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Las piedras hablan en el imponente 'Edipo rey' de San Sebastián
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Las piedras hablan en el imponente 'Edipo rey' de San Sebastián

La compañía Per Poc y la dirección musical de Erik Nielsen reaniman la ópera-oratorio que concibieron Stravinsky y Cocteau hace un siglo, y que destaca en la Quincena Musical Donostiarra

Foto: El 'Edipo rey' con montaje de la compañía Per Poc que se ha llevado a escena en la Quincena Musical Donostiarra.
El 'Edipo rey' con montaje de la compañía Per Poc que se ha llevado a escena en la Quincena Musical Donostiarra.

Representaban las piezas de un museo antiguo. Cabezas, bustos y máscaras de origen griego expuestas sobre el escenario mientras la Orquesta Sinfónica de Bilbao interpretaba la obertura Hamlet de Tchaikovsky. Se trataba de sugestionar a los espectadores. Y de familiarizarlos con las esculturas inertes que comenzarían a adquirir movimiento y dinámica nada más escucharse los primeros compases del Edipo rey de Stravinsky.

Era la gran propuesta escénica de la Quincena Musical Donostiarra en su edición de 2023. Y el mérito de la compañía catalana Per Poc, cuyos actores, bailarines y marionetistas fueron capaces de reanimar las esculturas inánimes hasta convertirlas en los personajes de la ópera-oratorio que Stravinsky y Jean Cocteau estrenaron hace cuestión de un siglo en París.

Concibieron ambos un espectáculo premeditadamente estático y frontal. Tradujeron al latín la tragedia de Sófocles. Y otorgaron al idioma una dimensión ritual. No tanto arcaica como metaarcaica y extática.

placeholder Un momento de la representación del 'Edipo rey' en San Sebastián.
Un momento de la representación del 'Edipo rey' en San Sebastián.

La audacia de la iniciativa subraya la paradoja estética de Edipo rey. Stravinsky sorprendía a sus partidarios y detractores con un lenguaje musical neoclásico, pero la tonalidad y los pasajes cantabiles no contradicen la idiosincrasia vanguardista del acontecimiento ni su vigencia contemporánea.

Se ocuparon de demostrarlo los artífices de la velada donostiarra en el estreno de este jueves. Empezando por la concepción escénica del colectivo Per Poc, cuyos titiriteros dieron forma al montaje de Edipo sin cuestionar el sesgo agreste que habían predispuesto Stravinsky y Cocteau.

Es la razón por la que tiene sentido matizar la asepsia y la frialdad del montaje. No como defectos, sino como expresiones narrativas que redundan en la monumentalidad del gran oratorio pagano. Lo demuestra la rigidez teatral del coro. Y la disciplina con que los miembros el Easo Abesbatza se alineaban inmóviles en el graderío del escenario.

Se aplaudió a la orquesta con entusiasmo. Y se perdonaron los desajustes y los pasajes toscos, pero no hubo dudas con la cualificación del reparto

Fue competencia del maestro Erik Nielsen explorar las peculiaridades rítmicas, sonoras y estéticas de Edipo rey al frente de la Sinfónica de Bilbao. Se aplaudió a la orquesta con entusiasmo. Y se perdonaron los desajustes y los pasajes toscos, pero no hubo dudas respecto a la cualificación del reparto, tanto por la categoría de los protagonistas —Peter Marsh (Edipo), Claudia Mahnke (Yocasta) y Michael Petrenko (Tiresias)— como por las excelentes aportaciones de los personajes secundarios. Incluidos Fernando Latorre, Damián del Castillo y Aitor Garitano.

Correspondió a todos ellos someterse a la extrapolación conceptual y ritual que habita en la inteligente dramaturgia de Per Poc. Como si las piedras nos hablaran. Y como si la manera de hacerlo no pudiera ser otra que la reanimación de una lengua tan muerta y tan viva como el latín.

placeholder El 'Edipo rey' de la Quincena Musical Donostiarra.
El 'Edipo rey' de la Quincena Musical Donostiarra.

No había manera de facilitar a los espectadores la traducción del "libreto" cuando la obra se estrenó en el Teatro Sarah Bernhardt en 1927. Por eso recurrieron a la figura del narrador. Y por idénticos motivos el montaje donostiarra recurrió al texto francés original. Lo declamaba Irène Jacob con distancia, personalidad y gelidez. Como si no pretendiera involucrarse en los sentimientos ni en las emociones. Y como si la declamación y la prosodia colaboraran en la enjundia metateatral de la obra. Un espectáculo sombrío y solemne que enfatizaba la música de Igor Stravinsky más allá de sus cualidades musicales. Y que tanto reflexiona sobre la angustia existencial de nuestros orígenes como expone el "problema" de la responsabilidad.

Edipo no sabe que ha matado a su padre en un cruce de caminos. Ni conoce tampoco que su esposa, Yocasta, es su madre, pero la ignorancia no le redime de sus fechorías. Acaso la convierte en un agravante que merece el castigo de arrancarle los ojos en el desenlace de la tragedia de Sófocles.

Resultó estrafalaria y atrevida la idea de prologar el espectáculo con el Hamlet de Tchaikovsky. El sentimentalismo de la obra contraindica la frialdad ritual del Edipo. Y exagera un contraste cuya justificación reside probablemente en las preguntas que se hace el protagonista de Shakespeare, sujetando en sus manos la calavera de Yorick igual que Edipo se mira en el espejo. ¿Quiénes somos?

Representaban las piezas de un museo antiguo. Cabezas, bustos y máscaras de origen griego expuestas sobre el escenario mientras la Orquesta Sinfónica de Bilbao interpretaba la obertura Hamlet de Tchaikovsky. Se trataba de sugestionar a los espectadores. Y de familiarizarlos con las esculturas inertes que comenzarían a adquirir movimiento y dinámica nada más escucharse los primeros compases del Edipo rey de Stravinsky.

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