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El caso Wolff y el 'statu quo' del miedo en la Fórmula 1: todos lo saben, nadie dice nada
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MUCHOS CONFLICTOS DE INTERÉS

El caso Wolff y el 'statu quo' del miedo en la Fórmula 1: todos lo saben, nadie dice nada

El caso de la guerra entre Susie y Toto Wolff con la FIA es la enésima muestra del mundo irreal en el que viven muchos personajes en la estratosfera de poder de la Fórmula 1

Foto: Susie y Toto Wolff, en una imagen reciente. (EFE/EPA/Tolga Akmen)
Susie y Toto Wolff, en una imagen reciente. (EFE/EPA/Tolga Akmen)

En los órdenes de la vida de los círculos de poder, todos se conocen. Y en la Fórmula 1, como versión a pequeña escala del mundo real, la situación no es diferente. Los que parten el bacalao en la máxima especialidad del automovilismo viven en un universo paralelo, regidos por sus propias leyes. Ello se lo guisan, ellos se lo comen. Ninguno está libre de pecado y ninguno tira la primera piedra… hasta que uno cae y todos hacen como si la historia no hubiera ido con ellos.

Habría que ver, por ejemplo, qué sucedería si Toto Wolff cayera en desgracia a resultas de una investigación de la FIA sobre los posibles conflictos de interés suyo y de su esposa. La sospechosa unidad de todos los equipos, que reaccionaron con una inusual celeridad y vehemencia ante las acciones del ente regulador, quedaría probablemente en nada. Todos declararían sentirse sorprendidos, avergonzados, apenados, etc. Actuarían como con Bernie Ecclestone, del que no dijeron ni media palabra mala. Hasta el día que se desvinculó por completo de la Fórmula 1. Indignación selectiva que le llaman.

Foto: Susie y Toto Wolff, en una imagen de archivo. (Getty Images/Mark Thompson)

La cuestión es que apalancados en su éxito profesional, ebrios del poder que disfrutan, acaban viendo como normal lo que en absoluto lo es. En la vida real no estaría bien visto que un presidente de una compañía telefónica fuera el esposo de una mujer con un puesto de alta responsabilidad en el organismo regulador del sector de las telecomunicaciones. Pero Toto Wolff y el micromundo del que se rodea ven normal que él dirija un equipo de Fórmula 1 y su mujer, Susie, tenga un puesto de responsabilidad en la empresa que gestiona la competición.

El problema es que Toto Wolff lleva ya más de 10 años en posiciones de alta responsabilidad y lleva ya tiempo desconectado de la realidad del común de los mortales. El jefe y accionista de referencia del equipo Mercedes, no ha hecho ni más ni menos que replicar actitudes que son moneda común en los círculos de poder. Es lo que ha mamado de personajes como Bernie Ecclestone, como Jean Todt, como Flavio Briatore o Luca de Montezemolo. Si ellos lo hacen y les va tan bien, por qué él iba a ser menos.

El antecedente Briatore

Todo lo que está haciendo Toto Wolff de tener intereses en distintos equipos de la parrilla, de ser mánager de pilotos que luego él contrata, de cercanía sospechosa con el jefe de la competición, etc. ya lo hizo en su momento Flavio Briatore. El mánager italiano cayó en desgracia por una burda maniobra antideportiva, pero nunca nadie pareció reparar en unas prácticas empresariales cuando menos dudosas. Hasta el crashgate de Singapur 2008, Briatore era la viva imagen del éxito.

Algo similar sucedía con Jean Todt en Ferrari. El artífice de los años más gloriosos en la historia de la Scuderia, gracias a sus éxitos, era alguien absolutamente intocable. Muchas de sus prácticas al frente del equipo chirriaban por todos los sitios, pero a ver quién era el guapo que se atrevía a decir algo. Por ejemplo, para ser piloto de Ferrari, mejor que tu mánager fuera Nicholas Todt porque de lo contrario lo ibas a tener crudo. Negociar el contrato de Felipe Massa era una simple reunión entre padre e hijo para acordar juntos el reparto del dinero en sueldos y comisiones. Llamarlo conflicto de intereses se queda muy corto.

