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Alguien está buscando al científico soviético estrella desaparecido en Madrid en 1985
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Guerra fría castiza

Alguien está buscando al científico soviético estrella desaparecido en Madrid en 1985

La inverosímil desaparición de Vladímir Alexandrov en la España ochentera —¿lo mataron por espía?, ¿se 'mató' en la noche madrileña?— sigue siendo información clasificada, pero la búsqueda y las pistas se han reactivado

Foto: Alexandrov, con familia y amigos. (Archivo personal de Olga Alexandrov)
Alexandrov, con familia y amigos. (Archivo personal de Olga Alexandrov)

El cartel está frente a la estación de Atocha. Dos fotos de un hombre de mediana edad con la palabra DESAPARECIDO escrita en cuatro idiomas. Ruso. 1,85 de altura y 118 kilos de peso. Pelo y ojos marrones. Perdido cerca del paseo de la Castellana. "Si tiene alguna información, póngase en contacto".

Hasta aquí, un cartel canónico de búsqueda de un desaparecido, pero un detalle revela lo extraordinario del caso: Vladímir Valentinovich Alesandrov, que así se llama nuestro hombre, tenía 47 años cuando desapareció… y hoy tendría 83. En efecto, la última vez que se le vio con vida fue el 31 de marzo de 1985, pero hay quien se está tomando muchas molestias en encontrarle en 2022...

Ya es raro que un ciudadano soviético desaparezca en la noche madrileña y nunca más se sepa de él. Pero si el volatilizado es un científico estrella que había venido a España a hablar sobre el invierno nuclear, la cosa es directamente inverosímil. 37 años después, Vladímir Alesandrov sigue oficialmente desaparecido. Su cuerpo nunca apareció y los servicios de Inteligencia se encogen de hombros cuando les preguntan por él. Dicen no saber nada sobre su paradero. Aquí no hay nada que ver. Circulen.

placeholder Cartel de búsqueda junto a la catedral ortodoxa-rusa de Santa María Magdalena, en Madrid. (Nikolai Galitzine)
Cartel de búsqueda junto a la catedral ortodoxa-rusa de Santa María Magdalena, en Madrid. (Nikolai Galitzine)

Alesandrov no es un cualquiera. Trabajó codo con codo con pioneros estadounidenses del cambio climático, dio conferencias con Carl Sagan sobre la guerra atómica como destructora del clima y expuso sus teorías sobre el invierno nuclear al papa Juan Pablo II. Que se esfumara sin dejar rastro en Madrid no era sencillo, pero ocurrió.

'Spain is different'

Tres días antes de desaparecer, Alexandrov aterrizó en Madrid. Le esperaba un chófer del Ayuntamiento de Córdoba para llevarle a la II Asamblea de Ciudades No Nucleares, donde era uno de los conferenciantes más esperados. El chófer tenía un SEAT 132, coche oficial del alcalde de Córdoba, Julio Anguita.

Pero a Alexandrov también le esperaba en Barajas un funcionario de la embajada soviética en Madrid. Antes de salir hacia Córdoba, Alexandrov pasó un rato en la embajada. No sabemos si le dijeron algo que le desequilibró, o si su pedrada venía de antes (su mujer tenía graves problemas de salud y había una campaña contra sus teorías sobre el invierno nuclear), pero Alexandrov inició en España una salvaje huida hacia delante: fue salir de la embajada y empezar a beber como si no hubiera un mañana. “Sus últimas horas muestran a un Alexandrov desconocido para sus amigos estadounidenses. Un Alexandrov en situación desesperada, que bebió hasta el olvido”, contó Andrew Revkin en 1986 en un reportaje en ‘Science Digest’.

Alexandrov pasó bebido su viaje a Córdoba. En su primera noche en la ciudad, la policía le encontró durmiendo en la calle borracho. A la mañana siguiente, impartió su conferencia, pero no volvió a pisar el congreso y pasó el fin de semana haciendo eses. Ojo, no era su comportamiento habitual: no hay constancia de una pérdida de papeles tan intensa en otros viajes al extranjero.

"Cada vez que pasaban por un bar de carretera, pedía parar. Fue borracho todo el viaje”

Alfonso Ceballos, secretario personal del alcalde Anguita, llamó varias veces a la embajada soviética en Madrid para intercambiar impresiones sobre el científico ebrio. Acordaron llevarle de vuelta a Madrid. El Ayuntamiento de Córdoba movilizó a dos chóferes para trasladar a Alexandrov: se esperaba un viaje movidito. “Cada vez que pasaban por un bar de carretera, Alexandrov pedía parar. Fue borracho todo el viaje”, recuerda Alfredo Relaño, que escribió la primera crónica de ‘El País’ sobre la desaparición en julio de 1985.

