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'A Ghost Story': una película de amor y fantasmas emocionante e insólita
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'A Ghost Story': una película de amor y fantasmas emocionante e insólita

Una de las sorpresas del año, 'A Ghost Story' hibrida cine 'indie' y fantástico para redefinir el género de las casas encantadas desde la melancolía propia del apego a los espacios del amor

Foto: Rooney Mara y Casey Affleck protagonizan 'A Ghost Story'. (Universal)
Rooney Mara y Casey Affleck protagonizan 'A Ghost Story'. (Universal)

En el diálogo, o más bien parlamento, más extenso de un filme de pocas palabras como 'A Ghost Story', un asistente a una fiesta se pone a disertar sobre la naturaleza trascendente del arte. El personaje, al que encarna el músico Will Oldham, envuelve de esa altisonancia propia de quien se complace en que sus palabras tengan eco un mensaje de sobras conocido. Los hijos mantienen el recuerdo de los padres, las obras perviven más tiempo que sus autores y escuchar las notas de la Novena Sinfonía de Beethoven, compuesta, según él, pensando en un Dios que no existe, nos conecta a través del tiempo con un sentido de civilización que va más allá de los meros instintos de supervivencia... Pero todo, todo, todo también desaparecerá algún día en la nada, como lágrimas en la lluvia.

El protagonista de 'A Ghost Story' escucha con atención el soliloquio de Oldham. Se trata de un fantasma varado en la casa donde habitó junto a su novia mientras estaba vivo. Lo conocemos al principio del filme. C (Casey Affleck) y M (Rooney Mara) se nos presentan como una joven pareja feliz en su nueva residencia. Solo algún ruido extraño altera su vida cotidiana. Hasta que un accidente de coche sega la vida del hombre. La conversión de C muerto en fantasma parece casi un chiste de tan prosaica. Ya en la morgue, su cuerpo tapado por una sábana se levanta y echa a andar. Como únicas señales de su nueva condición, los dos orificios negros en el lugar de los ojos y la constatación de que los seres humanos no pueden verle. C es un fantasma, mas un fantasma enamorado. Aún en el hospital, se le abre una suerte de puerta a una nueva dimensión. Pero él da media vuelta y emprende el camino de regreso a su hogar humano, en una serie de escenas que por cierto recuerdan 'Finisterrae' (2010), el filme de Sergio Caballero ya protagonizado por espectros con sábana. De regreso a casa, descubre que no le queda otra que ejercer de mero observador del transcurso de una vida que ya no habita.

placeholder 'A Ghost Story'.
'A Ghost Story'.

David Lowery relee el cine de casas encantadas desde la perspectiva de un drama 'indie' sobre el amor más allá de la muerte. El fantasma de C observa cómo la historia pasa ante sus ojos sin tenerlo ya en cuenta. Su amor le mantiene apegado a la casa incluso cuando M la abandona para iniciar una nueva vida. Antes la hemos visto expresando su duelo mientras devoraba una tarta, en un largo plano que aguanta el peso de su dolor. El recuerdo de la pasión entre ambos se mantiene vivo en un mensaje que la mujer esconde en un alféizar y él no consigue recuperar. La melancolía del fantasma a veces conduce a reacciones puntuales que se traducen en esos ruidos extraños o en esos fenómenos 'poltergeist' que perciben los residentes de la casa.

David Lowery relee el cine de casas encantadas desde la perspectiva de un drama 'indie' sobre el amor más allá de la muerte

El director ha optado por filmar la película en formato académico, un recurso cada vez más habitual en cierto cine de autor, hasta el punto de que tiene algo de tic estético. Pero en 'A Ghost Story' cobra sentido, en tanto recuerda la proporción de pantalla típica de las 'homes movies' rodadas en formatos subestándar como el Super 8 o el 16 mm. Al fin y al cabo, nos encontramos en la incursión en la vida cotidiana en su casa de un fantasma enamorado que toma conciencia de su fatal soledad mientras el mundo sigue girando a su alrededor. En una de las escenas que más duelen del filme, el protagonista se reconoce como en un espejo al ver a otro fantasma en la casa vecina. Pero esta identificación solo sirve para constatar que hay otros condenados a la misma espera sin sentido. Poco después del monólogo de Oldham, cuando el relato parece condenado a extinguirse porque ya no da más de sí, el filme ofrece un giro que lo sitúa en esa órbita de la trascendencia temporal a la que alude el personaje en la fiesta, al tiempo que propicia una conclusión coherente.

placeholder 'A Ghost Story'.
'A Ghost Story'.

Como ya sucedía con el primer filme de Lowery, 'En un lugar sin ley', también protagonizado por Mara y Affleck, el espíritu de Terrence Malick planea sobre 'A Ghost Story', sobre todo en este último tercio. Pero si la película anterior remitía al romanticismo de la pasión entre personajes fuera de la ley en un imaginario típicamente americano como en 'Malas tierras' y 'Días del cielo', esta apela a una idea del cine como configurador de otras formas de concebir la dimensión espacio-temporal propia de la filmografía más reciente del director de 'El árbol de la vida'. Pero Lowery no se plantea una meta tan pretenciosa como la de Malick, por lo que 'A Ghost Story' consigue emocionar como insólita película de fantasmas en torno a la persistencia del amor vinculado a una casa sin derrapar al meterse en terrenos más resbaladizos.

Foto: Emma Stone y Steve Carell son los protagonistas de 'La batalla de los sexos'. (Fox)

Y una última curiosidad invade al espectador al final de la película: ¿qué intérprete se esconde bajo la sábana del fantasma protagonista?, ¿tampoco hay créditos para los espectros?, ¿o Casey Affleck se ha currado una de las actuaciones menos exhibicionistas de la historia?

Foto: Dylan O'Brien, en 'American Assassin'. (EOne)

En el diálogo, o más bien parlamento, más extenso de un filme de pocas palabras como 'A Ghost Story', un asistente a una fiesta se pone a disertar sobre la naturaleza trascendente del arte. El personaje, al que encarna el músico Will Oldham, envuelve de esa altisonancia propia de quien se complace en que sus palabras tengan eco un mensaje de sobras conocido. Los hijos mantienen el recuerdo de los padres, las obras perviven más tiempo que sus autores y escuchar las notas de la Novena Sinfonía de Beethoven, compuesta, según él, pensando en un Dios que no existe, nos conecta a través del tiempo con un sentido de civilización que va más allá de los meros instintos de supervivencia... Pero todo, todo, todo también desaparecerá algún día en la nada, como lágrimas en la lluvia.

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