Es noticia
Cabrera: "Me identifico con el Chacho porque es un apagafuegos. Es una versión mejorada de mí"
  1. Deportes
  2. Baloncesto
ENTREVISTA AL BASE CANARIO

Cabrera: "Me identifico con el Chacho porque es un apagafuegos. Es una versión mejorada de mí"

Pasó por el mejor Madrid de la historia, donde ganó diez Ligas, siete Copas del Rey, dos Copas de Europa y tres Intercontinentales. También destacó por su particular estilo de juego

Foto: Carmelo Cabrera bota la pelota defendido por Corbalán. (EFE)
Carmelo Cabrera bota la pelota defendido por Corbalán. (EFE)

El baloncesto más espectacular —cargado de alley oops, pases por la espalda o botes entre las piernas— era un estilo poco ortodoxo en los 70 y los 80. Aquello, sin embargo, no importó a Carmelo Cabrera (Las Palmas de Gran Canaria, 1950) para ponerlo en práctica por todas las pistas de España. Su entrenador, Pedro Ferrándiz, no era muy partidario de ese juego, pero se tuvo que rendir al canario.

Carmelo no lo tuvo fácil en el Madrid, donde coincidieron simultáneamente los tres bases de la Selección, él, Vicente Ramos y Corbalán. La rivalidad no importó, porque eran "una familia deportiva". De hecho, Cabrera recogía en coche a jugadores como Juanma López Iturriaga o Fernando Romay en sus inicios.

Ahora está jubilado y se dedica a sus hijos y nietos, pero colabora cada vez que puede con asociaciones baloncestísticas

Ahora está jubilado y se dedica a sus hijos y nietos, pero colabora cada vez que puede con asociaciones baloncestísticas. Como leyenda del Madrid, acompaña al equipo en los viajes internacionales. Pero sigue siendo jugador de baloncesto, porque juega pachangas todavía. "En todo caso, seré exjugador del Madrid y de la Selección", dice entre risas. Cabrera atiende a El Confidencial.

PREGUNTA. ¿Qué jugador actual se parece más a usted?

RESPUESTA. Sergio Rodríguez, el Chacho. No me identifico con Calderón ni con Ricky Rubio, porque mi sentido de juego es el mismo que el de Sergio. Él es como un apagafuegos y da mucho espectáculo. Es una versión muy mejorada de Carmelo Cabrera. Tira muy bien y tiene una gran visión de juego. Además, nunca se arruga y hace jugar a su equipo. Es un jugador muy generoso porque piensa siempre en cómo sacarle partido al grupo.

P. Usted siempre sonreía en la pista. ¿Fue lo más parecido a Ronaldinho en el baloncesto?

R. No lo sé (risas). Yo necesitaba jugar animado para que la inspiración me llegara, algo que es fundamental. Hace poco lo hablé con Chus Mateo, que me decía que tenía que repartir los minutos entre todos y que había muchas figuras. Es fundamental mantener a todos con la ilusión por jugar. Al fin y al cabo, lo que prevalece es el bloque porque el baloncesto es un juego de equipo.

"Necesitaba jugar animado para que la inspiración llegara, algo que es fundamental"

P. Era un base poco ortodoxo en aquel baloncesto. ¿Se sintió incomprendido?

R. Sí, yo no era nada ortodoxo (risas). Al principio, decían que yo no era disciplinado, pero no era sí. Yo jugaba para mis compañeros, no para mí. Sostenían que yo jugaba para la galería, porque mi estilo era particular. Pero ese era mi juego, con acciones poco habituales en la época como pasarse el balón por debajo de las piernas. Luego, cuando esas cosas las hacía Petrovic, a todos les parecía bien.

P. ¿La función de un base es solo dirigir o también tiene que anotar?

R. Hay bases más anotadores. Entiendo que su función es ser el motor y el cerebro del equipo; es la prolongación del entrenador en la cancha. Si tienes que aportar puntos, anotas. Fundamentalmente, tienes que hacer mejor a tus compañeros. Luego tienes que controlar los tiempos y llevar las riendas del partido. También tienes que animar a los tuyos cuando ves que no les salen las cosas durante los partidos.

