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"Papá se está quitando las botas". El día que obligaron a Michael Schumacher a regresar
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EL RETORNO TRAS SU ACCIDENTE

"Papá se está quitando las botas". El día que obligaron a Michael Schumacher a regresar

Tras una ausencia de seis carreras por el accidente de Silverstone, Schumacher volvió y arrasó en su primer GP. Decían las malas lenguas que lo hizo en contra de su voluntad

Foto: Eddie Irvine no pudo dar a Ferrari en Japón el primer título desde 1979 (Brandon Malone)
Eddie Irvine no pudo dar a Ferrari en Japón el primer título desde 1979 (Brandon Malone)

Contaba en su día el presidente de Ferrari, Luca de Montezemolo, que llamó a casa de Michael Schumacher para conocer los progresos de su recuperación tras su accidente en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1999. "Papá se está quitando las botas de fútbol", le contestó la hija del piloto alemán, Gina María, quien había cogido el teléfono.

El presidente comprendió rápidamente lo que ocurría. Si su piloto era capaz de jugar al fútbol, también podía retomar su monoplaza para las dos últimas carreras de la temporada, y así ayudar a Irvine en su pugna con Mika Häkkinen y McLaren por los títulos.

Días antes, Schumacher había realizado un test privado en Fiorano, tras el que reconoció no estar listo para competir. "Schumacher es alguien prudente, pero me enfadé muchísimo con él. Si quería haber hecho el test, ¿Por qué no habría querido correr?". Según explicó Montezemolo, ordenó al alemán que participara en las dos últimas carreras, Malasia y Japón. ¿Por qué no querría volver Schumacher al ruedo?

Sainz logró algo especial al retornar y ganar en Albert Park. En su caso, el piloto alemán no ganó a su vuelta porque no quiso por dedicarse a ayudar a Eddie Irvine y jugar con los rivales al título del norirlandés aunque, se rumoreó entonces, el alemán no quería ayudarle a conseguir el primer título para Ferrari desde 1979. "Es deprimente, es el mejor número uno, y también el mejor número dos. No lo hubiera podido hacer sin él", reconocía Irvine tras aquella carrera.

placeholder Tras su accidente, hubo fuertes rumores de que Schumacher no quería volver para ayudar a Eddie Irvine a lograr el título. (Reuters/Brandon Malone)
Tras su accidente, hubo fuertes rumores de que Schumacher no quería volver para ayudar a Eddie Irvine a lograr el título. (Reuters/Brandon Malone)

"Los latidos de mi corazón se detuvieron"

Schumacher había llegado a Ferrari de la mano de Jean Todt, y junto con Ross Brown y Rory Byrne empezaba a forjar un equipo aspirante al título. En 1998 no fue posible, pero Schumacher arrancó la temporada 1999 como gran favorito y gran rival del finlandés.

Al llegar a Gran Bretaña, octava carrera del campeonato, Hakkinen superaba en ocho puntos al piloto alemán. El piloto de McLaren arrancaba primero, por delante de Schumacher, quien perdió dos posiciones en la salida. Cuando remontaba e intentaba superar a su compañero Eddie Irvine, el pedal del freno se fue al fondo cuando afrontaba la curva de Stowe. Aunque intentó dirigir el coche, este se fue sin control y con las ruedas delanteras bloqueadas para golpear violentamente contra el muro de neumáticos.

Schumacher quedó atrapado bajo las protecciones. Mientras se atendía al alemán, los servicios sanitarios cubrieron el monoplaza con una lona. "La rueda delantera había destrozado el habitáculo y todavía estaba atascada en algún lugar allí, comentaría después el piloto alemán recordando el accidente. No podía salir e intentaba sacar la pierna que estaba atrapada. Entonces noté que me empecé a calmar, y de repente sentí que los latidos de mi corazón se volvían cada vez más lentos, hasta que de repente se detuvieron por completo".

El rechazo a volver

Schumacher sufrió una doble fractura de pierna por debajo de la rodilla y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. De nuevo, Ferrari se enfrentaba a la maldición que le perseguía durante las últimas décadas, en concreto desde 1979, cuando el sudafricano Jody Scheckter logró el último título de pilotos.

