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'Naked attraction': La diversidad confirmando el darwinismo sexual
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Galo Abrain

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'Naked attraction': La diversidad confirmando el darwinismo sexual

Naked Attraction no es porno, ni comercializa el cuerpo de la mujer. Es solo otra llamativa bobada vendida bajo el eslogan de una revolución

Foto: Marta Flich es la presentadora del programa 'Naked Attraction'. (Max)
Marta Flich es la presentadora del programa 'Naked Attraction'. (Max)
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Soñar que te quedas desnudo en mitad de una calle es, se supone, una de las pesadillas más comunes. Yo la tengo de vez en cuando. Sueño que, en mitad del viejo instituto, corro con mi cuerpecito pubescente como alma que lleva el diablo por los pasillos, inerme al bombardeo de risitas de los colegiales. A veces, la cosa se pone aún más insoportable. A lo largo del vergonzoso desfile, me topo con alguna de las niñas de las que anduve enamorado. Y ahí ya me deshago, despertándome rebozado en sudor.

Debo agradecer, por tanto, a HBO Max haber reconfigurado las singularidades de mi zozobra onírica. Visto el programa Naked Attraction mi mayor temor ha cambiado. Ya no es zumbar cual querubín nervioso por la antigua institución. Ahora me veo atrapado en un tubo de neón, como carne de longaniza congelada del canguelo, aguantando que las mismas niñas que me molaban valoren mi pija con el cinismo de una galerista snob. O de una pareja eligiendo lámpara en Ikea.

Dicho esto, lejos de mi particular idiosincrasia, me parece exagerada la polémica azotada por Naked Attraction. Especialmente, si hablamos de la bulla en la que ha entrado el Instituto de Política Social (IPSE), pidiendo la retirada del programa por comercializar a las mujeres y pornografía. Por mucho que el show se pase por el arco del triunfo, cualquier amago de recato, no hablemos del buen gusto de la discreción, acusarlo de comercializar mujeres está tan mal tirado como tildarlo de pornográfico. En Naked Attraction nadie folla, ni se excita, y hay un chimichurri muy variado de géneros (incluyendo transexuales). Así que en esto estoy con sus defensores. Si a alguien le pica ver a gente en pelotas, nadie le obliga a mirar.

A lo que no me resisto, en cambio, es a tirarle lapos por razones que van más en la línea de lo simplón de la propuesta, que por las beatas consideraciones del IPSE.

En primer lugar, el eslogan. El programa dice revolucionar el mundo de las citas, y para mí lo único que han revolucionado es la cantidad de tonterías que se puede decir desnudo en televisión. Lo de ligar en bolas tiene canas y hasta vendas de momia. Clubs swingers donde poner los pezones a tiro de lametón hay, en España, desde hace más de veinte años. E hijos de playas nudistas y campings hippies se contarán a puñados. Pero entiendo que hay palabras que han perdido toda legitimidad original usándose a las bravas. El marketing, siempre cayendo por delante de la responsabilidad literaria, vaya.

Foto: Foto: iStock.

Por eso cualquier cosa, desde hamburguesas sabor Dalsy hasta retiros abstemios sin internet (una multi se ha inventado el monasterio, oye) son hoy una revolución. A mí me pudriría la vergüenza hablar de revolución por plantar a un garrulo, a calificar los papos que le han servido delante como en un tenderete de mercado, sabiendo que hay mujeres jugándose el pellejo en Irán solo por no llevar Hiyab. En fin, será que soy muy mirado…

Con todo, he caído en la trampa del programa como un bicho en una planta carnívora. Es lo que tiene la desnudez. Consigue incluso enterrar el ridículo de quien la viste. Da igual la envergadura de las pavadas que diga o haga. Por eso tantos periquitos, un par de polvos después y desvelado el pastel mental, hacen un mutis por el foro. No todo va a ser follar, que diría Krahe, y no todo va a ser el cuerpo. Aunque sea lo que se prioriza en este show.

Por eso, como clase de anatomía y sexualidad trago mejor la apuesta que como producto de entretenimiento. Las informaciones que salpican los capítulos —no sabía yo que tener el dedo anular largo era señal de poderío y atracción— me enganchan antes que la versión nudista de First Dates trasladada al barrio rojo de Ámsterdam.

"Es lo que tiene la desnudez. Consigue incluso enterrar el ridículo de quien la viste"

Porque, ojo, después del desfile charcutero queda, faltaría más, el horizonte del amor. Traducido en una cita del seleccionador y el aspirante ahora vestidos, claro. Aunque, para qué engañarnos, a nadie le importa un pimiento si los invitados son atravesados por la flecha de cupido. Intuyo que ni a los propios invitados, que han encontrado un nuevo ritual perverso para conseguir seguidores en Instagram. Lo que importa es mirar y ser mirado.