P. ¿Qué hace más feliz a un base, dar una asistencia o anotar?

R. Decía Magic Johnson que el jugador que daba una asistencia era doblemente feliz y estoy de acuerdo con esa teoría. En aquella época, los periodistas nos valoraban con rayas o picas y me puntuaban más bajo por dar asistencias porque creían que lo único importante era anotar. No teníamos el mismo concepto de baloncesto. Yo dejaba mi lucimiento personal a un lado en beneficio del compañero.

placeholder Cabrera está de acuerdo con lo que dijo Magic Johnson. (Reuters/Carl Recine)
Cabrera está de acuerdo con lo que dijo Magic Johnson. (Reuters/Carl Recine)

P. Ha hablado de las picas y las rayas de los periódicos. ¿Qué importancia le da un deportista a la prensa?

R. Hay de todo. Yo tenía claro que no me iba a dejar influenciar por los periodistas, porque ya sabía perfectamente si había jugado bien o mal. Había compañeros en el vestuario, voces autorizadas, a los que escuchaba con atención cuando me decían que no había estado acertado y me lo explicaban.

P. ¿Cómo era el baloncesto en el que usted jugó?

R. El Madrid era una máquina de ganar. No teníamos los mejores lanzadores ni los jugadores más atléticos, pero teníamos muy bien aceptados todos los roles del equipo. Ganamos Copas de Europa, Intercontinentales, Ligas… Había una gran diferencia con el resto de clubes, porque teníamos la mejor plantilla con un buen equilibrio. Y con todas las posiciones bien cubiertas.

"Aquel Madrid era una máquina de ganar. Teníamos muy bien aceptados los roles"

P. ¿Se ganaba dinero en ese baloncesto?

R. No, no. Vamos a hacer una comparación. Si el salario mínimo interprofesional actual son 1.000 euros, el jugador del Madrid ganaría lo equivalente a 4.000. Y éramos los mejores pagados del país. Con ese dinero vivíamos bien, pero no para hacernos millonarios como los de ahora. Cuando llegaba el final de la carrera deportiva, eras un privilegiado si habías ahorrado algo.

P. No ganó para no trabajar el resto de su vida.

R. No, no, en absoluto. Eso fue un trampolín para el futuro. Si luego estudias y aprovechas el tiempo, pues puedes vivir bien. La formación es lo más gratificante, porque hay vida después del deporte.

P. ¿Les enseñaban en ese Madrid a tener más inquietudes? Muchos en ese Madrid eran universitarios…

R. En ese equipo estudiábamos todos, aunque luego algunos no terminaran sus carreras. Yo me licencié en lo equivalente a Empresariales, pero luego me matriculé en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y en Filología Hispánica. Y no acabé ninguna. Lo hice más que nada por saber, iba a clase por aumentar mi cultura.

P. Usted recogía a compañeros en su coche, como a Iturriaga, para ir a los entrenamientos. ¿Se han perdido esos referentes en los vestuarios?

R. A Romay también lo recogía (risas), porque hay que ayudar a los más jóvenes. Yo ganaba tres duros, pero si podía invitarles a una Coca-cola o a una cerveza lo hacía. Esa es la grandeza del baloncesto y la educación que recibimos. Es que ellos eran mi familia deportiva. Se mantenía tantos años la misma planilla que la relación era muy fluida. Ese tipo de gestos se heredaban en el vestuario, pero ahora se han perdido. Y es comprensible porque no se vive tan intensamente.

placeholder Cabrera recogía a jóvenes como Iturriaga o Romay en su coche. (EFE/José Manuel Vidal)
Cabrera recogía a jóvenes como Iturriaga o Romay en su coche. (EFE/José Manuel Vidal)

P. Su llegada a Madrid se produjo cuando usted tenía 18 años. ¿Qué tal el cambio?

R. Bastante brusco, sobre todo a nivel de comunicación. Para un canario como yo, tan arraigado a su tierra y a su familia, solo el hecho de comunicarse era complicado. Además, había mucha exigencia porque los entrenamientos eran más duros, hacíamos gimnasio…

P. He leído que jugó al baloncesto a través de un equipo de natación. ¿Cómo fue aquello?

R. No, no. Yo estudié en el Claret y allí jugué al baloncesto hasta los 17 años. Luego llegó un cura que vetó la posibilidad de que jugaran los antiguos alumnos y surgió la posibilidad de irme al Metropole, un club de natación. Montamos la sección de básquet allí y tuvimos éxito, porque fuimos campeones de España a nivel juvenil. Cuando me fui, solo duró dos o tres años más el equipo. En aquel momento, no había en la ACB clubes canarios.

