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Por qué Bale es ingobernable en el Real Madrid y el premio de los 9 millones de euros
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entrena a tope con gales

Por qué Bale es ingobernable en el Real Madrid y el premio de los 9 millones de euros

El galés se ha pegado un mes 'sabático' en el Real Madrid y cuando llega con su selección se ejercita con normalidad. No se perdonaría no jugar con su país las citas para estar en la Eurocopa 2020

Foto: Gareth Bale se abraza a Ben Davies durante el entrenamiento con la seleción de Gales. (Reuters)
Gareth Bale se abraza a Ben Davies durante el entrenamiento con la seleción de Gales. (Reuters)

Gareth Bale se gobierna a sí mismo desde que regresó Zidane en el mes de marzo. Juega cuando no tiene dolor, decide cuándo y cómo entrena, no permite que se facilite un parte médico de su última lesión, viaja a Londres para hacerse una revisión y abandona el Bernabéu después del minuto 80 para no incumplir el reglamento de régimen interno. No hay nada sancionable, con el código disciplinario en la mano, en Bale. Pero sí reprochable. Bale se recupera con el Real Madrid para jugar con Gales. Para él y su selección son vitales los partidos contra Azerbaiyán y Hungría con el objetivo de lograr la clasificación para la Eurocopa 2020. Con el compromiso de Bale hay más posibilidades de no fallar. Lograrlo significa una cantidad fija de 9 millones de euros por participar en la fase final (la UEFA repartirá 371 millones y el campeón se llevará 34). El premio económico no debería ser el principal motivo para forzar con su selección. Bale no se perdonaría no jugar con su país.

Podría hacer lo mismo con el Real Madrid, pensarán sus críticos, cuando es el mejor pagado de la plantilla. No es así cuando se trata de un futbolista ingobernable que no tiene claro, pese a lo que diga Zidane, si le conviene estudiar una salida en el próximo mercado de invierno. Marcharse en enero o al final de la temporada. Es el dilema de Bale en el Real Madrid. Mientras lo resuelve se ha pegado un mes 'sabático' (gana 1,2 millones de euros) con el objetivo de llegar lo mejor preparado a la concentración de Gales, donde se le ve reírse a carcajadas y entrenar con normalidad. En Madrid se limita a darle los 'buenos días' a Zidane y ponerse en manos del fisioterapeuta y el readaptador. Ryan Giggs, el seleccionador galés, quita importancia a las molestias del jugador (en el sóleo).

placeholder Gareth Bale con el resto de internacionales en la concentración de Gales. (EFE)
Gareth Bale con el resto de internacionales en la concentración de Gales. (EFE)

No ha roto un plato. Ni tiene una mala contestación cuando le molesta que Zidane le deje fuera de la convoctaria en el partido contra el Brujas. Tampoco crea mal ambiente en el vestuario. Es un cumplidor. En el Real Madrid se refieren a Gareth Bale como un buen chico y los que le defienden con vehemencia ven una campaña de acoso y derribo por el mero hecho de practicar el golf. Bale no hace nada malo, pero en el último mes su comportamiento es sospechoso. Se califica de poco profesional. Desde que regresó del último parón de selecciones (13 de octubre) con unas molestias en el sóleo no ha podido entrenar con el grupo en el Real Madrid. En este nuevo parón se incorpora con Gales y en el primer día sí participa de la sesión con todos los internacionales.

La tranquilidad del galés

En el Real Madrid no manejan a Bale. Resulta ingobernable desde que el galés adoptó una posición de fuerza con aquella rajada en la final de Kiev contra el Liverpool. Marcó dos goles (uno fantástico de chilena) y amenazó con estudiar con su agente (el poderoso Jonathan Barnett) si le convenía seguir una temporada más en una situación incómoda. No jugaba los partidos importantes con Zidane. Pero sus planes dieron un giro con la dimisión del técnico francés y la venta de Cristiano Ronaldo. Era la ocasión, según tenían programado en el club (así se lo dijeron a Lopetegui), de que se hiciera con el liderazgo del equipo. El último año y medio de Gareth Bale ha sido un fracaso.

Desde dentro del club se pretende restar importancia al último mes de Bale. Compañeros, como Luka Modric, le defienden y dicen que es un chico tímido. Para Florentino Pérez es un 'asunto de Estado' cuando se trata de no volver a devaluar un activo mal gestionado por Zidane en los últimos once partidos de la pasada temporada y con esas explosivas y sinceras declaraciones en el verano ("si Bale se va mañana, mejor"). La estrategia es dejarle tranquilo y el galés se lo toma al pie de la letra. Con calma va marcando sus tiempos para decidir si puede entrenar y jugar con el Real Madrid. Con Gales ya se sabía o podían imaginarse que hará todo lo posible por no perderse estos partidos. Fuera del Real Madrid habrá quien se indigne y le pueda decir que es un caradura por el riesgo que corre a sufrir una recaída en su regreso y no volver a estar disponible para el club que le paga.

Gareth Bale se gobierna a sí mismo desde que regresó Zidane en el mes de marzo. Juega cuando no tiene dolor, decide cuándo y cómo entrena, no permite que se facilite un parte médico de su última lesión, viaja a Londres para hacerse una revisión y abandona el Bernabéu después del minuto 80 para no incumplir el reglamento de régimen interno. No hay nada sancionable, con el código disciplinario en la mano, en Bale. Pero sí reprochable. Bale se recupera con el Real Madrid para jugar con Gales. Para él y su selección son vitales los partidos contra Azerbaiyán y Hungría con el objetivo de lograr la clasificación para la Eurocopa 2020. Con el compromiso de Bale hay más posibilidades de no fallar. Lograrlo significa una cantidad fija de 9 millones de euros por participar en la fase final (la UEFA repartirá 371 millones y el campeón se llevará 34). El premio económico no debería ser el principal motivo para forzar con su selección. Bale no se perdonaría no jugar con su país.

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