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'American Assassin': sobredosis máxima de testosterona
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'American Assassin': sobredosis máxima de testosterona

El director y productor Michael Cuesta dirige esta película de acción anabolizada protagonizada por Dylan O'Brien y Michael Keaton

Foto: Dylan O'Brien, en 'American Assassin'. (EOne)
Dylan O'Brien, en 'American Assassin'. (EOne)

'American Assassin' es como meterse una sobredosis de anabolizantes adulterados con pólvora y concentrado de cromosoma Y. Es como un campeonato de hacer flexiones con el pene. Como un concurso de arrancarse el pelo del pecho a bocados. Porque después de casi dos horas de tiroteos masivos y persecuciones hiperbólicas, al espectador solo le queda llorar testosterona. La última película de Michael Cuesta ('Matar al mensajero', 2014) es una 'rara avis' anacrónica, una película salida de los noventa y abandonada a su suerte en la cartelera de 2017, con su apología de la violencia, su maniqueísmo étnico y su patriotismo histérico y trasnochado. A Steven Seagal —o Chuck Norris— lo ha sustituido Dylan O'Brien ('El corredor del laberinto', 2014), y a los terroristas rusos, integristas musulmanes, pero la amenaza sigue siendo la misma: una cabeza nuclear anda suelta y dispuesta a volar por los aires el orgullo americano. No sería de extrañar que Donald Trump estuviese detrás de un guion así.

Aunque hablar de guion es ser demasiado generosos. 'American Assassin' es una concatenación de situaciones que funcionan como una mera excusa para que los protagonistas acribillen a alguien a balazos. Un elogio sin complejos de la fuerza bruta y de la violencia extrema del que se extrae que una ira irracional es una virtud útil en algunos casos, que la mayor parte de los musulmanes son gente de la que desconfiar —además de terroristas en potencia— y que un verdadero héroe debe pasar de las reglas y utilizar su sed de venganza para defender su país. Eso sí, sin llevárselo al terreno personal.

placeholder Dylan O'Brien se mete ahora en la piel de Mitch, un cazaterroristas con sed de venganza. (EOne Films)
Dylan O'Brien se mete ahora en la piel de Mitch, un cazaterroristas con sed de venganza. (EOne Films)

En algunos momentos, la película se desliza en los márgenes de la autoparodia, un escarceo que si hubiese sido voluntario habría hecho de 'American Assassin' un producto más disfrutable y contemporáneo. Pero no, la cinta de Michael Cuesta se toma a sí misma totalmente en serio. Aunque cuesta creerlo después de ser testigos de cómo Michael Keaton le arranca una oreja de un mordisco a uno de sus enemigos y la mastica con la boca abierta, como una prueba iniciática de hombría suprema.

Michael Keaton le arranca una oreja de un mordisco a uno de sus enemigos y la mastica con la boca abierta

Sonroja aún más la geopolítica resumida y simplificada sobre la que se sostiene la cinta, en la que no ya Estados Unidos sino un solo ciudadano estadounidense que trampea reiteradamente el sistema aparece como el único garante de la paz y la seguridad mundiales. Y la única forma de garantizar esa paz y esa seguridad es disparando, matando, exterminando. "Creo que la gente así merece morir de la forma más extrema", dice sobre los potenciales terroristas uno de los personajes en un momento dado. Otra nueva reivindicación de la épica individualista y antisistema que, a la vez, exige el sacrificio personal para evitar muertes, sí, pero sobre todo la degradación de los símbolos, la grieta en el orgullo patrio. Y lo único peor que un terrorista islamista es un americano traidor, según la película. Un experimento interesante sería llevar a Slavoj Žižek a ver 'American Assassin'. Entonces sí que habría explosiones: explotaría la pantalla, explotaría el proyector y explotaría la cabeza de Žižek.

placeholder Michael Keaton es Stan Hurley, un ex Navy Seal duro de roer. (EOne)
Michael Keaton es Stan Hurley, un ex Navy Seal duro de roer. (EOne)

