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El Racing de Chamberí, el equipo macarra que acongojó al Real Madrid
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EL CLUB APACHE DEL FÚTBOL MADRILEÑO

El Racing de Chamberí, el equipo macarra que acongojó al Real Madrid

José Manuel Ruiz Blas publica 'El último gol apache', un libro que recuerda la efímera trayectoria del Racing de Madrid, un club que vio el futuro del fútbol antes que nadie

Foto: Los jugadores del Racing de Madrid. (Cedida)
Los jugadores del Racing de Madrid. (Cedida)

Hubo un tiempo, mucho antes de ser un negocio, que el fútbol se parecía a Gangs of New York. Veinte tipos que quedaban en un descampado para darle patadas a un balón, aunque a menudo terminaban dándoselas entre ellos. Ferroviarios contra banqueros, estibadores contra sufragistas o católicos contra protestantes: da igual dónde mire, el fútbol nació y creció como una versión atenuada del garrotazo en el cráneo.

Hace un siglo, la ciudad de Madrid se repartía entre cuatro equipos: el Madrid —aún no real—, surgido de la Institución Libre de Enseñanza, representaba el señorío y el elitismo intelectual; el Español, uno de los primeros clubes en formar solo con jugadores nacionales; el Atlético, hijo de los ingenieros de minas vizcaínos, y la Gimnástica, compuesta por higienistas, generación pionera de adictos al gimnasio.

En ese escenario, surgió en 1914 el Racing con una sola máxima: plantarle cara al Madrid, el club con más títulos del Campeonato Regional Centro. Lo formaron "donnadies, secundarios e incluseros" en el barrio de Chamberí. "Por entonces, Chamberí no era como lo conocemos", dice José Manuel Ruiz Blas, autor de El último gol apache (Debate), "era un barrio sin definir, con casas burguesas y populares. Chamberí era, sobre todo, un barrio castizo, como describe Carlos Arniches".

"El Racing nació, sobre todo, para ser antagonista del Madrid, el club con más títulos"

Las primeras reuniones del Racing tuvieron lugar en la calle, en el Paseo de la Castellana, a la altura de Eduardo Dato. Eran tan castizos, explica Ruiz Blas en el libro, que incluso vestían la capa tradicional madrileña. "Desde el primer momento nació con una voluntad guerrera, la de convertirse en el enemigo del Madrid. Y lo hacen con un fútbol áspero, con defensas muy leñeros. Encarnaron La Furia antes de que naciese el término en las Olimpiadas de Amberes 1920", dice el autor.

Los chamberileros, ataviados con un rojinegro luciferino, ganaron el campeonato en su temporada de debut. Lo hicieron sin estadio ni sede social, tan solo sacando un poco más de pasión por ganar que sus rivales. Quizá también algo de violencia. Incluso la prensa se sorprendió con aquel vendaval de Chamberí que estaba tomando los campos de la ciudad: "A menudo puede escucharse a sus seguidores gritar '¡Mátale, mátale!'", en referencia a un rival caído, se leía en los periódicos.

Fueron esos mismos aficionados, enfervorecidos con los nuevos héroes del barrio, los que construyeron el primer campo del Racing, en un solar vacío de la calle Hermosilla. "Aquellos primeros clubes tenían mucho apego a la zona de dónde venían, eran todo carácter. Es un sentimiento que no puede ni compararse al de los equipos actuales, que son todos de plástico, con logos que no se distinguen de los de un equipo de la NBA o la NFL", afirma Ruiz Blas.

placeholder Un cromo del Racing en los años 20. (Chocolates Amatller)
Un cromo del Racing en los años 20. (Chocolates Amatller)

La denuncia blanca

En 1917, el Racing nombró presidente a Alejandro Miró Trepat, un constructor catalán que se había hecho famoso por pavimentar la Gran Vía. "El Racing siempre fue pionero. Fue uno de los primeros en poner a un constructor al frente, algo que después se ha hecho muy habitual en el fútbol español", explica Ruiz Blas. "Pero hay que señalar que, a comienzos del XX, la relación entre los constructores y el fútbol no se percibía como algo turbio. Al contrario, que apoyasen el fútbol les generaba buena prensa, ya que se consideraba una actividad regeneradora".

