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'Tostonazo' o las catilinarias de Santiago Lorenzo
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'Tostonazo' o las catilinarias de Santiago Lorenzo

El libro pone de manifiesto las virtudes y debilidades de su autor: gran estilo, pobre peripecia. Inventa su propia lengua, juega con las expresiones y parece reciclar la literatura española más olvidada de todas

Foto: Detalle de portada de 'Tostonazo'. (Blakie Books)
Detalle de portada de 'Tostonazo'. (Blakie Books)

Hay en Instagram un post recurrente que se titula "Actores a los que nadie odia". Ahí suelen salir mucho Keanu Reeves o Nicolas Cage. En una galería similar referida a escritores que no tienen ningún 'hater', Santiago Lorenzo ocuparía a buen seguro una de las primeras posiciones. Yo mismo siento una enorme simpatía por este autor.

Santiago Lorenzo nos cae bien porque da poco escándalo, ninguna molestia y vive en una aldea, inmejorablemente ubicada en Segovia. Esto de que la gente se dedique a sus cosas (libros y churros, a eso entendemos que entrega sus horas Santiago Lorenzo en su pueblo, según las entrevistas) tiene un candor delicioso, a medio camino entre la sabiduría pura y la evidencia de que no te va a quitar un asiento en el autobús que lleva al centro. Lorenzo vivía ya retirado del mundo cuando se puso de moda retirarse del mundo, y de pronto lo vimos como pionero de lo que había que hacer, y teles y periódicos subrayaron hasta desgastarla esta domiciliación ermitaña. Como nuestro autor es muy majo, irse a vivir solo a un pueblo castellano de apenas veinte habitantes llegó a parecernos la fórmula infalible para convertirse en buena persona. Yo les digo que habría que ver a los otros 19 habitantes de ese pueblo antes de echar las campanas al vuelo.

Foto: Alberto López, el alcalde socialista de Arenillas, que ha logrado que este pequeño pueblo gane población. (E. D. S.)

En la biografía del autor, hay una frase inamovible que siempre me ha hecho gracia: "Harto de los tejemanejes del mundo del cine, decidió cederle sus ideas a la literatura". Ya saben que en literatura no hay tejemanejes ni corrupción, como prueba que Santiago Lorenzo no haya estado entre los autores invitados a la feria del libro de Frankfurt del pasado fin de semana, donde han ido como cien escritores españoles, la mitad de ellos irrelevantes en comparación con el autor de 'Los asquerosos', y alguno incluso pareja de quien debía seleccionar a los convocados. Pero la ropa interior de la literatura interior no le escandaliza ya a nadie.

Yo mismo, harto de los tejemanejes del mundo de los libros, me voy a dedicar al cine.

'Tostonazo'

Les quiero hablar hoy de algo sin interés: el estilo literario de Santiago Lorenzo. El éxito de 'Los asquerosos' (200.000 ejemplares vendidos, dice su editorial) fue sorprendente porque la novela, siendo estupenda, llevaba también una carga lingüística poco común en los libros comerciales. Lorenzo, según noté con placer y envidia, dominaba la lengua española por sus confines más infrecuentes, nombraba cosas del campo que ya ni la gente del campo sabe cómo se llaman, y mostraba una creatividad verbal que suele ser la adecuada para que nadie te lea.

Ahora, con 'Tostonazo', una novela en cierta medida decepcionante, ese estilo sigue en pie y es, de hecho, lo más interesante del libro. Cómo Santiago Lorenzo inventa su propia lengua, juega con las expresiones y parece reciclar la literatura española más olvidada de todas, que es la del franquismo.

placeholder 'Tostonazo', Santiago Lorenzo.
'Tostonazo', Santiago Lorenzo.

Ya Umbral decía, cuando decir estas cosas no era tan peligroso como ahora, que sus columnistas de referencia eran todos falangistas, porque, qué se le iba a hacer, eran los que a su juicio escribían mejor. Investigando sobre Lorenzo hace algún tiempo, encontré un listado de sus libros favoritos, y me dio la clave (o quise que me la diera) de ese estilo suyo tan reconocible, ajeno a modas y españolísimo.

