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El hombre que lo sabe todo del 'tiempo': "Quejarse de su falta es una cosa de privilegiados"
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Entrevista

El hombre que lo sabe todo del 'tiempo': "Quejarse de su falta es una cosa de privilegiados"

Stefan Klein es un prestigioso periodista científico que en su último libro 'El tiempo' da algunas claves para no ir estresados por la vida

Foto: Stefan Klein durante una conferencia en Berlín en 2018. (Getty/Picture Alliance/Bernd von Jutrczenka)
Stefan Klein durante una conferencia en Berlín en 2018. (Getty/Picture Alliance/Bernd von Jutrczenka)

El alemán Stefan Klein es un periodista científico —trabajó durante años en Der Spiegel— que consiguió un gran éxito editorial con La fórmula de la felicidad en 2003. Desde entonces se dedica a la investigación para nuevos libros, como el que llega ahora a las librerías. Se titula El tiempo (Península) y va de eso: de qué es el tiempo, de cómo lo usamos, lo gastamos y los efectos que provoca en nosotros. El tiempo rápido y el tiempo lento, las personas búhos —se acuestan tarde— y las alondras —las supermadrugadoras—. Y, sobre todo, qué podemos hacer para que nuestra vida no vaya tan acelerada ni sea tan estresante (al fin y al cabo, como dice, una cosa de privilegiados). De todo eso, que no es más que de la felicidad, hablamos en esta entrevista mediante cuestionario.

PREGUNTA. En esta época decimos habitualmente que "nos falta tiempo". ¿Es algo de nuestra era o es una percepción que el ser humano ha tenido a lo largo de toda su Historia?

RESPUESTA. La concepción de que el tiempo es algo que se tiene y consecuentemente que se pierde es algo claramente novedoso. Solo apareció hace unos pocos siglos atrás, en el Renacimiento, cuando los relojes se generalizaron entre todas las clases acomodadas y los comerciantes, sobre todo en Italia, intentaron hacer un uso eficiente de los días. Desde aquellas raíces históricas nos hemos acostumbrado a utilizar términos financieros para hablar del tiempo: se ahorra, se gasta, etc.

P. También decimos: "Ahora todo va más rápido que nunca". ¿Es verdad o siempre fue así?

R. Al menos desde el inicio de la industrialización, los seres humanos han sentido lo mismo en los países desarrollados. En mi libro hay una carta en la que una persona se queja de la locura que ve en la velocidad de la vida moderna. ¡Y es del siglo XIX! Cuando la primera línea de ferrocarril estaba muy establecida, se generalizó el temor a que los seres humanos no pudieran sobrevivir o que fueran gravemente dañados por la velocidad de su movimiento.

P. Utilizamos la palabra "tiempo" en muchas expresiones. Desde el "necesito tiempo para volver a sentirme bien contigo" a "no he tenido tiempo para llamarte". Sin embargo, suenan más a manipulación del otro y a excusa que a otra cosa. Lo digo porque yo también las he utilizado.

R. Completamente de acuerdo. A menudo hablamos de tiempo cuando en realidad nos referimos a prioridades. "No he tenido tiempo para llamarte" significa que hay otras actividades más importantes para mí, pero no queremos admitirlo porque pensamos que hablar de tiempo es menos doloroso para la otra persona. Por cierto, en EEUU es bastante habitual darle las gracias a alguien por su tiempo. Esto siempre me ha desconcertado porque lo que la otra persona quiere decir es gracias por tu atención o por lo que has hecho por ella. Por tanto, cuando hablamos de "tiempo" a menudo estamos confundiendo las cosas y evitando ser concretos. Sin embargo, cuando alguien siente que le he escuchado y dice que necesita tiempo para volver a sentirse bien conmigo, sí suele haber algo de verdad en eso.

placeholder 'El tiempo', de Stefan Klein.
'El tiempo', de Stefan Klein.

P. Otra expresión: "El tiempo lo cura todo". ¿Por qué sentimos que con el paso del tiempo los peores recuerdos de algo o alguien se esfuman?

R. Eso tiene mucho que ver con cómo los recuerdos se procesan en el cerebro, particularmente durante el sueño. Durante ese proceso, principalmente en lo que llamamos "sueño profundo", el contenido emocional y el real se separan. Y al final podemos volver a pensar en esa persona sin que se desencadene ninguna reacción emocional. No es que los recuerdos se desvanezcan, sino que se descargan del contenido emocional. Estos procesos necesitan de muchas, muchas noches. Al principio son muy angustiosas, como se ha demostrado con exparejas después de un divorcio.

