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Zidane se mete en el fango de la conspiración
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Zidane se mete en el fango de la conspiración

El francés ha aprendido a manejar tanto la faceta táctica como la mediática con la misma soltura con la que pinchaba con la elegancia de un pianista un balón llovido desde el costado opuesto

Foto: Cristiano se marcha expulsado en el Camp Nou junto a Zidane. (Reuters)
Cristiano se marcha expulsado en el Camp Nou junto a Zidane. (Reuters)

A Zidane no le pega estar cabreado, no es su estilo. Tampoco es un hombre al que se le caigan los chistes de unos bolsillos repletos de risas, pero, incluso en los momentos más duros que ha tenido que atravesar en este año y medio largo como entrenador del Real Madrid, siempre ha regalado una sonrisa a aquel que se acercase a él, ya fuera periodista, aficionado o compañero. En una situación como la que está viviendo ahora mismo es chocante que salga a una rueda de prensa con aspecto entre mohíno e iracundo. Este miércoles va a ganar, salvo cataclismo histórico, su séptimo título como técnico profesional de los nueve que ha disputado y está cabreado, como lo está parte del madridismo. Cualquiera diría que están atravesando uno de los mejores momentos históricos del club.

Al Madrid no le gusta que le piten mal los árbitros. Una sorpresa, vaya. Porque lo normal es que no te fastidie que se equivoquen en tu contra, por lo visto. Oiremos de nuevo este discurso a lo largo de la temporada, pero de la boca de numerosos equipos, jugadores, entrenadores, directivas... Todos tienen a flor de piel el odio a los árbitros, rezumando rabia por cada poro de su cuerpo, ansiosos por explotar y clamar al cielo por las injusticias sufridas día sí y día también, menos cuando los favorecen, porque, digámoslo claro, los árbitros quitan y dan. Precisamente al Madrid y al Barça, las dos bestias del fútbol español, no les quitan más de lo que les dan.

Pero nada, el Bernabéu está en pie de guerra. Se ha acabado de manera oficial la pretemporada solo gracias a que De Burgos Bengoetxea estuvo desafortunado en alguna acción en el Camp Nou, lo cual ha sido considerado por el respetable madridista como la última afrenta del colegio arbitral contra ellos, una supuesta persecución que tiene siempre su acto principal ante el máximo enemigo, que le ha cogido el gusto a eso de jugar contra diez (los hechos dicen que 11 de las últimas 14 expulsiones en un Clásico han sido a jugadores del Real Madrid). Al contrario de lo que indica el fútbol de su equipo, el madridismo está indignado y se olvida de que va a ganar su segundo título en una semana. Dos partidos apoteósicos ante Manchester United y Barcelona reducidos a la nimiedad de unos errores arbitrales.

Es desconcertante, cuanto menos, que Zidane participe de este circo. "Estoy muy molesto porque, aunque no me voy a meter con los árbitros, cuando miras todo lo que pasó, pensar que no va jugar Cristiano cinco partidos con nosotros... puf, ahí pasa algo. Estoy molesto con esto, como todo el mundo, porque por tan poca cosa es mucho castigo para él", dijo a la prensa, uniéndose al clima de crispación blanco iniciado por el propio Cristiano Ronaldo, indignado con el colegiado hasta el punto de empujarle. En muchas ocasiones, hablarle con vehemencia al árbitro está permitido o, al menos, no es sancionado. De ahí a arremeter contra la máxima autoridad dentro del campo hay un trecho que la ley explica claramente que no se puede sobrepasar. La ley y la conducta humana, huelga decir.

El francés empieza a estar harto de todo lo que rodea a su profesión. En estos últimos siete días se le ha visto hacer cosas que no había hecho hasta la fecha, que es responder mal a un periodista y mostrar su rechazo a una decisión del juez de competición. Le ha llegado el culmen del fastidio en el mejor momento deportivo desde que está a cargo de la primera plantilla merengue. Cuando debería ser todo sonrisas, las mismas de siempre pero multiplicadas por los siete títulos que va a sumar, Zidane es más cauto que nunca. Sus palabras han calado entre la opinión pública y del partido prácticamente no se habla. Ese encuentro que todo el mundo da por ganado, o por mantenido, queda relegado a un segundo plano. Lo deportivo importa poco.

Y qué mejor para alguien que aparenta poco conocimiento que no se hable de lo que tiene o no tiene que hacer su equipo. Van a pasar los años y se sucederán los títulos en su palmarés, pero a Zidane nunca se le dará el mérito que se ha ganado. Se le sigue viendo como un fantástico futbolista al que le salen bien las cosas por casualidad y no por causalidad. Y la realidad es que sabe manejar tanto la faceta táctica como la mediática con la misma soltura con la que pinchaba con la elegancia de un pianista un balón llovido desde el costado opuesto del terreno de juego.

Antes de ganar al United, de lo único que se hablaba era de si Bale se iba a ir o no. Luego, en el verde, el Madrid vapuleó a los de José Mourinho. Antes del Camp Nou, las redes ardían con las declaraciones de Piqué contrarias a su propia directiva y el resultado dejó un previsible paseo por Chamartín hacia la décima Supercopa blanca. Y mientras la expulsión de Cristiano copa cualquier conversación de bar, Zidane prepara a conciencia un partido del que desconfía. Las copas le dan la razón. Olviden lo que diga y presten atención a lo que haga su equipo.

Alineaciones probables

Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric, Isco; Bale y Benzema.

Barcelona: Ter Stegen; Semedo, Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Sergio Busquets, Sergi Roberto, Rakitic; Denis Suárez, Messi y Luis Suárez.

Árbitro: José María Sánchez Martínez (colegio murciano).

Estadio: Santiago Bernabéu.

Hora: 23:00.

A Zidane no le pega estar cabreado, no es su estilo. Tampoco es un hombre al que se le caigan los chistes de unos bolsillos repletos de risas, pero, incluso en los momentos más duros que ha tenido que atravesar en este año y medio largo como entrenador del Real Madrid, siempre ha regalado una sonrisa a aquel que se acercase a él, ya fuera periodista, aficionado o compañero. En una situación como la que está viviendo ahora mismo es chocante que salga a una rueda de prensa con aspecto entre mohíno e iracundo. Este miércoles va a ganar, salvo cataclismo histórico, su séptimo título como técnico profesional de los nueve que ha disputado y está cabreado, como lo está parte del madridismo. Cualquiera diría que están atravesando uno de los mejores momentos históricos del club.

Cristiano Ronaldo Zinédine Zidane
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