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Necrobioma: así nos absorbe el medio natural después de morir
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CURIOSIDADES CIENTÍFICAS

Necrobioma: así nos absorbe el medio natural después de morir

Hoy hacemos un repaso rápido a los agentes microbianos que intervienen en la descomposición del organismo y sus fases, así como las implicaciones forenses que tiene

Foto: Algunas de las bacterias que llevamos dentro y que nos devorarán. (iStock)
Algunas de las bacterias que llevamos dentro y que nos devorarán. (iStock)

"Pasto de los gusanos" es una expresión de lo más gráfica y desagradable que se usa para describir ese proceso de descomposición de las células una vez hemos muerto. Sin embargo, resulta muy útil a la hora de imaginarnos el curioso funcionamiento de nuestro cuerpo una vez, incluso, fallece: hay millones de bacterias en nuestro interior esperando a que dé su último aliento para atacar y devorar todo a su paso. A esta comunidad bacteriana algunos científicos la han llamado necrobioma -en oposición a 'microbioma', que es la relativa a los gérmenes buenos que intervienen en la digestión, entre otras funciones-.

Uno de los equipos de científicos que más estudian las conexiones de la necrobioma con la ciencia forense o los procesos biológicos que dan pie a nuestra descomposición es el Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee. Gracias al exhaustivo análisis de esta comunidad de bacterias encargada de degradar nuestro organismo hasta que se funde con la naturaleza, como si fuera una devoradora microscópica de carne humana, se puede, entre otras muchas cosas, determinar la hora de la muerte de un fallecido a la hora de investigar un crimen. Por otro lado, también puede revelar los problemas de salud que no se conocían de la persona que todavía estaba viva o encontrar lugares en los que se ha descompuesto un cadáver de cara a resolver un crimen.

"Las bacterias que pueden sobrevivir con pocos niveles de oxígeno empiezan a sobresalir sobre las demás, produciendo gases que hacen que el cuerpo se hinche y huela mal"

"Un cuerpo en descomposición inunda el suelo a su alrededor con una mezcla de materia orgánica y nutrientes, por lo que es fácil de pensar que a medida que las bacterias que descomponen un cadáver lleguen a las raíces de las plantas, produciendo así cambios visibles sobre el suelo", asegura Erika Engelhaupt, periodista de 'Popular Mechanics', quien ha pasado unos días con el Centro de Antropología Forense anteriormente mencionado. "Cuando esto sucede, los árboles y arbustos acaban escondiendo un cuerpo, se convierten en algo así como centinelas de su presencia".

Al morir, la sangre se deposita por acción de la gravedad en los puntos más bajos del cuerpo, provocando colores amoratados

Así es como actúa el medio natural con los cadáveres que descansan sobre su superficie. Uno de los aspectos más curiosos es que este grupo de científicas de la Universidad de Tennesse estudia el necrobioma en una 'granja de cadáveres', que no es más que analizar estas bacterias en cuerpos de fallecidos que ya están muy avanzados en el proceso de descomposición. Engelhaupt describe que una de ellas llamada Stacy Taylor recoge muestras del suelo sobre el que descansa un esqueleto humano, recolectando una capa amarilla de tejido de los huesos. Otra metodología es analizar la metabolómica, es decir, las moléculas producidas por el metabolismo celular, en este caso de cientos de compuestos químicos generados por los microbios cuando devoran carne humana.

Las fases del necrobioma

Ahora bien, ¿cómo es el proceso de descomposición realmente? La periodista explica que está basado en cuatro actos: "En el primero, el cuerpo se parece mucho a cuando estaba vivo", por lo que los cambios se suceden en el punto de unión entre el suelo y el cadáver. "A las pocas horas de morir, las proteínas de actina y miosina dentro de los músculos se quedan sin energía y comienzan a separarse, endureciendo el cuerpo en 'rigor mortis'", prosigue Engelhaupt. "La sangre se deposita por acción de la gravedad en los puntos más bajos del cuerpo, provocando colores amoratados", en un proceso conocido como 'livor mortis'. "Mientras tanto, el cadáver se enfría o se calienta a temperatura ambiente".

Foto: La 'Noche estrellada' de Van Gogh, pintada sobre el agua

Este proceso abarca los primeros días de descomposición. También es cuando la vida microbiana despierta, luchando por sobrevivir y haciéndose con los nutrientes disponibles en el cuerpo que antes hospedaba. Las reinas de esta pugna serían las Proteobacterias, un grupo que incluye a algunas como la Helicobacter o la Salmonella, las cuales tienden a habitar en el intestino y que se hacen las protagonistas al no contar con la resistencia del sistema inmune del cuerpo humano.

El siguiente paso en la descomposición es cuando ya la piel empieza a desprenderse de y el cabello se cae. Aquí es cuando las cosas se ponen "realmente asquerosas", y los microbios "previamente contenidos en el intestino escapan, consumiendo otras partes del cuerpo". A menudo que se agota el oxígeno, "las bacterias que pueden sobrevivir con pocos niveles de oxígeno empiezan a sobresalir, produciendo gases que hacen que el cuerpo se hinche y huela mal", señala Engelhaupt.

El turno de los gusanos

Esta etapa acaba con una aguda hinchazón de todo el organismo, ya que no queda más oxígeno que consumir, lo que concede el protagonismo esta vez a las bacterias anaeróbicas, es decir, aquellas que no necesitan aire para sobrevivir, llamadas Clostridium, las cuales se apoderan del intestino y lo colonizan. El olor a descomposición atrae a más insectos, y cuando los huevos de las primeras moscas que llegan eclosionan, se empiezan a formar los primeros grupos de gusanos", prosigue la periodista. "Estos viajan por todo el cuerpo, alimentándose a la par que avanzando y desgarrando la carne".

Foto:  Biofilm de bacterias resistentes a los antibióticos (Fuente: iStock)

Después, el abdomen se hincha tanto que acaba rompiéndose, en un proceso de purga, arrojando líquidos por todas partes y marcando el inicio de la tercera etapa, la del deterioro avanzado. Es en esta cuando el esqueleto empieza a salir a la luz, la carne que queda se momifica o se retira dejando al aire libre los huesos. Esta sería, por último, el cuarto proceso: el de la esqueletización, cuando ya la mayor parte de nuestros restos han pasado a formar parte de la tierra o del suelo natural donde descansaban.

"Pasto de los gusanos" es una expresión de lo más gráfica y desagradable que se usa para describir ese proceso de descomposición de las células una vez hemos muerto. Sin embargo, resulta muy útil a la hora de imaginarnos el curioso funcionamiento de nuestro cuerpo una vez, incluso, fallece: hay millones de bacterias en nuestro interior esperando a que dé su último aliento para atacar y devorar todo a su paso. A esta comunidad bacteriana algunos científicos la han llamado necrobioma -en oposición a 'microbioma', que es la relativa a los gérmenes buenos que intervienen en la digestión, entre otras funciones-.

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