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Mathieu Van der Poel epata en Roubaix con una exhibición histórica de ciclismo
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Marcos Pereda

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Mathieu Van der Poel epata en Roubaix con una exhibición histórica de ciclismo

El ciclista neerlandés Mathieu Van der Poel firmó una estratosférica victoria en la 121ª edición de la París-Roubaix y logró revalidar el triunfo del año pasado

Foto: Van der Poel celebra el triunfo. (Reuters/Garnier Etienne)
Van der Poel celebra el triunfo. (Reuters/Garnier Etienne)

París-Roubaix. La Paguigubé, Infierno del Norte. Adoquines, vaya. Pero adoquines no rollo "qué bonito es Santillana del Mar, con el suelo adoquinao", no... Adoquines "joder, se me ha caído un empaste" style. Dureza y distancia hasta las Hilaturas. Qué les voy a contar a ustedes, qué presentación necesita esto. La París-Roubaix es, cada año, uno de los días mayores en el deporte mundial. Y lo discuto con cualquiera... (Salvo con imbéciles).

En 2024 teníamos cartas marcadísimas. Marcadísimas. Tras de Ronde (tras tantos asuntos) todo lo que no fuese exhibición tremebúndica de Mathieu van der Poel sería más sorpresa que ver a Martínez Almeida en Wrestlemania. Como mucho estaba el factor Jasper Philipsen, por aquello de jugar con táctica. Pero tras eso... bueno, Mads Pedersen, pero es que Mads Pedersen en 260 kilómetros no es nadie contra Mathieu (salvo si coincide que van por Yorkshire).

Después ya entramos en predicciones exóticas y querencias personales. Que si Degenkolb, que si a ver Pithie, que, oye, mi primo... Pamplinas. Favorito indiscutible, único. No creo que van Aert estuviera para estas gaitas, pero al menos planteaba incógnitas. Ahora ni eso. (A ver cuándo se anima Tadej a los adoquines). Así que empezamos... Y velocidad, y se va mejor que el mejor horario, y hay abanicos, y quedan muchos detrás, y quedan los importantes delante, porque si no estás delante en estos abanicos es que no importas demasiao. Sorpresa... a Mathieu no le pillan pensando en las musarañas.

Hace dos añucos... corte, el equipo desgastándose para capturar, él contando chistes de Jaimito Borromeo. Cuando se habla de van der Poel, del actual van der Poel, siempre haces referencia a sus latigazos, a la endurance, aquella habilidad inmensa que tiene sobre la bici. Pero olvidamos, sí, lo que ha ganado en concentración, en madurez. Ahora los primeros 100 kilómetros de cada Clásica no son esa incertidumbre, ese "qué pasará hoy", ese "a ver la que lía". Y por ahí también se explica, en parte, su dominio. Todo esto debes acompañarlo con patas, claro, pero...

Así que velocidad, ritmo. Y llegamos a Arenberg. El Fôret, dicen cursis. La Trouée, cuentan quienes fueron. La chicane, responden los imbéciles. Unas palabras sobre el temita. Porque no pensarían ustedes, no, que me iba yo a borrar sobre el temita. El temita es esa chicane horrenda, esa chicane antinatural, ese invento que te firma tu sobrino Jesús José, el que sacó Empresariales por la privada, el que dice cosas como target, entrepreneur o ve-ra-ni-to. Seguro que saben de quién hablo. Pues ese es Adam Hansen.

Adam Hansen, una gran decepción

Adam Hansen es, en pocas palabras, lo peor que le ha pasado al ciclismo en los últimos años. Y es lo peor porque, en pocas palabras, va de frente a cargarse todo lo que el ciclismo era desde que Pierre Michaux decidió montar doscientas piezas para crear una bici. Claro que eso, a Adam Hansen, le da igual, porque su reino no es de este mundo, ni de esta historia. Adam Hansen es el síntoma de algo gravísimo... el hecho de que a rectores y a (muchos) de sus pros el ciclismo no les gusta lo más mínimo. Y por eso quieren cambiarlo a toda costa, cambiarlo para convertirlo en otro rollo, cambiarlo para que deje de ser "Ciclismo" y se convierta en "Ciclismo Adam Hansen approves".

La última ocurrencia de Adam Hansen ha sido poner una chicane a la entrada de Arenberg. Arenberg (el bosque de Arenberg, la trinchera de Arenberg) se introdujo en la París-Roubaix tras sugerencia de Jean Stablinski. Jean Stablinski, para que ustedes se hagan cargo, trabajó bajo Arenberg, en la mina, y después sobre Arenberg, con la bici. Jean Stablinski fue campeón de Francia, ganó la Vuelta a España, el Mundial de Ruta, la Amstel, París-Bruselas. Era aguerrido y abnegado, era ejemplo de esa migración polaca que veía en la Roubaix una carrera casi propia. Él habló sobre la Trouèe. Y ahora.

