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El éxito del chaval que flipa con Led Zeppelin explica por qué la música "vieja" sigue oyéndose
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LA PERVIVENCIA DE LO 'BOOMER'

El éxito del chaval que flipa con Led Zeppelin explica por qué la música "vieja" sigue oyéndose

Con más de un millón de seguidores, Oscargg ha mostrado que se puede ser veintañero, tiktoker y hacerse famoso hablando de los Beatles. Analizamos este nuevo eclecticismo

Foto: El tiktoker Oscargg tiene 27 años y más de un millón de seguidores. (Foto cedida)
El tiktoker Oscargg tiene 27 años y más de un millón de seguidores. (Foto cedida)
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"Mi top 10 de canciones preferidas de la Creedence Clearwater Revival: en el número 10, Lookin’ Out My Back Door". Y entonces, Óscar Giménez, OscarGGC (1996), empieza a hacer el gesto que lo caracteriza. Sonríe y mueve la cabeza de un lado a otro, como si estuviese absorbiendo la música de una banda que se separó un cuarto de siglo antes de su nacimiento. Es la voz de John Fogerty, pero podría ser la de John Lennon, la de Mick Jagger, la de Bob Dylan o la de Ana Torroja. También la de artistas modernos como Mac DeMarco o The Killers.

OscarGGC se ha convertido en un fenómeno de TikTok por su manera de divulgar y presentar una música que no le corresponde generacionalmente. Tiene más de un millón de seguidores y 33,4 millones de likes en sus vídeos. La mayor parte de las canciones que presenta en su canal se grabaron entre los años sesenta y los ochenta. A simple vista, una excepción entre la generación centennial que se ha criado escuchando música urbana o reguetón en plataformas como Spotify o Youtube. Pero también es la muestra de la pervivencia de un canon cultural que, a pesar de todo, se resiste a desaparecer gracias a una nueva forma de relacionarse con la música.

"Para mí la música es atemporal, y no pienso en que estoy escuchando grupos viejos, que están retirados, muertos o que son unos carcas", explica a El Confidencial. Óscar achaca a haberse criado en un pueblo humilde de la periferia barcelonesa como Sant Boi de Llobregat sus gustos musicales: la llegada de internet abrió la puerta a la exploración de músicas que culturalmente habían sido inaccesibles para él como el rock o el soul, mientras sus amigos estaban a otras cosas. En la música que cronológicamente corresponde a sus padres (o abuelos) encuentra una atemporalidad que no halla en el mainstream actual, que considera que no aguantará igual el paso del tiempo.

Su canal no existiría sin su hermana, una millennial nacida a mediados de los ochenta que le descubrió gran parte de la música que escucha ahora y que se crio en aquel mundo construido por la generación que, como explicaba el politólogo Oriol Bartomeus, ha sido "dominante desde la posguerra hasta hace bien poco". En ella, los medios masivos (radiofórmulas, periódicos, televisiones generalistas) homogeneizaban una cultura que los algoritmos ha fragmentado. Hoy es posible vivir sin saber quiénes son los Beatles; antes había que hacer un esfuerzo consciente para evitarlos. "Si no fuera por mis padres y mi hermana, no habría conocido esta música", reconoce. "Uno de mis primeros recuerdos es escuchar el Mediterráneo de Joan Manuel Serrat".

Algo aparentemente excepcional en una era en la que por primera vez en décadas, el canon de la música parece haber estallado: de la música anglosajona a la latina, del rock al pop, de la difusión por la radio a las plataformas. "Me criticaban en clase por escuchar rock, para mi geineración, si escuchas rock eres un poco friki", explica. Sin embargo, algo parece haber cambiado en los últimos años: al abrir su canal, Óscar se ha encontrado con "un mundo entero de gente con la que comparto gustos muy parecidos".

