Claudia Peña o la muestra de que cuando se tiene paciencia con la cantera, la cosa fluye
El rugby siempre ha estado muy presente en la vida de Claudia Peña. La joven jugadora del AVR Barcelona y de la Selección Española, charla con El Confidencial sobre su trayectoria y aficiones
Claudia Peña (Barcelona, 2004) parece tocada por una varita mágica. Desde que empezó en el rugby, como ella misma dice "siendo muy chiquitilla", su carrera ha sido vertiginosa tanto en su actual club, el AVR Barcelona, como en la selección. Debutó con el XV el 26 de febrero de 2022 en Madrid frente a Rusia con 17 años y cuatro meses pocas horas después de que Vladimir Putin comenzara su enloquecida guerra contra Ucrania. En enero de este año consiguió estrenarse también en Dubai con el equipo del seven. El reconocimiento internacional le llegó en tiempo récord. Lo consiguió recién cumplidos los 18 años después de disputar el pasado mes de mayo los cinco partidos las World Series en Toulouse donde le incluyeron en el dream team. Allí aparecía su nombre junto al de otros mitos como el de la neozelandesa Portia Woodman, que en su día fue reconocida como la mejor jugadora del mundo, la irlandesa Lucy Mullhall o la canadiense Sabrina Poulin. Sus datos en Francia están ahí: 22 carreras, dos roturas de defensa y ocho placajes.
Siempre con el viento a favor, la mala suerte le era esquiva. Hasta que llegó el fatídico partido disputado en Cracovia hace un mes frente a la República Checa, que no jugó por estar lesionada, y que privó a España de estar en los próximos Juegos Olímpicos de París. Hay quien ahora se tirará de los pelos después de ver que un par de semanas después, y ante el mismo rival, Las Leonas se impusieron por un holgado 32-7. "Lo que allí ocurrió fue una mezcla de varias cosas, incluido un exceso de confianza por nuestra parte", admite. Y es que no es fácil ver cómo se esfuma el sueño olímpico, más aún cuando se tiene que presenciar el partido desde la grada. "La presión y los nervios también influyeron lo suyo", añade. El caso es que poco a poco el partido se fue complicando "y al final ya no lo pudimos solucionar".
Con 18 años recién cumplidos, seguro que a Claudia Peña le llegarán más oportunidades de acudir a unos Juegos Olímpicos. Una inflamación del acromio y el desplazamiento de sus ligamentos a raíz de su participación en las World Series de Toulouse le apartaron de la convocatoria. Eso no le impidió viajar a Cracovia "en busca de un sueño que todas perseguíamos". La jugadora catalana todavía está convencida de que España formaba un grupo humano "muy bueno" con el potencial y las herramientas suficientes para vencer a las checas. "Habíamos trabajado mucho durante toda la temporada, y más aún en estos tres últimos meses", se lamenta sin ocultar un elevado grado de frustración. Y no solo por ella, sino también "por esas jugadoras con una larga trayectoria para quienes, a lo mejor, era su última oportunidad de ir a unas olimpiadas".
Su pasión por el rugby no es fruto de la causalidad. Su padre, Francisco Peña, fue jugador y es el actual presidente de la sección de rugby del FC Barcelona. Después de haber flirteado con el fútbol años atrás, su hermano también es jugador en el equipo de División de Honor del mismo club. En el colegio trató de contagiar a sus amigas su afición sin mucho éxito. "Es que hace unos años era un deporte muy poco común". Convencida de que podría hacer cambiar de opinión a alguna de sus amigas, no era raro que acudiera al colegio con el balón bajo el brazo. "Lo intenté contándoles batallitas y durante las jornadas de puertas abiertas que había para enseñar lo que era el rugby". Su insistencia tuvo un fruto perecedero. "A alguna ya le lié para ir a entrenar, pero al final no se quedó ninguna".
Desde que obtuvo su primera licencia federativa, Claudia Peña siempre ha vestido la camiseta blaugrana. Poco a poco, esta joven que se confiesa una "entusiasta" del rugby y "siempre con ganas de aprender", ha pasado por todas las categorías del club. Siendo aún juvenil, hace dos años vivió el ascenso de su equipo a División de Honor B y en solo una temporada ha conseguido llegar a la élite. Ambiciosa y competitiva, su siguiente objetivo era jugar con Las Leonas. Tal vez la llamada le llegó algo pronto. Apenas tenía 17 años edad, si bien las personas que le conocen afirman que es una jugadora "muy madura" para su edad.
Un día el entonces seleccionador, José Antonio Barrio, Yunque, telefoneó a sus padres para comunicarles que quería contar con su hija para los dos partidos que iba a disputar España frente a Países Bajos y Rusia. Ambos encuentros, al final, sirvieron al combinado español para reeditar su título de campeonas de Europa. Aquella llamada pilló a Claudia Peña en época de exámenes de segundo de bachillerato. Le había costado sacar adelante el primer trimestre y tenía ante sí el reto de aprobarlo todo "como fuera". Fue duro y tuvo que apretar de lo lindo. De lo contrario, su sueño de convertirse en Leona se le hubiera escurrido entre las manos. El peor momento lo vivió cuando ella misma decidió rehusar a disputar el primer encuentro porque en su colegio se negaron a aplazarle los exámenes. Todavía se lamenta de aquella falta de flexibilidad. "La gestión en algunos centros con alumnos de alto rendimiento no es muy buena que digamos", espeta.