Ahora Adam Hansen. Hansen es mucho peor ciclista que Stablinski, y es mucho peor metáfora que Stablinsi. A Hansen le daban cerveza subiendo Alpe d´Huez y él, ufano, bebía. No quiero yo afearle que bebiera cerveza al final de una etapa, con calor, deshidratación, con, quizá, la bajada más tarde en bici, camino del hotel. Eso sale en las fotos si pones "Adam Hansen". Desde hace años, además, el bebebirras es presidente de la asociación de corredores, y desde allí pugna por cambiar, anular, mediocrizar. Para Adam Hansen, gran lector de Fernando Fernán-Gómez, las bicicletas son para el verano. Por eso Arenberg se le aparece como algo cavernario, como algo “altamiresco”. Y no quiere que los ciclistas entren allí rápido. Porque es peligroso.

Que es peligroso resulta evidente. Pregunten a Museeuw, por ejemplo, y él dominaba bicis sobre adoquines como sin querer. Pero es que parte de la gracia de Arenberg es entrar a toda leche y aprovechar inercia. Ahora la inercia se pierde. Eso sin contar que la chicane de los cojones es un embudo potencialmente problemático. No este abril, que venía todo rotísimo, pero si continúan con la idiotez... Verán, verán ustedes de cara al futuro.

placeholder Van Der Poel dominó de nuevo. (Reuters/Garnier Etienne)
Van Der Poel dominó de nuevo. (Reuters/Garnier Etienne)

El problema, insisto, es lo que subyace. Y no todo es cosa de Adam, que antes estaba Gianni Bugno y ya tuvimos gaitas de este tipo (un abrazo al Crostis... allí empezó todo, nunca olviden). Pero es que Bugno es Bugno, y Hansen es Hansen. Quiero decir... si a mí me dice Leila Guerriero que escribo como el mismísimo orto pues es una cosa, pero si me lo dice Lucía Etxebarria el asunto cambia. Y Hansen es Lucía Etxebarria. También en el airecillo soberbio, en ese "a ver, paletucos, que os vamos a enseñar cómo debe ser esto de las bicis, que vosotros no sabéis".

Camino sin salida, me temo. Pero no me resigno a dejarlo sin denunciar. Hasta aquí Adam Hansen, ahora hablemos de campeones. Como Mathieu van der Poel. Que aprovechó Arenberg para lanzar su ataque. Quedaban 93 kilómetros a meta, pero Mathieu busca glorias como Adam Hansen buscaba birras en el último puerto, a media hora de los grandes. Primer golpe, y solo aguantan tres. Philipsen, Pedersen y Tim van Dijke. Vuelvan a leerlo. Quedan casi 100 a meta. Nos hemos acostumbrado tanto a lo increíble que quizá no aprecian ustedes majestuosidad del asunto. Yo, que he vivido trenecitos y amarrateguis por doquier, me refocilo cual chon en barro.

El duelo que Van der Poel dominó

Ah, justo después levanta la mano Philipsen... pinchazo. Van der Poel levanta pie, por detrás les pilla otra decena de tíos. Faltan dos horas de carrera y todo está en un puñao, en trece paisanucos, como si fuese una última cena (Jasper apunta a pelirrojo, le tintinea plata en el maillot). Eso es ciclismo, que no les engañen con mierdas de emociones, pocos segundos y carreritas cortas.

Eso es ciclismo. Más pinchazos, más parones (entra otro grupito), más colaboración, más alternativas. En Roubaix nadie se queja por la mala suerte cuando ve que su rueda pierde aire... Vinimos aquí a chupar adoquines, si buscan certezas y control es en la ventanilla de al lado... (Ah, nadie se queja por su mala suerte, pero buena suerte también la buscas, porque aquí quien tiene técnica gana posibilidades. Pinchar no es forzosamente azaroso, trazar bien trae premio).

placeholder Jasper Philipsen, en acción. (Reuters/Johanna Geron)
Jasper Philipsen, en acción. (Reuters/Johanna Geron)

El intermezzo lo aprovecharon tres clasicotes, tres ciclistas de calidad, tres de esos que siempre aparecen en escalón algo más bajo que los favoritos, pero siempre surgen con "y si". Los típicos a los que ponen dos estrellas esos imbéciles de Twitter que se dedican a hacer predicción. El intermezzo aprovechan, digo, Nils Politt, Küng y Vermeersch, que va de rémora porque tiene dos líderes detrás. Gran jugada para el equipo de van der Poel, que lleva un tiempo trabajando como si fuera el Flandria, macho... Ayuda el propio Mathieu, sí. Que impone, que infunde temor. Es más fácil ganar batallas si exhibes a Murat, tan guapo, sobre su corcel. Imperialísimo. Bello, incontenible.

