José Miguel Antúnez: "No me hice entrenador porque quería tener vida"

Hay pocas factorías de talento baloncestístico más grandes que el Estudiantes. Carlos Jiménez, Nacho Azofra, Juancho Hernangómez, Juan Antonio Martínez Arroyo y Vicente Ramos son algunos de los jugadores que pasaron de emergentes a emergidos tras su debut en el club estudiantil. Esa lista también está integrada por José Miguel Antúnez (Madrid, 1967), un base revolucionario en los 80 y los 90 por su condición física y su estilo de juego. Ahora trabaja en una agencia de comunicación, además de retransmitir los partidos de la Selección Española en Mediaset. Antúnez atiende a El Confidencial para repasar su trayectoria.

Antúnez presume de haber sido, junto a Azofra y Martínez Arroyo, el único jugador que ha pasado por las todas las categorías en Estudiantes. El baloncesto, sin embargo, apareció de manera fortuita en su vida. "Nunca me planteé ser profesional. Yo continuaba con mis estudios e iba paso a paso. Empecé a jugar al baloncesto porque en las clases del colegio (el Ramiro de Maetzu) se jugaba a eso", relata en conversación con este diario.

No tenía en mente dedicarse al baloncesto profesionalmente, pero se fijaba en jugadores a los que admiraba por su estilo y por su técnica. "Steve Nash tenía una calidad individual espectacular, como ahora la tiene Kyrie Irving. En España, me gustaba mucho Corbalán, que marcó una época, y Solozábal. Eran mis referentes. En los últimos tiempos, Sergio Rodríguez es el que ha marcado las diferencias".

Las dificultades con Yugoslavia

Aquel baloncesto no era el de ahora, con jugadores cuyos roles eran radicalmente opuestos a los que se ven en la actualidad. Por ejemplo, el base apenas tenía obligaciones más allá de dirigir al equipo. Y ahora se le pide que anote. "El baloncesto ha cambiado mucho desde que yo debuté en 1984. Ahora están menos definidas las posiciones".

"Fui un revolucionario, todos los me lo dicen, porque era un tipo de base con un físico muy trabajado para mi época. Corbalán, por ejemplo, tenía un rol muy definido y yo también, pero intenté hacer cosas que hasta entonces no se veían. No me limitaba solo a dirigir al equipo, porque quería anotar y penetrar igualmente. Yo marqué diferencias por mi forma física. De los jugadores recientes, me identifico mucho con Calderón". Era un estilo poco ortodoxo, pero que le dio sus frutos. Antúnez se convirtió en un icono del Estudiantes y en uno de los líderes de la plantilla del Madrid que ganó la octava Copa de Europa.

1991 fue un año decisivo en la vida de Antúnez. Ese verano, ganó el bronce con España en el Eurobasket. En aquella época, la Selección no era el equipo que es hoy en día. "No jugábamos de tú a tú con las grandes potencias. Ten en cuenta que competía Yugoslavia, que es la mejor selección que ha habido en Europa. Y a la que luego se la ha sumado la España más reciente de los Gasol y compañía en esa lista de los equipos más grandes".

La etapa con Obradovic

Antúnez cambió de equipo, pero no de ciudad. Abandonó el Estudiantes para recalar en el Real Madrid. En la cantera, la rivalidad entre ambos clubes todavía perdura. "Es un duelo muy sano. Para el Madrid, era un deshonor perder en las categorías inferiores con Estudiantes porque eran los chavales del colegio". Aquel fichaje satisfizo a todas las partes: "Con lo que el Estudiantes recibió por mi venta, pudieron pagar las fichas el año siguiente. Salimos todos contentos porque el Madrid me fichó, el Estu recibió una cantidad importante por el traspaso y yo, un buen contrato. Pasé de un equipo donde todo estaba a mano a uno cuya dimensión era internacional".

La Copa de Europa de 1995 es uno de los éxitos más importantes de la carrera de Antúnez. Aquel día, además, fue uno de los jugadores más destacados del Madrid. "Probablemente fue el mejor partido de mi carrera y seguro que el más importante. Tuvimos a Sabonis, que marcaba la diferencia. Fue el mejor pívot de la historia de Europa. De no haber sido por su lesión en el pie, hubiera marcado una época en la NBA".

"Con Obradovic tuvimos años muy intensos, porque era muy exigente". El serbio fue el entrenador que guio al Madrid en esa final europea en la que Antúnez estuve tan inspirado. "No aprendí con ningún entrenador tanto como con él. Es el técnico más grande que ha habido en Europa. Veía el baloncesto antes que nadie y, además, manejaba el vestuario de manera espectacular".

Sus nuevos pasatiempos

La salida del Madrid llegó en 1998 con el objetivo de probar nuevas experiencias en el baloncesto. Hasta su retirada en 2003, Antúnez pasó por Granada, Lugo, Le Havre, Lisboa y Fuenlabrada. "Granada me encantó. En Francia, en cambio, nos volvimos a mitad de año porque mi familia no se adaptó bien".

Antúnez mantuvo el protagonismo en sus equipos, salvo en su último año en activo en Fuenlabrada. "El entrenador, Óscar Quintana, se equivocó, pero fue una decisión que acepté. Mi suplencia no estaba justificada porque, además, estaba muy bien físicamente. Por eso no quise seguir más años en ese equipo".

El tiempo del baloncesto se acabó, pero aquello no le preocupó demasiado y rápidamente se entretuvo. "Yo tenía ganas de hacer otros deportes, así que empecé a montar en bici y a esquiar. Y pude disfrutar de más tiempo con mi familia, especialmente los fines de semana. Eché de menos el baloncesto cuando iba a las canchas".

La cocina es otro de sus pasatiempos, tanto que pasó por la cuarta edición de Masterchef Celebrity, donde fue eliminado en el segundo programa. "Si me volviera a presentar ahora mismo, estoy seguro de que ganaría". Sin embargo, no ha sido por los fogones, sino por medio de las retransmisiones, como ha conseguido que lo conozca la nueva generación. Antúnez ha comentado en Mediaset los éxitos más recientes de la Selección, aunque este verano no estará en el Mundial porque no tienen los derechos.

Entre sus planes nunca estuvo sentarse en un banquillo. "No me hice entrenador porque quería tener vida. Y los entrenadores tienen menos que los jugadores". El baloncesto todavía lo tiene en su vida, porque aún juega algunas pachangas en las que mete sus puntos. Podrá estar en la tele o en los fogones, pero todavía tiene el espíritu de jugador. El mismo que lo convirtió en un base revolucionario.