Claudia no se rindió. Tampoco el seleccionador. De aquel primer "lo siento mucho, pero no puedo ir porque tengo que priorizar mis estudios de bachillerato", se pasó a un segundo intento una vez concluidos sus exámenes. "Yunque insistió mucho para que fuera y yo supercontenta de que lo hiciera". La catalana debió convencer al seleccionador en los entrenamientos porque ante Rusia le puso de titular. De aquel partido recuerda la incertidumbre del día anterior porque no sabían si las rusas iban a jugar debido al conflicto bélico orquestado por Putin. Finalmente, las rivales saltaron al campo un tanto desorientadas. "Querían jugar", recuerda Peña. Con ausencia de su himno y sin que ondeara su bandera, el partido resultó un tanto monótono, si bien para las españolas era especial "porque ese día se retiraban Yunque y nuestra jugadora Patricia García". Cuentan algunas jugadoras que en el vestuario hubo más de una lagrimilla.
El rugby es una parte esencial en la vida de Claudia Peña "porque desde pequeñita forma parte de mi entorno familiar y del de mis amigos y conocidos", pero tiene otras aficiones como la música. "Desde primaria hasta la ESO tocaba el piano", afirma. Incluso daba algún que otro concierto en las fiestas organizadas por la academia. Quería enseñar a sus padres cómo había aprendido a desplegar sus dedos a toda velocidad por las teclas del piano. Para escuchar música dice que no tiene filtros. "Todo depende de mi estado de ánimo", señala esta estudiante que acaba de terminar el primer curso de Psicología. Eso sí, parece que se decanta más por la oscarizada Adele. No por su canción Skyfall que fue la banda sonora de una película de James Bond, sino por Someone like you, tal vez su canción más conocida. No tiene mal gusto, porque la artista británica fue reconocida como la mejor cantante del siglo XXI por la prestigiosa revista Rolling Stones. "En realidad escucho de todo", reitera. De hecho, en su cuenta de Spotify tiene 40 listas de canciones que le sirven para que las concentraciones con la Selección sean más llevaderas.
También practicó algo de natación y de hockey antes de dedicarse en exclusiva al rugby. Le era imposible olvidarse del balón ovalado. En su casa era como una parte más del decorado. Lo de quedarse al final de los entrenamientos que dirigía su padre para competir de tú a tú con los chicos le ayudó a forjar su carácter ambicioso y de competidora nata. En cierta ocasión, siendo una adolescente, le pidió permiso a su padre para disputar un partido con gente de una categoría superior. La respuesta que le dio fue de manual para que en casa no le cayera ninguna bronca. "Eso, pregúntaselo a tu madre", le contestó. ¿Y qué hizo la madre? Es de suponer que la insistencia de la niña hizo que no le pusiera ningún reparo.
La lesión que le tiene apartada desde hace unos meses le tiene pegada a la televisión más de lo normal. Está viendo la serie Chicago Med, "que me ha enganchado un montón", y otras que le han fascinado con la española La casa de papel y, sobre todo, Atípico, que versa sobre la vida de un niño autista. Como a la mayoría de la gente de su edad, a Claudia Peña le gusta viajar. El rugby le ha dado la oportunidad de conocer países como Nueva Zelanda "que no me esperaba que fuera tan chulo como lo imaginaba", Australia, Dubai o Sudáfrica. "Estuvimos en agosto del año pasado tres semanas concentradas en Johannesburgo y tuve la oportunidad de convivir con bastante gente. Nos explicaron que allí no se vivía tan bien como algunos podían llegar a creer, había mucha delincuencia y el racismo todavía se dejaba ver en el día a día".
Por Europa, además de Polonia y Francia, también ha podido visitar Escocia en un viaje un tanto accidentado para ella. En el aeropuerto se dio cuenta de que no llevaba encima la autorización obligatoria para que los menores de edad puedan viajar en avión. Lo primero que hizo fue comentárselo al entrenador. La solución que idearon entre ambos y varias personas de la expedición fue mezclarla en la fila entre las jugadoras más veteranas, a ver si colaba y nadie reparaba en una joven de 17 años. Antes, miraron la cara de todos los empleados del aeropuerto para tratar de adivinar si alguno tenía más pinta que otro de ser indulgente. Tuvo suerte porque nadie le reclamó nada. Otra cosa es lo que ocurrió nada más llegar a suelo escocés. Acababa de fallecer la reina Isabel a los 96 años y el test match se suspendió.
Claudia Peña (Barcelona, 2004) parece tocada por una varita mágica. Desde que empezó en el rugby, como ella misma dice "siendo muy chiquitilla", su carrera ha sido vertiginosa tanto en su actual club, el AVR Barcelona, como en la selección. Debutó con el XV el 26 de febrero de 2022 en Madrid frente a Rusia con 17 años y cuatro meses pocas horas después de que Vladimir Putin comenzara su enloquecida guerra contra Ucrania. En enero de este año consiguió estrenarse también en Dubai con el equipo del seven. El reconocimiento internacional le llegó en tiempo récord. Lo consiguió recién cumplidos los 18 años después de disputar el pasado mes de mayo los cinco partidos las World Series en Toulouse donde le incluyeron en el dream team. Allí aparecía su nombre junto al de otros mitos como el de la neozelandesa Portia Woodman, que en su día fue reconocida como la mejor jugadora del mundo, la irlandesa Lucy Mullhall o la canadiense Sabrina Poulin. Sus datos en Francia están ahí: 22 carreras, dos roturas de defensa y ocho placajes.
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