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El Real Madrid padece una tortura contra el Leipzig por el plan miedoso de Ancelotti (1-1)
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El Real Madrid padece una tortura contra el Leipzig por el plan miedoso de Ancelotti (1-1)

El Real Madrid pasa a los cuartos de final tras sufrir contra el Leipzig por un experimento fallido en el once de Ancelotti. Vinícius marcó el gol y el equipo cayó en el descontrol

Foto: Vinícius celebra el gol al Leipzig. (Reuters/Violeta Santos Moura)
Vinícius celebra el gol al Leipzig. (Reuters/Violeta Santos Moura)

El Real Madrid sufrió un suplicio para eliminar al Leipzig y clasificarse para los cuartos de final de la Champions. El empate es lo mejor de un partido mal planteado por Ancelotti en la primera parte y unos jugadores que entraron al campo con demasiado respeto. Cayeron en el descontrol y la impotencia de no hacer fluir su juego y no poder contener al equipo alemán.

El Real Madrid dio síntomas de equipo pequeño por el experimento fallido de Ancelotti ante un buen Leipizig, que jugó con más seguridad y atrevimiento, pero le faltó puntería. Se adelantó con el gol de Vinícius en una cabalgada de Bellingham, acabó el partido angustiado tras el empate del equipo alemán en una jugada mal defendida y un disparo al larguero de Dani Olmo en el descuento. Salvó una noche peligrosa.

Ancelotti imaginó que la mejor estrategia para minimizar al Leipzig era abrochar el equipo con un cinturón de seguridad en el centro del campo. Puso de inicio a cinco centrocampistas: Tchouaméni, Kroos, Camavinga, Fede Valverde y Bellingham. Con Vinícius como único delantero. El plan, según el italiano, era un 4-3-3. El Real Madrid no tuvo profundidad en la primera parte porque lo que realmente estaba en la cabeza del entrenador y de los jugadores era contener las transiciones del equipo alemán. Salió con miedo y se fue al descanso con pánico.

La estructura del Real Madrid era un experimento de muchos centrocampistas a los que le costó darle fluidez al juego, romper las líneas de un Leipzig ordenado y bien trabajado para ser sólido en bloque medio y montar la acción de contraataque. El Madrid, con el gol a favor de la ida, priorizó no recibir un gol y cayó en la especulación. Jugó con el 0-1 de la ida, se vio en la alineación y en la inseguridad de los jugadores. Les pesaba el balón y encontraron demasiados problemas para pisar el área rival.

placeholder Rüdiger se tira para intentar tapar un balón de Dani Olmo. (EFE/Ballesteros)
Rüdiger se tira para intentar tapar un balón de Dani Olmo. (EFE/Ballesteros)

Dominio estéril y juego lento, sin ritmo y empalagoso de los de Ancelotti. Esta es la fotografía del Real Madrid en el primer tiempo que acabó con dos ocasiones de peligro del Leipizig. Un disparo de Xavi Simons que despejó Lunin y otro de Openda que salió ajustado al poste y provocó los pitos del Bernabéu. Un aviso del público al equipo en el día que se celebraba el aniversario de los 122 años de historia del club.

El Real Madrid se fue al descanso sin disparar a la portería del Leipzig. Con un remate alto de Vinicíus y dos llegadas tímidas de Fede Valverde y Bellingham. Un reflejo del atasco que tenía el juego del equipo y el miedo a que el Leipizig, bien movido por Dani Olmo, les sorprendiera con una transición que tanto miedo le daba a Ancelotti.

Vinícius se jugó la expulsión

El partido pedía un cambio de guion para sacar al Real Madrid del atasco, darle verticalidad y desborde al juego. Ancelotti rompió el experimento y recuperó el sentido común. La segunda parte la inició Rodrygo. Camavinga, apercibido de sanción, fue el sacrificado y se acabó el plan de blindaje en el centro del campo para tener un equipo más afilado.

La segunda parte empezó con susto por una mala salida de Lunin, innecesaria para intentar robar un balón a Openda. El portero ucraniano se complicó, Nacho le encimó y la jugada acabó con la reacción de Lunin llegando a por el balón. El Leipizig entró con más agresividad y determinación. El Madrid necesitaba agitación y llegó con un robo de balón de Rodrygo que fue frenado por un agarrón en la esquina del área. Rodrygo, que ha vuelto a caer en la irregularidad, necesitaba reivindicarse y salió con rabia. Metió una marcha más, despertó el ataque del equipo y fue el autor del primer disparo a portería.

Los nervios del Real Madrid, lo incómodo del partido, desembocaron en un empujón de Vinícius a Orbán que acabó en una tarjeta amarilla. El brasileño se jugó la expulsión con una reacción en caliente, incomprensible y subido de revoluciones. La tensión de Vinícius era la del equipo, acelerado, impreciso y nervioso, con un rival bien plantado que conseguía amenazar a Lunin.

El Real Madrid sacó el carácter. Es el mejor salvavidas que tiene este equipo para cambiar la mala dinámica. De esta manera llegó el gol de Vinícius en una acción de contraataque que empezó en un robo de Kroos en su área, un pase largo a Bellingham y la carrera del inglés y el brasileño. Vinícius rompió por dentro del área, recibió el balón y fusiló a Gulacsi. La alegría duró un par de minutos. El Leipizig empató con un gol de cabeza de Orbán en una mala acción defensiva. Falló Carvajal en el despeje y Nacho no ganó el duelo en el remate.

El partido entró en un correcalles. El Real Madrid consiguió darle profundidad al juego, se descosió y sufrió demasiado atrás. Un partido descontrolado y una sensación de pánico en cada llegada del Leipzig con bronca del Bernabéu. Ancelotti sacó del campo a Kroos para meter a Modric tras recibir el alemán una tarjeta amarilla para frenar un contragolpe. El Madrid, sin Bellingham en los últimos minutos, acabó pidiendo la hora. Ancelotti jugó con fuego, cumple con el objetivo, pero tiene mucho que mejorar en un sorteo que ya tiene el morbo de un posible enfrentamiento contra el PSG de Luis Enrique y Mbappé.

El Real Madrid sufrió un suplicio para eliminar al Leipzig y clasificarse para los cuartos de final de la Champions. El empate es lo mejor de un partido mal planteado por Ancelotti en la primera parte y unos jugadores que entraron al campo con demasiado respeto. Cayeron en el descontrol y la impotencia de no hacer fluir su juego y no poder contener al equipo alemán.

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