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La Superliga acecha también al golf: 1.000 millones para otra revolución
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La PGA se defiende como la UEFA

La Superliga acecha también al golf: 1.000 millones para otra revolución

La noticia de que varios negociadores saudíes han hecho ya ofertas concretas a los mejores jugadores del mundo para participar en una nueva competición exclusiva pone en guardia a la PGA, que aplica el remedio utilizado por la UEFA hace dos semanas

Foto: Rory Mcllroy, este jueves en el Wells Fargo Championship (PGA). (Reuters)
Rory Mcllroy, este jueves en el Wells Fargo Championship (PGA). (Reuters)

Hace casi tres semanas, cuando gran parte del mundo del fútbol se rebeló contra la Superliga europea, algunos destacados golfistas británicos (como Ian Poulter –conspicuo hincha del Arsenal– y Lee Westwood) se sumaron a la ola de protestas en el archipiélago que reivindica con orgullo la creación del deporte más popular del planeta.

Sin embargo, el concepto de Superliga acecha también al golf: esta semana se conoció que un proyecto de un fondo de inversión estadounidense respaldado por Arabia Saudí ha realizado ya ofertas concretas a los mejores jugadores del planeta para sumarse a una nueva competición. Hasta el punto de haber forzado al Comisionado del PGA Tour, Jay Monahan, a convocar una reunión con varios jugadores de la élite para repetir la misma amenaza que el presidente de la UEFA, Alexander Ceferin, lanzó a los clubes díscolos (el Real Madrid a la cabeza) en aquellas inolvidables 48 horas de abril: suspensiones inmediatas para todos los golfistas que se adhirieran a la nueva liga y la posibilidad de expulsiones permanentes del circuito estadounidense (medida aparentemente contemplada en el marco normativo de la PGA).

Hay varias similitudes entre la Superliga de fútbol y de golf: para empezar, ninguna de ellas es fruto de la pandemia. En el caso del deporte de los 14 palos, la idea sobrevuela el circuito estadounidense desde hace una década: una escisión de los mejores jugadores para aumentar –en principio– el espectáculo y aumentar el negocio y los premios. Las novedades de este último intento de 2021, cuyos detalles publicó en exclusiva el diario británico 'The Daily Telegraph' esta semana, incluyen una bolsa de 1.000 millones para premios y una liga de 18 torneos repartidos por el mundo, que respetarían las fechas de los cuatro ‘grandes’ y la Ryder Cup. También una supuesta fecha de inicio: septiembre de 2022.

placeholder Jay Monahan y Justin Thomas, el pasado mes de marzo. (Reuters)
Jay Monahan y Justin Thomas, el pasado mes de marzo. (Reuters)

Varios de los mejores golfistas del mundo han sido ya sondeados para mudarse a la nueva competición, con ofertas a campeones como Justin Thomas, Dustin Johnson, Brooks Koepka o Phil Mickelson por más de 30 millones de dólares. La mayoría ha guardado silencio, pero Rory Mcllroy (ex número uno del mundo y ganador de cuatro ‘grandes’) salió a los medios después de la mencionada reunión con Monahan para dejar clara su oposición y contó que el primer acercamiento se produjo en 2014: "Recuerden lo que pasó la semana pasada en Europa con la Superliga europea de fútbol. La gente puede ver de qué se trata, de trincar dinero, lo cual está bien si juegas a golf para tratar de ganar el mayor dinero posible. Está muy bien, hazlo si es lo que te hace feliz. Yo juego a este juego para cimentar mi lugar en la historia, mi legado, y para ganar ‘grandes’ y los mejores torneos del mundo".