"Al principio choqué con Ferrándiz porque no entendía mi juego, aunque le gustó bastante"

P. En el Madrid coincidió con Pedro Ferrándiz. ¿Qué tal con él?

R. Bien, pero al principio chocamos un poco porque él no entendía mi juego, aunque le gustó bastante. Más tarde me sacó mucho partido porque necesitaba un revulsivo en los encuentros. Al principio me reprochaba que no lo entendía, porque es cierto que yo no tenía mucho rigor en el juego. Quizá era más anárquico, pero luego muy disciplinado.

P. ¿Por qué no apostó Ferrándiz por usted de manera tan clara?

R. Porque había muchísima competencia en ese Madrid. Ten en cuenta que estábamos los tres bases de la Selección Española —Vicente Ramos, Corbalán y yo—. Repartir los 40 minutos era complicado. Además, la mentalidad de esa época era que los jugadores tenían que jugar el partido completo.

P. ¿Notaron mucho el cambio cuando Lolo Sainz sustituyó a Ferrándiz?

R. No, no, porque fue una prolongación. Lolo era nuestro segundo y estaba muy bien preparado. Un gran entrenador, como también lo demostró en el Joventut de Badalona, en la Selección Española… Yo le hice el relevo como jugador, porque cogí el número siete que él dejó.

Foto: Juan Antonio Corbalán. (EFE)

P. Ha hablado antes de Corbalán, del que fue mentor en parte…

R. Aquí hemos heredado todos cosas del resto. Imagino que yo aprendí de Vicente Ramos como Corbalán de mí o viceversa. Él tenía unas condiciones extraordinarias y se ha dicho muchas veces que cogió las cosas buenas de Vicente y las mías.

P. ¿Fue una mezcla de ambos?

R. Sí, sí. Tenía buen tiro, velocidad, era un gran director de juego… Reunía todas las condiciones para ocupar el puesto de base. Lo que ocurre es que por delante tenía a otros dos jugadores que también éramos buenos. El entrenador aprovechó las buenas cualidades de Corbalán.

"¿La rivalidad con Vicente Ramos? Cuando voy a Madrid, duermo en su casa"

P. ¿Es posible ser rival directo por un puesto y llevarse bien?

R. Los que mejor nos llevamos a día de hoy somos los bases. Vicente Ramos era duro en los entrenamientos y yo me quejaba. Él, sin embargo, tiraba de humor: "No te preocupes, que en los partidos te van a apretar todavía más". Era mi mejor sparring. Son personas entrañables, tanto que cuando voy a Madrid me quedo a dormir en casa de Vicente. Él dice que una habitación de su casa es mía (risas).

P. ¿Qué tiene el Madrid para ser un club tan ganador?

R. El ADN del club. Al final, es deporte y se puede ganar o perder. El pundonor que tienen todos los jugadores es tremendo, sean de la casa o de fuera. Es una máquina de ganar. El Madrid es la empresa deportiva más perfecta del mundo. Tiene incluso más títulos que la NBA. El nuevo Bernabéu no es ni galáctico, es otra dimensión.

P. ¿Ese gen se encargan de transmitirlo los más veteranos?

R. Sí, sí, te impregnas de él. Hay una anécdota de Amancio, cuando llegó al Madrid, que le dieron para el debut una camiseta sin escudo. Y le dijo uno de los compañeros que en cuanto empezara a sudar, el escudo se le pegaría solo.

