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El escándalo de Christian Horner destapa la cruda guerra civil en los despachos de Red Bull
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El conflicto sube de nivel

El escándalo de Christian Horner destapa la cruda guerra civil en los despachos de Red Bull

Cada vez parece más claro que el fondo de la cuestión del 'asunto Horner' es una lucha interna de poder en la escudería. El padre de Max Verstappen contribuye a desenredar la madeja

Foto: El culebrón que amenaza el puesto de Horner. (DPPI/AFP7/Antonin Vincent)
El culebrón que amenaza el puesto de Horner. (DPPI/AFP7/Antonin Vincent)

Cada vez parece más claro que la polémica sobre Christian Horner se trataba más de una cacería para descabalgarle como responsable de Red Bull que un comportamiento inapropiado con un empleado. Algo no encajaba desde el principio. Una empresa defiende la presunción de inocencia de sus empleados, lo que no hizo la austriaca. Y no solamente. Había silencios en personas tan relevantes como Helmut Marko o Max Verstappen que daban que pensar.

Las tormentas perfectas no tienen nunca causa única. Así se explica lo ocurrido desde que se anunciara la denuncia, posterior investigación y presión para que Horner abandonara su puesto. Cada vez es más evidente de que se trata de una lucha interna de poder. Guerra civil, incluso podría decirse.

Cuando Jos, el padre de Max Verstappen, se descuelga con estas declaraciones, confirma el casus belli: "El equipo corre riesgo de desintegrarse, Horner debe marcharse". Así, directo y sin anestesia, el padre de un piloto pidiendo públicamente al jefe de su hijo que se marche. Puede aducirse que Max Verstappen no comparte las palabras de su padre y que él, sin embargo, sí pronunció unas palabras elogiosas hacia el trabajo de Christian Horner.

placeholder Horner, Newey y Marko este fin de semana. (Reuters/Hamad I Mohammed)
Horner, Newey y Marko este fin de semana. (Reuters/Hamad I Mohammed)

Muchas incógnitas por el trono

Aunque resulta difícil creer la sinceridad de ese apoyo. Son numerosas las ocasiones donde los Verstappen, padre e hijo, han ejercido de poli bueno y poli malo al unísono. Son muchas también las ocasiones que, en caliente, SuperMax ha desautorizado públicamente a Horner. El actual campeón del mundo y su principal valedor en el universo Red Bull, el Dr. Helmut Marko, tienen cuentas pendientes con Christian Horner.

Mientras vivía Dietrich Mateschitz, el gran jefe de la multinacional de bebidas energéticas, todos en la compañía asomaban la patita lo justo. Pero una vez desaparecido aquel, parecen haberse desatado las hostilidades para ver quién queda como nuevo líder del imperio.

Al no tener un sistema sucesorio basado en la línea familiar, en Roma la muerte del emperador siempre era un momento crítico hasta que surgía el sucesor. Aquí, quizá, ha habido un Marco Antonio que se ha visto como jefe una vez muerto el César Mateschitz, ignorando que el audaz 'Octavio Augusto Horner' no pararía hasta derrotarle. Incluyendo en el pack si es preciso a la reina 'Cleopatra Verstappen'.

Intrigas al estilo de Roma

El culebrón que nos está ofreciendo Red Bull estos días tiene todos los ingredientes de conspiración, intrigas, deslealtades y ambiciones de poder de los romanos. Horner quizá midió mal el ponerse de perfil en los asuntos racistas que salpicaron a Max Verstappen con su suegro Nelson Piquet y a Helmut Marko con Checo Pérez.

¿Recuerdan aquello de que "Marko es un trabajador de Austria" y no del equipo? Solo una, entre muchas otras. Algunas se saben, otras se intuyen y muchas otras únicamente las conocen los interesados. Pero en un mundo tan competitivo y pendenciero como la Fórmula 1, todos toman nota de las afrentas y, a la que pueden, la devuelven.

Horner fue exonerado de responsabilidad por el árbitro independiente designado para aclarar la cuestión y casi de forma inmediata se filtró a todo el paddock una serie de mensajes de WhatsApp que pretendían demostrar que la actitud del manager inglés merecía un despido inmediato. Descontando las dudas sobre la veracidad del contenido filtrado, existen varios elementos que inducen a pensar en una cacería fabricada para cargarse su reputación pública, al margen de lo delicado del asunto por el que era acusado.

Foto: Sainz y Ferrari han progresado de manera importante respecto a 2023. (Eric Alonso/DPPI/AFP7)

En numerosas ocasiones, esta puede ser la forma más rápida de eliminar a alguien incómodo. Se recuerda el episodio de cacería fabricada como el de Max Mosley y su orgía sadomasoquista. Los mensajes surgieron justo después de la absolución. Que poco después Jos Verstappen se descolgara pidiendo a Horner que se marchara, insinúa cierta desesperación por no haberse podido cobrar la pieza de la cacería.

Si la empleada ofendida tenía sus razones, tampoco envió sus mensajes de WhatsApp o cualquier otro tipo de prueba a un tribunal. La filtración a gente relevante del paddock daría la sensación de cacería y no tanto de buscar estricta justicia. Por otra parte, Jos Verstappen cuenta con un sórdido historial personal como para pedir dimisiones sin una base mínimamente legal que sustente sus razones.

Tiempo libre para ambiciones

Christian Horner apareció intencionadamente de la mano de su mujer Geri Halliwell, la supuesta agraviada del caso. En el podium le acompaño Chalerm Yoovidyah, el verdadero dueño de Red Bull. No hay que olvidar que, aunque fue Dietrich Mateschitz quien lanzó al estrellato a la marca Red Bull, en realidad la parte austríaca de la firma solamente posee un 49% de la misma.

El 51% restante está en manos de la familia Yoovidhya, descendientes del inventor del producto. Oliver Mintzlaff el sucesor en la empresa de Mateschitz, ha apoyado a Helmut Marko sin reservas y presiona a Horner desde hace tiempo.

Foto: El paisaje parece haber cambiado dentro de Red Bull. (EFE/Alejandro García)

Red Bull vive ahora entre ser una máquina perfecta para triunfar en la pista y una casa de locos en los despachos. Max Verstappen es un piloto de otro planeta, pero Red Bull técnicamente también. Max Verstappen haría bien en escuchar lo que dijo Enzo Ferrari a John Surtees: "Serás campeón del mundo con nosotros, pero no estás por encima del equipo. Ni tú ni nadie. Si no te gusta, vete y monta tu propio equipo". La historia a menudo da respuesta a los enigmas del presente. Y anticipa los daños reputacionales.

Cada vez parece más claro que la polémica sobre Christian Horner se trataba más de una cacería para descabalgarle como responsable de Red Bull que un comportamiento inapropiado con un empleado. Algo no encajaba desde el principio. Una empresa defiende la presunción de inocencia de sus empleados, lo que no hizo la austriaca. Y no solamente. Había silencios en personas tan relevantes como Helmut Marko o Max Verstappen que daban que pensar.

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