En su listado para Librotea, amén de ciertos libros exquisitos como 'En busca del Barón Corvo', de A.J.A. Symmons, nuestro autor citaba a Dionisio Ridruejo, su 'Castilla la Vieja'. Ahí entendía uno, por fin, cómo podía Santiago Lorenzo nombrar las cosas del campo con tanta puntería y sabor: porque había leído a estos señores olvidados.

La escritura en español, que es lo que digo que a usted le da igual, tiene dos extremos retóricos, uno que se pretende moderno y otro que se adscribe a una tradición. El primero es fácilmente detectable por muchas cosas, pero una bastante simpática es el abuso de la prefijación. Así, encontraremos en los imitadores de David Foster Wallace muchos adjetivos aderezados con pos- proto- o hetero-. La prosa tradicionalota española, sin embargo, se inclina por la sufijación, y así hallamos en 'Tostonazo' (desde el propio título) un montón de palabras alargadas innecesariamente por su sílaba final a efectos de crear una cierta música del idioma. Leemos: "eurines", "moneditas", "redondotas", "filmoide", "hostiecitas", "turrandraca", "coparras"…

Este estilo de Lorenzo se acomoda malamente al personaje que ha creado

Ya el comienzo del libro es muy de la España que no existe: "Yo soy de enero de 1993, y de Madrid", cuando obviamente un chaval nacido en los años noventa diría que nació en enero del 93, y no que 'es' de enero del 93. Por ahí vamos viendo cómo este estilo, por lo demás, encantador, de Lorenzo se acomoda malamente al personaje que ha creado. Es una juventud que habla como se hablaba en los años cuarenta, amigos.

Así, expresiones tan logradas como: "El hombre llevaba encima bastante sorbo" o: "Me estaba duchando por dentro a base de orujo" (y el orujo mismo como bebida), no parecen muy probables en alguien nacido después de los Juegos Olímpicos de Barcelona. También hay aliteraciones felices: "Por donde me llevaba el tintineo de mis zapatitos contentos", y alguna greguería: "El cero es la hache de las cifras", muy de otras épocas literarias.

'Tostonazo' tiene una primera parte dedicada justamente a los "tejemanejes" del mundo del cine, y una segunda donde el protagonista cuida de su tío anciano, fácilmente asimilable con un votante de Vox. El final de 'Los asquerosos', donde se dedicaban decenas de páginas a criticar a una familia de urbanitas que visitaba el agro, es un poco el tono general de 'Tostonazo'. Es la catilinaria o filípica lo que mueve muchas veces la pluma de Lorenzo, ese tomar un tipo humano y darle para el pelo, criticando su carácter o comentando sus barrabasadas.

Con que es "una novela luminosa" no sé qué ha querido decir la editorial en su contraportada

En la parte del cine, que es la más entretenida y donde se aprende alguna cosa de ese oficio, se trata del productor Sixto, un personaje berlanguiano que arruina un rodaje con sus imposiciones caprichosas. En la otra, como decimos, es el tío, que ahora mismo no recuerdo cómo se llama.

Así, la novela es como un díptico imprecativo, donde, entre cositas anecdóticas, se pone a parir a dos personajes no tan interesantes: el productor zumbado y el cuñado canónico.

Con eso de que 'Tostonazo' es "una novela luminosa" no sé qué ha querido decir la editorial en su contraportada, la verdad. Es una novela que se lee con gusto porque el autor escribe muy bien, con ese tempo humilde tan adictivo; pero argumentalmente la he visto muy desmigajada.

Hay en Instagram un post recurrente que se titula "Actores a los que nadie odia". Ahí suelen salir mucho Keanu Reeves o Nicolas Cage. En una galería similar referida a escritores que no tienen ningún 'hater', Santiago Lorenzo ocuparía a buen seguro una de las primeras posiciones. Yo mismo siento una enorme simpatía por este autor.

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