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¿Qué pasa si me trago una bolsa de maíz para palomitas antes de morir y me incineran?
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¿Qué pasa si me trago una bolsa de maíz para palomitas antes de morir y me incineran?

La escritora, agente funeraria y activista por una muerte positiva, Caitlin Doughty, responde en su nuevo y divertido libro a 35 preguntas sobre cadáveres formuladas por niños

Foto: Celebración del Día de los Muertos en México. (Getty/Manuel Velasquez)
Celebración del Día de los Muertos en México. (Getty/Manuel Velasquez)

¿Si alguien está comiendo en el momento de morir, su cuerpo digiere la comida? ¿Qué pasa si te mueres en un avión? ¿Los hermanos siameses mueren siempre al mismo tiempo? ¿Le podemos hacer a la abuela un funeral vikingo? ¿Hay que avisar a los compradores de una casa si ha muerto alguien en ella? ¿En un ataúd cabe también la gente que es muy alta? ¿Qué le pasa al cadáver de un astronauta en el espacio?

Son algunas de las grandes preguntas que rodean a la muerte, preguntas que tan solo los niños se atreven a formular. Porque el sexo hace ya tiempo que dejó de ser un tabú. Ahora es la muerte la que, prácticamente en solitario, es innombrable, la que genera conflicto cuando se la menciona. En un mundo profundamente hedonista y narcisista, cada vez más obsesionado con la eterna juventud, vivimos de espaldas a la muerte, hacemos como si no existiera.

"Y eso es un problema. En nuestra civilización, casi toda la gente es analfabeta respecto a la muerte, lo que hace que el miedo sea aún mayor". Eso sostiene Caitlin Doughty (Oahu, EEUU, 1984), propietaria de una funeraria, fundadora de un colectivo en Estados Unidos para la aceptación de la muerte y la reforma funeraria, llamado La Orden de la Buena Muerte, y autora de varios y exitosos documentales sobre el tema que arrasan en internet, así como de varios libros de divulgación sobre la defunción. El último lleva por título: ¿El gato se comerá mis ojos? Y otras preguntas sobre cadáveres, y acaba de ver la luz en España de la mano de la editorial Capitán Swing. En él, Doughty responde, con tanto rigor como sentido del humor, a más de una treintena de interrogantes sobre la muerte formulados por niños, porque son los críos los que se atreven a plantear las cuestiones "más directas y estimulantes". Un libro tan gamberro como delicioso, repleto de información y de diversión para mirar a la muerte a los ojos y aprender a conocerla.

Con el Día de Todos los Santos y Halloween a la vuelta de la esquina, aquí va una breve selección de algunas de las cuestiones que Doughty aborda en su nuevo ensayo:

placeholder Portada del nuevo libro de Caitlin Doughty.
Portada del nuevo libro de Caitlin Doughty.

Cuando me muera, ¿mi mascota me comerá?

Al principio no. Tu perro o tu gato se pasará horas, incluso días, esperando a que te levantes y le llenes de comida su tazón. Es posible también que en un primer momento tu perro Peluchita muerda y desgarre tu cadáver intentando despertarte. Pero llegará un momento en el que el hambre apretará, así que tu mascota se abalanzará sobre tu cuerpo sin vida y empezará a comerte. "Desarrollamos vínculos con nuestras mascotas. Queremos que, cuando muramos, estén tristes, no que se relaman el hocico. Pero ¿por qué tenemos estas expectativas? Nuestras mascotas comen animales muertos, igual que los humanos", sentencia Doughty,

Cuando me haya muerto, ¿mi cuerpo se levantará o hablará solo?

Puede ocurrir. Hay todo un abanico de sacudidas, espasmos y gemidos que puede protagonizar un cadáver. Cuando una persona muere, es posible que su sistema nervioso aún esté activo, lo que puede provocar pequeños espasmos y sacudidas del cuerpo. Esos espasmos suelen producirse en los primeros minutos tras el fallecimiento, pero en ocasiones se observan pasadas incluso 12 horas.