"En lugar de cuatro o cinco veces, veinte veces"

El carismático Phil Mickelson (una leyenda, hoy 115 del 'ranking' mundial), que el próximo mes cumplirá 51 años, reconoció este miércoles que se había comunicado con los responsables del proyecto y fue mucho más optimista: “Creo que a los aficionados les encantaría”, afirmó, “porque verían a los mejores jugadores muchas más veces, exponencialmente… En lugar de cuatro o cinco veces, veinte veces”. (Un argumento idéntico al que esgrimen los promotores de la Superliga futbolística).

placeholder Phil Mickelson, en la primera jornada del Wells Fargo Championship, este jueves. (Reuters)
Phil Mickelson, en la primera jornada del Wells Fargo Championship, este jueves. (Reuters)

Según el ‘Telegraph’, a Mickelson (el hombre que supo al menos ofrecer resistencia a Tiger Woods durante su apogeo incontestable) le ofrecen el doble de dinero que a otras estrellas. Justin Thomas, número dos del mundo, lo expresó de forma muy diplomática este miércoles: "Nadie sabe en qué va a quedar el proyecto, porque todo el mundo siente de forma diferente y todos estamos en momentos diferentes de nuestra carrera [...] Para mí lo importante es ser número uno del mundo y ganar cuantos más torneos y ‘grandes’ pueda, y hacer algo histórico en el ‘PGA tour’".

Palo y zanahoria

La falta de apoyo público (por ahora) de los propios jugadores a la secesión se explica no solo por las amenazas del Comisionado de la PGA, sino por la aparición de nuevos emolumentos (al igual que anunció la UEFA hace dos semanas y media). El compromiso de la PGA de buscar mejores condiciones (aún) para jugadores y patrocinadores ha cristalizado en el llamado 'Programa de Impacto del Jugador': un sistema de recompensas por valor de 40 millones para los jugadores con más repercusión mediática (y que más ingresos generan), bien recibido por los golfistas pese a las críticas de influyentes medios especializados por presentarse con toda discreción después del despido, el verano pasado, de 50 empleados por la pandemia. El escalafón se decidirá según métricas como el número de apariciones en Google.

La nueva competición incorporaría novedades como torneos de tres días (54 hoyos) en lugar de cuatro (y 72), salidas simultáneas los dos primeros días y juego en equipo. Habría un fijo anual jugoso y premios por torneo superiores a los torneos semanales de la PGA –ya de por sí jugosos: el ganador no baja de los 1,2 millones de dólares, aunque los que no pasan el corte no ganan nada– e inferiores a los de un ‘grande’.

placeholder Tommy Fleetwood, en una entrevista durante un torneo en marzo de 2020. (Reuters)
Tommy Fleetwood, en una entrevista durante un torneo en marzo de 2020. (Reuters)

A pesar de que el proyecto no tiene muchas más probabilidades de cuajar en este momento que su primo hermano balompédico, la evidente preocupación de la PGA le ha llevado a firmar una “alianza estratégica” con el Tour Europeo por valor de 90 millones de dólares, asegurándose el respaldo de su socio trasatlántico en su rechazo absoluto a la nueva competición (y a perder el dominio del circuito).

Existen incógnitas por aclarar en la propuesta que son particularmente relevantes en el mundo del golf, quizás el único deporte profesional donde las estrellas tienen una libertad completa para decidir su agenda anual. Entre ellas destacan si la nueva competición tendría efecto en el 'ranking' mundial (algo poco probable, si se tiene en cuenta la rotunda reacción de la PGA). En cualquier caso, el cambio de modelos de consumo televisivo (que afecta también al golf, donde hay aplicaciones que permiten ya seguir a un solo jugador durante todo el recorrido o ver resúmenes automáticos a elección del usuario) hace que 2021, a buen seguro, no sea la última vez que se plantea una secesión de la élite para engordar un negocio ya de por sí suculento (como en el fútbol).

Hace casi tres semanas, cuando gran parte del mundo del fútbol se rebeló contra la Superliga europea, algunos destacados golfistas británicos (como Ian Poulter –conspicuo hincha del Arsenal– y Lee Westwood) se sumaron a la ola de protestas en el archipiélago que reivindica con orgullo la creación del deporte más popular del planeta.

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