El posrubialismo se quita la careta: la guerra sucia para ahogar la rebelión de las futbolistas

La actuación de la Real Federación Española de Fútbol en la crisis del fútbol femenino, resumida en tres actos (simplificados): primero, asegurar que las futbolistas se encontrarían con un "entorno seguro" dentro de la concentración. Después, ignorar la petición de las jugadoras de no ser convocadas para los partidos ante Suecia y Suiza pertenecientes a la Liga de Naciones. Por último, obligar a las deportistas a acudir a la convocatoria en mitad de un caos organizativo de época. Desplazamientos cambiados a última hora, medidas de seguridad insuficientes ante la expectación que generaba la presencia de las futbolistas, un traslado de sede a Oliva (Valencia) con el objetivo de desviar la atención mediática que se generaría en Las Rozas...

La gélida mirada de las jugadoras a su llegada lo resumía todo. No había alegría por lucir la primera estrella en el pecho, conseguida hace apenas un mes en Sídney, solo impotencia y furia. No querían estar ahí y su presencia tenía una única explicación, la de evitar una sanción federativa que, aplicando la Ley del Deporte, podría dañar seriamente su carrera deportiva.

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La marcha de Luis Rubiales, 21 días después del beso no consentido a Jennifer Hermoso en la celebración del Mundial de Australia y Nueva Zelanda, fue celebrada como un paso histórico en la reivindicación del deporte femenino. Pero aquel "se acabó" ha pasado a ser un acabándose que no tiene fecha de caducidad. Poco ha tardado el posrubialismo en quitarse la careta, la estrategia de la crisis ha recordado (y calcado por momentos) los métodos empleados por Rubiales y su equipo —el mismo que sigue integrando la Federación, por otra parte— en el conflicto con las 15 amotinadas.

Divide y vencerás para aumentar la presión social y conseguir que todo el peso recaiga sobre las jugadoras de fútbol. Así ganó la Federación el relato a las amotinadas en el pasado conflicto, aunque el tiempo acabase por dar la razón a las 13 futbolistas que se perdieron un Mundial por luchar por un cambio en el fútbol español, y que solo se vio truncado por la actuación de Rubiales que dinamitaría su presidencia. Sin el expresidente al frente, la entidad presidida en funciones por Pedro Rocha ha demostrado tener la misma mano duro en las pugnas. Complejos fuera.

El rubialismo, más vivo que nunca. Así lo escenificó Montse Tomé en su presentación como nueva seleccionadora nacional, donde ofreció su primera lista de convocadas, incluyendo a 20 futbolistas que habían hecho público su petición de no estar preparadas para ser llamadas por la Selección hasta que se llevaran a cabo los cambios necesarios en la Federación. "Son profesionales... sé que van a estar con nosotros", afirmó Tomé, vendiendo un consenso que ni se produjo ni, como sienten las futbolistas, se quiere producir por parte de la entidad.

Los rostros de tristeza también se tradujeron en indignación. Alexia Putellas, el rostro más importante del fútbol español femenino, lo dejó claro a su llegada al aeropuerto de El Prat para acudir a Valencia. "¿Proteger a Jenni de qué? Si está todo bien, ¿no?", se preguntó la jugadora del Barcelona, ironizando sobre la decisión de Tomé de no convocar a Hermoso para "proteger" a la futbolista. Otro acto que se antojaba, por pura lógica, como consensuado con Jennifer... hasta que la propia futbolista negó la mayor en un comunicado: "Las jugadoras tenemos muy claro que es otra estrategia de división y manipulación para intimidar y amenazarnos con repercusiones legales y sanciones económicas. Otra prueba indiscutible que demuestra que nada ha cambiado a día de hoy y que confirma la razón por la que estamos luchando y como lo estamos haciendo. ¿Protegerme de qué?".

El tardío enfado del CSD

Después de que el Gobierno en funciones hiciera estandarte con el caso Rubiales, incluyendo un tedioso seguimiento del TAD (Tribunal Administrativo del Deporte) para la suspensión provisional del exdirigente, el Consejo Superior del Deporte se dio una tregua con la RFEF. El propio ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, agradeció los gestos de la nueva Federación de Rocha, que se desvincularon de Rubiales al pedir públicamente su dimisión cuando este ya estaba sentenciado a nivel mediático. Casi tres semanas después, el propio Iceta aseguró que la RFEF lo estaba haciendo "muy, muy, muy, muy mal" en su gestión de la crisis.

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El ministro llegó a señalar una posible intervención del Consejo Superior de Deportes si no cambiaban las tornas: "La situación de la Federación es absolutamente provisional y debe dar paso a una situación definitiva con la elección de los organismos federativos, que debe producirse cuanto antes mejor y con cuanta más seguridad mejor. Entonces, el Gobierno lo que no va a estar es pasivo ni a la expectativa ni como espectador". Una amenaza que, de momento, solo se ha traducido en un ultimátum a Rocha: o hay salidas en la organización o se adelantarán las elecciones. La entidad mantuvo una reunión con las futbolistas a las 20:00 de este martes, donde trasladó su apoyo a la rebelión... pero les confirmó que serían sancionadas si renunciaban a la Selección. Un quiero y no puedo que recuerda a la gestión comunicativa del caos del TAD y Rubiales.

Víctor Francos, presidente del CSD, explicó su enfado horas antes en Al rojo vivo: "Hicimos el ridículo como país. Es inaceptable. Nos hemos puesto en contacto para hablar con ellas. Las jugadoras con las que he hablado estaban muy mal. Le he dicho a Rocha que estoy muy cabreado. El lunes a las dos de la tarde se me transmite que no se iba a convocar a nadie que no quisiera ser convocado...". El Gobierno ha entendido, a las malas, que el posrubialismo es, a grandes rasgos, el mismo perro con distinto collar.