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¿Va a ganar Ucrania el festival de Eurovisión por pena? La gran maquinación geopolítica
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Las cartas marcadas del pop

¿Va a ganar Ucrania el festival de Eurovisión por pena? La gran maquinación geopolítica

La canción ucraniana lidera las apuestas a una semana de la final. Cómo la geopolítica se convirtió en un factor cada vez más decisivo

Foto: Kalush Orchesta, representantes de Ucrania en Eurovisión. (Suspline)
Kalush Orchesta, representantes de Ucrania en Eurovisión. (Suspline)

Las casas de apuestas se equivocan con frecuencia, pero la tendencia es clara: Ucrania parte como gran favorita para ganar el festival de Eurovisión el próximo 14 de mayo con la canción ‘Stefania’, de Kalush Orchestra.

¿Motivos para que los europeos voten la canción ucraniana en masa? a) Por pena. b) Por solidaridad. c) Por jorobar a los rusos. d) Porque a la gente le gusta la canción, un hit folclórico eurovisivo con toques de rap bailongo. e) Por una combinación de todos los puntos anteriores.

Foto: Chanel, ganadora del festival, posa con el premio en Benidorm. (EFE/Manuel Lorenzo)

La respuesta correcta quizá sea la e), o quizá no, lo innegable es que la geopolítica ha sido un factor de peso desde los primeros tiempos de Eurovisión y la tendencia se ha agudizado este siglo, con las ampliaciones del festival hacia el Este y las alianzas informales para votar en bloques vecinales.

Este año, visto lo ocurrido las últimas semanas, podríamos estar ante la apoteosis geopolítica eurovisiva final.

Para empezar, la canción que ganó la preselección ucraniana (‘Sombras de ancestros olvidados’, de Alina Pash) no es la que competirá en Eurovisión, pues fue liquidada por ser demasiado… ¿rusa? Motivos de su expulsión: La cantante Alina Pash había realizado un viaje prohibido a Crimea en 2015, meses después de la anexión rusa. La purga de Pash se decidió, ojo al dato, cuando la invasión de Ucrania aún no había tenido lugar.

Tras ganar la preselección eurovisiva ucraniana, Pash fue acusada de vestir un día una chaqueta con colores similares a los de la bandera rusa. Estábamos a mitad de febrero y ni siquiera estaba claro aún si habría guerra, pero en Ucrania no estaba el horno para chándales con mensajes, ejem, subliminales del Kremlin.

Alina Pash se defendió como pudo. "Soy una chica ucraniana. Hablo en ucraniano y mi canción es sobre Ucrania. No hay manera de que pueda estar en contra de Ucrania". "Ya tenemos muchos problemas. La pandemia es uno de ellos y sigue siéndolo. ¿Necesitamos además una guerra? ¿En serio? No necesitamos una guerra”.

Pero las palabras de la cantante, con los tambores bélicos sonando de fondo, no lograron frenar su caída en desgracia.

Algo parecido, pero al revés, había ocurrido ya en 2017, cuando Ucrania albergó Eurovisión tras ganarlo el año anterior. En plenas tensiones bélicas con Putin, Ucrania vetó a la representante rusa, la cantante Yulia Samoylova, por haber actuado antes en la Crimea anexionada por Rusia.

El Putin más yeyé

Cuando los tanques rusos entraron en Ucrania, una de las primeras medidas de la UE fue purgar a Rusia del festival. “Expulsar a Rusia de Eurovisión puede parecer irrelevante desde un punto de vista geopolítico, pero tiene impacto social”, anunció Josep Borrell, Alto Representante de Política Exterior de la UE.

Las palabras de Borrell fueron recibidas con chirigota e indignación en la tuitosfera occidental, al interpretarse que la UE iba a quedarse ahí, en su posición timorata habitual, pero no: fue solo el pistoletazo de salida de sanciones duras contra Rusia. O el veto eurovisivo como vanguardia de una nueva UE más coordinada y contundente.

Podría pensarse que bastante tiene Putin con la guerra o el gas como para preocuparse por Eurovisión. Putin tampoco aparenta ser muy eurovisivo, pero no siempre fue así...

En 2008, cuando Putin aún no era el lobo malo y estaba en plena ofensiva de soft power sobre Occidente, Rusia ganó el festival de Eurovisión con una canción de Dima Bilan. Bilan no venció por casualidad, fue un asunto de Estado, Rusia quería ganar Eurovisión y ganó empleándose a fondo.

Tras la victoria, Putin envió un telegrama de felicitación al cantante: "La victoria se consiguió gracias al duro esfuerzo de todo el equipo. No es solo un triunfo personal para Dima Bilan, sino otro triunfo para Rusia".

La victoria rusa se produjo gracias a una "campaña enfocada, bien investigada y bien financiada por parte de las élites políticas y de radiodifusión rusas para replicar los códigos eurovisivos de éxito", según la investigadora canadiense Karen Fricker.

A Rusia, por tanto, le importaba Eurovisión. "Hay mucho antagonismo entre Rusia y el resto del mundo. Eurovisión es una plataforma para mostrar que Rusia puede hacer Europa mejor incluso que la propia Europa, y aunque no le importe nada Europa", contó Fricker a la BBC en 2016.

Foto: Foto: Irene de Pablo.
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Como ganador, Rusia organizó el certamen en 2009 en Moscú. Meses antes, Georgia y Rusia habían ido a la guerra por Osetia del Sur, región separatista prorrusa.