El éxito de su canal muestra la enésima vuelta de tuerca en los gustos musicales. Frente a la aparente ruptura entre boomers, X y millennials con centennials, algunos están adoptando un nuevo eclecticismo que muestra que Led Zeppelin, Boney M o Stevie Wonder siguen formando parte del canon y pueden convivir con los ritmos latinos. "Yo soy una persona muy positiva y trabajadora, pero hay gente que se cierra y quiere abrir una guerra musical", responde cuando se le pregunta por el enfrentamiento generacional. "Yo no entro en eso, para mí es 'haz lo que quieras', la música está para disfrutarla y aunque yo conecto más con otras canciones, hay quien ha construido sus vivencias y recuerdos con el reguetón". En uno de sus vídeos, Óscar explica por qué no le gusta este género, pero anima a que quien quiera escucharlo, lo haga. La (al menos aparente) inocencia frente al cinismo.

"Han usado el machismo como coartada para justificar su rechazo a la música urbana"

Cuando son los viejos los que rompen con los jóvenes

Javier Becerra (1975), periodista de La Voz de Galicia desde hace quince años, lo tiene claro: no han sido los jóvenes los que han roto con sus padres en la cultura, sino los mayores con los más jóvenes. Es lo que siente cada vez que, como en su ensayo La música no es lo más importante, escribe sobre artistas como Rosalía. "Cada vez que hablo de ellos el chorreo que me cae es bestial, hay una gran cantidad de violencia dirigida no va solo a los jóvenes sino a los adultos que nos gusta", señala. "Los reproches son los mismos que con las generaciones anteriores, como que no saben cantar y tocar: se han agarrado a lo del machismo como una coartada para justificar su rechazo por provenir de una cultura anglosajona que era el eje central".

Este repliegue ha sido la forma de autodefensa que la generación que hasta hace poco ocupaba los puestos de poder en el mundo cultural ha adoptado al ser conscientes de su pérdida de centralidad, como le explicaba Jorge Drexler al periodista: "Me decía que cada nueva generación empuja el centro de la ciudad en otra dirección y que cuando ya no puedes volver a ese centro, lo rechazas porque te han quitado tu sitio, y de ahí el ensañamiento con esas músicas".

Por eso considera que la actitud de la generación centennial hacia la de sus padres ya no es la del rechazo, como ocurría en la dinámica entre el punk y el rock progresivo o la música alternativa de los noventa frente al rock corporativo de los ochenta, sino de indiferencia. "Les damos igual", valora. "Cuando hablo en mi libro de las peleas entre críticos musicales, no entienden ni ese lenguaje ni entienden por qué gastamos el tiempo en eso: nuestra generación ha sido más de rechazarlos a ellos que ellos a nosotros”. Becerra identifica en la crisis económica el punto de no retorno, en el que los jóvenes encontraron la nueva banda sonora para un mundo en crisis en la música urbana como el trap.

placeholder Axl Rose, en silla de ruedas, acompañando a AC/DC en 2016. (EFE/José Manuel Vidal)
Axl Rose, en silla de ruedas, acompañando a AC/DC en 2016. (EFE/José Manuel Vidal)

El crítico no tiene tan claro que no conozcan a grupos como AC/DC o los Ramones. Sí lo hacen, "pero algo ajeno o para viejos, como yo conocía a Frank Sinatra". Sinatra tocó en Coruña en 1992 ante apenas 3.000 personas cuando Becerra tenía 17 años. Su hija descubre la música que escucha a través de plataformas como TikTok: la canción de fondo en el vídeo que acaba de asomar en su feed puede convertirse en su obsesión durante las siguientes semanas, de igual manera que en el pasado lo era una canción cazada en la radio. Un acceso a la música más arbitrario y menos sistemático y, por ello, menos sometido a las jerarquías.

Un batiburrillo de referencias como el de las populares orquestas gallegas donde pueden sonar Metallica y Manuel Turizo la misma noche. Hay varias razones para este eclecticismo. Por un lado, que las nuevas generaciones no leen crítica musical: "Si te crías en la contundencia, dando importancia a qué es bueno y qué es malo, eso te lleva a la música más seria y te aleja de otras formas". También porque las mujeres tienen más presencia, tanto como artistas como en la industria o la prensa: "Como decía Patricia Godes, el acercamiento de la mujer a la música es más positivo: belleza, placer, diversión. Los hombres parece que escuchamos música para decir a los demás qué tienen que escuchar".

