Por qué Guardiola no dejará el Manchester City para volver al Barça mientras siga Laporta

"Estoy encantado de seguir en el Manchester City. Estoy contento y cómodo aquí. Tengo todo lo que necesito para hacer mi trabajo de la mejor forma posible. Sé que el próximo capítulo de este club será increíble en la próxima década. No puedo estar en un sitio mejor". Con estas palabras explicó Pep Guardiola a finales de noviembre de 2022 su renovación hasta junio de 2025 por el conjunto inglés.

Solo una semana después, ya en Cataluña y preguntado por una posible vuelta al Barcelona, Guardiola contestó: "¿El Barça? Si un día nos tenemos que reencontrar, nos reencontraremos. Si fuera imprescindible, volvería, pero no es el caso. Me fui y el Barça ha seguido ganando". El técnico catalán sigue siendo socio del Barcelona, compró una mansión de lujo en 2021, es toda una leyenda en la Ciudad Condal y, por supuesto, el cerebro del mejor Barça de la historia.

Y no solo eso. Cada vez que puede, Guardiola alaba el trabajo de la junta directiva de Joan Laporta, cataloga su desempeño de "esfuerzo titánico" y hasta respalda a los diferentes técnicos azulgranas cuando están en situaciones comprometidas, ya fuese Ronald Koeman o Xavi Hernández. Además, Pep ya lo ha ganado todo con el Manchester City, incluso esa Champions League que tanto se le resistía, y podría irse con la sensación de haber conseguido la gran obsesión de Abu Dabi.

Laporta ya contactó con Guardiola... sin éxito

La dimisión en diferido de Xavi Hernández ha abierto la puerta a que el Barça explore el mercado en busca de un técnico con unas características muy concretas. Según el nuevo director deportivo azulgrana—alumno aventajado de Jorge Mendes y pieza esencial en la caída de Xavi Hernández—, Deco, el nuevo entrenador "deberá ser alguien capaz de adaptarse a las necesidades del club y que confíe en los jóvenes que crecen".

Además, el nuevo técnico deberá entender "que no podremos hacer grandes fichajes. Un entrenador que sepa lo que es el Barça y entienda nuestra realidad actual. En La Masia hay que confiar siempre y estamos limitados por el fair play financiero", tal y como afirmó Deco en TV3. En otras palabras, las ventas de jugadores importantes están sobre la mesa y sin ellas, fichar será una quimera. Sin embargo, Guardiola no aparece en las quinielas para volver al Barcelona. Extraño.

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Él mismo ha manifestado en diversas ocasiones que nunca volverá a entrenar al equipo. "Como entrenador se ha acabado, porque no soy el mismo, ni su mirada hacia mí es la misma", dijo en TV3 en 2018. Dos años después, cuando Laporta tanteó su fichaje para las elecciones al Barça, Guardiola contestó. "Mi etapa como entrenador del Barça se ha terminado. Hay cosas que hay que hacerlas una vez en la vida. Regresaré a mi ciudad para ver al equipo, para disfrutar del club, pero nada más".

Deco, un personaje tóxico

El catalán era el entrenador preferido de Laporta para esta segunda etapa y Jan recelaba de Xavi, al que le faltaba experiencia en su opinión. Sin embargo, por entonces el Barça tenía un conjunto de ejecutivos con experiencia, conocimientos y liderazgo como Ferran Reverter (CEO), Mateu Alemany o Jordi Cruyff, con los que Xavi también tenía mejor feeling que con Deco.

Al final, los perfiles profesionales del FC Barcelona terminaron arrinconados frente al clan que hundió al Reus, la figura omnipotente de Laporta y los amigos y familiares que copan el club. Las salidas de Mateu Alemany y Jordi Cruyff, espoleados por el desembarco de Deco, desautorizaron a Xavi Hernández.

El luso, al que Guardiola consideraba tóxico en la primera etapa de Laporta, formaba parte del conocido como el Club de la Caipirinha, conformado por Deco, Ronaldinho, Maxi López y Thiago Motta. Cabe recordar, además, que Guardiola enseñó la puerta de salida del club al portugués a la primera de cambio. El luso, preguntado hace poco sobre Pep, dijo: "Él no inventó nada. Su llegada no fue una gran revolución".

Al dinero infinito del Manchester City y los más de 100 cargos por supuestas regularidades financieras habría que sumar una menor presión mediática y pública, una estructura mucho más profesionalizada con directivos de élite y un entrenador protegido al que le dan todo lo que pide. En el Barça, no tendría nada.