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Nerón ni estaba tan loco ni incendió Roma (aunque sí se cargó a su madre y a su esposa)
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Nerón ni estaba tan loco ni incendió Roma (aunque sí se cargó a su madre y a su esposa)

El historiador Dimitri Tilloi-D'Ambrosi propone en su nuevo libro un viaje a la capital imperial de la mano de Aniceto, el liberto que ayudó a Nerón a acabar con Agripina y con Octavia

Foto: Un grabado con la representación del suicidio de Nerón. (Getty/Hulton Archive)
Un grabado con la representación del suicidio de Nerón. (Getty/Hulton Archive)

Roma, año 62 d.C. El emperador Nerón ya ha conseguido desembarazarse de Agripina, su ambiciosa madre, a la que ha ejecutado sin contemplaciones. Y ahora trama un nuevo complot. Quiere divorciarse de su mujer, la emperatriz Octavia, para así poder desposarse con Popea, su amante. Pero necesita un pretexto que le permita poner fin a su matrimonio y, sobre todo, que alguien haga el trabajo sucio.

Nerón ha intentado, bajo tortura, que alguna de las sirvientas de Octavia declarara que esta le había sido infiel, pero no ha tenido éxito. Así que ha maquinado un nuevo plan. Y, para llevarlo a cabo, un nombre acude a su cabeza: el de Aniceto, un antiguo esclavo convertido en liberto imperial. Aniceto fue uno de los preceptores de Nerón cuando era niño y, ya convertido en emperador, jugó un papel fundamental en el asesinato de Agripina.

La misión de Aniceto será desacreditar públicamente a Octavia. Durante el banquete que Nerón dará esta noche, delante del propio emperador y de algunas de las personas de su círculo más estrecho, el liberto asegurará ser el amante de Octavia.

La emperatriz acabará así siendo repudiada primero, enviada a la isla de Pandataria después (donde fueron relegadas otras mujeres de la familia imperial) y finalmente, con apenas 20 años, en junio del 62, ejecutada de manera atroz: tras ser atada, le abrirán las venas y la sumergirán en un baño de agua hirviendo.

placeholder Portada de '24 horas en la Roma de Nerón', de Dimitri Tilloi-D’Ambrosi.
Portada de '24 horas en la Roma de Nerón', de Dimitri Tilloi-D’Ambrosi.

Su cabeza decapitada será luego presentada como trofeo a Popea. Aunque Popea tampoco vivirá mucho: fallecerá en el año 65, embarazada. Según Suetonio, a causa de las patadas propinadas por el propio Nerón, aunque parece más verosímil que su muerte se debiera a un accidente relacionado con su gravidez.

Aniceto, por su parte, sufrirá el exilio, pero un exilio de lujo. Se trasladará a Cerdeña, donde disfrutará de un retiro dorado generosamente financiado por el emperador.

Foto: El teatro de Nerón sale a la luz tras siglos enterrado a las puertas del Vaticano (EFE)

Ese es el argumento de fondo de 24 horas en la vida de Nerón (Ed. Crítica), del francés Dimitri Tilloi-D'Ambrosi, doctor en Historia Romana, profesor de esa materia, investigador y autor de varios ensayos sobre Roma. El último es un libro fascinante que permite al lector acompañar a Aniceto por Roma durante un día entero, ese en el que declarará que Octavia es una adúltera y la condenará a muerte.

El liberto nos llevará durante esa jornada desde la cima del Palatino, corazón del poder imperial, hasta Subura, uno de los barrios bajos más populares y peligrosos de la ciudad, pasando por templos, teatros, mercados, termas, la arena del circo… Para acabar en el banquete de Nerón que sellará el destino de Octavia.

"Aniceto realmente existió, nos habla de él el historiador Tácito, que vivió desde el año 58 hasta su muerte hacia el 120 d. C. Sabemos que Aniceto participó en la educación de Nerón y luego ayudó a eliminar a la madre del emperador, Agripina". Sabemos también que Aniceto tenía un puesto de responsabilidad importante: fue el prefecto de la flota romana establecida en Miseno, no lejos de Nápoles.

Foto: Reconstrucción de los emperadores Augusto y Maximino el Tracio. (Voshart)

"Elegí a Aniceto como guía para el lector porque, como liberto de Nerón, estaba cerca de la corte imperial. Y también porque pertenecía a una categoría que iba adquiriendo cada vez más importancia en el palacio imperial, interviniendo en algunas conspiraciones y en asuntos políticos y administrativos", nos cuenta Tilloi-D'Ambrosi.

Tampoco es casual que su libro transcurra en el año 62 d. C., considerado por algunos historiadores como el punto de inflexión en el reinado de Nerón y en el que este se volvió más tiránico. Además, al situarse la acción dos años antes del incendio que asoló Roma en el 64 y obligó a su reconstrucción, permite al lector a adentrarse en un Roma caótica y desordenada, sin planes urbanísticos, sin el Coliseo (este se construyó tras morir Nerón) y muy diferente a la que muestran algunas películas.