Foto: Instituto Anatómico Forense de Madrid. (Google Maps)

En cuanto a los ruidos, al mover un cadáver reciente puede ocurrir que este expulse aire de la traquea y se oiga un gemido inquietante. Pero hay más: "Cuando te mueras, tus tripas se convertirán en un fiestódromo: miles de millones de bacterias se comerán tus intestinos antes de pasar al hígado, el corazón y el cerebro", explica Caitlin Doughty. Esos miles de millones de bacterias producen gases como el metano o el amoniaco, que te hincharán la barriga. Si se acumula suficiente presión, el cadáver puede soltar líquidos o aires apestosos y emitir en ese proceso un espeluznante sonido silbante.

¿Por qué al morir cambiamos de color?

"Los cadáveres pueden ser un caleidoscopio de actividad lleno de color", sentencia Doughty. Y no le falta razón: en las primeras horas posteriores a una muerte, y dado que la sangre ha dejado de circular y empieza a sucumbir a la gravedad, la persona fallecida comienza a palidecer. Se nota sobre todo en los labios y las uñas, que pierden su color sonrosado y empiezan a volverse descoloridos y cerosos. Más o menos al mismo tiempo, se produce un cambio de color en los globos oculares del fallecido. Al cabo de solo media hora, el iris y la pupila se nublan y se vuelven lechosos.

Sin embargo, es cuando la sangre empieza a asentarse cuando se observan los cambios más acusados. "La sangre es una mezcla de distintos componentes. Pero, cuando deja de moverse, los glóbulos rojos, más pesados, se van cayendo de la mezcla, como el azúcar que se deposita en el fondo de un vaso de agua". Eso desencadena el livor mortis, la acumulación de sangre a causa de la gravedad en las zonas inferiores del cadáver; por lo general, la espalda. Esas acumulaciones suelen ser de color morado. De hecho, livor mortis hace referencia en latín al color azulado de la muerte.

El livor mortis es el primer cambio de color. "Pero hay todo un fabuloso ramillete de colores esperando a florecer al cabo de un día y medio tras la muerte". La putrefacción suele adquirir tintes verdosos y marrones con toques turquesa. En ¿Se comerá el gato mis ojos?, se detalla cómo surge todo ese arcoíris de colores.

placeholder La escritora Catlin Doughty. (EFE/Paul Zinken)
La escritora Catlin Doughty. (EFE/Paul Zinken)

Si al morir estoy poniendo cara de tonto, ¿se me queda así para siempre?

La respuesta, a grandes rasgos, es no. Al morir, todos los músculos del cuerpo se relajan. Ese primer periodo de dos o tres horas después de morir, se conoce como flacidez primaria. Aunque estuvieras poniendo cara de tonto al morir, durante el periodo de flacidez primaria los músculos de la cara se relajan y la mueca idiota que estabas haciendo cuando te sobrevino la muerte desaparece.

La recomendación de Caitlin Doughty a los familiares de un difunto es que le cierren la boca y los ojos durante ese periodo de flacidez primaria para que su rostro permanezca con un gesto apacible. Porque a continuación viene el rigor mortis, el término en latín con el que se conoce la rigidez muscular que comienza unas tres horas después de la muerte. "Una vez instalado el rigor mortis, ese cuerpo no se mueve de la posición en la que se encuentre. En las funerarias tenemos que masajear y flexionar las articulaciones y los músculos una y otra vez para moverlos, un proceso que se conoce como ‘romper la rigidez’. Este proceso es ruidoso y está lleno de chasquidos. Pero no estamos rompiendo los huesos; los sonidos proceden de los músculos", en palabras de Doughty.

Pero... Existe un controvertido fenómeno en la ciencia forense llamado "espasmo cadavérico", también conocido como rigor mortis instantáneo. Hace referencia a aquellas personas que, al morir, se saltan la fase de relajación muscular y pasan directamente al rigor mortis. Por lo general, el espasmo cadavérico afecta solo a un grupo de músculos, generalmente de los brazos o de las manos. Así que, aun teniendo espasmo cadavérico, es difícil que se te quede para la eternidad la cara de tonto.