De ahí el éxito de canales de divulgación de Óscar: centrarse en lo positivo frente a la rigidez del canon. "Me llama la atención que son chavales de 25 años hablando de sus discos favoritos y un día salen contando que han descubierto el What’s Goin’ on de Marvin Gaye y han flipado. En mi época nadie se habría atrevido porque me habrían echado en cara haberlo conocido tan tarde", concluye Becerra. "Me cortocircuita la cabeza, porque por un lado sabes que es un disco esencial, pero por otro piensas qué sana es esta época que puedes descubrir algo y describirlo con esa frescura".

"La música de los sesenta ha sido legitimada por la crítica, y eso sigue funcionando"

El reguetón no duró dos veranos

Marina Arias Salvado (1997) es musicóloga e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid y ha dedicado la mayor parte de sus trabajos a analizar la recepción del reguetón en España: uno de ellos se llama "Esto va a durar dos veranos": pachangueo, inmigración latinoamericana y asimilación del reggaetón en la España de los 2000. Para ella no se trata tanto de que su generación haya roto con las anteriores como que se han socializado cultural y musicalmente en unos parámetros ya distintos, lejos de la larga sombra boomer.

"Esas generaciones antiguas ven el reguetón como una ruptura y las jóvenes como algo natural", valora. "Las generaciones que crecimos y naturalizamos esa música ya en la infancia y en la preadolescencia no la sentimos como algo que venía de fuera o que no tenía calidad suficiente como las generaciones anteriores, que lo recibieron como una moda, con sorpresa o desconcierto". Después de décadas en las que la industria musical se había caracterizado por ciertas coordenadas musicales que se extendieron durante la Transición, desde el rock urbano hasta la Movida pasando por los cantautores, el boom latino de principios de siglo cambió el paradigma para siempre.

En ello fueron importantes las formas de difusión. En su aparición en La Pija y la Quinqui, Pedro Sánchez (1972: generación Z) reconocía que descubría música en Radio 3, como en los viejos tiempos. El streaming ha sido el modo de distribución por antonomasia de la última década, lo que ha acabado con el monopolio de radios, prensa escrita y televisión a la hora de generar una cultura del consenso musical. "El reguetón era una música que se entendía muy bien a través del single, no se vendía en álbumes sino en recopilatorios, y eso funciona muy bien en la era del streaming, donde se consume a partir de la playlist".

La musicóloga también ha identificado ese giro hacia un eclecticismo donde la música que antes se repudiaba pasa a legitimar culturalmente los géneros urbanos. Ella misma se refiere a los vídeos de Óscar como la mestra de cómo "cuando cierto discurso se genera y se legitima, no es del todo fácil romper completamente con él". "En este caso, la música de los sesenta ha sido muy legitimada por la crítica, y eso sigue funcionando en la actualidad", valora. "Quizá se haya discutido y problematizado más, con el ok boomer y cosas así, pero sigue ahí. Para mucha gente sigue siendo la verdad, de igual forma que el reguetón es mala música".

Este nuevo eclecticismo se refleja hasta cierto punto en los últimos trabajos de Rosalía, C. Tangana o Ralphie Choo, artistas que recuperan músicas del pasado (del flamenco duro de Rosalía a los años noventa vía Kiko Veneno de Tangana) mostrando que el pasado no deja de ser parte del presente. El caso de Rosalía es un buen ejemplo, porque es una de las primeras artistas en reivindicar abiertamente el reguetón por una mera cuestión generacional tras haber versionado a cantantes como Bonnie Prince Billy: "Ella decía que hacía reguetón porque lo escuchaba con sus primas en la feria a los trece años", explica Arias.

"Mi top 10 de canciones preferidas de la Creedence Clearwater Revival: en el número 10, Lookin’ Out My Back Door". Y entonces, Óscar Giménez, OscarGGC (1996), empieza a hacer el gesto que lo caracteriza. Sonríe y mueve la cabeza de un lado a otro, como si estuviese absorbiendo la música de una banda que se separó un cuarto de siglo antes de su nacimiento. Es la voz de John Fogerty, pero podría ser la de John Lennon, la de Mick Jagger, la de Bob Dylan o la de Ana Torroja. También la de artistas modernos como Mac DeMarco o The Killers.

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