Es noticia
Después de Franco, ¿qué Paz queréis?
  1. Cultura
Mala fama

Después de Franco, ¿qué Paz queréis?

Dedicar todavía una jornada a la Paz en los colegios parece más antiguo y desfasado que enseñar a coser a las niñas

Foto: Uno de los carteles que celebraban los 25 años de paz de Franco.
Uno de los carteles que celebraban los 25 años de paz de Franco.

Se celebró esta semana el Día Escolar de la Paz. Se trata sin duda de una rémora para el desarrollo de nuestros centros educativos. Nuestros centros educativos iban bien. Hace años, no había Halloween en las escuelas. Ahora que lo hay, se nota que los niños están más cerca de hablar inglés y de irse a vivir a Texas, de mayores. La Paz, sin embargo, así con mayúsculas, no les aporta nada, de tan abstracta e irrisoria que se ha vuelto. Sin embargo, miles de niños en toda España andan estos días escribiendo Paz con colorines, viendo volar palomas en un papel y aprendiendo un poema infame de Gloria Fuertes, “solo tres letras, tres letras nada más...”. Mi hija tenía que memorizarlo y se lo prohibí. En mi casa se exige de la poesía lo que en otros hogares se exige de la fruta: primera calidad.

Esto de la Paz como reivindicación es algo con lo que tenemos que acabar urgentemente. No son horas. No son guerras lo que tenemos en la cabeza sus mayores. Pedir Paz es tan antiguo como cantar el Cara al Sol, tan pasado de moda como enseñar a coser a las niñas. Pedir Paz es enseñar a los niños y niñas a coser un concepto que, ahí fuera, no les sirve para nada, ni siquiera para hacer su primera mani. Dense cuenta de que Greta Thunberg, que algo sabe de prosperar mani a mani, no pide Paz, sino Justicia Climática. Y ya le queda poco a esa pancarta, por cierto.

Pedir Paz es tan antiguo como el 'Cara al Sol', tan pasado de moda como enseñar a coser a las niñas

El Día Escolar de la No Violencia y la Paz lo promueve Unicef, aprovechando el aniversario de la muerte de Gandhi. Es todo así, viejísimo y apolillado. Gandhi, Gloria Fuertes y Picasso. Hasta el simbolito hippie de la Paz provoca una nostalgia muy tóxica y de cierta pesadumbre, ese redondel con tres trazos en ángulo, uno más que el logotipo que llevan los Mercedes en el morro. La Paz, un Mercedes copiado por los chinos.

En su web, Unicef da a entender que decir Paz es ya decirlo todo, ni le pegas al compañero ni miras con malos ojos al inmigrante. Esto es un exceso intelectual y moral por abajo, porque la Paz solo se pide en un supuesto: la posibilidad de una guerra. En España, de hecho, este Día Escolar se instauró en 1964. Fue Llorenç Vidal, según indica la Wikipedia con enorme candidez, el que fundó la jornada como quien no quiere la cosa, en medio de una dictadura boyante y longitudinal, muy fan de Gandhi, Franco, sin duda.

placeholder Sello conmemorativo de los 25 años de paz de la dictadura.
Sello conmemorativo de los 25 años de paz de la dictadura.

La realidad: ese mismo año, la propaganda franquista se inventó los XXV años de Paz, uno de los marchamos publicitarios más estomagantes del siglo XX. No eran veinticinco años de paz, eran veinticinco años de derrota. Desde 1936 a 1964 el franquismo no tuvo oposición, no digamos enemigo nacional o rival ideológico. Y a eso lo llamaban Paz, también con mayúsculas. El franquismo era la paz, la dictadura era la paz y ojalá durara mucho para no verse de nuevo en una guerra. A George Orwell no se le ocurrían cosas tan siniestras.

Así, el Día Escolar de la Paz es en realidad el Día Escolar del Miedo. Ten mucho miedo a una nueva guerra, y deja las cosas como están. En España había miedo, resaca, rencor por la Guerra Civil perdida (hasta los ganadores perdieron la guerra, claro, pues todos acarreaban en la memoria sus propios muertos, y sus propios sufrimiento y humillación), y en el resto del mundo era la II Guerra Mundial la que justificaba palomitas de colores y simplezas de Mr. Wonderful Gandhi. Tanto el Día de la Paz para adultos (21 de septiembre) como esta versión para infantes, lejos de proponer de veras un mundo pacífico (no ha dejado de haber guerras nunca), proponían una sociedad sedada y mansurrona, amén de servir de placebo para todas esas generaciones traumadas por las distintas guerras cruciales e inolvidables de la primera mitad del siglo.

"En 2023 no queda casi nadie que recuerde cómo es una guerra, que la haya vivido"

Ahora, en 2023, no queda casi nadie que recuerde cómo es una guerra, que la haya vivido; y no hay tal vez ni una posibilidad entre un millón de que una guerra como Dios manda (o sea, en la que tú puedas morir fusilado contra la fachada de tu bar favorito) se desate en suelo español o incluso europeo. Por eso, conservar el Día Escolar de la Paz es como conservar un bote de mercromina en el botiquín del colegio, potingue y Paz que estaban para otras heridas, ya cerradas, o nunca cerradas pero, por eso mismo, incurables.

Muerto Franco, murió la Paz, esa Paz, esa payasada de la Paz. ¿Qué Paz queréis, hijos míos?

Se celebró esta semana el Día Escolar de la Paz. Se trata sin duda de una rémora para el desarrollo de nuestros centros educativos. Nuestros centros educativos iban bien. Hace años, no había Halloween en las escuelas. Ahora que lo hay, se nota que los niños están más cerca de hablar inglés y de irse a vivir a Texas, de mayores. La Paz, sin embargo, así con mayúsculas, no les aporta nada, de tan abstracta e irrisoria que se ha vuelto. Sin embargo, miles de niños en toda España andan estos días escribiendo Paz con colorines, viendo volar palomas en un papel y aprendiendo un poema infame de Gloria Fuertes, “solo tres letras, tres letras nada más...”. Mi hija tenía que memorizarlo y se lo prohibí. En mi casa se exige de la poesía lo que en otros hogares se exige de la fruta: primera calidad.

Francisco Franco
El redactor recomienda