La disparatada lista: has hecho el tonto toda tu vida escribiendo libros
Hace tiempo que no necesito que Babelia me diga si sé escribir, lo que valen mis libros o lo que valen los libros de los demás; con todo, es interesante el artefacto anticipatorio que supone esta lista en concreto
Como no leo Babelia, me resulta muy difícil no enterarme de lo que hacen en el principal suplemento literario de España. Este pasado fin de semana hicieron una lista. Algunos me pidieron opinión por mensaje, y otros se presentaron al café con el Babelia en la mano. Acorralado por la dramática necesidad de saber de qué me estaban hablando, hube de enfrentarme a la lista. Me pareció bastante disparatada.
Dado que uno es escritor o, en todo caso, tiene no sé cuántos libros publicados en lo que va de siglo, una lista de la mejor literatura de nuestro tiempo donde no se le incluya invita a pasar por ella de puntillas, a dejarlo estar y limitar las desavenencias al ámbito privado. Pero es que tampoco tengo nada mejor sobre lo que escribirles esta semana, la verdad.
¿Quién decide qué se leerá o estudiará o recordará oficialmente a finales del siglo XXI de entre todo lo que se escribió en sus inicios?
También les digo que yo hace tiempo que no necesito que Babelia me diga si sé escribir, lo que valen mis libros o lo que valen los libros de los demás. La opinión de Babelia sobre literatura me es indiferente.
Con todo, es interesante el artefacto anticipatorio que supone esta lista en concreto. Hay, en literatura, una pelea por los lectores, que se libra día a día en los puestos de venta; y hay, también, una pelea quizá más napoleónica por la posteridad, batalla sobre la cual les reconozco que lo ignoro todo. ¿Quién decide qué se leerá o estudiará o recordará oficialmente a finales del siglo XXI de entre todo lo que se escribió en sus inicios?
Criba inútil
Estos '100 libros españoles del siglo XXI' apuntan en esa dirección, son un primer intento de influir en el futuro cultural del país. Al mismo tiempo, la criba es totalmente inútil, porque en 2098 la gente leerá lo que le guste y le interpele, independientemente de que los manuales de literatura incluyan en negrita unos nombres u otros. Toda mi vida estudié en la escuela a Emilia Pardo Bazán, y nunca la he leído. Lo mismo me sucede con Juan Valera. A Baroja y a Galdós se los lee por gusto; a Pardo Bazán y a Valera simplemente se los colecciona como un cromo. Son los reyes godos de la literatura.
Dicho esto, la lista centurial del Babelia empieza con humor: una joven filósofa (sic) hace la introducción a los mejores libros del siglo XXI, siendo que se publicaron cuando ella tenía 3 o 9 o 15 años y, claro, ni los leyó entonces ni los ha leído ahora. Pero, ¿acaso importa?
Después, en un primer vistazo, vemos que la norma habitual de comparecencia única se ha ignorado. Cuando se señalan las mejores películas del siglo XX, no se suelen poner todas las de Hitchcock, o la mitad de las que dirigió Billy Wilder; sino una de cada director, por dar un repaso más variado a un arte. Aquí comparece Javier Marías como cinco veces, Chirbes como cuatro, Vila-Matas, con tres libros, y Marta Sanz o Almudena Grandes también con tres. Libros que acaban de salir, como 'Montevideo' (Seix Barral) son ya lo mejor del siglo, aunque no sean, ni de lejos, lo mejor de su autor (Vila-Matas). Autores jóvenes ocupan plaza y escritores con veinte o treinta años de carrera parece que no hicieron nada. Antonio Orejudo ('Ventajas de viajar en tren') no hizo nada; hizo el tonto, durante todo el siglo. O Eloy Tizón o Ray Loriga o Unai Elorriaga.
Hasta tres autoras seleccionadas entre lo mejor del siglo figuran también como jurados para elegir lo mejor del siglo
Ser colaborador de El País ayuda bastante a pasar a la historia si eso depende del suplemento literario de El País. Y hasta tres autoras seleccionadas entre lo mejor del siglo figuran también como jurados para elegir lo mejor del siglo. Todo muy aseado.
