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La frustración de un Barça sin fichajes marca el final del mercado de verano
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no reinvirtieron los 222 millones de neymar

La frustración de un Barça sin fichajes marca el final del mercado de verano

Se habló de Coutinho o de Di María, pero ambos se quedan en sus equipos. La directiva y la dirección técnica del Barcelona queda tocada después de una catastrófica ventana estival

Foto: Bartomeu y Dembélé. (EFE)
Bartomeu y Dembélé. (EFE)

En algún punto de este verano el Fútbol Club Barcelona se desquició. Una institución otrora competente, temida incluso, que se movía en el mercado con el poder de los grandes, se ha convertido en el hazmerreír de muchos. Puede que la tendencia no sea nueva, que los problemas empezasen mucho antes y que estén dentro del club, en la directiva por ejemplo, que sale del estío magullada y quién sabe si tocada de muerte. El último día de mercado se esperaba caliente en Barcelona, se barajaban nombres y precios, fichajes ilusionantes para acallar los llantos de una afición que no entiende lo que pasa. Nada, todos los que iban a llegar se quedaron en sus equipos, nadie quiso darle al Barcelona ninguno de sus caprichos. La plantilla que había cuando se fue Dembélé solo tuvo las bajas de Munir y Douglas.

Todo empezó con Neymar, o quizá no, pero sin duda ese movimiento marcó para siempre lo que iba a ser el verano azulgrana. 222 millones es mucho dinero, pero el resto de la ventana de fichajes ha sido una prueba más de algo que ya se intuía previamente: el jugador tiene más valor que el dinero. Puestos en monedas pequeñas se podría llenar una piscina con los euros dejados en caja por el PSG, pero el valor de todo eso es relativo, en la vida en general, también sin duda en el fútbol. ¿De qué sirve ese pastizal si todo el mundo sabe que estás desesperado por gastarlo? De nada si lo que antes comprabas con poco ahora te cuesta mucho.

Foto: Neymar, con el PSG. (Reuters)

La inflación del mercado ha sido general, pero especialmente acuciada en el caso del Barcelona, a quien querían cobrar casi por llamar a la puerta. Bolsillos llenos, negocio seguro. El Borussia de Dortmund se aprovechó de la coyuntura y empaquetó a Ousmane Dembélé, el fichaje estrella del verano, no solo en el Barcelona sino en toda España. Son 105 millones que pueden llegar a 140. Mucho dinero en cualquier caso, más aún si se piensa que el año pasado los alemanes pagaron 15 millones por él.

El cuerpo directivo del Barcelona comentó el día de su fichaje que llevaban tiempo, años, siguiéndole. Y eso, que es una frase para darle fuerza al fichaje lo único que hace es cuestionar más el modo de hacer las cosas. El Real Madrid, que ahora domina, ha demostrado saber moverse a tiempo para fichar a jovenes. Eso es lo que pudo ser el año pasado Dembélé y lo que no es de ningún modo en este año. Porque con ese dinero tiene que brillar desde el primer día, no habrá tiempo de adaptación. Y eso es un problema, porque es muy bueno, pero solo tiene 20 años.

Dembélé, que llegó a declararse en rebeldía en Alemania, fue la mayor alegría para el público azulgrana. Quizá la única. Volvió Deulofeu, de la casa, se fichó a Semedo, por 30 millones. El lateral, por el momento, no es titular indiscutible. También llegó Paulinho, por 40 millones, con sus 29 años y ese estilo de juego que se parece tan poco al del Barcelona. O, por lo menos, al del Barça de siempre. Cuentan que se le preguntó a la Confederación Brasileña por él e incluso ellos tuvieron dudas. No porque no sea un jugador aprovechable, es que representa todo lo que el club ha intentado evitar en este tiempo. Contundente, buen defensor, con llegada, pero difícilmente parte del sueño del barcelonismo.