Llegados a Madrid, Alexandrov pidió ir a Barajas, pero las órdenes eran depositarle en la embajada soviética. ¿Qué pasó entonces? Las versiones de los jefes de los chóferes (recogidas por Revkin) fueron contradictorias. Versión a): Alexandrov no quería ir a la embajada de ningún modo, trató de saltar del coche y se resistió a los funcionarios soviéticos. Versión b): no fue para tanto. Versión c): hubo lío, pero no porque Alexandrov corriera peligro en la embajada, sino porque estaba muy borracho. Según Revkin, los encargados del congreso de Córdoba fueron suavizando su versión sobre la entrega del científico, quizá porque el ayuntamiento de Anguita no quería líos con Moscú.

¿Se quedó el científico dentro de la embajada o le llevaron a su hotel en el paseo de la Habana? Empleados del hotel (de confianza de la embajada) dicen que estuvo allí. Reconstrucción de versiones sobre lo que supuestamente pasó desde entonces. 1) Alexandrov salió del hotel de noche por su propio pie (tambaleante). 2) Quizás estuvo en un bingo pegado al hotel. 3) Testigos le sitúan a medianoche en el bar El Yate, en General Martínez Campos, junto al paseo de la Castellana, donde estuvo bebiendo hasta las dos. 4) Salió del bar y entró en un hotel cercano (Apartamentos Recoletos), que abandonó cuando aún era de noche. 5) Nunca más se supo de él. 6) Cuando amanecía, una mujer encontró el pasaporte de Alexandrov en un cubo de basura junto al Congreso de los Diputados. El resto de su documentación apareció en el hotel del paseo de la Habana.

Silencio de hielo

El silencio oficial sobre su desaparición duró más de tres meses. Lo rompió 'Nature' el 4 de julio con un artículo titulado: “Experto en invierno nuclear desaparece sin dejar rastro”. ¿Un científico ruso estrella desaparece en Madrid y nadie abre la boca en 100 días? Raro.

Para colmo, el presidente de EEUU, Ronald Reagan, había estado en Madrid en mayo, pero (que se sepa) nadie dijo ni pío sobre Alexandrov durante su estancia.

Mientras tanto, la familia de Alexandrov y sus amigos estadounidenses realizaron gestiones para resolver el enigma, pero quizá demasiado discretas: la posibilidad de que hubiera desertado retrasó mucho la denuncia pública de su desaparición. Retraso que sin duda enredó la resolución del caso.

La entrada de la prensa arrojó algo de luz sobre la desaparición, pero también embarró el terreno de juego. 'The Washington Times' habló de "deserción", los medios soviéticos insinuaron que la CIA podría estar detrás de la desaparición, los occidentales especularon con la posibilidad de una represalia de Moscú y todos coincidieron en que, en 1985, la noche madrileña era un agujero negro del que era más fácil entrar que salir.

A finales de ese año, Moscú se quejó de la incapacidad de las autoridades españolas para resolver el caso, en un comunicado de la Academia de las Ciencias en ‘Pravda’.

placeholder Cartel del congreso de Córdoba en 1985.
Cartel del congreso de Córdoba en 1985.

En 1986, el servicio de Inteligencia español confirmó que el científico soviético no había salido de España, como recuerda Giulia Rispoli en una investigación incluida en el libro ‘De la Guerra Fría al calentamiento global’. Según Rispoli, la embajada soviética contactó informalmente con las autoridades españolas el día después de la desaparición, pero la orden de búsqueda no se activó hasta 18 días después.

La entrevista

Los carteles de DESAPARECIDO que hay en Madrid y Córdoba los ha puesto Nikolai Galitzine, cineasta británico de origen ruso que está rodando un documental sobre el caso (‘Prophet of Doom’) con la colaboración de Olga Alexandrov, hija del científico desaparecido. Hablamos con Galitzine:

1) “España y Rusia llevaron la desaparición con discreción por motivos diplomáticos; discreción hasta que estuviera claro qué había pasado. Cuando quedó claro que tal vez nadie sabía lo que había ocurrido, el caso se dio a conocer a la prensa”.

"Esta es la historia de una injusticia trágica"

2) “La historia todavía está clasificada en EEUU, Rusia, España y el Reino Unido. Es un enigma. Todas las solicitudes de acceso a información son constantemente rechazadas. Y los testimonios de los testigos oculares del caso tienden a estar influidos por los servicios de Inteligencia”.

3) “Olga, la hija de Alexandrov, es una persona bella e increíblemente resistente. Recuerda a su padre con afecto. Sigue siendo una luz que guía su vida. Guarda una foto de su padre en la cocina, como recuerdo de lo mucho que le gustaba cocinar”.

