El júbilo de Jennifer Hermoso: se hace justicia con la fiesta, la alegría y la paz que le robaron
Jenni Hermoso se dedica a sí misma el título de la Liga de Naciones. Necesitaba más que nadie sentirse futbolista y vivir una celebración pura que no tuvo con el éxito del Mundial
El triunfo de España en la Liga de Naciones tiene más valor de lo que parece. Es un éxito que sitúa a la Selección femenina como una potencia y un grupo de futbolistas que hay que admirar por su estilo de juego competitivo y vistoso y su lucha por la igualdad. Una victoria de equipo, colectiva, pero también individual para Jenni Hermoso. El fútbol le debía una alegría pura a la madrileña. Su júbilo, la exaltación por la victoria, fue lo más valioso. Hizo todo porque se la viera exultante de felicidad. Sirve para borrar de su cabeza las insatisfacciones.
Si había alguien que necesitaba y se merecía ganar la Liga de Naciones, esa persona es Jennifer Hermoso. El triunfo brillante contra Francia en La Cartuja, con la jerarquía que jugó Jenni en el centro del campo, haciendo fluir el juego con su elegante zurda, libera a la Jennifer Hermoso futbolista y persona.
El foco estaba puesto, antes y después de la final, en una jugadora que necesita olvidar los episodios extradeportivos del caso Rubiales. Los seis meses que han pasado desde la final del Mundial y el beso no consentido hasta el título en Sevilla han sido duros para la madrileña. Pero lo que no te mata, te hace más fuerte y Jenni es más sólida y, como reconoce, más feliz.
Jennifer Hermoso es la exaltación de la alegría y lo quiso pregonar a los cuatro vientos. El título se lo dedica a sí misma. Su moral necesitaba reforzarse con un triunfo incontestable, sin polémicas extradeportivas y a lo grande. La fiesta del Mundial se la chafaron. A todas las jugadoras, pero en particular a Jenni Hermoso. Quedó ensombrecida por la crisis de la Federación, las reivindicaciones de las jugadoras y la judicialización del caso.
Jenni sufrió con las críticas que le señalaban por la utilización política y el aprovechamiento que se hizo de su persona. En lo deportivo le pasó factura. Sufrió las consecuencias y se quedó fuera de los primeros planes de Montse Tomé con el argumento de que había que protegerla.
Jennifer Hermoso tiene algo especial, además de su fútbol. Es su sonrisa y en los momentos duros no la llegó a perder. Aunque fuera amarga. Pero la de ahora es diferente, reparadora, plena y justa. Lo ha pasado muy mal, ha vivido un proceso largo y duro, y necesitaba ganar la Liga de Naciones.
"Ahora mismo vivo en paz y esta victoria me la voy a dedicar a mí misma. Me la merezco", dijo en la Ser. Es el desahogo y grito de felicidad de la futbolista y persona que consigue su doble objetivo. Ganar y olvidar para volver a disfrutar lo que le quitaron. Es el triunfo personal de una campeona que promete más títulos y ve a España capacitada para seguir en esta dinámica ganadora en los Juegos Olímpicos de París.
El fútbol y la vida le debían una alegría a Jenni Hermoso y se ha hecho justicia con la jugadora que perdió el foco deportivo por el escándalo del caso Rubiales. Es el carpe diem de Jenni. "No pienso en la gente que me quiere seguir haciendo daño", comenta para olvidar y centrarse en vivir el bonito presente.
El triunfo de España en la Liga de Naciones tiene más valor de lo que parece. Es un éxito que sitúa a la Selección femenina como una potencia y un grupo de futbolistas que hay que admirar por su estilo de juego competitivo y vistoso y su lucha por la igualdad. Una victoria de equipo, colectiva, pero también individual para Jenni Hermoso. El fútbol le debía una alegría pura a la madrileña. Su júbilo, la exaltación por la victoria, fue lo más valioso. Hizo todo porque se la viera exultante de felicidad. Sirve para borrar de su cabeza las insatisfacciones.
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