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Con 9 años recorrió él solo 5.000 km como migrante y quedó traumatizado de por vida
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Un viaje brutal y desesperado

Con 9 años recorrió él solo 5.000 km como migrante y quedó traumatizado de por vida

Javier Zamora ha necesitado 20 años, mucha terapia y aparcar el alcohol y la marihuana para escribir 'Solito', un libro sobre el estremecedor viaje que le llevó de El Salvador a EEUU

Foto: El escritor Javier Zamora, autor de 'Solito'. (Cedida)
El escritor Javier Zamora, autor de 'Solito'. (Cedida)
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Aún no sabía ni siquiera atarse los cordones de los zapatos cuando, con nueve añitos, Javier Zamora, Chepito, emprendió un viaje brutal y desesperado. Un viaje en el que recorrió 5.000 kilómetros desde su aldea natal en El Salvador hasta La USA, como él llama en spanglish a los Estados Unidos. Un viaje que realizó en buena medida solo, que supuestamente iba a durar dos semanas, que acabó convirtiéndose en una pesadilla de dos meses y que casi le cuesta la vida.

El periplo tenía como objetivo reunirle con sus padres, quienes hacía ya tiempo que se habían trasladado a Estados Unidos. El padre, huyendo de la guerra civil en El Salvador; la madre, siguiendo a su marido y en busca de oportunidades. Para Chepito, que creció con sus abuelos, la separación de sus progenitores ya fue traumática. Pero aún lo fue más cuando su abuelo, después de acompañarle a Guatemala, se despidió de él y a partir de ahí tuvo que continuar su viaje solo, junto a otros inmigrantes a los que no conocía y que hacían su misma ruta. Con ellos atravesó el desierto de Sonora, donde muchos cayeron: fueron detenidos, murieron o desaparecieron.

Javier Zamora tuvo suerte: logró llegar con vida a Estados Unidos y logró reunirse allí con sus padres. Pero necesitó 20 años y muchas sesiones de psicoterapia para digerir mínimamente todo aquello por lo que había pasado y poder contarlo. El resultado es Solito, un libro autobiográfico escrito originalmente en inglés en el que Zamora narra ese espeluznante viaje con la voz del niño de nueve años que fue. Un libro que ha sido un bombazo en EEUU y que ahora se publica en español y en catalán. Un libro terrorífico, agobiante y estremecedor, pero que a la vez genera una ternura inmensa hacia ese chaval y una profunda admiración hacia la generosidad de algunos de los migrantes que le acompañaron en ese infierno.

“Pero el trauma no se olvida”, subraya a El Confidencial Zamora, quien en la actualidad tiene 33 años. “Lo que hice para sobrevivir fue guardar ese trauma en una recámara de mi cerebro, las cosas más feas las escondí en un armario y eché la llave”.

placeholder Portada de 'Solito', de Javier Zamora.
Portada de 'Solito', de Javier Zamora.

Las heridas que le dejó aquel viaje eran tan profundas que con solo 12 años Zamora empezó a asistir a sesiones de psicoterapia. Pasó por un psicólogo tras otro, pero las heridas no sanaban. “Desde los 12 hasta los 29 años tuve 13 terapeutas, y creo que ninguno me ayudó. Pero la culpa no era suya sino mía, porque yo no quería abrir ese armario en el que había guardado las cosas más feas, no me sentía capaz. Por ejemplo, si veía un cactus sabía que en dos segundos me iba a acordar de Chino, de Patricia y de Marcelo (algunos de los inmigrantes con los que cruzó el desierto de Sonora) y de todo lo que pasamos”.

Zamora intentó de todo para salir de aquella pesadilla. Probó la meditación, el reiki, los deportes… “Hasta me hice vegano por dos años”, cuenta. “Lo probé todo para tratar de sanar”. Incluido el alcohol y las drogas. "Tomé mi primer trago a los 11 o 12 años. Y comencé a fumar marihuana al mismo tiempo. No iba a terapia, así que esas eran las herramientas que tenía a mano, herramientas que permiten que te evadas por un rato de tus problemas. Yo no me quería acordar de lo que había sufrido, yo quería borrar esas memorias. Y el alcohol me parecía que me ayudaba, o al menos eso pensaba, porque luego me di cuenta de que en realidad me estaba perjudicando".