Al mezclar novela, poesía, ensayo y cualquier-otra-cosa, sucede que ningún libro de cuentos fue mejor que una novela menor de Javier Marías, como es 'Tomás Nevinson'. Todos los cuentistas de España, durante este siglo XXI, han estado haciendo el tonto según Babelia. No mereció la pena nada de lo que escribieron.
Tampoco vale nada lo que hacen las editoriales que no están adscritas a Planeta o a Penguin, si no se llaman Anagrama. Es imposible, esencialmente imposible, que un sello pequeño edite una gran novela, una que se leerá dentro de un siglo. Al menos si ello depende de Babelia, de las 100 personas que han votado para Babelia. El hecho de que casi todos los autores hoy famosos o populares o prestigiados dieran sus primeros pasos en editoriales pequeñas antes de ser robados por un sello mayor no debe hacernos pensar que las editoriales pequeñas llevan a cabo una labor literaria de algún interés. Nada que fuera publicado en Lengua de Trapo, Melusina, Salto de Página, DVD, Blackie Books, Jekyll and Jill o Candaya puede, desde luego, ser gran literatura. Es imposible porque los autores que debutan en estos sellos, y luego saltan a Seix Barral o a Anagrama, esperan pacientemente a completar ese salto antes de hacer su mejor libro. Previamente sólo han hecho libros irrelevantes a voluntad.
Es cierto que resulta complicada esta aventura selectiva, pero puede hacerse con más rigor, por no hablar de la elegancia
Una opción automática para este tipo de listados sería tomar sin más los libros más vendidos del siglo XXI en literatura española y decir que fueron los mejores. Ahí, por ejemplo, estaría Pérez Reverte, que en la lista de Babelia no figura. Otra forma de hacerla sería seleccionar con cuidado a un puñado no tan amplio de verdaderos lectores de literatura española (¿cuántas novelas españolas al año lee desde México Jorge Volpi -y de qué sellos-, uno de los jurados de la lista?), estrictos y honrados (yo mismo, por ejemplo) y dejarles caer sin pudor alguno en la más rabiosa exquisitez. Así, libros como 'Mi paese salvaje', de Ángela Segovia, o 'Abisal', de Álvaro Cortina, o alguno de Rubén Martín Giráldez o publicado por Tránsito (una pequeña editorial) tendrían su oportunidad.
En fin, bien es cierto que resulta complicada esta aventura selectiva, pero puede hacerse con algo más de rigor, por no hablar de la elegancia. La forma en la que los responsables de la lista la anuncian (que es la misma forma en la que anuncian cada diciembre su lista de mejores libros del año) suele contar con unas imprescindibles gotas de recochineo. Algo como: “Muchos se van a molestar por no figurar en nuestra lista. Ja, ja, ja.” Dios los perdone.
El resultado es que ningún libro que no sea ya famoso o exitoso o de un colaborador de El País aparece. Nada similar a 'La mala muerte', de Fernando Royuela, 'Jugadores de billar', de José Avelló o 'La matriz y la sombra', de Ana Prieto Nadal; o alguno de Unai Elorriaga. (Comparar estos libros que cito con dos decenas largas de los sí incluidos en la lista de mejores del siglo resulta como poco escalofriante.)
Se entiende que si dejaste de escribir algunos años antes de esta lista (o te dio por morirte), a nadie le importa lo más mínimo tu obra. Para aparecer en la lista hay que estar vivo, activo y sonreír mucho.
Hay que estar, como se dice a menudo, donde-hay-que-estar. Lo más alejado posible de la pureza.
Como no leo Babelia, me resulta muy difícil no enterarme de lo que hacen en el principal suplemento literario de España. Este pasado fin de semana hicieron una lista. Algunos me pidieron opinión por mensaje, y otros se presentaron al café con el Babelia en la mano. Acorralado por la dramática necesidad de saber de qué me estaban hablando, hube de enfrentarme a la lista. Me pareció bastante disparatada.