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La victoria del narco: hace 10 años que las drogas son buenas
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La victoria del narco: hace 10 años que las drogas son buenas

La falta de agresividad institucional contra las drogas da a entender que son mucho menos malas que la bollería industrial

Foto: Un hombre pasa junto a una escultura que pretende concienciar sobre el uso dañino del tabaco. (EFE/Idrees Mohammed)
Un hombre pasa junto a una escultura que pretende concienciar sobre el uso dañino del tabaco. (EFE/Idrees Mohammed)

Mientras escribo mis artículos, destruyo el planeta. Esto se debe a que fumo sin parar. El ministerio de Sanidad ha estrenado una campaña contra el tabaquismo que trae como novedad asociar el consumo de cigarrillos con la degradación de los entornos naturales. "Fumar no es bueno para ti ni para el planeta", proclama. Ya era suicida fumar, pero ahora además se ha descubierto que la colilla arrojada al suelo tiene mucho que ver con el apocalipsis. "Piensa en los litros de agua que [las colillas] contaminan al llover o ir a la alcantarilla en la ciudad o en su ingesta por seres vivos marinos o aves en un parque natural", apunta el ministerio, con prosa sin duda ministerial. E ilustra: "El cultivo del tabaco tiene un impacto en el cambio climático dos o tres veces mayor que el de hortalizas como patatas y tomates". Suena muy exacto ese “dos o tres veces”. Se nota que hay científicos muy serios haciendo los cálculos, comparando plantas.

También la doctora en Veterinaria Rebeca Atencia nos regaló a principios de octubre una asociación científica de enorme sensatez, pues dijo: “Comer donuts mata chimpancés”. Yo me miré las manos enseguida; estaban manchadas de sangre, aunque a simple vista pareciera azúcar glasé.

Acorralado por la culpa, quedé con unos amigos para verles meterse rayas. Siempre es aleccionador observar a alguien hacer lo correcto. Y les pregunté: “¿Cuándo fue la última vez que visteis una campaña contra las drogas?” (Es decir, ¿cuándo fue la última vez que alguien osó molestaros?) Nadie se acordaba de la última campaña contra las drogas promovida por el gobierno. Los cocainómanos viven tranquilos, y me dan envidia. Es verdad que no le hacen daño a nadie. Seguro que una plantación de coca es parecida a una de tomates.

En la web del ministerio de Sanidad aparece un heroico "listado de campañas informativas 2005-2021" que da gusto revisar. El ministerio lanza entre cuatro y ocho campañas al año, todas de máximo relieve. La última campaña contra las drogas fue en el año 2012. Desde entonces, la verdad es que prevenir el consumo de drogas no le interesa a nadie. Lo jodido son los antibióticos. La gente toma antibióticos sin receta ni nada; ni agua. El ministerio ha luchado contra esta lacra sin desmayo: en 2013, en 2014, en 2016, en 2017, en 2018 y en 2019. El espíritu de las campañas siempre ha sido el mismo: "concienciar a los ciudadanos sobre el uso imprudente de estos medicamentos". Meterse dos gramos al día de cocaína es prudente. La amoxilicina es ya de chungos.

Meterse dos gramos al día de cocaína es prudente. La amoxilicina es ya de chungos

Como no soy sectario, concedí al ministerio que tiene una Delegación para el Plan Nacional Sobre Drogas, y visité su web para ver cómo luchaban contra la cocaína. Sus campañas preventivas últimas batallaban, de hecho, contra el juego o el alcohol, y las drogas solo aparecían para ayudarte a consumirlas.

Sí. Las únicas campañas que se hacen ahora contra las drogas son las que te avisan de que el resto del mundo no es España, y que consumir drogas en el extranjero, así como ser pillado con drogas en la maleta cuando viajas, puede llevarte a la cárcel. Son campañas necesarias, donde se nota que se preocupan por ti. Además, vienen a decirnos que no todo el mundo está tan avanzado en materia de drogas como España, donde drogarse es la única manera de llevar un comportamiento rigurosamente ético.