Georgia intentó luego tomarse la venganza simbólica en la Eurovisión moscovita: eligió la canción ‘We Don´t Wanna Put In’, que todo el mundo entendió como un juego de palabras satírico contra Putin.

Eurovisión vetó el tema georgiano tal cual estaba escrito. "Nuestra canción no contiene declaraciones políticas. La cadena pública de televisión no modificará su letra y rehúsa ir a competir a Moscú", indicó un portavoz de la tele pública de Georgia.

Estos son los datos

Para el que piense que el peso geopolítico en Eurovisión es pura subjetividad, ahí van unos cuantos datos.

Tras encuestar a 600 votantes de Eurovisión en 2016, la revista ‘Political’ publicó un 'paper' sobre los motivos profundos del voto. Solo el 25% votó por el gusto o por la calidad de las canciones. Otro 25% se dejó llevar por la psicología y votó a caballo ganador (a la canción favorita), porque uno siempre está más calentito cuando va a favor de corriente. Por último, el 37% votó por motivos culturales o geopolíticos (en sentido amplio): votaron a los cantantes con los que compartían etnia, lengua o proximidad geográfica.

En otro ‘paper’ sobre la geopolítica de Eurovisión, Dereck Gatherer localizó cinco bloques geográficos de países con tendencia a apoyarse los unos a los otros en las votaciones.

La proximidad vecinal suele provocar intercambio de votos; pero con la Rusia de Putin por medio, las cosas tienden a enredarse

Atentos a los nombres de los bloques que, según Dereck Gatherer, parten el bacalao eurovisivo. 1) El pacto de Varsovia (Croacia, Macedonia, Rumanía y la federación Rusa). 2) Imperio vikingo (Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania). 3) Cruz de Malta (Gran Bretaña, Suiza y Mónaco) 4) Triada de Chipre (Grecia, Chipre y ex países yugoslavos).

La proximidad vecinal, por tanto, suele provocar intercambio de votos entre países; pero con la Rusia de Putin por medio, las cosas tienden a enredarse. En la edición de Eurovisión de 2013, el jurado ruso dio 12 puntos a Azerbaiyán; pero cuando le tocó votar a Azerbaiyán, saltó la sorpresa en Las Gaunas: 0 puntos a la representante rusa. El Kremlin tomó nota.

Días después, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, acusó a Azerbaiyán de “robarle los puntos”. Tras reunirse con su homólogo de Azerbaiyán, Lavrov aseguró: "Esto no hace feliz a nadie. Este acto escandaloso no puede quedar sin respuesta”. Las clásicas relaciones vecinales entrañables.

Café para todos

Pero las tensiones y alianzas territoriales no solo operan a nivel continental, también lo hacen a nivel local, como vimos en la (muy) controvertida preselección española a Eurovisión, el Benidorm Fest, en el que se cruzó el aparente favoritismo de TVE hacia una de las candidatas (Chanel) con un tremendo psicodrama autonómico.

La movilización del telespectador gallego generó un masivo voto a las Tanxugueiras, que plasmó la siguiente paradoja: si el voto de los expertos a Chanel no pareció inocente, tampoco lo fue un voto popular distorsionado por la conversión de Eurovisión en operación patriótica en Galicia.

El entonces presidente de la Xunta y ahora candidato del PP a las generales, el habitualmente críptico y prudente Alberto Núñez Feijóo, se tiró a la piscina tras el polémico triunfo de Chanel: "Si la gente vota de forma masiva una candidatura, parece un poco extraño que esa candidatura quede tercera en la decisión final, ¿no?”. O Feijóo alimentando la teoría de la mano negra. Nadie es territorialmente inocente, por tanto, en la guerra de Eurovisión.

Los molotov

Cuando Ucrania ganó el festival en 2004, recibió una media de 8,1 puntos de los jurados internacionales, pero sus vecinos Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y, ejem, Rusia le dieron la máxima puntuación: 12. Bielorrusia y Serbia, por su parte, le dieron 10 puntos. Alianzas vecinales de libro.

"La expulsión de Rusia Eurovisión puede parecer irrelevante desde un punto de vista geopolítico, pero tiene impacto social"

Eurovisión es un certamen más amigo del folclore nacional que de las declaraciones ideológicas. Sus normas, de hecho, especifican su apuesta por las canciones blancas y sin connotaciones políticas. Pero con Rusia expulsada, Ucrania favorita y una guerra por delante, el festival musical que presume de "apolítico" parece bastante politizado (en la misma dirección) este año.

Oleh Psiuk, cantante de Kalush Orchestra, representantes eurovisivos de Ucrania, dijo hace unos días: “No lo disfrutaremos mientras estemos preocupados por nuestros seres queridos. La guerra me ha separado de mi novia. Está a 300 kilómetros preparando cócteles molotov para defenderse. No podemos vernos porque es muy peligroso. Ella espera en un búnker mientras yo estoy aquí y las sirenas antiaéreas suenan continuamente”. Hay que tener la sangre de horchata para no empatizar con él...

Ucrania ganó Eurovisión en 2004 y 2016. Si vence este año, daría el sorpaso a España, pese a que solo lleva participando desde 2003. Puede que la guerra le dé un empujón eurovisivo decisivo a Ucrania, pero no es menos cierto que suele currárselo bastante más que España.

Las casas de apuestas se equivocan con frecuencia, pero la tendencia es clara: Ucrania parte como gran favorita para ganar el festival de Eurovisión el próximo 14 de mayo con la canción ‘Stefania’, de Kalush Orchestra.

Conflicto de Ucrania