"No me quería acordar de lo que había sufrido, quería borrar esas memorias. Y el alcohol me parecía que me ayudaba"

A eso se añadía la complicada situación legal de Zamora en Estados Unidos. Aunque llegó a La USA con 9 años, durante 20 años ha vivido atenazado por el miedo constante a que las autoridades de inmigración le pudieran deportar a El Salvador. “Para conseguir la residencia en los Estados Unidos solo hay dos caminos: casarse o que te den un visado de habilidades extraordinarias, al que también le dicen visado Einstein porque lo crearon en 1942 para poder traer a Einstein de Europa a Princeton”.

Ese visado solo lo consigue el 2% de los migrantes que llegan a La USA. Zamora lo logró cuando tenía 29 años gracias a su talento literario y al libro de poemas que ya entonces había publicado. Ese visado además le permitió viajar a El Salvador 19 años después. “No había regresado después de que había migrado. Regresar me ayudó a recordar cómo fueron las cosas y pude preguntarle a mi abuelo y a mi abuela sobre lo que se acordaban ellos”.

Y a eso se sumó que también con 29 años dio con una terapeuta que le ayudó a abrir el armario de los horrores y a enfrentarse a todos los monstruos que allí había encerrado.

placeholder Operación policial en la ciudad de Caborca, en el estado de Sonora (México). (EFE/Daniel Sánchez)
Operación policial en la ciudad de Caborca, en el estado de Sonora (México). (EFE/Daniel Sánchez)

La herida de Zamora no se ha cerrado, nunca lo hará. De hecho, nos confiesa que él y su pareja no quieren tener hijos y que probablemente esté relacionado con la experiencia tan amarga que marcó su infancia. Pero la herida ya no duele tanto. “Ha sanado bastante”, reconoce. “Antes yo pensaba que al no pensar, el niño iba a desaparecer y yo me iba a sanar. Pero el cerebro no funciona así, el trauma no funciona así. Ahora sé que ese niño me acompañará hasta que me muera, pero me siento capaz de controlar las emociones que ese niño me hace sentir”.

Así que se sentó y escribió Solito, un libro tan duro como conmovedor, tan lleno de episodios terribles como de momentos de increíble generosidad. “Creo que quizás la razón más fuerte por la que pude contar esta historia es por lo muy agradecido y lo mucho que quiero a Chino, a Patricia y a Carla. Ese amor no me permitía recordar, porque al recordarlos se me quebraba el corazón”, afirma.

Porque ese fue otro trauma: cuando aquel niño por fin consigue llegar a la localidad estadounidense de Tucson, esas tres personas con las que ha hecho ese terrible viaje, que realmente saben todo por lo que ha pasado y lo que ha sufrido, se despiden de él y acaban esfumándose de su vida. “Estamos en contacto por dos meses y después desaparecen. Todavía no sé dónde están. Yo estaba esperanzado de que este libro me reuniera con ellos, pero no ha sucedido. No sé si están vivos, no sé si están en los Estados Unidos, no sé si están en El Salvador. Pero al perderlos a ellos, creo que perdí una gran parte de mí”, asegura.

Aún no sabía ni siquiera atarse los cordones de los zapatos cuando, con nueve añitos, Javier Zamora, Chepito, emprendió un viaje brutal y desesperado. Un viaje en el que recorrió 5.000 kilómetros desde su aldea natal en El Salvador hasta La USA, como él llama en spanglish a los Estados Unidos. Un viaje que realizó en buena medida solo, que supuestamente iba a durar dos semanas, que acabó convirtiéndose en una pesadilla de dos meses y que casi le cuesta la vida.

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