un chaval alto y grandote que jugaba en los juveniles del Ordizia. El primer año iba en coche a la ciudad costera con sus padres "dos o tres veces por semana" y al cumplir la mayoría de edad se emancipó tras firmar su primer contrato que le eximía de pagar alojamiento y comida. Su entrada en el centro de formación supuso dar el primer paso para cumplir su sueño: convertirse en jugador profesional. "Fue un acierto ir a Biarritz y se le recomiendo a cualquiera que quiera vivir esta experiencia". Y es que para un joven de 21 años ha sido "algo brutal" haber compartido vestuario con jugadores de la talla del argentino Tomás Cubelli (89 caps), del inglés Jonathan Joseph (50 caps) o del australiano Joe Tomane (17 caps). "Además de aprender con ellos, te das cuenta de que son gente humilde a pesar de ser súper estrellas".

El equipo vasco tiene estipulado por contrato que el jugador que entra en el centro de formación tiene que estudiar algo. A Imaz le falta un curso para acabar este año el grado de magisterio que estudia online en la universidad de Mondragón y también tiene el título de francés, un idioma que ya había estudiado en la ikastola de Beasain. Esta temporada, en la que acaba contrato, comparte piso con dos sudafricanos. Es optimista de cara a su renovación y, sobre todo, a que el Biarritz Olympique se mantenga en Pro D2 después de estar muchas jornadas en zona de descenso. "Sacaremos la garra y nos salvaremos", asegura. A día de hoy Imaz solo aspira a seguir en un club "histórico", con "magníficos" entrenadores "y que además está muy cerca de casa". Es el paso previo a conseguir su sueño de jugar en la élite a base también de mucho esfuerzo y de meter horas en los entrenamientos. Y eso incluye cuidar las comidas, aunque como él mismo dice, "siempre he comido sano". Sabe que el club les vigila de cerca. De hecho, se tiene que pesar dos veces por semana, "y si te pasas tienes un entrenamiento extra".

¿Por qué los jóvenes talentos del rugby español se van a Francia a buscarse la vida? La respuesta es bastante sencilla: porque allí van a encontrar oportunidades que, a día de hoy, son impensables en España. La Real Federación Española de Rugby (RFER) trata de frenar esta sangría con la creación de sus propias academias y Centros de Alto Rendimiento por todo el país. El objetivo es facilitar que los jugadores se formen en los clubes españoles para tenerlos más controlados. Así, cada vez que sean convocados, no haría tanta falta recurrir a la diplomacia con los clubes galos para que presten a nuestros internacionales ante cualquier llamada de la Selección. Se trata de una apuesta a medio y largo plazo, pero, de momento, los jugadores que aspiran a ser profesionales no dudan en cruzar los Pirineos.

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