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La elegibilidad, un arma de doble filo que pone en riesgo el futuro del rugby español
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CAMBIOS DE REGLAS

La elegibilidad, un arma de doble filo que pone en riesgo el futuro del rugby español

En esta Copa del Mundo hay varias selecciones que pueden conformar un XV con jugadores beneficiados con la nueva normativa. El porvenir del deporte oval será muy distinto

Foto: Las reglas en el rugby serán distintas. (EFE/Mariscal)
Las reglas en el rugby serán distintas. (EFE/Mariscal)

Ver desde el televisor de casa la Copa del Mundo de rugby y lamentar de nuevo que España se quedara fuera por las trampas de unos y la desidia de otros vuelve a hacerse insoportable estos días. Lo increíble es que pasado el tiempo nadie ha entonado el mea culpa. Las prisas y las mentiras para que un par de jugadores foráneos como Gavin van den Berg o Kawa Leauma pudieran ser seleccionables de la noche a la mañana acarrearon un descrédito al rugby español que aún lame sus heridas. Los nuevos dirigentes de la Real Federación Española de Rugby (RFER) apuestan sin ambages por profesionalizar la liga española y españolizar la selección sin renunciar a jugadores que, cumpliendo a rajatabla las nuevas normas de elegibilidad, puedan ayudar a elevar el nivel del rugby patrio. Eso sí, sin repetir una alineación con porcentajes del 70 y hasta el 80% de jugadores nacidos fuera de España.

Una vez vistas las convocatorias de las 20 selecciones que aspiran a conquistar este otoño en Francia la Webb Ellis Cup, aparecen 134 jugadores que han sido capturados conforme a las normas aprobadas hace dos años por World Rugby. Solo Sudáfrica y Argentina son inmunes al contagioso virus de buscar fuera lo que no encuentran en casa. Así que, al margen de las normas que ya existían por razones de parentesco (descendiente de padres o abuelos de la nación a la que quería representar), o de otras algo más complejas por razones de residencia, se incluyó la posibilidad de que un jugador pudiera cambiar de selección si llevaba 36 meses seguidos sin competir a nivel internacional y demostrara vínculos de nacimiento, residencia o ascendencia. La cuestión monetaria, edulcorada con la excusa de favorecer a las selecciones emergentes, primaba sobre la cuestión identitaria.

Foto: El Mundial generará en Francia 17.000 puestos de trabajo. (EFE/Neil Hall)

Esta permisividad ha provocado que, por ejemplo, el combinado de Samoa no se haya ruborizado lo más mínimo a la hora de presentar un combinado con 17 jugadores capturados en otros países como Nueva Zelanda o Australia. Son señales inequívocas de que hay barra libre para conformar un equipo a base de jugadores que, una vez cumplida la mayoría de edad, tienen que aprenderse la letra del himno del país al que van a representar. Suerte que, al menos en España, se libran de ese aprendizaje. Otras selecciones que podrían presentar un XV un tanto atípico en este mundial gracias a las nuevas normas serían Escocia (15) o Japón (14). En el caso de los caledonios, sus fichajes vienen de Inglaterra (5), Sudáfrica (4), Australia (2) y uno de Francia, Gales, Irlanda y Canadá. Los nipones, por su parte, se decantan por jugadores nacidos en distintos archipiélagos del océano Pacífico (Fiji, Tonga o Nueza Zelanda).

Los candidatos al trofeo

De las favoritas al título, solo Sudáfrica y Argentina hacen oídos sordos a los cantos de sirena que provocan estas incorporaciones a la carta. Sus respectivas plantillas cuentan con la totalidad de sus miembros nacidos en los países a los que representan. Sin embargo, al aficionado tal vez cause cierta sorpresa comprobar que los All Blacks han sido incapaces de enviar a Francia una selección cien por cien made in New Zeland. Hasta nueve jugadores son nacidos fuera de las islas. Ethan de Groot (Australia), Neto Laulala (Samoa), Ofa Tu'ungafasi (Tonga), Tyrel Lomax (Australia), Samisoni Taukei'aho (Tonga), Shannon Frizell (Tonga), Finlay Christie (Escocia), Leicester Fainga'anuku (Tonga) y Emoni Narawa (Fiji).

Surge la duda de si conviene tirar de producto nacional, que tal vez no garantice mantener un nivel de juego adecuado que permita a España escalar posiciones en el ranking de World Rugby y aspirar a estar presentes en la próxima edición de la Copa del Mundo que se celebrará en Australia en 2027, o bien mirar hacia otro lado en el tema de los pasaportes. Cuando se habla de mirar hacia otro lado, obviamente, no se refiere a hacer trampas. Y es que, si a nivel deportivo el trauma no está superado, como lo demuestran las recientes declaraciones de Tomás Munilla a un medio francés donde afirmaba que "me robaron mis sueños", en el plano judicial la cosa tampoco está ni mucho menos resuelta.

A principios de septiembre, la titular del Juzgado de Instrucción número 40 de Madrid decidió dar un empujón a la causa que llevaba abierta más de un año sin apenas practicar diligencias. Primero rechazó la petición de algunas defensas de archivar todo el procedimiento. Más tarde optó por citar para el próximo 3 de octubre, en calidad de investigados, al exsecretario técnico de Alcobendas David Martín Cifuentes Morros, al exvicepresidente de dicho club José Benigno Varela y al exdirigente de la RFER Rafael Sempere. Sin embargo, este mismo viernes retrasó todas las declaraciones al 23 de enero a petición de uno de los abogados de los investigados.