Las primeras pesetas de Miró se invirtieron en un fabuloso campo, con sus tribunas y el tranvía a la puerta, en la calle General Martínez Campos. Y lo mejor de todo: fue el primero de la capital en tener césped natural. En su fortín villano, el Racing ganó su segundo campeonato y empezó a ser percibido como la némesis del Madrid. El pique saltó a la prensa, alentado por ambos presidentes, y en los derbis el clima cada vez era más bronco.

El Racing nunca se recuperó de la durísima sanción de la Federación

En plena escalada de tensión, el Madrid encontró el punto débil de su enemigo. Se enteró de que Miró Trepat estaba pagando a sus jugadores, algo prohibido en el fútbol, que se consideraba un deporte amateur, a través de algunas de sus empresas. Esta era una dinámica habitual en el fútbol catalán, de donde venía Miró Trepat, pero se consideraba una afrenta a los valores del deporte en Madrid. Los blancos denunciaron el caso ante la Federación y el Racing fue sancionado. Impuso una multa de 800 pesetas al club, descalificó a varios de sus jugadores y le quitó al club todos los puntos del campeonato. Una sentencia a muerte para una entidad tan bisoña, que no obstante seguiría luchando unos años más.

Miró Trepat dimitió y el Racing atravesó un largo desierto durante los años 20 en el que vio como el Atlético de Madrid ocupaba su rol de jefe de la oposición. No había títulos, pero el club siguió adelante por el tirón de su afición, entre los que estaba el humorista Miguel Gila, por entonces colegial, que se acercaba todas las tardes a ver los entrenamientos. En 1931, el Racing comete un error fatal: mudarse a Puente de Vallecas, donde construirá un estadio para 16.000 espectadores, justo donde ahora descansa el del Rayo. "Gastaron un millón de pesetas, que por entonces era muchísimo dinero, pero no consiguieron que sus hinchas se adaptasen. Antes Chamberí estaba mucho más lejos de Vallecas y el metro te dejaba a un kilómetro del estadio, en subida y con un camino sin asfaltar.

placeholder Escudos históricos del Racing de Madrid. (Futbolteca)
Escudos históricos del Racing de Madrid. (Futbolteca)

Sin ingresos por taquilla y con la deuda del estadio pendiente, el Racing vuelve a adelantarse a su tiempo: "Decidieron hacer una gira por América para financiar el estadio. Es una fuente de ingresos que no se había visto entonces y que tardaría décadas en hacerse normal para cualquier equipo de fútbol", dice el escritor. ¿Que qué pasó allí? De todo. Vivieron un golpe de Estado en Perú, una rebelión armada en Cuba, estuvieron por la cárcel en México y pasaron hambre en Nueva York. No puedo resumirlo más, solo diré que es una película de aventuras".

Aquí va un pequeño spoiler: el Racing desapareció antes de regresar a España. De las cinco Gangs of Madrid, solo sobrevivieron el Madrid y el Atlético, pero la combinación pudo haber sido otra: "Que Madrid y Atlético sean ahora grandes y los otros no existan es el resultado de hechos azarosos. Podemos decir que al Madrid le favoreció siempre el hecho de haber tomado el nombre de la ciudad, lo que le daba cierto halo de oficialidad, pero cualquiera podría haber prosperado. El Racing podría ser hoy el Atlético si no se hubiera peleado tanto con el Madrid en la Federación, o si Miró Trepat hubiera estado desde el principio", afirma el autor. "Pero el Racing era un equipo romántico, nunca quiso ser la sombra del Madrid. Su filosofía siempre fue la de puerta grande o enfermería".

Y salió enfermería.

Hubo un tiempo, mucho antes de ser un negocio, que el fútbol se parecía a Gangs of New York. Veinte tipos que quedaban en un descampado para darle patadas a un balón, aunque a menudo terminaban dándoselas entre ellos. Ferroviarios contra banqueros, estibadores contra sufragistas o católicos contra protestantes: da igual dónde mire, el fútbol nació y creció como una versión atenuada del garrotazo en el cráneo.

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