4) “Los amigos de Alexandrov en EEUU, Rusia, Italia, Francia y el Reino Unido también le recuerdan con afecto. Era una persona muy querida, lo que hace aún más triste su desaparición. Esta es la historia de una injusticia trágica”.

placeholder Cartel de búsqueda.
Cartel de búsqueda.

Invierno nuclear

Ante el cerrojazo de las agencias de Inteligencia, las hipótesis sobre la desaparición siguen tan inquietantes y conspiratorias como el primer día. 1) A Alexandrov le asesinó Moscú porque era un espía de los americanos. 2) y 3) La CIA bien le asesinó (por espía soviético), bien le trasladó a una localización secreta en EEUU (por disidente). 4) Como Alexandrov iba de borrachera en borrachera, acabó metiéndose en una reyerta en la noche madrileña y nunca se identificó o apareció su cadáver. 5) Alexandrov tomó la decisión personal de desaparecer y ha vivido todo este tiempo en un lugar exótico con identidad falsa. Etc., etc., etc.

¿A quién benefició su desaparición? No es fácil responder a esa pregunta. Desde el Centro de Computación de Moscú, Alexandrov era un experto de referencia en los efectos sobre el clima de una guerra nuclear, pero también podía ser visto como blanqueador de la URSS atómica, como espía soviético o como científico de prestigio con demasiados amigos y contactos en EEUU (es decir, como espía estadounidense o desertor en potencia). Demasiado soviético y demasiado americanizado al mismo tiempo, con muchas papeletas, por tanto, para pagar los platos rotos de la Guerra Fría.

placeholder Alexandrov con su hija. (Archivo personal de Olga Alexandrov)
Alexandrov con su hija. (Archivo personal de Olga Alexandrov)

¿Por qué el régimen comunista le dejaba viajar tanto a EEUU y dar charlas por el mundo cuando otros científicos soviéticos obtenían los permisos a cuentagotas? ¿Tenía vínculos con el KGB? Tras un viaje de trabajo al Centro de Investigación Atmosférica de Oregón, tuvo acceso a supercomputadoras estadounidenses mucho más veloces que las soviéticas. La seguridad y el espionaje estadounidense comenzaron a seguirle la pista.

Según el modelo matemático computerizado de Alexandrov, un enfrentamiento nuclear convertiría la Tierra en un planeta condenado por contaminación desbocada y temperaturas glaciares. En sus últimos meses de vida, sus teorías sobre el invierno nuclear fueron puestas en duda por sombrías.

Días antes de su viaje a España, un documento del Pentágono tachó el trabajo de Alexandrov de alarmista. Tras abrirle las puertas de sus laboratorios años antes, EEUU le acusaba ahora de herramienta de la propaganda soviética para agitar los movimientos antinucleares occidentales. La colaboración sobre el invierno nuclear entre científicos rusos y estadounidenses saltaba por los aires en pleno ardor reaganiano. Algunos colegas soviéticos también empezaron a cuchichear sobre él.

Alexandrov, en definitiva, vivía rodeado de ambivalencias políticas, era una pieza contradictoria dentro de la lucha de bloques, lo que complica enormemente el rompecabezas de su desaparición.

El historiador ruso Mark Kuchment, afincado en Harvard, dijo a Revkin en 1986: "A veces pasan cosas bizarras. Terrorismo, identidades perdidas… España no es el lugar más tranquilo del mundo". Kuchment descartó un asesinato soviético por ser un plan demasiado arriesgado y descarado: "A menos que se trate de una urgencia, este tipo de abducciones son peligrosas, especialmente durante un viaje político". En resumen: ¿por qué dejarle viajar a España para liquidarle en la Castellana pudiendo hacerlo tranquilamente en Moscú?

El científico estadounidense Michael MacCracken, amigo del desaparecido, apuntó otra hipótesis en ‘El País’: quizás a los guardias de la embajada soviética se les fue la mano apaciguando al borracho.

Alan Robock, científico atmosférico de la Universidad de Maryland, lanzó a Revkin una hipótesis esperanzada: "¿Quién sabe? Quizá tengamos final feliz y reaparezca en una playa griega con una novia".

Lo malo es que Robock dijo esto en 1986 y, 36 años después, seguimos sin noticias del científico soviético estrella engullido en la noche madrileña. No obstante, los nuevos carteles con la foto de Alexandrov indican que aún no se ha dicho la última palabra. Permanezcan atentos a sus pantallas.

El cartel está frente a la estación de Atocha. Dos fotos de un hombre de mediana edad con la palabra DESAPARECIDO escrita en cuatro idiomas. Ruso. 1,85 de altura y 118 kilos de peso. Pelo y ojos marrones. Perdido cerca del paseo de la Castellana. "Si tiene alguna información, póngase en contacto".

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