Otra de las cosas con las que te quedas del programa, es que el casting parece haberse hecho a la salida de una tienda de tatuajes. No falla casi ningún pimpollo. Confirma así Naked Attraction que lo realmente alternativo ahora es llevar la piel limpia, o que quien se tatúa tiene menos miramientos frente a ser visto por un millón de desconocidos (y conocidos, que tu padre también tiene HBO) como Dios lo trajo al mundo.

Yo, lo confieso, llevo varias partes del cuerpo astilladas con tinta, pero ni harto de vino me pondría en una horterísima cabina dispuesto a ser evaluado por una desconocida pájara. Para eso pruebo suerte en el porno. Puestos a que alguien haga caja con mis vergüenzas, doy un pasito adelante y me embolso una parte digna del pastel, ¿no?

Foto: Un manifestante argentino se salta el metro en Buenos Aires. (EFE/Stinger)

Otro asunto que también me trae de cabeza en la propuesta, son los planos de los traseros partiendo compungidos tras haber sido descartados. En cuanto se les pide a los aspirantes que abandonen la forja… digo, el plató —no vean lo que me ha recordado el formato a Forjado a fuego—, las saltarinas nalgas de los desechados invaden la pantalla. Esta es, sin duda, mi paradoja favorita. La cámara hace lo que tú no deberías hacer por la calle, que es empanarte haciéndole la cirugía visual a un culo. Ah, y lo mismo con los piropos. Todos bien recibidos y despachados, aunque nadie los haya pedido. Concluyo que lo mejor que puedes hacer, si te gusta mirar panderos y hacer piropos, es ir a este programa. Incluso en la era del Me too, tienes carta blanca para hacer lo que te dé la gana siempre y cuando te estén grabando para MAX. Habrase visto, qué liberadora se ha vuelto la televisión…

En cuanto a la cantera, caía de cajón que la dirección se iba a esforzar porque la selección de cuerpos fuese una macedonia. Y la variedad es, ciertamente, indiscutible. Lo gracioso es que tanta diversidad se revela perfecta para confirmar que nos la suda la diversidad. El darwinismo no se da de baja por muy chorriprogre que seas. O lo mucho que fardes de chubasquero contra lo superficial.

Los cuerpos por los que se decantan la mayor parte de clientes de la verdulería de melones y pepinos de Naked Attraction entran dentro del canon. Cuando las gladiadoras eliminan a un aspirante con la ambigua justificación: "no te sabría decir", todos sabemos a lo que se refiere. Los tíos parcos, achatados en vertical y en horizontal, cogen vestuario de salida, tanto como las tipas con la cara poco afortunada. Es cierto, en general, que el rostro sigue siendo, sin importar orientación o género, no sé si el espejo del alma, pero seguro del deseo. Las jetas difíciles pillan menos cacho que las gambas inversas. La selección natural de la hermosura clásica se impone de nuevo. Menuda sorpresa, oiga.

Foto: Dos piernas entrelazadas en la cama. (Pexels)

Como efecto colateral de esto, admito que sí respiro algo muy positivo. Por más que los bodys bien paridos de siempre sean los ganadores, el espectador va a poder sentirse cómodo sabiendo que hay tantos perdedores como él. El programa vende el clásico eslogan "todos los cuerpos son bonitos". Pero creo que sería mejor decir que todos los cuerpos son feos. Homologando por lo realista, honestamente, se obtiene el mismo resultado liberador sin caer en venialidades bien queda.

¿Crees que eres el único con la tripa como una bolsa de agua pinchada? ¿Gastas una picha fimótica de pellejo colgón? ¿Te hicieron un mal apaño en los pechos y ahora parecen los ojos de Garfield puesto de ketamina? Tranqui, no estás sola o solo. Vestidos, esas cosas se censuran, y el porno miente más que un político en campaña. En Naked Attraction, es cierto, se patean los filtros y los cuerpos trastabillan alejándose de la latosa perfección. Al Papa, vaya, lo que es del Papa.

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Me cuesta asegurar el triunfo del programa presentado por Marta Flich. Le auguro, eso sí, muchas visualizaciones a cachos. Selectivas. Apuesto por un buen tropel de curiosillos que satisfagan las ansias avivadas por los cuerpos ligeritos de ropa del verano, viendo el programa sin sentir que se trata de una guarrería porno. Por lo demás, cuando el ADN de una propuesta se encama con la simpleza boba, el personal se agota pronto.

Aunque, quién sabe, en el resto de Europa ha triunfado. Si algo nos pirra a los españoles es chismorrear de los demás. Y si podemos hacerlo de alguien en pelotas, ay, ya ni te cuento...

Soñar que te quedas desnudo en mitad de una calle es, se supone, una de las pesadillas más comunes. Yo la tengo de vez en cuando. Sueño que, en mitad del viejo instituto, corro con mi cuerpecito pubescente como alma que lleva el diablo por los pasillos, inerme al bombardeo de risitas de los colegiales. A veces, la cosa se pone aún más insoportable. A lo largo del vergonzoso desfile, me topo con alguna de las niñas de las que anduve enamorado. Y ahí ya me deshago, despertándome rebozado en sudor.

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