El alemán fue sustituido por el finlandés Mika Salo, cuya misión fue ayudar a Eddie Irvine el resto de la temporada. El norirlandés había ganado la primera carrera de 1999, pero, sorprendentemente, logró la victoria en las dos siguientes al accidente de su compañero para convertirse en inesperado candidato al título.

Ferrari necesitaba a Schumacher, que se ausentó durante seis carreras en su proceso de recuperación. En octubre se organizó el mencionado test privado para comprobar si el alemán estaba listo. Al poco de comenzar el test, Schumacher se salió de la pista. Siguió con otro monoplaza, pero, al bajarse, rechazó estar listo para su retorno con una larga retahíla de justificaciones.

placeholder Montezemolo explicó que tuvo que ordenar a Schumacher su retorno a las dos últimas carreras para ayudar a Irvine (Reuters)
Montezemolo explicó que tuvo que ordenar a Schumacher su retorno a las dos últimas carreras para ayudar a Irvine (Reuters)

Fue entonces cuando ganaron recorrido los rumores que ni Schumacher ni Todt querían apoyar a Eddie Irvine, quien además había sido fichado por Jaguar para la temporada siguiente. Aquellos fueron, posiblemente, algunos de los momentos en los que Montezemolo sentía que no controlaba al equipo.

"Hice lo mejor que pude para asegurarme de que Irvine tuviera las mejores condiciones posibles", declararía después Montezemolo. "Hubo rumores de que Irvine y Ferrari no le ayudaron, pero, ¿cómo podía la gente pensar eso? Me gustaría dejar claro que las historias sobre un boicot a Irvine son un insulto personal". También tuvo palabras para Jean Todt: "Está muy enamorado de Schumacher y le he dicho que se equivoca".

Según la versión de Montezemolo, aquella conversación telefónica con la hija del alemán le descubrió el pastel. O, al menos, fue la versión que hizo pública. El presidente de Ferrari ordenó a Schumacher que volviera para las dos últimas carreras de la temporada.

Ni para ti ni para mí

Tan mal no estaría Schumacher cuando sacó un segundo en los entrenamientos a Irvine, y dominó el Gran Premio de Malasia con una superioridad aplastante. Se escapó con tal ritmo, que dejó descolgado a su compañero. Paró, le esperó, le dejó pasar, y se dedicó a amargar la vida a Mika Häkkinen, quien terminó tercero, con lo que el norirlandés llegaba a la última carrera con cuatro puntos de ventaja sobre el piloto de McLaren. El piloto que no quería volver estaba tan fresco como una lechuga en el podio, a diferencia de Irvine y Häkkinen.

Sin embargo, los dos Ferrari fueron descalificados al terminar la prueba por una irregularidad de milímetros en los paneles aerodinámicos laterales del F399. Mika Häkkinen lograba automáticamente el título. Tras una semana polémica, en la que Bernie Ecclestone criticaba la aplicación estricta del reglamento que robaba un apasionante final de campeonato en Japón, Ferrari recuperaría el resultado tras su apelación ante la FIA, con un enorme escándalo.

En Japón, Mika Häkkinen no dio opciones. Schumacher siguió a su estela, con Eddie Irvine en tercera posición en la meta. Ni siquiera un segundo puesto salvaba al irlandés, con un rendimiento muy pobre para la ocasión. Sin embargo, Ferrari lograba el título de Constructores por primera vez desde 1979.

Eddie Irvine no se llevó el número 1 de campeón a Jaguar. Lo que Ferrari quería, o al menos, gente dentro de Ferrari, después de haber apostado millones por Michael Schumacher. El primer título para un piloto del equipo italiano desde 1979 llegaría al año siguiente. El resto es historia.

Contaba en su día el presidente de Ferrari, Luca de Montezemolo, que llamó a casa de Michael Schumacher para conocer los progresos de su recuperación tras su accidente en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1999. "Papá se está quitando las botas de fútbol", le contestó la hija del piloto alemán, Gina María, quien había cogido el teléfono.

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