"En las funerarias tenemos que masajear y flexionar las articulaciones y los músculos una y otra vez para moverlos"

Cuando me muera, ¿seguiré haciendo caca?

Pues sí. El esfínter anal es un músculo que funciona a instancias del cerebro, que le dice cuándo debe relajarse y cuándo debe mantenerse cerrado. Al morir, el cerebro deja de enviar señales a nuestros músculos. Durante el rigor mortis, los músculos de los cadáveres se quedan rígidos, pero al cabo de unos días se relajan, incluidos los del esfínter anal y el que controla la salida de orina. Así que si teníamos heces o pis en la recámara en el momento de fallecer, quedarán libres para marcharse.

¿Qué pasa si me trago una bolsa de palomitas antes de morir y me incineran?

Si sueñas con convertir tu incineración en un espectáculo pirotécnico con la explosión de granos de maíz en el momento de hacerse palomitas, olvídate. Aunque justo antes de morir engullas una bolsa entera de granos de maíz, no servirá de nada. La temperatura ideal para hacer estallar los granos de maíz es de 180 grados, mientras que la temperatura media de un horno crematorio es de 925 grados: los granos de maíz se carbonizarán sin llegar a estallar.

"Si de verdad te mueres de ganas de provocar explosiones que se oigan, mejor intenta dejarte dentro un marcapasos"

"Si de verdad te mueres de ganas de provocar explosiones que se oigan y que le den un susto de muerte al operario del horno, mejor intenta dejarte dentro un marcapasos", se lee en ¿El gato se comerá mis ojos? Si el marcapasos no se extrae del cadáver antes de una cremación, puede convertirse en una bomba. Es muy probable que la altísima temperatura provoque una reacción química inflamable que haga explotar el marcapasos. De ese modo, toda la energía acumulada en su pila, pensada para alimentar al marcapasos años y años, se liberará en un segundo, produciendo una explosión tan fuerte que podría romper la compuerta del horno y dejar mutilado al operario.

placeholder No, al morir con cara de tonto no se te queda la cara de tonto.
No, al morir con cara de tonto no se te queda la cara de tonto.

¿Se puede donar sangre después de morir?

En 1928, el cirujano soviético V. N. Shamov decidió investigarlo. Y descubrió que si una persona muere de manera más o menos repentina, y estando bien de salud, durante las seis horas siguientes al fallecimiento, su sangre se puede utilizar para transfusiones. Pero no se hace, por varias razones: porque no son muchos los cadáveres sanos y sin enfermedades a los que sacar la sangre y, sobre todo, porque hay personas vivas que pueden donar sangre. Y todo el mundo prefiere recibir una transfusión de sangre de un vivo que de un muerto.

¿Me seguirá creciendo el pelo en el ataúd después de que me entierren?

Rotundamente no. Se trata de una leyenda urbana, profundamente arraigada y que lleva milenios circulando. Ya en el siglo IV A.C., Aristóteles escribió que "el pelo sigue creciendo después de la muerte", por no hablar de las numerosas películas que muestran cadáveres que, tras años criando malvas, lucen largas melenas y extensas uñas. Sin embargo, hay que estar vivo para que el crecimiento del pelo y uñas tenga lugar. Lo que ocurre es que al morir la piel se deshidrata y contrae, y eso puede generar la sensación de que las uñas y el cabello han crecido.

¿Si alguien está comiendo en el momento de morir, su cuerpo digiere la comida? ¿Qué pasa si te mueres en un avión? ¿Los hermanos siameses mueren siempre al mismo tiempo? ¿Le podemos hacer a la abuela un funeral vikingo? ¿Hay que avisar a los compradores de una casa si ha muerto alguien en ella? ¿En un ataúd cabe también la gente que es muy alta? ¿Qué le pasa al cadáver de un astronauta en el espacio?

Muerte Tabú
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