"En Valladolid me divertí como nunca. Aunque no gané títulos, coincidí con Nate Davis"

P. Usted ganó la plata en el Eurobasket de 1973. ¿Cambió ese éxito la percepción del baloncesto que había en España?

R. Era la primera vez que se ganaba a la Unión Soviética, algo impensable. Y perdimos con Yugoslavia, que era otra gran selección. España ha conseguido lo más grande en el baloncesto, pero todavía nos falta el oro olímpico.

P. ¿Qué supuso Los Ángeles 84 para el baloncesto español?

R. No fue real esa posición, porque la Unión Soviética no compitió aquella vez, aunque fue muy meritorio ganarle a Yugoslavia en la semifinal. No le resto mérito en absoluto, pero creo que deben estar todos los equipos para que sea real.

P. Usted pasó del Madrid al Valladolid en 1979. ¿Es duro para un jugador pasar de un equipo grande a uno pequeño?

R. Sí, pero en Valladolid me divertí como nunca. Aunque no gané títulos, coincidí con un gran jugador como Nate Davis. Hicimos una dupla espectacular y nos coordinamos bastante bien. Recuerdo que quedamos quintos y fue muy meritorio, porque acabar entre los cuatro primeros era imposible por la diferencia presupuestaria. Pude haber seguido más tiempo en el Madrid, pero fue una decisión de Lolo Sainz.

Foto: Lolo Sainz, en una gala de la FEB. (EFE/Juanjo Martín)

P. ¿Entendió su decisión?

R. Sí, sí. Y años más tarde él me reconoció que se había equivocado. Entendí que tenía que renovar al equipo y que fichase a Joe Llorente, pero podía haberme quedado como tercer base. No tenía ningún problema. Me fui con 29 años del Madrid, que no era viejo, y aún disputé ocho temporadas más en la élite.

P. En aquella época el reglamento prohibía pasar por encima de los 305 centímetros del aro y te anulaban la canasta.

R. Sí, era una normativa de gente de la FIBA que no se había un puesto un chándal en su vida. Fue una decisión para evitar que Tkachenko pusiera la tienda de campaña debajo de la canasta. Afortunadamente, lo cambiaron.

"Querían evitar que Tkachenko pusiera la tienda de campaña debajo de la canasta"

P. ¿Cómo es ahora la relación ahora con Lolo Sainz?

R. Magnífica. Yo no tuve problema con nadie, ni con jugadores ni con entrenadores. El aprecio con Lolo es recíproco.

P. ¿Qué tal los últimos años en Canarias?

R. Magníficos, para mí fueron un carnaval. Quedamos dos veces sextos y fue un trampolín, porque era poco habitual en esos años. Ahora, afortunadamente, los equipos canarios ganan títulos europeos.

"Juego todavía pachangas y por eso todavía me considero jugador. Uno nunca deja de serlo"

P. Usted se sacó el título, pero nunca ha ejercido. ¿Por qué?

R. Siempre he tenido inquietudes y he querido saber. Mi objetivo era tener más formación y por eso luego me dediqué a llevar escuelas de baloncesto. Tuve claro que iba a vivir en Canarias y eso es incompatible con ser entrenador. Yo no quería irme a otro lado y depender de los resultados.

P. ¿Es difícil desengancharse del baloncesto?

R. No, el baloncesto es mi vida. Si volviese a nacer, me gustaría ser otra vez jugador de baloncesto. Ha sido gratificante, he tejido buenas relaciones, me ha ayudado a crecer como persona… Todo se lo debo al baloncesto. Juego todavía pachangas y por eso todavía me considero jugador. Soy exjugador del Madrid y de la Selección Española, pero uno nunca deja de ser jugador de baloncesto.

El baloncesto más espectacular —cargado de alley oops, pases por la espalda o botes entre las piernas— era un estilo poco ortodoxo en los 70 y los 80. Aquello, sin embargo, no importó a Carmelo Cabrera (Las Palmas de Gran Canaria, 1950) para ponerlo en práctica por todas las pistas de España. Su entrenador, Pedro Ferrándiz, no era muy partidario de ese juego, pero se tuvo que rendir al canario.

Real Madrid
El redactor recomienda