¿Y como es que Luca de Montezemolo como presidente de Ferrari permitía semejante contubernio? Pues porque él hacía en la empresa básicamente lo mismo. El avvocato gestionaba la lista de agraciados (con sus posibles prebendas) para acceder a la compra de un LaFerrari. Montezemolo era propietario de una empresa de mobiliario llamada Poltrona Frau y otra de iluminación llamada Kartell, que eran las empresas obligadas a contratar por parte de los concesionarios Ferrari repartidos por el mundo. Las invitaciones a visitar Maranello o carreras de Fórmula 1 eran a menudo para hacer negocios con Charme, su fondo de inversión particular. Y nadie decía nada, porque Ferrari como empresa iba como un tiro. De nuevo, la sensación de ser invulnerable.

Llega un día, que por la excusa más tonta, ese equilibrio se rompe y donde todo era armonía entre Montezemolo y Todt se torna en antagonismo. Todt se fue de Ferrari, de la misma mala manera que el propio Montezemolo se fue de la casa del Cavallino años después despedido por Sergio Marchionne. Y casi siempre, el ego, el demostrar quién mandaba, era un factor que pesaba mucho más que un historial de prácticas dudosas.

Todos miran a otro lado

Todt encontró acomodo en la presidencia de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) después de salir de Ferrari. En gran medida su victoria sobre Ari Vatanen se debió gracias al apoyo de Bernie Ecclestone. Era el hombre perfecto para que el magnate británico siguiera haciendo y deshaciendo a su antojo. ¿Alguien protestó por ejemplo, porque Jean Todt pusiera a su esposa Michelle Yeoh al frente de una de las áreas más relevantes de la FIA? Ni mu.

Bernie Ecclestone desde luego no le iba a reprochar absolutamente nada a Jean Todt, cuando él se llevaba dinero a manta de muchas actividades donde se suponía, que la FIA tenía algo que decir. Por ejemplo, que todos los nuevos circuitos que se construían los hiciera Hermann Tilke, sorpresa. Nadie duda de la capacidad técnica y profesionalidad del arquitecto alemán, pero lo que de verdad pesaba a la hora de ser contratado era la recomendación de Ecclestone.

¿Qué fuerza moral tiene hoy día Red Bull para criticar a Toto Wolff y sus conflictos de interés, cuando ellos, tienen el más flagrante de todos como es el de tener con Alpha Tauri un equipo filial en la parrilla? Mercedes fue beneficiado por la reglamentación híbrida, es cierto, pero ¿acaso no lo fue Red Bull cuando se les permitió competir con los escapes soplados? En definitiva, volviendo a la cita bíblica, nadie puede tirar la primera piedra, porque ninguno está libre de pecado.

El problema de estos pecadores es que llevan tanto tiempo instalados en su burbuja, que encima se indignan y amenazan cuando a alguien se le ocurre decir que el rey está desnudo. Por eso, alguien de fuera del sistema como es el actual presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, resulta tan incómodo. Por eso se lo quieren cargar. Seguramente Ben Sulayem meterá la pata en alguna de sus decisiones, pero no es eso lo que preocupa a la estratosfera de poder de la Fórmula 1. Es que alguien ponga fin a la impunidad en la que algunos viven.

En los órdenes de la vida de los círculos de poder, todos se conocen. Y en la Fórmula 1, como versión a pequeña escala del mundo real, la situación no es diferente. Los que parten el bacalao en la máxima especialidad del automovilismo viven en un universo paralelo, regidos por sus propias leyes. Ello se lo guisan, ellos se lo comen. Ninguno está libre de pecado y ninguno tira la primera piedra… hasta que uno cae y todos hacen como si la historia no hubiera ido con ellos.

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