La victoria del narco

Todo esto nos lleva a admirar la gestión empresarial de los narcotraficantes, como es obvio. No creo que tenga ningún valor un ranking de mejores empresarios del mundo que no incluya a los narcotraficantes. Han conseguido que un producto ilegal sea intocable.

Foto: El sueco Jonas Sture Falk en una detención previa. (Cedida)

Los narcos no pagan impuestos, no reciben visitas de inspectores de Sanidad, no ponen etiqueta, nadie echa cuentas de cuántas mujeres contratan ni de cuánto cobran, no hacen publicidad de su producto y nunca suben los precios. Combinan todo lo bueno de Amazon o Apple y nada de lo malo. No se me ocurre objeción alguna que hacerle a un narcotraficante, fuera de que el tráfico de drogas provoque decenas de miles de asesinatos al año, pero (esto es lo importante) nunca de un chimpancé.

Un gran éxito del narco ha sido la campaña que, desarrollada durante todo el siglo XXI, ha logrado concienciarnos de que hay drogas legales tan malas como las ilegales y, al cabo, peores. Fumar y beber alcohol también es drogarse, nos dijeron, y al final es verdad que tú te metes un gramo de cocaína cada tres días y yo me tomo una Coronita por la tarde. ¿Quién soy yo para juzgarte?

Con el apoyo de las películas y las series, el narco ha conseguido, sobre todo, acabar con la hipocresía. Recuerdo aquellos conciertos "contra las drogas" donde no tocaba nadie que no se drogara, aquellas campañas contra la adicción que protagonizaba Maradona; y a todos esos políticos politoxicómanos que salían a criticar el descarrío de la juventud. La hipocresía es la peor de las drogas, y los donuts.

Fotografiarse junto a un narco es el nuevo fotografiarse junto a un bebé para cualquiera que aspire a presidir un país

Si el juez Garzón empezó a perseguir dictadores fue porque perseguir narcotraficantes ya no era lo propio de un héroe, sino de un tiquismiquis. Fotografiarse junto a un narco es el nuevo fotografiarse junto a un bebé para cualquiera que aspire a presidir un país. Uno puede fiarse de un presidente del gobierno que tiene amigos que producen y distribuyen cocaína, el Inditex ético.

Que la droga es buena lo ha certificado definitivamente el Wall Street Journal. Hace un mes, publicó un extenso y emocionante reportaje sobre una app para cocainómanos que había repartido un producto adulterado y había provocado varias muertes. La noticia era que la app mataba gente, y no que la gente consumía una droga ilegal que mata gente. Salían fotos de los fallecidos con sus madres, sus perros, sus familias; sonrientes, sanos, concienciados e inconsolables. Lo woke y la coca están hechos el uno para el otro. No en vano (es en serio) existe la "woke coke".

Es muy triste que la droga mate gente, cuando es un inocente producto mortal de producción y distribución incontroladas que llega a Occidente siguiendo un reguero de cadáveres por toda América Latina. Vamos, igual que el tabaco, el vino, los donuts, las carnes rojas y los refrescos, que también tienen lo suyo.

Mientras escribo mis artículos, destruyo el planeta. Esto se debe a que fumo sin parar. El ministerio de Sanidad ha estrenado una campaña contra el tabaquismo que trae como novedad asociar el consumo de cigarrillos con la degradación de los entornos naturales. "Fumar no es bueno para ti ni para el planeta", proclama. Ya era suicida fumar, pero ahora además se ha descubierto que la colilla arrojada al suelo tiene mucho que ver con el apocalipsis. "Piensa en los litros de agua que [las colillas] contaminan al llover o ir a la alcantarilla en la ciudad o en su ingesta por seres vivos marinos o aves en un parque natural", apunta el ministerio, con prosa sin duda ministerial. E ilustra: "El cultivo del tabaco tiene un impacto en el cambio climático dos o tres veces mayor que el de hortalizas como patatas y tomates". Suena muy exacto ese “dos o tres veces”. Se nota que hay científicos muy serios haciendo los cálculos, comparando plantas.

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