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Tarde, mal y nunca: claves de la funesta gestión del acorralado Bartomeu
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Tarde, mal y nunca: claves de la funesta gestión del acorralado Bartomeu

El Barcelona vive momentos convulsos, con una masa social enfurecida con Bartomeu y su junta directiva, también con una moción de censura en marcha y con visos de prosperar

Foto: Josep Bartomeu, cada día más acorralado. (EFE)
Josep Bartomeu, cada día más acorralado. (EFE)

Se reían un buen día, uno cualquiera, Sandro Rosell y Josep María Bartomeu cuando hablaban de Andoni Zubizarreta. “A 'este' sólo le vamos dejar que fiche un guardameta, lo demás es cosa nuestra”. El que presenciaba la escena, hace ya tiempo, no daba crédito al desprecio hacia el ejecutivo encargado de diseñar la estrategia deportiva. Llegó Ter Stegen, que no ha salido nada mal, la verdad, y tiempo después el director deportivo hizo las maletas, harto de muchas cosas. Hoy, el que fuera presidente está en la cárcel y el actual, entonces delfín, cada día está más acorralado. Sirva la anécdota para retratar la realidad del Barcelona, sin rumbo a la hora de trazar un plan, cada vez más desorientado cuando toca reforzar una plantilla que la pasada temporada empezó a mostrar signos de debilidad en la misma medida que el Real Madrid sacaba más y más músculo.

Foto: Agustí Benedito impulsa la moción de censura contra Bartomeu y su junta directiva. (EFE)

La rueda de prensa que ofrecieron Albert Soler (director de deportes profesionales del club) y Robert Fernández (secretario técnico) dejó un poso de decepción. No convencieron los argumentos de ambos ejecutivos, con nula autocrítica de principio a fin. Suena a broma que el Barcelona, que pagó 105 millones por Dembélé (otros 40 están supeditados a diferentes variables) y estaba dispuesto a poner algunos más encima de la mesa por Coutinho, se queje de la realidad actual del mercado. “Debemos jugar todos con las mismas reglas; unos jugamos a la oca y otros al parchís"”, se atrevió a decir Soler en representación de uno de los clubes más poderosos del planeta y que muchas veces, como cualquier otro grande, ha sometido sin piedad a otros más pequeños o menos poderosos económicamente.

Ha llegado un momento en el que la gente del fútbol, los agentes que manejan el destino de los futbolistas, no saben a ciencia cierta quién es el interlocutor válido. Sorprendió el nombramiento de Pep Segura como como mánager general del fútbol profesional, otro jefe más para la estructura deportiva del club azulgrana. Aparecen muchas cabezas, muchos ejecutivos, y en muchos momentos algunos movimientos, de unos u otros, han provocado desconcierto en los interlocutores con los que había que negociar una operación, un contrato. El desbarajuste que transmite el club ha incidido en más de un negocio. Jugadores que un día ya estaban practicamente fichados —Íñigo Martínez y Seri— y que al siguiente son descartados. Otros que aparecieron en escena de vez en cuando y que finalmente no fueron cazados.

placeholder Theo Hernández, durante su presentación como jugador del Real Madrid. (Reuters)
Theo Hernández, durante su presentación como jugador del Real Madrid. (Reuters)

Los hermanos Hernández

El Barcelona no ha sabido manejar los tiempos en muchos casos. Cuando se quiso dar cuenta, cuando aceleró para cerrar alguna operación, ya era tarde. Pasó con los hermanos Hernández, por ejemplo. Lucas acabó firmando un nuevo contrato con el Atlético de Madrid y Theo cerró un acuerdo con el Real Madrid a las primeras de cambio. Cuando el pasado mes de febrero este periódico desvelaba el interés del club de Chamartín en el lateral izquierdo, el club blaugrana ya había perdido el paso por completo. El pujante jugador francés, en trámites para adquirir la nacionalidad española —su hermano los activó mucho antes—, aceptó casi de inmediato la oferta de Florentino Pérez. Los movimientos que posteriormente realizó el Barça no sirvieron para nada, ya era demasiado tarde.

Con Dani Ceballos pasó tres cuartas partes de los mismo. De sobra es sabido, porque así lo entienden los técnicos del club blaugrana, que el físico de Andrés Iniesta empezó a emitir malas señales hace ya tiempo. Ya no está para jugarlo todo, toca dosificar al manchego y por ello se consideraba vital contratar un jugador de similares características. Y también se retrasaron los ejecutivos del club. Sí, el mediocampista fue el que eligió la camiseta blanca, como también es muy cierto que el Barcelona no estuvo muy espabilado a la hora de manejar los tiempos. Muchas llamadas, pero la mayoría sin definir con claridad una postura. Cuando quiso darse cuenta Bartomeu, el talentoso andaluz ya había dictado sentencia.

placeholder En la imagen, Verratti y Neymar celebran un gol del PSG. (Reuters)
En la imagen, Verratti y Neymar celebran un gol del PSG. (Reuters)

De Verratti a Coutinho

"Mi intención es que llegue un jugador más, dos si es posible". La frase de Robert Fernández, sólo unos días antes de que se cerrara el mercado de fichajes, retrata la cruda realidad de un club en crisis. De Verratti a Coutinho. Empezó el verano el Barça llamando a la puerta del italiano y salió trasquilado, con Neymar rumbo a París. Un episodio que refleja el caos; mientras los jugadores y otros actores externos conocían los planes del crack, Bartomeu y todos su asesores fueron los últimos en enterarse. Con el brasileño del Liverpool el ridículo ha sido colosal, durante interminables días filtrando que la operación marchaba por buen camino cuando la realidad es que el club inglés nunca quiso desprenderse de su jugador. Una más: ¿creían de verdad que el PSG, que se la tiene jurada al Barcelona, lo iba a poner fácil con Di María? El problema es que el culé ya no se cree nada de esta directiva...

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Otro problema añadido, y de consideración, es que todos en el vestuario saben que el Real Madrid cabalga a otra velocidad, con mucha más potencia. Cuando Gerard Piqué reconoce abiertamente, tras su última visita al Bernabéu, que "por primera vez he sentido que ellos son superiores", es que algo no funciona como es debido, que algo grave pasa en el corazón del club. Esa reflexión en voz alta es compartida por sus compañeros, también por el entrenador. Leo Messi es el que lo tiene más claro, entiende que son necesarios más mimbres para competir con el equipo madridista, igual que con el resto de clubes grandes de Europa. El colectivo de jugadores esperaba tener algún nuevo compañero, pero por el momento toca esperar. Y al acorralado Bartomeu no le sobra tiempo...

Se reían un buen día, uno cualquiera, Sandro Rosell y Josep María Bartomeu cuando hablaban de Andoni Zubizarreta. “A 'este' sólo le vamos dejar que fiche un guardameta, lo demás es cosa nuestra”. El que presenciaba la escena, hace ya tiempo, no daba crédito al desprecio hacia el ejecutivo encargado de diseñar la estrategia deportiva. Llegó Ter Stegen, que no ha salido nada mal, la verdad, y tiempo después el director deportivo hizo las maletas, harto de muchas cosas. Hoy, el que fuera presidente está en la cárcel y el actual, entonces delfín, cada día está más acorralado. Sirva la anécdota para retratar la realidad del Barcelona, sin rumbo a la hora de trazar un plan, cada vez más desorientado cuando toca reforzar una plantilla que la pasada temporada empezó a mostrar signos de debilidad en la misma medida que el Real Madrid sacaba más y más músculo.

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