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Diego Costa ya sangra por el Atlético y hunde las aspiraciones de Fernando Torres
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debutó junto a vitolo y marcó con dolor

Diego Costa ya sangra por el Atlético y hunde las aspiraciones de Fernando Torres

El 'Niño' comenzó de titular un partido sin historia y anotó un gol (ilegal), sabiendo que en el segundo tiempo tendría que dejar su hueco al nuevo fichaje, que viene para apartarlo del equipo

Foto: Costa entró y a los cinco minutos marcó. (Cordon Press)
Costa entró y a los cinco minutos marcó. (Cordon Press)

Media hora de Diego Costa en Lleida y sentir que nunca se ha ido, que no ha pasado los últimos tres años y medio en Londres, disfrutando de la agradable temperatura y del excelente tiempo atmosférico de la capital inglesa y, por otro lado, marcando goles, siendo máximo anotador, ganando la Premier y enfadando a su entrenador. Todo Diego Costa condensado en treinta minutos de lo que siempre fue y nunca ha dejado ni dejará de ser. Hambriento por salir a jugar después de más de medio año parado por regresar adonde fue feliz, marcó a los cinco minutos y ya entonces volvió a sangrar por el Atlético de Madrid.

La Copa, ese despropósito de competición, sirvió para que el Atleti estrenara jugadores. Llevaba meses esperando ansioso a poder vestir de rojiblanco a Costa y Vitolo. Lo hizo hace unos días en el Wanda Metropolitano, pero sin la emoción ni la tensión de un partido oficial. Que tampoco es que lo de Lleida tuviera una historia demasiado intensa, de estas que te ponen nervioso en el cine y sales como si hubieras corrido la San Silvestre vallecana. El equipo catalán jugó un excelente partido ante un equipo europeo y perdió 0-4 para tener que viajar dentro de una semana a Madrid para, básicamente, pasear y "disfrutar de la experiencia", como si fuera un escolar que se va de viaje de estudios a la capital.

Foto: Diego Costa, durante su presentación como jugador del Atlético de Madrid. (EFE)

Diego Costa llevaba de Erasmus varios meses ya en el Cerro del Espino (así se le sigue llamando a la ciudad deportiva colchonera, por mucho que su departamento de comunicación inste de forma vehemente en que los medios nos refiramos a él por el término comercial). Iba a 'clase' y por lo demás, vivía la vida. No tenía exámenes para los que estudiar, sino que tenía una evaluación continua que se expresaba por fin a partir de enero en resultados. Los que han estado con él en este tiempo aseguraban que estaba como un toro exacerbado, excitadísimo y con unas ganas salvajes de saltar por fin al terreno de juego para defender la camiseta del Atlético. Y así sucedió, tal cual.

Ya había debutado Vitolo unos instantes antes, pero ni siquiera el estreno del canario, que sí que jugaba por primera vez con el Atleti, eclipsaba la aparición del delantero de la selección española. Salió, jugó, marcó y se llevó unos tacos clavados en la rodilla. Hasta que no hubo un plano cercano de la televisión, sus gestos de dolor y su mano en la rodilla derecha hacían pensar que había durado demasiado poco la alegría. Pero así es Costa, si no busca él la gresca, la gresca le encuentra a él de alguna manera, ya sea con un forcejeo, un codazo, un empujón o una cicatriz de tacos a la altura del ligamento interior.

placeholder Torres y Correa celebran el gol del canterano. (EFE)
Torres y Correa celebran el gol del canterano. (EFE)

Debía de perder media pierna directamente para que le sacaran del campo, con la ilusión que tenía por volver. Y ahí siguió, con una herida abierta hasta que acabó el partido y se dirigía a la zona de 'flash interview' con la televisión con derechos para dar sus primeras impresiones y, sobre todo, para calmar a la afición de que solo era el golpe, pero buena parte de la grada se lanzó al campo ansiosa por conseguir acercarse a sus ídolos rojiblancos, aunque a los que teóricamente animaban eran a los que vestían la zamarra ilerdense.

Marcó Diego Costa y lo celebró con rabia, un gesto de liberación. Sus compañeros le abrazaron y al momento se preocuparon de su estado. En el banquillo, en cambio, estaba Fernando Torres, impasible, inalterado su ademán por la consecución de un tanto de su compañero. Se fue antes cabizbajo del campo, dejó su sitio a Griezmann en el cambio, pero en posición se lo dejaba al de Lagarto. Torres había marcado el 0-2 pasada la media hora, poco después del tanto de Godín de cabeza que abría el marcador. Fue una gran jugada asociativa que remató en posición de fuera de juego. Lo celebró igualmente, porque valió al fin y al cabo.

Pero sabía que su destino era el banquillo, tanto este miércoles como el resto de la temporada. Puede que incluso la grada o hasta otro club. Vietto ha sido la primera víctima del aterrizaje de Vitolo y Diego Costa, pero otro debe salir. Todos los ojos apuntan a Torres, máximo goleador del Atlético en Copa con tres tantos. Con Costa descansado, Griezmann recuperando su tono (marcó el 0-4 de falta directa aprovechando el rebote en la barrera) y Vitolo también en forma tras seis meses de letargo en Gran Canaria, las rotaciones no serán tan necesarias. Y para eso ya están Gameiro, Correa y Carrasco...

Ficha técnica

0 - Lleida: Oliveros; Aitor Núñez, Marc Trilles, Eneko Satrústegui, Musa Bandeh; Manu Molina (Jorge Félix, m. 63), Valiente, Moustapha, Fernando Pumar (Javi López, min. 63); Iván Agudo (Jordi Martínez, m. 70) y Bojan Radulovic.

4 - Atlético de Madrid: Moyá; Juanfran, Giménez, Godín, Lucas; Correa (Diego Costa, m. 64), Saúl, Augusto, Carrasco (Vitolo, m. 59); Torres (Griezmann, m. 64) y Gameiro.

Goles: 0-1, m. 32: Godín cabecea un saque de falta de Carrasco. 0-2, m. 37: Torres remata en plancha un pase de Gameiro. 0-3, m. 69: Diego Costa remata desde el suelo un centro raso de Juanfran. 0-4, m. 92: Griezmann, de falta directa que rebota en un defensor.

Árbitro: De Burgos Bengoetxea (Comité Vasco). Amonestó al local Diego Rivas (m. 80) y expulsó por doble cartulina amarilla a Marc Trilles (minutos 68 y 92).

Incidencias: partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio Camp d'Esports de Lleida ante 12.513 espectadores. 

Media hora de Diego Costa en Lleida y sentir que nunca se ha ido, que no ha pasado los últimos tres años y medio en Londres, disfrutando de la agradable temperatura y del excelente tiempo atmosférico de la capital inglesa y, por otro lado, marcando goles, siendo máximo anotador, ganando la Premier y enfadando a su entrenador. Todo Diego Costa condensado en treinta minutos de lo que siempre fue y nunca ha dejado ni dejará de ser. Hambriento por salir a jugar después de más de medio año parado por regresar adonde fue feliz, marcó a los cinco minutos y ya entonces volvió a sangrar por el Atlético de Madrid.

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