Han sido cuatro los guionistas que han llevado a la pantalla la primera adaptación al cine de las novelas de Vince Flynn, un consultor de 'marketing' que quería ser marine y acabó reconvirtiéndose en escritor de 'thrillers' políticos. Su saga más conocida es, precisamente, la protagonizada por el agente de contraterrorismo Mitch Rapp. Rapp representa a un ciudadano cualquiera —podría ser yo, podría ser usted— que, después de que su novia muera en un atentado terrorista en un resort vacacional, entrega su vida a entrenarse y convertirse por su cuenta en una máquina de matar. 'American Assassin' es una película de venganza en la que Rapp (O'Brien) utiliza su ira homicida descontrolada para luchar contra el terrorismo internacional. Precisamente porque la ira y la sed de venganza lo ciegan, Rapp puede convertirse en el agente perfecto, obsesivo, minucioso. No hay dolor.

Después de que su novia muera en un atentado terrorista, Rapp entrega su vida a entrenar y convertirse en una máquina de matar

Rapp vieja por el mundo 'desactivando' células terroristas en solitario hasta que la CIA decide ofrecerle entrenamiento especializado a cargo de Stan Hurley (Michael Keaton), un ex Navy Seal duro y correoso que, aunque al principio desconfía del chico, acaba viendo en Rapp la posibilidad de hacer las paces con su propio trauma del pasado. Por orden de la directora adjunta de la CIA (Sanaa Lathan), los dos hombres formarán un equipo para evitar que un terrorista internacional desconocido se haga con los materiales necesarios para fabricar una cabeza nuclear y posteriormente venderla a algún Estado o magnate de Oriente Medio enemigo de Estados Unidos. Y el carácter rebelde e individualista de Rapp, que al principio resulta un hándicap, acabará siendo fundamental para las posibilidades de triunfo de la misión.

placeholder Shiva Negar, una mujer de armas (muchas) tomar. (EOne)
Shiva Negar, una mujer de armas (muchas) tomar. (EOne)

Probablemente, 'American Assassin' cumpla perfectamente la misión por la que fue escrita, producida y distribuida. La de un entretenimiento totalmente acrítico, una mala interpretación de las virtudes del cine de acción y una hipertrofia de sus defectos. Es el súmmum del concepto de 'americanada', la reivindicación del 'make America great again' elevada a la enésima potencia frente a un espejo aberrante.

placeholder Cartel de 'American Assassin'.
Cartel de 'American Assassin'.

Hay persecuciones a pie, con perros, en coche, en helicóptero, en lancha motora. Hay tiroteos con Berettas, con Glocks, con Cz Scorpions y con Uzis —¡viva la segunda enmienda!—. Hay bombas nucleares y aviesos ministros de Defensa de países extranjeros. Hay desnudos femeninos aleatorios. Hay disparos a la cabeza, uñas arrancadas con alicates y tsunamis termonucleares. Y, sobre todo, hay giros de guion totalmente inverosímiles y un final tan testosterónico que solo puede provocar el crecimiento excesivo del vello corporal o la risa.

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'American Assassin' es como meterse una sobredosis de anabolizantes adulterados con pólvora y concentrado de cromosoma Y. Es como un campeonato de hacer flexiones con el pene. Como un concurso de arrancarse el pelo del pecho a bocados. Porque después de casi dos horas de tiroteos masivos y persecuciones hiperbólicas, al espectador solo le queda llorar testosterona. La última película de Michael Cuesta ('Matar al mensajero', 2014) es una 'rara avis' anacrónica, una película salida de los noventa y abandonada a su suerte en la cartelera de 2017, con su apología de la violencia, su maniqueísmo étnico y su patriotismo histérico y trasnochado. A Steven Seagal —o Chuck Norris— lo ha sustituido Dylan O'Brien ('El corredor del laberinto', 2014), y a los terroristas rusos, integristas musulmanes, pero la amenaza sigue siendo la misma: una cabeza nuclear anda suelta y dispuesta a volar por los aires el orgullo americano. No sería de extrañar que Donald Trump estuviese detrás de un guion así.

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