España tiene un proyecto ganador sin importar quién lo dirija: "Ahora, a por los Juegos"

España ha sumado otro éxito más, la Nations League, que confirma su hegemonía actual en el fútbol femenino. Ganó a Francia, porque fue mejor, sin necesidad de imaginar otros escenarios. La Selección fue superior por sus individualidades y su conjunto. Valdano dijo que "el fútbol es un estado de ánimo", pero este equipo se empeña en refutar el argumento. A pesar de todas las vicisitudes vividas, están mejor que nunca.

Los campeones son aquellos que, en cierta medida, dan el presente por amortizado y miran hacia el futuro. Así se entiende el estatus de Aitana Bonmatí en el fútbol femenino. Lejos de detenerse en este logro, ya mira hacia París: "Ahora a por los Juegos Olímpicos. Estoy contenta por sumar un título más. Qué más se puede pedir. Es increíble lo que hemos conseguido. No tengo palabras y seguimos con una ambición tremenda. A pesar de todos los baches, aquí estamos: levantando otra copa", explicó en TVE.

Nunca está de más recordar que este equipo fue campeón del mundo hace seis meses, aunque, lamentablemente, aquella celebración quedara empañada por el comportamiento de Luis Rubiales. Ni la llegada de Montse Tomé en detrimento de Jorge Vilda ha cambiado nada de esta Selección. El cambio, en parte, se parece al que hubo entre Luis Aragonés y Vicente del Bosque. España gana porque tiene una gran generación y un excelso grupo. Ambas cosas no siempre van de la mano.

"Hemos estado imprecisas con el balón, hemos casi anulado a Francia y hemos sido eficaces. Ganamos el Mundial y ahora, la Nations League. Hemos llegado para quedarnos y queremos conseguir más títulos. Marca la diferencia jugar partidos así en casa. Ojalá se lo haya pasado bien la afición", resumió Mariona.

Un nivel sublime

La ambición es la que define a las leyendas, y esta Selección tiene muchas ganas de convertirse en una. No rehúyen el choque porque saben que son capaces de competir frente a cualquier rival. Si Inglaterra era el monstruo en el Mundial, las rivales deben ver ahora a España como gigantes y no como molinos. Es una versión quijotesca del fútbol: juegan como escribía Miguel de Cervantes.

Ganar implica, en ocasiones, demérito del rival por fallar ocasiones y facilitar la tarea ofensiva con una nula defensa. No es que Francia no mostrara resistencia, fue España la que justificó con un sobresaliente en ambos apartados su condición de campeonas del mundo. Por ahora el globo terráqueo está rendido a sus pies.

El protagonismo de Aitana

Aitana Bonmatí, por su parte, no solo fue rotunda en los micrófonos. En el césped no solo se encargó de inaugurar el marcador, fue la autora de un recital extraordinaria en el centro del campo. Ante la falta de Alexia Putellas, alguien tenía que dar un paso al frente. La catalana se ha encargado de disipar todas las dudas. Con ella se puede soñar con los Juegos. Y con cualquier título.