P. Otro aspecto de nuestro tiempo: el síndrome FOMO (Fear of Missing Out), que significa el miedo a perderse los eventos, a no estar en donde está todo el mundo. Eso está causando también una gran infelicidad…

R. Desde luego. De hecho, no son los más desfavorecidos de la sociedad los que se quejan de la falta de tiempo, sino los privilegiados. Podrías pensar que la vida se vuelve mucho más fácil si tienes a alguien que te cuide de los niños, que te limpie la casa… Y, de hecho, los niveles de estrés son menores entre las personas con mayor estatus económico. Entonces, ¿por qué los ricos se quejan más de la falta de tiempo? Porque tienen que elegir entre más oportunidades y formas de disfrutar el día.

"En mi libro hay una carta en la que una persona se queja de la locura que ve en la velocidad de la vida moderna. ¡Y es del siglo XIX!"

P. Usted dice que los seminarios de gestión de tiempo que ponen en marcha muchas empresas no funcionan. Como tampoco hacer listas de lo que tardas en hacer tal o cual actividad. Por tanto, ¿cuál es su receta para no sentir esa falta de tiempo?

R. La respuesta corta es: sea más consciente de lo que usted tema o espera cuando siente "la falta de tiempo". La respuesta larga es todo el libro.

P. También reclama cambios sociales, políticos y culturales para que el tiempo se ajuste a cada uno de nosotros. Uno de estos cambios que algunos políticos proponen es la jornada de cuatro días de trabajo y tres de descanso. ¿Cómo ve esta medida?

R. Esto es una sugerencia sensata: un requisito previo será que los trabajadores pasen de tener más ingresos disponibles a tener más libertad para disfrutar de sus días. Ahora bien, ¿estamos preparados para eso? Aunque yo diría que incluso más beneficioso que una reducción de jornada es dar más libertad a las personas para programar sus horas del día, sus semanas y toda su vida.

P. Usted también señala que los horarios comerciales deberían ser más flexibles, pero eso implica un coste de personal alto y no todos los comercios podrían hacerlo. ¿Qué hacer entonces?

R. Tiene razón. No creo que haya una respuesta generalizada. Hay que mirar lo que es mejor en cada situación. Pero en la mayoría de los casos, si hay voluntad, se encuentra la manera. Es la voluntad la que frecuentemente no está.

"Más beneficioso que una reducción de jornada es dar más libertad a las personas para programar sus horas del día, sus semanas"

P. Desde la pandemia, el teletrabajo se ha incrementado notablemente en muchas empresas. Para muchas personas tiene ventajas, pero eso significa que mucha gente no va a salir nunca de su casa hasta que no esté oscuro, sobre todo en invierno. ¿No es eso contraproducente debido a los efectos beneficiosos que causa la luz del sol?

R. El teletrabajo tiene muchas consecuencias indeseables (como ventajas), pero no creo que la falta de exposición al sol sea una de ellas. Después de todo, ¿por qué no se puede dar el trabajador un paseo antes de ponerse delante del ordenador? ¿Y cuánta luz solar reciben los trabajadores en la mayoría de las oficinas?

P. Hablemos de tiempo que pasa rápido y de tiempo que pasa lento. ¿Hay gente que se aburre más que otras y a la que el tiempo le pasa más lento?

R. Sí, y la mayoría de nosotros lo sintió profundamente durante el confinamiento.

P. Le confieso que estoy preparando esta entrevista a las once de la noche. Es obvio que mi ritmo circadiano no es el que va más acorde con esta sociedad…

R. ¡Eligió la profesión de periodista por algo! Cuando trabajé en la Academia y más tarde en el periodismo científico me di cuenta de que la mayoría de mis colegas eran búhos. Raro era el que se levantaba antes de las diez de la mañana. Ojalá mucha más gente tuviera la libertad de vivir acorde a sus ritmos personales. La sociedad tendrá que cambiar para hacer esto posible.

El alemán Stefan Klein es un periodista científico —trabajó durante años en Der Spiegel— que consiguió un gran éxito editorial con La fórmula de la felicidad en 2003. Desde entonces se dedica a la investigación para nuevos libros, como el que llega ahora a las librerías. Se titula El tiempo (Península) y va de eso: de qué es el tiempo, de cómo lo usamos, lo gastamos y los efectos que provoca en nosotros. El tiempo rápido y el tiempo lento, las personas búhos —se acuestan tarde— y las alondras —las supermadrugadoras—. Y, sobre todo, qué podemos hacer para que nuestra vida no vaya tan acelerada ni sea tan estresante (al fin y al cabo, como dice, una cosa de privilegiados). De todo eso, que no es más que de la felicidad, hablamos en esta entrevista mediante cuestionario.

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