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GRA097. BARCELONA, 17 08 2017.- El brasileño José Paulo Bezerra '' Paulinho '', procendente del equipo chino Guangzhou Evergrande, durante su presentación como nuevo jugador del FC Barcelona en un acto celebrado hoy el estadio del Camp Nou.EFE Quique García

La guerra con el PSG

El PSG, el día siguiente a la venta de Paulinho, traspasó a Matuidi a la Juve por la mitad. Un jugador más exitoso en Europa del mismo corte. En ocasiones ha parecido que los parisinos tenían cuentas pendientes con el Barça y que se las querían cobrar todas en este verano. El fichaje de Neymar, por supuesto, pero no solo. Se suponía que Verratti era objetivo azulgrana y la prensa de la ciudad daba por hecho en junio que todo iba a ser un camino de rosas. Era un jugador del Barça y para el Barça, él se rendiría y el PSG también.

Pero el mercado ya no es tan fácil, ni por dinero ni por persuasión es sencillo robar a un jugador así a un club. Quizá porque se van dando cuenta que lo que funciona no es fácil de reparar luego cuando se ha ido. Los franceses no solo no le dejaron salir, sino que luego, en redes sociales, incluso presumieron de que el italiano siguiese en sus filas. Concretamente lo hicieron en dos momentos, con el fichaje de Neymar y en el momento en el que el Madrid arrasaba a los azulgrana en la Supercopa de España ¿casualidad?

Aunque todo el tema de Verratti, en realidad, es aún más extraño si se pone encima de la mesa una frase de Emery, su entrenador, en estos días de cierre de mercado. Decía el vasco que temía por su marcha, que hubiese sido posible si lo hubiesen intentado. Y ahí queda una duda en el aire ¿es que el Barcelona no lo intenta lo suficiente? O quizá, ¿es que no saben negociar convenientemente? En estos temas de negociaciones que se rompen sin que nadie sepa explicar por qué hay dos ejemplos curiosos en el mercado del Barcelona, Iñigo Martínez y Seri. Los dos se dieron por fichados, ambos se mantienen como puntales en sus respectivos equipos.

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TRE90 PARÍS (FRANCIA), 4 08 2017.- El presidente del PSG, Nasser al Khelaifi (i), y el delantero brasileño Neymar Jr (d) posan con la nueva camiseta del brasileño durante la presentación del delantero como nuevo jugador del equipo francés París Saint-Germain (PSG) en París (Francia) hoy, 4 de agosto del 2017, donde anunció que ha fichado por el club galo para buscar 'algo más grande' y 'un nuevo desafío', pero negó que lo haya hecho para alcanzar un mayor protagonismo del que tenía en el Barcelona. EFE CHRISTOPHE PETIT TESSON

Esos eran fichajes menores, no eran la cabeza del león. Con el dineral que tenía el Barcelona se suponía que llegaría no solo uno, sino dos cracks. El otro era Coutinho, siempre fue Coutinho y eso no deja de ser un problema, porque una vez has puesto todos los huevos en la misma cesta tu jugada puede ser o ganadora o perdedora. El Liverpool más ambicioso de los últimos años entendió que para satisfacer sus objetivos era mejor mantener al brasileño que recibir el dinero del Barcelona. Se ha llegado a hablar de 160 millones de euros por él, un exceso a todas luces, una cantidad sujeta a la inflación que ha sufrido el Barcelona. En todo caso, los ingleses no aceptaron. Si en algún momento existieron otras opciones, como Di María o Parejo, fueron de manera apresurada y ya sin márgen para trazar una negociación serena. Ninguno de los dos jugará en el Barcelona que, por lo menos, puede presumir de no haber hecho compras impulsivas.

Todo este cuadro se decora, además, con una gestión de las relaciones públicas bastante mala. Hay mentiras constatables por el camino, porque según Jordi Mestre Neymar no se iba a ir "al 200%" y según Robert Fernández después de Dembélé iban a llegar al club "uno o dos jugadores más". El brasileño jugará en el PSG y nadie más entró en la plantilla azulgrana. La mentira es frustración, contarle al aficionado una cosa y que luego sea todo radicalmente diferente no hace más que enfadar al aficionado medio, que espera y no recibe.