Como ocurre a sesenta de las Hilaturas. Ataque brutérrimo de Mathieu en Orchies. Cogiendo el manillar por las curvas, perfectamente acoplado, rodillas muy cerradas, sin levantar culo del sillín. Es, creo, una de las imágenes más estéticas que se pueden ver en el deporte hoy. Por objetivamente bello, vale, pero también por un algo subterráneo, un algo de atavismo, de inspiración, de violencia que contienes.

Allí, en Orchies, Mathieu van der Poel fue Michael Corleone mirando el lago por la ventana. Hasta el Velódromo... sesenta. Sobre la hora y media de esfuerzo, más de diez tramos con adoquines que martillean muslos, brazos, riñones. ¿Esperar? Lo más lógico, has mostrado que eres superior, puedes voltear de nuevo más adelante. En el Carrefour, por ejemplo, o en Mons-en-Pévèle. ¿Por qué lanzar apuesta tan ambiciosa, por qué zambullirte en esfuerzo sobrehumano?

Un estilo peculiar

Porque está ahí, como el Everest. Porque puedes. Dile tú a Mathieu que haga las cosas con ortodoxia funcionarial... (Sumen, a eso, factor inteligencia del que siempre hablo... El camino más recto a una victoria es, cuando eres el mejor, demostrarlo. Caídas, reventones, problemas de táctica, de estrategia... todo eso se minimiza, o desaparece radicalmente, cuando seleccionas, cuando vas por delante, cuando dejas que tus piernas hablen por ti. Alguno se estará tirando de los pelos viendo estas cosas por la tele. Lo que pude haber hecho. Lo que me quedó por hacer).

Así que... no hay más juego, señores. Por detrás entregan cucharas, van der Poel mueve más potencia que Arnold en la noria aquella de Conan. Segundo a segundo. Cada adoquín es un limar, cada curva suma metros. Se mueven sus músculos, tiembla la espalda sobre pavé, mueve (también Mathieu mueve) los hombros, porque Mons-en-Pévèle es un infierno, porque por Mons-en-Pévèle tiene casita de vacaciones Jörmungander. Pero todo es más fácil, sí, cuando lo hace van der Poel. Va, sencillamente, a su ritmo. Cuenta lo habilidoso, cuenta lo experimentado en Cx. Pero lo mollar es eso.

Que va a su ritmo. Y el ritmo de Mathieu van der Poel es inalcanzable para ningún ciclista hoy. Al menos inalcanzable para ningún ciclista de los presentes. Que el tío va saliendo del Carrefour de l'Arbre mientras los demás entran... Por detrás se hace un grupo. Pedersen, Philipsen, Politt, Küng. Todo bajo control, ya ven. Cerquita relevan Vermeersch y Pithie. Es botín riquiño, un pódium en el velódromo. Al final doblete con Jasper Philipsen, después Mads Pedersen, Politt roto en el sprint.

Pero no importa. No importa, porque van der Poel había llegado antes. Mucho antes. Tres minutos antes. No han visto el Velódromo los perseguidores y él ya besó a su novia. Camino de las duchas y continúan los otros en el Charles Crupelandt. Deslumbre, maravilla. Epatar. Éxito para Mathieu, por tanto. Sexto Monumento, solo nueve tíos suman siete o por encima.

Solo nueve tíos en la historia del ciclismo, vuelvan a leerlo. Merckx, de Vlaeminck, Girardengo, Coppi, Bartali, Kelly, van Looy, Boonen y Cancellara. Sumen el Mundial, sumen lo que hace en Cx, sumen aquella Amstel milagrosa. Sumen todo lo que deseen, porque estamos ante un paisano de los que marcan época.

Estos añucos, estos añucos de gloria para el tema de las bicis, serán, también, "cuando corrió van der Poel". Y, ojo, que tiene previsto presentarse en Lieja. A priori... pocas oportunidades. Si le hubiese pillado alguna edición tipo Gerrans et al... Pero es que ahora está Tadej, y Tadej también encarece éxitos. Con todo... No sé, quiero verlo. Porque promete espectáculo. Gane quien gane, ganamos nosotros. (Gana mucho, Mathieu)

París-Roubaix. La Paguigubé, Infierno del Norte. Adoquines, vaya. Pero adoquines no rollo "qué bonito es Santillana del Mar, con el suelo adoquinao", no... Adoquines "joder, se me ha caído un empaste" style. Dureza y distancia hasta las Hilaturas. Qué les voy a contar a ustedes, qué presentación necesita esto. La París-Roubaix es, cada año, uno de los días mayores en el deporte mundial. Y lo discuto con cualquiera... (Salvo con imbéciles).

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