Los referentes de España

Si el espejo donde debe mirarse España a medio y largo plazo son las selecciones mundialistas que están cerca en el ranking de World Rugby, donde el XV del León ocupa la vigésima plaza, la cosa plantea dudas. Así, equipos como Namibia (21), Uruguay (17) o Georgia (13) tan solo cuentan en Francia con un jugador capturado, mientras que Chile (22) ha recurrido a un uruguayo, un brasileño y un peruano. En el lado contrario está el combinado de Rumania (19) o de Portugal (16) con nueve y diez jugadores capturados, respectivamente. Esta masiva presencia de rugbiers fichados ad hoc tiene sus críticos y sus defensores. Una voz tan autorizada como la del capitán de los All Blacks, Aaron Smith, no pone trabas a la nueva normativa porque, en su opinión, “un deportista y fanático del rugby como yo, lo único que quiere ver el campo es lo mejor de los mejor”.

Para no resultar ventajista a la hora de comparar a España con el modelo uruguayo, que ya ha priorizado la profesionalización de jugadores y técnicos y que cuenta con la inestimable ayuda de sus vecinos argentinos, se puede ver el vaso medio lleno gracias a la creación de la franquicia Peñarol donde juegan la mayoría de sus internacionales. Este año ha ganado incluso la Liga Profesional de Rugby en Sudamérica y, además, Felipe Etcheberry fue declarado mejor jugador del torneo. También, si se quiere, se puede ver el vaso medio vacío porque la misma España que quedó fuera del Mundial logró vencer a los Teros en el Estadio Charrúa de Montevideo hace tres años (22-41). De aquel equipo solo repitieron en el XV inicial frente a Francia disputado hace unos pocos días cinco jugadores: Aliaga, Ardao, Civetta, Etcheverry y Freitas. Tampoco hay que olvidar que hace solo tres meses el equipo M20 de España dio buena cuenta de los uruguayos en la final del Mundial Trophy (39-32).

Lo que es incuestionable es que cuando a España le ha tocado jugársela, los técnicos han demostrado poca o muy poca confianza en el producto nacional. El exseleccionador Santiago Santos no dudó hace tan solo un año en alinear a diez jugadores nacidos fuera de nuestras fronteras cuando se enfrentó a Rusia de cara a obtener plaza en la cita mundialista de París. A este grupo habría que sumar los otros cuatro que salieron en la segunda parte. Otro dato: de los cinco españoles de la alineación titular solo dos jugaban en la liga española. Pasado año y medio, el ahora seleccionador interino Miguel Velasco volvió a poner sobre el césped del Civitas Metropolitano frente a los Pumas argentinos una alineación en la que dos tercios de los jugadores eran foráneos.

Foto: Francia, ante la gran oportunidad de su vida. (EFE/EPA/Christophe Petit Tesson)

La decisión, aún por tomar

De momento, a la espera de que tome las riendas Pablo Bouza la cosa no ha cambiado prácticamente nada. Cuando el desánimo de los jugadores se hizo más patente fue a raíz de que muchos de ellos rechazaran sotto voce acudir a la selección en los partidos disputados el pasado invierno en la final de la Rugby Europe Championship que, para más inri, se celebraba en España. Dos dolorosas derrotas seguidas ante Portugal (27-10) y Rumanía (25-31) hundieron al XV del León al puesto vigésimo del ranking de World Rugby. Y ahí siguen. Habrá que esperar a ver la primera convocatoria de Bouza de cara a los compromisos que los españoles tienen este otoño. El papel de Bouza con la selección de Uruguay en este mundial, donde actúa como entrenador asistente, permite concebir esperanzas de su apuesta a corto y medio plazo por los jóvenes si los resultados no le hacen cambiar de opinión. La impaciencia y las presiones externas podrían ser su peor enemigo a la hora de decantarse por volver a estrategias cortoplacistas y resultadistas del pasado que solo sirvieron para enmascarar el verdadero nivel del rugby español.

Respecto al futuro de la selección y de la competición doméstica, el presidente de la RFER, Juan Carlos Martín, Hansen, se mostró contundente en una entrevista concedida hace dos meses a El Confidencial a la hora de afirmar que el modelo actual "no es sostenible". Con el objetivo de dar pasos adelante, todo pasaría a partir de ahora por "alimentar" la posibilidad de que los jugadores jóvenes formados en estructuras española lleguen al máximo nivel. Y si eso ocurre sin que salgan de nuestro país para ingresar en las academias de equipos franceses o ingleses, miel sobre hojuelas. Sería como la pescadilla que se muerde la cosa, porque si los jóvenes ven que tienen posibilidades de crecer y competir aquí con la élite el éxodo se frenaría en seco. "A diez años vista, dando pasos lógicos, podemos tener una liga profesional que sea competitiva. No una con pies de barro como la de ahora", aventuraba Hansen.

Ver desde el televisor de casa la Copa del Mundo de rugby y lamentar de nuevo que España se quedara fuera por las trampas de unos y la desidia de otros vuelve a hacerse insoportable estos días. Lo increíble es que pasado el tiempo nadie ha entonado el mea culpa. Las prisas y las mentiras para que un par de jugadores foráneos como Gavin van den Berg o Kawa Leauma pudieran ser seleccionables de la noche a la mañana acarrearon un descrédito al rugby español que aún lame sus heridas. Los nuevos dirigentes de la Real Federación Española de Rugby (RFER) apuestan sin ambages por profesionalizar la liga española y españolizar la selección sin renunciar a jugadores que, cumpliendo a rajatabla las nuevas normas de elegibilidad, puedan ayudar a elevar el nivel del rugby patrio. Eso sí, sin repetir una alineación con porcentajes del 70 y hasta el 80% de jugadores nacidos fuera de España.

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