A los equipos técnicos se les mide por las altas, pero también por las bajas. La desilusión por no conseguir hacer llegar a los jugadores que se quisieron suenan más que los fallos en las salidas, pero estos están ahí. El club consiguió en las últimas horas ceder a Munir y a Douglas, pero poco más, y no es porque estos dos fuesen las únicas piezas que sobrasen en el equipo, porque esto, evidentemente, no es así. Valverde ha dejado muy claro, con sus gestos más que con sus palabras, que Arda Turan no iba a ser parte de los planes. Pero el turco sigue en el Barcelona. Se ha intentado enmendar el error del año anterior con Andre Gomes. Se sobrepagó por él y no ha funcionado. Se habló de una cesión al Tottenham, pero no hubo manera. Rafinha, que no ha encontrado su juego, ni ha amagado con salir. En este mercado ha quedado como cuarto central Vermaelen, un jugador que casi todos los años los pasa de baja. Y no es que la defensa del Barcelona ande sobrada en el centro, porque Mascherano no es precisamente un niño a estas alturas. A pesar de eso, nunca pareció ser una prioridad fichar un defensa y sí tirar de fuegos artificiales con una estrella. Sobran jugadores, y no porque no se haya intentado fichar más.

El Barcelona piensa que sigue Messi, que les queda Messi. Y se podría decir más, porque Luis Suárez, Busquets o Piqué también son parte de la élite mundial del fútbol. No falta plantilla, pero sí sobró desengaño en un verano de zozobra. En el tema de las mentiras hay dos ya contadas, de fichajes que no llegaron y jugadores que no se iban a ir pero se marcharon. Hay una más y en este momento no lo parece, pero en un futuro podría llegar a ser la más dañina. Bartomeu dijo que Messi está renovado y todo el mundo da por hecho que es así, pero lo cierto es que ese papel no está firmado y la tranquilidad completa azulgrana no llegará sin que ese documento quede convenientemente rubricado. Este sábado hablarán Robert Fernández y Pep Segura. Para tratar de explicar todo eso.

El resto de mercado

El Madrid estuvo inactivo porque quiso, el Atlético porque no podía hacer otra cosa. Tiene hasta enero para intentar pescar al deseado Diego Costa. Eran equipos que llegaban sin agobios al cierre, no era esta su guerra. El Madrid, que en otros años vivía esta jornada con pasión, ahora solo miraba lo que ocurría a su alrededor, no sin cierto alborozo, porque la desgracia ajena a veces es la alegría propia. El único de los equipos de Champions que fichó el último día fue el Sevilla, que consiguió la cesión de Johannes Geis, mediocampista del Schalke. Los de Nervión han demostrado en el tiempo ser muy eficaces en el mercado.

El Valencia, que con Marcelino vuelve a ser un proyecto, se hizo con Guedes y Pereira, dos jugadores de fama. Cedidos, aquí todos vienen cedidos. El segundo, que viene del United, el pasado año fracasó en el Granada. Pero también es cierto que en aquel equipo la pasada temporada nada llegó a funcionar. Marcelino ha tenido un buen inicio de campeonato y, también, un buen final de mercado.

La tónica general estuvo marcada por las cesiones. Una detrás de otra, porque en España no hay el dinero de Inglaterra y los equipos pequeños tienen que esperar al último momento para zurzir los agujeros en el traje con más o menos éxito. El Leganés sonríe, por ejemplo, porque consiguió a Naranjo y a Amrabat, que es un gran delantero y conoce el campeonato. Pero en realidad la semana ha sido todo el rato un poco así, cesiones a cuentagotas, cesiones desesperadas. Pantilimon y Lucas a, Depor, Timor al Girona, Munir y Bojan al Alavés, Sergio Sánchez al Espanyol, Nano al Levante....

Quedan once meses hasta que se abra de nuevo el mercado de verano. Por el camino se sabrá quien acertó y quién no.

En algún punto de este verano el Fútbol Club Barcelona se desquició. Una institución otrora competente, temida incluso, que se movía en el mercado con el poder de los grandes, se ha convertido en el hazmerreír de muchos. Puede que la tendencia no sea nueva, que los problemas empezasen mucho antes y que estén dentro del club, en la directiva por ejemplo, que sale del estío magullada y quién sabe si tocada de muerte. El último día de mercado se esperaba caliente en Barcelona, se barajaban nombres y precios, fichajes ilusionantes para acallar los llantos de una afición que no entiende lo que pasa. Nada, todos los que iban a llegar se quedaron en sus equipos, nadie quiso darle al Barcelona ninguno de sus caprichos. La plantilla que había cuando se fue Dembélé solo tuvo las bajas de Munir y Douglas.

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