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Pandataria, la isla del adulterio donde el Imperio Romano castigaba a las mujeres
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EL EMPERADOR AUGUSTO, VERDUGO Y VÍCTIMA

Pandataria, la isla del adulterio donde el Imperio Romano castigaba a las mujeres

Un antiguo volcán frente a las costas de Nápoles (Italia) fue el lugar elegido por Roma para castigar a las mujeres sobre las que pesaba una acusación de adulterio

Foto: Imagen de unos de los edificios utilizados a modo de prisión de Pandataria (Flickr/Marzia Bisognin)
Imagen de unos de los edificios utilizados a modo de prisión de Pandataria (Flickr/Marzia Bisognin)

'La mujer del César no solo debe serlo, sino también parecerlo'. Esta es una de las fases más famosas del emperador romano Julio César, una máxima que solo unos años más tarde trató de imponer Augusto a golpe de ley. Fue en el año 18 antes de Cristo cuando promulgó la 'Lex Iulia', una estricta norma que, a la postre, se le volvería en su contra. El objetivo no era otro más elevar el calado moral de las clases altas romanas... con la isla de Pandataria como lugar de castigo.

La 'Lex Iulia de Adulteriis Coercendis' declaraba el adulterio como un delito, pero solo en el caso de las mujeres. De esta forma, la esposa de cualquiera de los miembros que formaban parte de las clases más altas del Imperio Romano sobre la que existiera una ligera sospecha de que fuera infiel, podría ser castigada al destierro más absoluto. Sería enviada a la isla de Pandataria, un antiguo volcán frente a Nápoles, donde acabar sus días en soledad y alejada del género masculino.

Foto: Centinela del Norte, la isla más hostil del mundo. (CC)

El texto de la ley era muy severo, pues de hecho el exilio a Pandataria era el más ligero de los castigos, pues la ley también permitía acabar con la vida de la mujer en caso de que su marido así lo considerara. E, incluso, daba también potestad al padre de la mujer a quitarle la vida y a hacer lo propio con su amante. La misma norma obligaba a los maridos a divorciarse de sus parejas, aunque en muchos casos las pruebas de adulterio ni siquiera llegaban a ser sólidas.

De hecho, una de las primeras mujeres que fue exiliada en Pandataria fue Julia la Mayor, ni más ni menos que la hija de Augusto. Este decidió casarla con Tiberio, el hijo de otro matrimonio de su mujer Livia. Sin embargo, el matrimonio de conveniencia fue infeliz, y pronto comenzaron a circular rumores sobre las infidelidades de su hija. Sería en el año 2 a.C. cuando sería castigada a aquella isla remota. Varios años después, fallecería 'misteriosamente' tras la toma del poder de su exmarido.

Poco después, una de las hijas de Julia la Mayor también dio con sus huesos en la isla: Agripina la Mayor, fruto del amor con su segundo esposo, Marco Agripa. Era la esposa de Germánico César, hombre muy querido por el pueblo por sus valerosos actos, especialmente en Egipto. Pero despertó los recelos de Tiberio, incrementados cuando sus hijos pasaron a ser los sucesores al trono: tras una campaña de difamación, el emperador mandó a Agripina a Pandataria, donde murió en el 33 d.C.

Solo unos años más tarde, Pandataria siguió alimentándose de la línea sucesoria de Augusto. Dos hijas de Agripina, Julia Livila y Agripina la Menor, fueron enviadas a la isla tras liderar una conspiración para derrotar a Calígula. Tras su muerte, volvieron a Roma, pero el cariño que la profesaba el nuevo emperador, Claudio, no gustó a su mujer Mesalina: tras una serie de engaños, Julia Livila volvió a ser acusada de adulterio, en esta ocasión con Séneca, vovliendo a Pandataria para teminar falleciendo.

Muchas otras mujeres acabaron en la isla en los años posteriores, en muchos casos con excusas de sus maridos, avaladas por la ley, para iniciar una nueva relación sentimental con otras mujeres. Dos milenios después, esta isla, ya llamada Ventotene, se convirtió en otro lugar de represión, donde el fascismo de Mussolini enviaba a los disidentes con el régimen... donde dos presos, Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, redactaron en secreto uno de los textos fundacionales del federalismo europeo.

'La mujer del César no solo debe serlo, sino también parecerlo'. Esta es una de las fases más famosas del emperador romano Julio César, una máxima que solo unos años más tarde trató de imponer Augusto a golpe de ley. Fue en el año 18 antes de Cristo cuando promulgó la 'Lex Iulia', una estricta norma que, a la postre, se le volvería en su contra. El objetivo no era otro más elevar el calado moral de las clases altas romanas... con la isla de Pandataria como lugar de castigo.

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