Pero el libro del historiador francés también permite entrever un Nerón muy distinto al de los tópicos y la leyenda negra. "En la imaginación colectiva Nerón es el arquetipo del tirano y del emperador loco, pero en parte esa es una imagen falsa ofrecida por algunas fuentes antiguas, pero también por la pintura o el cine", destaca.

placeholder Peter Ustinov interpretando a Nerón en la película 'Quo Vadis', de 1951.
Peter Ustinov interpretando a Nerón en la película 'Quo Vadis', de 1951.

La más famosa barbaridad atribuida a Nerón es, por supuesto, el gran incendio de Roma del año 64. Hoy en día, sin embargo, los historiadores modernos coinciden en defender la inocencia de Nerón y en señalar que el origen del fuego fue accidental.

"Hubo otros muchos grandes incendios en la historia de Roma. Tácito ofrece un largo relato sobre ese incendio y dice que comenzó en la zona del Circo Máximo, el gran hipódromo de Roma. Luego, el viento y la sequía contribuyeron a que el fuego se extendiera rápidamente por toda la ciudad: duró varios días. Nerón ni siquiera estaba en Roma cuando comenzó el incendio y perdió muchas de sus propiedades y obras de arte.

Sin embargo, rápidamente se difundieron algunos rumores en Roma. El hecho de que Nerón utilizara algunos terrenos incendiados para construir un nuevo y enorme palacio, la Domus Aurea, jugó un papel en las acusaciones contra el emperador. Pero, de hecho, Nerón reconstruyó Roma teniendo en cuenta los riesgos de incendio y también trató de ayudar a las personas que perdieron sus casas".

Lejos de la imagen de emperador loco, Nerón era un hombre culto y sus últimas palabras habrían sido: "¡Qué artista se está perdiendo el mundo!"

Tampoco Nerón era ese patán ridículo que declamaba versos mientras tocaba la lira que nos han presentado. "Lejos de la imagen de emperador loco, era un hombre muy culto, como todos los romanos provenientes de familias aristocráticas. La cultura griega era la cultura elitista de Roma.

Desde el final de la República, un aristócrata romano debía conocer la lengua, la literatura, el arte y la filosofía griega, lo que se llamaba la paideia", señala Tilloi-D'Ambroise. "Nerón se consideraba un gran creador, y cuando murió, sus últimas palabras habrían sido: '¡Qué artista se está perdiendo el mundo!'".

Nerón ensayaba canto y música sin parar y según Tilloi-D'Ambrosi, experto en alimentación en la antigua Roma, se atiborraba a puerros. "Sabemos que comía muchos puerros, considerados buenos para la voz, ya que los alimentos en Grecia y Roma eran empleados con frecuencia como medicinas. Y, por el contrario, evitaba algunas frutas consideradas malas para su voz", nos cuenta. El emperador participó en muchos concursos de música en Grecia en 66-67 y, por supuesto, ganó siempre. Pero según algunos autores no era tan buen cantante, lo que dio pie a que fuera ridiculizado.

placeholder 'Nerón en Baia', obra del pintor Jan Stuka.
'Nerón en Baia', obra del pintor Jan Stuka.

Pero Dimitri Tilloi-D'Ambrosio también considera que la propaganda cristiana fue fundamental a la hora de construir la leyenda negra en torno a Nerón. "Justo después del incendio de Roma, Nerón inició la persecución de los cristianos, hecho que relata Tácito. Los cristianos estaban muy mal considerados por la opinión pública romana, que no entendía sus prácticas religiosas", sentencia.

Aunque la comunidad cristiana en Roma no era muy importante en tiempos de Nerón, el emperador se enfrentaba a acusaciones y rumores y necesitaba encontrar un chivo expiatorio para apaciguar a la opinión pública, y los cristianos eran un buen objetivo.

"Tácito da muchos detalles sobre las ejecuciones ordenadas por Nerón y los increíbles espectáculos organizados en torno a ellas: algunos cristianos fueron asesinados por fieras, otros fueron crucificados en cruces quemadas por la noche a modo de antorchas gigantes…". Muchos autores cristianos empezaron a considerar ya desde la antigüedad a Nerón como el Anticristo, como el gran enemigo de la fe. Y esa imagen distorsionada del emperador dura hasta hoy.

Roma, año 62 d.C. El emperador Nerón ya ha conseguido desembarazarse de Agripina, su ambiciosa madre, a la que ha ejecutado sin contemplaciones. Y ahora trama un nuevo complot. Quiere divorciarse de su mujer, la emperatriz Octavia, para así poder desposarse con Popea, su amante. Pero necesita un pretexto que le permita poner fin a su matrimonio y, sobre todo, que alguien haga el trabajo sucio.

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