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'Los hermanos Sisters': un 'western' único que no se parece a nada que hayas visto
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'Los hermanos Sisters': un 'western' único que no se parece a nada que hayas visto

La película de Jacques Audiard logra lo que casi ninguna otra película del oeste previa: uno de los más bellos retratos del amor fraterno que uno pueda imaginar

Foto: Joaquin Phoenix y John C. Reilly en 'Los hermanos Sisters'. (Avalon)
Joaquin Phoenix y John C. Reilly en 'Los hermanos Sisters'. (Avalon)

La primera escena de 'Los hermanos Sisters' nos arroja a algún lugar de Oregón en 1851, en plena noche, durante una redada a una casa de la que solo vemos los fogonazos provocados por unos disparos. No importa quién muere ni por qué: para los matones Eli y Charlie Sisters -John C. Reilly y Joaquin Phoenix, respectivamente-, es solo otro trabajo más, una nueva suma a la ristra de cadáveres que han dejado atrás. De inmediato queda claro que, antes de que su viaje termine, habrá más.

Y también queda claro que eso en buena medida se deberá a Charlie, el más joven, furioso y volátil de los dos; un tipo cuya tendencia a apretar el gatillo se ve agravada durante sus frecuentes episodios de embriaguez, y que a veces está tan ebrio que ni puede permanecer erguido sobre el caballo. Para recogerlo del suelo está Eli, más sabio y noble, y a menudo enojado como solo un hermano mayor puede estarlo; un hombre que no ha renunciado a su sueño: ser mejor persona, y encontrar la paz.

Su empleador, el misterioso Comodoro (Rutger Hauer), los ha enviado al encuentro de otro de sus hombres, un detective privado llamado John Morris (Jake Gyllenhaal). Se supone que Morris debe informar a los hermanos sobre el paradero de un tal Hermann Kermit Worm (Riz Ahmed), que al parecer ha robado algo que pertenece al Comodoro, para que estos lo transporten hasta el que sin duda será el lugar de su muerte, San Francisco. Pero nada sale según el plan, y las verdaderas intenciones tanto de Worm como del Comodoro acaban dando al traste con toda la misión y alterando las alianzas radicalmente.

Mientras observa todo eso, 'Los hermanos Sisters' nos proporciona todo lo que esperamos de un 'western' al tiempo que, eso sí, pone en cuestionamiento la historia oficial sobre cómo se construyó el Viejo Oeste y, en concreto, la moral tanto de quienes ostentaban el poder como de quienes siguieron o desafiaron sus órdenes.

placeholder 'Los hermanos Sisters'.
'Los hermanos Sisters'.

De entrada, la película exhibe un esplendor consonante con la iconografía del oeste, a través de escenas de salones y tiroteos y hombres que cruzan a caballo impresionantes panorámicas al atardecer, pero en primer plano pone a Charlie orinando frente al paisaje. Y los tiroteos no poseen la grandeza operística típica de Leone sino que son momentos rápidos, confusos e indistintos -antes de que uno de ellos empiece, por cierto, alguien vomita-. En general el tono carga hacia lo cómico aunque, eso sí, el director Jacques Audiard en ningún momento se muestra condescendiente con el género.

El director Jacques Audiard en ningún momento se muestra condescendiente con el género

Lo que sí hace es subvertirlo en un aspecto esencial. Si el canon del 'western' predica que la violencia debe contestarse con violencia, Audiard -que, recordemos, es francés y por tanto no está contaminado por el mito- sugiere lo contrario. Warm es un utópico, un hombre con una visión igualitaria del futuro en la frontera y una fe inquebrantable en la posibilidad de promover el bien común y crear comunidades más progresistas; un defensor de la idea de que la anarquía puede evolucionar hacia el orden social, y de que las personas pueden cambiar. Por supuesto, al mismo tiempo la película es muy consciente de que, independientemente del sistema socioeconómico que utilicemos como sociedad, la avaricia sigue enquistada en el corazón del hombre. Otra forma de ser hombre

A primera vista, 'Los hermanos Sisters' puede parecer un desvío en la carrera de Audiard, y no solo porque es su primera película rodada en inglés. Pero lo cierto es que, a lo largo de su carrera, el francés se ha especializado en encontrar indicios de sensibilidad y fragilidad en figuras prototípicamente machistas. Y eso precisamente es lo que también hace aquí, al retratar una época de progreso social y mental en la que un simple cepillo de dientes puede significar una auténtica epifanía emocional. De hecho, los mejores momentos de esta historia son aquellos que nos muestran a sus protagonistas rindiéndose a las flaquezas de su propia masculinidad, comprendiendo lo tóxico que resulta el legado patriarcal sobre el que la han construido, y dejando que penetren por sus grietas la vulnerabilidad, la conciencia y el placer que la amistad proporciona.

placeholder Cartel de 'Los hermanos Sisters'.
Cartel de 'Los hermanos Sisters'.
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Aunque sea de forma efímera, para su propia sorpresa, los protagonistas de 'Los hermanos Sisters' disfrutan de la compañía mutua de un modo que, casi seguro, no era habitual entre los hombres que habitaban aquella época y aquel lugar. Y eso hace que en última instancia esta película sea varias cosas que casi ninguna otra película del oeste previa fue: una emotiva meditación sobre la posibilidad de construir una utopía -o al menos encontrar un oasis de sosiego- en un mundo azotado por la codicia y la barbarie, y uno de los más bellos retratos del amor fraterno que uno pueda imaginar.

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La primera escena de 'Los hermanos Sisters' nos arroja a algún lugar de Oregón en 1851, en plena noche, durante una redada a una casa de la que solo vemos los fogonazos provocados por unos disparos. No importa quién muere ni por qué: para los matones Eli y Charlie Sisters -John C. Reilly y Joaquin Phoenix, respectivamente-, es solo otro trabajo más, una nueva suma a la ristra de cadáveres que han dejado atrás. De inmediato queda claro que, antes de que su viaje termine, habrá más.

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